Estos son los efectos de la política migratoria europea.
Jóvenes esperan atención en centro para menores no acompañados de Patin, en París (Francia). © Augustin Le Gall
Decenas de miles de personas -muchísimas de ellas, menores- están atrapadas en campos de refugiados, abandonadas en las fronteras, en las calles, a la espera de una vida mejor tras huir de sus países de origen. La UE debe asumir su responsabilidad.
Francia, Grecia, Italia, los Balcanes... Sí, es Europa, la que no quieres ver, la vergonzosa. En ella, decenas de miles de personas que han tenido que huir de la violencia extrema en sus países de origen -muchísimas de ellas, menores- están atrapadas en campos de refugiados, abandonadas en las fronteras, en las calles, a la espera de una vida mejor. La Unión Europea, a cambio, se niega una y otra vez a ofrecérsela. Una clara violación del derecho internacional.
GRECIA
Nada menos que 24.000 hombres, mujeres y niños que buscan protección en Europa están atrapados en las islas griegas del Egeo (Lesbos, Samos y Quíos) en terribles condiciones donde hay una capacidad oficial en los campos para solo 6.300. Mientras, que las autoridades griegas y europeas los desatienden deliberadamente.
Solo en el campo de Moria (Lesbos), por ejemplo, casi el 50% de la población son niños y niñas -hay casi 800 menores no acompañados. El grave hacinamiento y las malas condiciones de vida afectan profundamente la salud mental de los niños y adultos detenidos allí. Nuestro equipo de salud mental ha visto un aumento de casi un 200% en el número de niños remitidos para recibir atención. Casi una cuarta parte de los pequeños asistidos este verano se habían autolesionado. El más pequeño no llegaba a los 2 años.
Se trata de una crisis dañina, reflejo de un sistema de recepción defectuoso y de una falta de mecanismos de protección consecuencias de las políticas brutales de contención y disuasión de la UE para gestionar la migración.
Desde la entrada en vigor del acuerdo UE-Turquía en marzo de 2016, cuatro años después, todavía hoy, la respuesta humanitaria y médica se deja aquí en manos sobre todo de organizaciones de voluntarios cuando debería ser responsabilidad de los Estados. Las personas más vulnerables deben ser evacuadas inmediatamente para ser transferidos a instalaciones adecuadas donde puedan acceder a la atención médica que necesitan.
FRANCIA
Los menores migrantes que llegan a Francia lo hacen tras padecer viajes de una violencia extrema, rutas que son cada vez más peligrosas debido a las políticas instauradas para disuadir a las personas de emigrar a cualquier precio. La angustia de los jóvenes que logran sobrevivir y llegar a Francia se ve agravada por los abusos y el rechazo institucional organizado que soportan a su llegada al país.
La designación administrativa establece que los “menores no acompañados” son menores de 18 años procedentes de otros países y que han llegado a Francia sin la compañía de sus familias. Algunos abandonan sus países de origen voluntariamente, pero la mayoría no tiene otra opción. Aunque las leyes y convenios internacionales exigen que Francia garantice su protección, en realidad se hace muy poco para proporcionar a los menores no acompañados refugio y una atención adecuada.
Peor aún, la administración francesa impone procedimientos administrativos deliberadamente complejos y calculados para rechazarlos sobre la base de un examen de sus casos: un sistema que lleva a los jóvenes a una existencia desarraigada y precaria, a la vez que exonera a las autoridades de toda responsabilidad.
De los 40.000 jóvenes que llegaron a Francia en 2018, solo 17.000 fueron reconocidos oficialmente como menores acompañados por los departamentos del país y situados bajo el cuidado de los Servicios de Protección de Menores.
ITALIA
En un escenario de hostilidad cada vez mayor del Gobierno italiano contra las operaciones de búsqueda y rescate en el Mediterráneo, hemos seguido proporcionando asistencia psicológica y médica a los migrantes y refugiados. Este programa incluyó atención especializada para las víctimas de tortura. En 2018, ofrecimos primeros auxilios psicológicos a quienes desembarcaban en los puertos del sur del país y contábamos con clínica en Catania (Sicilia) para pacientes que seguían necesitando atención tras recibir el alta en los hospitales.
También enviamos equipos itinerantes a los asentamientos informales del área de Roma, donde las condiciones de vida eran malas. En colaboración con las redes de voluntarios y organizaciones de la sociedad civil, atendimos unas 1.500 consultas médicas y psicológicas en 2018; además, ofrecimos asistencia psicosocial a niños en centros de recepción de Roma.
En la frontera franco-italiana, las autoridades francesas continuaron violando a diario la ley y los derechos de los refugiados y migrantes. Unas prácticas que persistieron a pesar de los reiterados llamamientos de las organizaciones.
En Menton, la primera ciudad en territorio francés desde Ventimiglia (Italia), el restablecimiento de los controles fronterizos en 2015 se convirtió en el pretexto perfecto para la normalización de numerosas prácticas ilegales, como la devolución sistémica de personas migrantes a Italia.
Migrantes en la frontera de Italia y Francia: la historia de Esterline
BALCANES
En 2018, miles de personas migrantes y refugiadas intentaron atravesar los Balcanes de camino a otros destinos en Europa.
En la capital serbia, Belgrado, seguimos dirigiendo una clínica para brindar atención de salud mental a este colectivo. Nuestros equipos también organizaron actividades externas para atender a quienes se habían quedado fuera de los centros de recepción y se habían instalado en varios asentamientos informales en los municipios de Sid (en la frontera con Croacia) y Subotica (frontera con Hungría), Durante los primeros meses del año, observamos un aumento de la cantidad de personas que llegaban a Bosnia-Herzegovina con la esperanza de entrar en Croacia y desde allí seguir más hacia el oeste. Durante el verano, miles de personas intentaron atravesar la frontera croata y llegó a haber hasta 5.000 personas viviendo en asentamientos informales y edificios abandonados en los municipios fronterizos bosnios de Velika Kladusa y Bihac. Ofrecimos asistencia médica en colaboración con las autoridades médicas bosnias y apoyamos a grupos de la sociedad civil para mejorar las condiciones de vida, con servicios adicionales como duchas, ropa e instalaciones de lavandería.
Durante los siete meses de actividades en Bosnia-Herzegovina en 2018, realizamos casi 5.000 consultas médicas. La mayoría de los problemas de salud que tratamos –como infecciones de las vías respiratorias, enfermedades de la piel y dolores osteomusculares– estaban relacionados con las insalubres condiciones de vida.
Muchos de nuestros pacientes dijeron haber sido tratados con violencia por la guardia fronteriza. MSF seguimos denunciando el uso de violencia contra los migrantes y refugiados y apoyando a las organizaciones de la sociedad civil que están documentado y denunciando estos incidentes.
Médicos Sin Fronteras
#conlosrefugiados