Por Jorge Majfud.- Las palabras velan y revelan, cubren y descubren. Las palabras curan y las palabras matan. Cuando no se piensa en las palabras, ese instrumento insustituible del pensamiento humano, otros lo hacen por nosotros y le dicen a cada una lo que deben decir. Entonces, las palabras se vuelven esclavas de los de arriba y esclavizan a los de abajo. Entonces, las palabras enga帽an y tratan de pensar por uno mismo.
Dentro de cada palabra hay una multitud de significados, muchas veces contradictorios, pero siempre triunfa uno de ellos a conveniencia del poder social de turno, y as铆 cada palabra impone una idea, una forma de pensar y, finalmente, una realidad que se convierte en indiscutible hasta que alguien vuelve a pensar en las palabras con otras palabras.
Por ejemplo, los ideol茅xicos tolerancia, libertad, americano, 茅xito, fracaso, violencia y todas sus combinaciones posibles en combos convenientes.
Por ejemplo:
Se afirma que los cr铆ticos que luchan por los derechos iguales de los diferentes y son antiimperialistas o antib茅licos son contradictorios porque se oponen a una guerra contra Ir谩n mientras en Ir谩n ponen a los homosexuales en la c谩rcel o los condenan a muerte. En cambio nosotros, los salvadores del mundo, s铆 respetamos los derechos de los homosexuales (cuando nos conviene; por no recordar que en el siglo pasado el FBI los investigaba, los persegu铆a y perd铆an sus trabajos), lo que nos da el derecho de bombardear e invadir pa铆ses que no lo hacen (excepto si son nuestros aliados, como Arabia Saud铆). Luego les decimos qu茅 hacer, nos quedamos con sus recursos e imponemos el imperio de la libertad en ese pa铆s y en todos los pa铆ses que lo rodean. Y a eso le llamamos coherencia.
Theodore Roosevelt, premio Nobel de la paz, dec铆a que la invasi贸n de Filipinas, donde los marines mataban negros por deporte, en realidad era por humanidad, y tambi茅n dec铆a que “la paz llega con la guerra”. Ciento veinte a帽os m谩s tarde, otro presidente, Donald Trump, bombardea a un ej茅rcito enemigo “para evitar la guerra”. Cuando Ir谩n responde con el bombardeo de dos de sus bases en Irak y su escudo antimisiles resulta inefectivo, dice que “el enemigo se est谩 retirando”. La voz del poder no necesita pruebas y las pruebas en contra, por evidentes que sean, son mudas.
Cada tanto, como en Azizabad y en tantos otros lugares, decenas de ni帽os en alg煤n pa铆s lejano mueren bajo las bombas inteligentes (a veces 60, a veces 90 de un solo golpe) y la acci贸n se la reporta como un 茅xito porque un supuesto terrorista se cuenta entre las pocas v铆ctimas y la gente decente que en los pa铆ses libres vive en paz gracias a dichas acciones de humanidad y coraje, los echa inmediatamente al olvido. Solo nuestros muertos son verdaderos porque duelen.
Entonces algunos pacifistas reaccionamos contra todo tipo de violencia. Y est谩 bien. Pero cuando no diseccionamos como se debe esa simple palabra (no mencionemos el resto de la narrativa), volvemos a caer en la trampa sem谩ntica. Porque no es lo mismo la violencia del colonizador que la del colonizado, la violencia del opresor que la del oprimido. La violencia del invasor se la llama defensa propia y a la violencia del invadido se la llama terrorismo.
Y as铆 un largo etc茅tera, tan largo como cualquier diccionario de cualquier lengua.
Dentro de cada palabra hay una multitud de significados, muchas veces contradictorios, pero siempre triunfa uno de ellos a conveniencia del poder social de turno, y as铆 cada palabra impone una idea, una forma de pensar y, finalmente, una realidad que se convierte en indiscutible hasta que alguien vuelve a pensar en las palabras con otras palabras.
Por ejemplo, los ideol茅xicos tolerancia, libertad, americano, 茅xito, fracaso, violencia y todas sus combinaciones posibles en combos convenientes.
Por ejemplo:
Se afirma que los cr铆ticos que luchan por los derechos iguales de los diferentes y son antiimperialistas o antib茅licos son contradictorios porque se oponen a una guerra contra Ir谩n mientras en Ir谩n ponen a los homosexuales en la c谩rcel o los condenan a muerte. En cambio nosotros, los salvadores del mundo, s铆 respetamos los derechos de los homosexuales (cuando nos conviene; por no recordar que en el siglo pasado el FBI los investigaba, los persegu铆a y perd铆an sus trabajos), lo que nos da el derecho de bombardear e invadir pa铆ses que no lo hacen (excepto si son nuestros aliados, como Arabia Saud铆). Luego les decimos qu茅 hacer, nos quedamos con sus recursos e imponemos el imperio de la libertad en ese pa铆s y en todos los pa铆ses que lo rodean. Y a eso le llamamos coherencia.
Theodore Roosevelt, premio Nobel de la paz, dec铆a que la invasi贸n de Filipinas, donde los marines mataban negros por deporte, en realidad era por humanidad, y tambi茅n dec铆a que “la paz llega con la guerra”. Ciento veinte a帽os m谩s tarde, otro presidente, Donald Trump, bombardea a un ej茅rcito enemigo “para evitar la guerra”. Cuando Ir谩n responde con el bombardeo de dos de sus bases en Irak y su escudo antimisiles resulta inefectivo, dice que “el enemigo se est谩 retirando”. La voz del poder no necesita pruebas y las pruebas en contra, por evidentes que sean, son mudas.
Cada tanto, como en Azizabad y en tantos otros lugares, decenas de ni帽os en alg煤n pa铆s lejano mueren bajo las bombas inteligentes (a veces 60, a veces 90 de un solo golpe) y la acci贸n se la reporta como un 茅xito porque un supuesto terrorista se cuenta entre las pocas v铆ctimas y la gente decente que en los pa铆ses libres vive en paz gracias a dichas acciones de humanidad y coraje, los echa inmediatamente al olvido. Solo nuestros muertos son verdaderos porque duelen.
Entonces algunos pacifistas reaccionamos contra todo tipo de violencia. Y est谩 bien. Pero cuando no diseccionamos como se debe esa simple palabra (no mencionemos el resto de la narrativa), volvemos a caer en la trampa sem谩ntica. Porque no es lo mismo la violencia del colonizador que la del colonizado, la violencia del opresor que la del oprimido. La violencia del invasor se la llama defensa propia y a la violencia del invadido se la llama terrorismo.
Y as铆 un largo etc茅tera, tan largo como cualquier diccionario de cualquier lengua.