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Calma y unidad democrática para plantar cara a la vida

OPINIÓN de Joan del Alcàzar.- Las plagas del Egipto bíblico serían un paseo en barca comparado con lo que va a pasar en España cuando Pedro Sánchez sea investido como presidente del Gobierno. Esto anuncian los portavoces de la derecha política, económica y financiera; esto sermonean obispos y curas; esto sentencian jueces y magistrados; esto publican propagandistas e intoxicadores de la opinión pública que escriben o hablan en muchos medios de comunicación.

Los socialistas que no son buenos socialistas -como Page o Lambán, por citar dos ejemplares que las derechas homologan- y los comunistas bolivarianos y castristas, con el apoyo activo o pasivo de los terroristas de ETA y los separatistas catalanes, van a formar un gobierno de destrucción que será capitaneado por el propio Satanás.

Será el Gobierno, según ha explicado el portavoz del PP Javier Maroto, que desean Otegui, Torra e Iglesias, una especie de dream team del infierno que no tienen otra misión que ayudar al Maligno a deshacer España de una vez por todas.

Todas estas barbaridades, como escuchar a Pablo Casado, Inés Arrimadas o Santiago Abascal harían reír si no fuera porque son muy peligrosos. Están dispuestos a todo, con tal de dañar ese pacto de gobierno progresista que han conseguido hilvanar desde el PSOE y Unidas Podemos con otros partidos de un amplio abanico. Tan ancho que prácticamente incluye a todo el arco parlamentario salvo las Derechas de Colón. Con una sorprendente coincidencia -esto también hay que decirlo- con la derecha democrática catalana, ahora independentista, como es la que representa Junts Per Catalunya.

No, esta gente de las derechas no hacen reír. Sí, son muy peligrosos. No están solos los tres dirigentes y sus militantes más tronantes. Tienen toda una división acorazada de medios de comunicación: radio, televisión y prensa escrita, en papel y digital. Además, tienen de su parte a una mayoría sustancial del Poder Judicial, así como de otros organismos del Estado.

Tras la sentencia del Tribunal Supremo sobre los líderes del independentismo catalán, enmendada en su totalidad por la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, ahora hemos conocido el dictamen de la Junta Electoral Central, que ha despojado a Quim Torra de su condición de diputado en el Parlament de Catalunya, lo que le obligaría a abandonar la presidencia de la Generalitat. Y eso lo ha hecho un órgano administrativo, fuera de periodo electoral, y por siete votos contra seis. Veremos que resuelve finalmente el Tribunal Supremo.

Se ha hablado de si es o no un golpe de Estado. Como poco es un fraude de ley, al utilizar de manera abusiva y torticera un texto decretado con otros objetivos, vinculados al terrorismo. Pero discusiones jurídicas aparte, para las que no tengo competencia, con esa ajustada mayoría la JEC ha lanzado un misil tierra-tierra contra el Pacto de investidura de Pedro Sánchez, y ha dejado claro que la derecha política española cuando ataca es que ataca de verdad; que cuando se lanza al ataque no hace prisioneros. Van a por todas; quieren vencer al precio que sea necesario, sin reparar en nada, sin respetar nada.

Es surrealista cómo actúa el PP. Es la derecha que convirtió el Estatuto aprobado por la ciudadanía de Cataluña en un arma contra la izquierda en todo el ámbito español. Esa derecha que se negó a asumir su responsabilidad cuando fue gobierno del Estado, es ahora la que brama, insulta, descalifica y amenaza a los que están intentando encontrar una vía de salida para la convivencia entre catalanes y entre Cataluña y el resto de España.

Estamos a las puertas de hacer realidad un acuerdo de diálogo que debería haberse firmado hace años. La firme voluntad de [don Tancredo] Rajoy y el PP de no afrontar la realidad del conflicto que ellos alimentaron con gasolina ha envenenado un problema que ahora, finalmente, será abordado desde la política; el ámbito del que nunca debería haber salido.

Hay que ser conscientes de que las derechas hispánicas ya están haciendo todo lo posible para dinamitar la iniciativa. No saben más que destruir cualquier iniciativa que no sea de su gusto, de su interés. Habrá que tener mucha paciencia. Especialmente el resto de los partidos que darán apoyo, de una u otra forma, a la investidura de Sánchez. Especialmente estos últimos deberán estar a la altura de las circunstancias. Hará falta también mucha unidad de los demócratas, y sería deseable que también Junts Per Catalunya comprendiera cuál es el tamaño del desafío que tenemos por delante, y cuáles pueden ser las consecuencias si las derechas unidas tumbaran la investidura de Pedro Sánchez.

Sería terrible que las agresiones, las provocaciones y las amenazas de la derecha española hicieran encallar la única vía posible para reconducir la crisis de Estado en Cataluña y, paralelamente, impidieran desarrollar políticas de progreso que beneficiarán a la gran mayoría de la población de toda España.

Sería terrible que la ajustada mayoría que se ha configurado en el Parlamento de Madrid se viera alterada porque algunos se dejaran arrastrar a la confrontación que las derechas buscan desesperadamente. Todo hace pensar que ni Esquerra Republicana de Cataluña ni otras fuerzas que facilitarán la investidura con su abstención cederán ante las amenazas externas o las presiones internas.

El bloque derechista, las tres derechas ya indistinguibles, está perdiendo el partido, y lo saben. Así que no quieren otra cosa que provocar una tangana; sólo buscan que los contrarios se dejen llevar por las emociones más primarias, y respondan a las agresiones con agresiones. Sólo quieren la suspensión de ese partido que se está jugando en el Parlamento de Madrid.

Calma, calma, mucha calma. Calma y unidad de los demócratas. Hay que investir a Pedro Sánchez, hay que poner en marcha el diálogo para resolver el conflicto en Cataluña y hay que impulsar políticas en la línea del pacto que han suscrito los socialistas con Unidas Podemos y con otros partidos de ámbito regional o nacional. Es imprescindible conseguir una legislatura con la mayor estabilidad y con la máxima duración. Es imprescindible serenar los ánimos, volver al debate, la negociación y los pactos.

Otra alternativa sería un desastre democrático. Una involución. Un volver atrás el reloj de la historia. Así pues, ante las acciones y las provocaciones a la desesperada de esta derecha de nuestros pecados, no queda otra que defender los valores de la democracia, no dar ni un paso atrás, no asustarse por sus bramidos. Es imprescindible, como cantaba Ovidi Montllor, plantar cara a la vida.




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