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Excluidas y olvidadas

Las personas refugiadas en Dadaab piden dignidad.

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Abdo huy贸 de su pa铆s, Etiop铆a, en 1997 debido a tensiones pol铆ticas y se instal贸 en Somalia, donde permaneci贸 en Somalia hasta 2011. Conoci贸 a su esposa, Muhaba Abdulrashid durante su tiempo all铆, y tuvieron cuatro hijos. Era agricultor all铆, pero dice que la vida se volvi贸 cada vez m谩s dif铆cil debido a las frecuentes peleas, que ocurrieron incluso cerca de su casa. Huy贸 de Somalia en 2011 con su familia y se instal贸 en el campamento de Dagahaley. Desde entonces, Abdo y su esposa han tenido cuatro hijos m谩s, todos nacidos en Dagahaley.Paul Odongo/MSF

La continua inseguridad en Somalia, la falta de soluciones duraderas y la escasez de espacios de reasentamiento para miles de personas forzadas a huir aumentan la vulnerabilidad y dependencia de los refugiados encerrados en el campo de Dadaab (Kenia).

Mientras, los fondos y las raciones de alimentos siguen disminuyendo.

Las severas limitaciones de movilidad y unas opciones 铆nfimas para conseguir sustento hacen que, para los cientos de miles de refugiados encerrados en el campo de Dadaab (Kenia), la asistencia humanitaria es vital.

Una asistencia humanitaria que ha sido m铆nima durante tres d茅cadas y que ha llevado al umbral de la emergencia a muchas de estas personas. As铆, sus necesidades superan con creces lo dicha asistencia puede proporcionarles. M谩s a煤n desde la disminuci贸n de fondos por parte de los donantes de la comunidad internacional.

Janai Issack ten铆a 10 a帽os cuando, en 1991, se mud贸 al campo de Dadaab con su familia. Hu铆an de la violencia en Somalia. "Mucho ha cambiado con los a帽os: me cas茅, tuve a mis hijos aqu铆 y todos vivimos juntos en este complejo", explica.

“La vida era mejor cuando llegamos al campo. La seguridad que encontramos aqu铆 fue un gran alivio comparando con lo que estaba sucediendo en Somalia, y el apoyo de las organizaciones de ayuda fue bueno”.

Janai lamenta que, con los a帽os, la cantidad y calidad de los servicios ofrecidos a los refugiados ha disminuido. “Las raciones de comida se han reducido. Ahora nos dan muy poca comida que apenas nos dura un par de semanas. Las clases en las escuelas a las que van nuestros hijos est谩n totalmente llenas, en comparaci贸n con aquellos d铆as en que yo sol铆a estudiar", recuerda.

"Creo que ACNUR est谩 cansado. No s茅 por qu茅 nos siguen preguntando si queremos volver a Somalia, pues nuestra respuesta es siempre la misma que la 煤ltima vez: no. La situaci贸n con el reasentamiento tambi茅n ha cambiado en el 煤ltimo a帽o, es como si ya nadie se fuera".

Muchos refugiados en Dagahaley, uno de los tres campos que colectivamente constituyen el complejo de refugiados de Dadaab y que alberga a unas 75.000 personas, tienen historias similares a la de Janai. Se quejan de la disminuci贸n de la ayuda humanitaria, sobre todo en raciones de alimentos. En septiembre, el Programa Mundial de Alimentos se vio obligado a reducir a煤n m谩s la distribuci贸n general de alimentos en los campamentos de refugiados: qued贸 en un 70% de las raciones normales, debido a las severas limitaciones de fondos. Lo m谩s probable es que esto afecte negativamente el estado de salud de los refugiados, como hemos podido comprobar en los 煤ltimos a帽os.

"La mayor铆a de las personas no conocen la vida fuera de los campos", explica Dana Krause, nuestro representante en Kenia. "Vivir en un campo de refugiados durante tres d茅cadas con poca comida, sin atenci贸n m茅dica especializada y sin trabajo, o con una remuneraci贸n miserable por el trabajo realizado, es un asalto a la dignidad humana".

Para Abdia, de 65 a帽os, que huy贸 de Somalia para llegar a Dadaab en 1991, la vida en los campos ha empeorado con los a帽os. “Si comparo mi vida actual con la de hace dos d茅cadas, las cosas eran mucho mejores. Ahora las raciones de comida son muy peque帽as, de modo que si tienes mi edad y no cuentas con nadie que te cuide, la vida resulta muy dif铆cil. Nuestro movimiento est谩 restringido y los servicios se han reducido enormemente", relata.

Para los refugiados indocumentados, las dificultades para acceder a los servicios b谩sicos en los campos son a煤n m谩s desalentadoras. Seg煤n ACNUR, hay al menos 15.000 solicitantes de asilo no registrados en el complejo de Dadaab, de los cuales solo la mitad recibe asistencia alimentaria de acuerdo con una evaluaci贸n de vulnerabilidad. Los refugiados no registrados pueden acceder a nuestros servicios de salud en Dagahaley pero, para la mayor铆a de sus otras necesidades b谩sicas -alojamiento y ropa, entre otras-, est谩n en gran medida solos.

Deterioro de la salud mental

Otras personas, como Abdo Mohamed Geda, de 42 a帽os y en Dadaab desde 2011, se han centrado en realizar trabajos peque帽os para complementar las raciones de comida que reciben. Abdo junta madera en carretas para mantener a su familia de 8 hijos. “Los ni帽os necesitan leche, comida y ropa”, subraya. “Cada ma帽ana salgo a buscar alimentos para mi familia. Pero cuando no hay nada, me estreso. No puedo dormir”. Actualmente, Abdo est谩 bajo tratamiento para su depresi贸n en nuestro hospital en Dagahaley.

Estar en el campo durante tanto tiempo ha reducido las esperanzas de la poblaci贸n de tener vidas sanas y plenas. Su impacto m谩s insidioso se manifiesta en forma de afecciones agudas de salud mental. Solo en Dagahaley llevamos a cabo una media de 5.500 consultas de salud mental al a帽o. Durante los picos de extrema ansiedad, esta cifra a menudo se dispara. Como en 2016, cuando aumentaron las amenazas de cerrar los campos.

En octubre de este a帽o, tratamos a dos pacientes que hab铆an intentado suicidarse en el campo de Dagahaley. Uno de ellos, un refugiado somal铆 no registrado de 43 a帽os, intent贸 ahorcarse antes de ser rescatado. Hab铆a sobrevivido gracias a la caridad de las personas porque su tarjeta de racionamiento fue bloqueada en 2018. Pero a medida que la cantidad de raciones de comida que la gente recibe en el campo se reduce, los vecinos se ven obligados a escatimar la poca comida que reciben. Ambos pacientes ahora est谩n en tratamiento y reciben apoyo psicosocial.

La atenci贸n m茅dica especializada tambi茅n est谩 fuera del alcance de la mayor铆a de los refugiados. Proporcionamos servicios b谩sicos de atenci贸n m茅dica primaria y secundaria en Dadaab pero, para recibir tratamiento avanzado o especializado, es necesario hacer referencias fuera de los campos. Desgraciadamente, a causa de la restricci贸n de movimiento, solo quienes requieren tratamiento urgente y vital tienen permitido y reciben apoyo para buscar atenci贸n en el hospital regional de Garissa o en el de Nairobi.

As铆 pues, la cantidad de personas con necesidades de atenci贸n m茅dica especializadas se ha ido acumulando con cada a帽o que pasa, por lo que hay una gran cantidad de pacientes que est谩n esperando tratamiento. Tan solo en Dagahaley, m谩s de 1.100 personas esperan cirug铆as y otros servicios de salud especializados.

Urge encontrar soluciones

"Si se quiere cumplir con los compromisos establecidos para mejorar la autosuficiencia de los refugiados, consagrados en el Pacto Mundial sobre los Refugiados, es hora de que el gobierno de Kenia y la comunidad internacional tomen medidas significativas para encontrar soluciones sostenibles para los refugiados que se encuentran fuera del campo", asevera Krause. "Las pol铆ticas que favorecen la libertad de movimiento y el acceso a los servicios b谩sicos de los refugiados, cuando se acompa帽an de inversiones de donantes en instalaciones locales, permitir谩n a los refugiados llevar vidas dignas, y beneficiar谩n a las poblaciones de acogida".

Hasta ahora, la respuesta propuesta ante esta crisis de desplazamiento aparentemente interminable ha sido cerrar los campos. Pero la mayor铆a de los refugiados no est谩n dispuestos a regresar a Somalia. Entre los que regresaron, muchos han vuelto a Dadaab citando la continua inseguridad y la falta de servicios b谩sicos en el pa铆s. Y el reasentamiento en terceros pa铆ses casi se ha detenido.

"Al hacer que sea dif铆cil vivir en el campo, sentimos que nos est谩n obligando a regresar", dice Geda. “Si las cosas siguen igual, es posible que nos veamos obligados a regresar. Esperamos que alg煤n d铆a nuestro pa铆s vuelva a ser seguro para volver. Si no, esperamos reasentarnos en un tercer pa铆s”.

Otros tienen esperanza de que se les permita establecerse en la regi贸n. "Si el reasentamiento pudiera reanudarse, ser铆a lo mejor", dice Amphile Kassim Mohamed, de 56 a帽os. “Si no, un poco de apoyo para nuestro sustento podr铆a ser suficiente o incluso una integraci贸n local. Tambi茅n se debe alentar la libre movilizaci贸n para permitirnos comerciar f谩cilmente con otras personas".

¿Y las comunidades locales?

Ahora que la poblaci贸n de los campos de Dadaab alcanz贸 su punto m谩ximo al llegar a casi medio mill贸n de personas, la atenci贸n se ha centrado inevitablemente en los refugiados. Incluso hoy, casi una de cada cuatro personas en el condado de Garissa, que alberga los campos, es un refugiado. Pero los indicadores de desarrollo social de Garissa se encuentran entre los m谩s bajos de Kenia, e incluso las comunidades locales tienen dificultades para acceder a los servicios b谩sicos.

Una ma帽ana, hace poco, Khadijo Abdul Malik estaba sentada con su hijo en nuestra sala pedi谩trica en Dagahaley. Hab铆a viajado dos horas en un matatu desde una aldea vecina, en el condado de Wajir. Ha estado en la cl铆nica antes, y muchos otros de su pueblo tambi茅n usan a menudo las instalaciones de salud en el campo. Nuestros datos de salud sugieren que las comunidades locales suponen cerca de una de cada cinco consultas de salud primarias en Dagahaley.

El sorteo de la escasa asistencia humanitaria en los campos solo subraya la penuria de la infraestructura b谩sica cr铆tica en la regi贸n. Muchos lugare帽os han llegado a depender de los servicios de los campos a lo largo de los a帽os, por lo que el cierre de estos y el retroceso dr谩stico de la asistencia internacional tambi茅n afectar谩n significativamente a los pueblos circundantes.

“Es vital que tanto los refugiados como las comunidades de acogida sigan siendo participantes activos que ayuden a solucionar la crisis de desplazamiento de Dadaab”, dice Krause. “Los refugiados necesitar谩n acompa帽amiento y apoyo continuo en su b煤squeda de soluciones duraderas. Y ser谩 necesario que estas acciones vayan de la mano con una escalada del acceso a servicios b谩sicos para las comunidades locales”.

MSF















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