Migrantes subsaharianas: fuertes, poderosas y resilientes, de Carmen Briz Hern谩ndez
ESTA ENTREVISTA tiene lugar a trav茅s de videoconferencia y es interrumpida en varias ocasiones por lamadas telef贸nicas a nuestra entrevistada. Tiene que atenderlas. Las llamadas provienen de dos pateras que se encuentran en este momento en el agua. De una de ellas no se escucha el motor. Es bastante probable que se encuentren con dificultades. Le pregunto si es la que est谩 perdida desde el 25 de enero, probablemente con rumbo a Canarias (ella misma lo contaba en un tuit la noche antes): “Tenemos la esperanza de que sean ellos. Vamos a ver”. Precisamente por recibir este tipo de llamadas y alertar a Salvamento Mar铆timo se vio envuelta en una causa judicial en Marruecos acusada de un presunto delito de tr谩fico de seres humanos y favorecimiento de la inmigraci贸n ilegal, que inici贸 la polic铆a espa帽ola, y que, hace justo un a帽o, fue archivada. Muchas organizaciones, entre ellas, Comisiones Obreras, se sumaron a la campa帽a de apoyo hacia esta activista.
Helena Maleno Garz贸n nace hace 49 a帽os en El Ejido (Almer铆a) y estudia periodismo: “Trabajaba en temas de videoarte pol铆tico relacionado con construcciones feministas y sobre todo la frontera sur espa帽ola”. Llega a T谩nger en el a帽o 2002 para realizar un trabajo en v铆deo y una exposici贸n donde comienza a trabajar en investigaci贸n de acci贸n participativa relacionada con migraciones. Pasa el tiempo y finalmente decide quedarse a vivir, junto a su familia, en esta ciudad marroqu铆.
Helena Maleno, de peque帽a, aprendi贸 mucho de mujeres muy cercanas: “Mi madre y mi abuela eran jornaleras. Las mujeres de mi barrio eran mujeres empobrecidas pero trabajadoras, jornaleras, de base, con un discurso pol铆tico muy fuerte y que luchaban por encontrar un resquicio en medio de una dictadura tan feroz. Mi abuela nunca quiso que perdi茅ramos esa memoria hist贸rica. Siempre me recuerdo escuchando radios extranjeras. Empec茅 militando con 13 a帽os en un colectivo de medio ambiente que hab铆a en El Ejido. Todo mi imaginario y mis recuerdos son de mujeres que han luchado por defender sus derechos desde diferentes trincheras”.
¿Qu茅 es Caminando Fronteras?
Las comunidades migrantes tienen una forma de autoorganizaci贸n que va m谩s all谩 del discurso que nos venden de las mafias, que el ser humano necesita los tr谩nsitos migratorios de esos grupos que le facilitan el paso, muchos de ellos grupos criminales terribles, pero tambi茅n necesita de redes de apoyo y de solidaridad. Tambi茅n se construye como ciudadan铆a.
Somos un colectivo de base que trabaja de manera horizontal con otras formas de autoorganizaci贸n, de supervivencia y de defensa de derechos en frontera, trabaj谩bamos creando redes.
Recib铆 la primera llamada de alerta en el a帽o 2007 de un chaval al que hab铆amos llevado al hospital que, de repente, se encontr贸 en medio del mar y dijo: “A 茅sta que me llev贸 al hospital, la voy a llamar, porque me estoy ahogando”. Y a partir de ah铆 todo empez贸 a crecer de forma natural. De esa forma org谩nica que tiene la vida es como defendemos derechos. Empezamos a trabajar en lo que las propias comunidades migrantes ya trabajaban, denunciaban la construcci贸n de un “territorio de frontera” con leyes propias, un espacio de no derecho. Frente a esas pol铆ticas de muerte esas personas estaban intentando construir pol铆ticas de vida. Y nosotras, lo que estamos haciendo es estar ah铆, acompa帽ar, apoyar e intentar ser una parte de esa construcci贸n de las pol铆ticas de vida.
Es la coordinadora del estudio Alzando voces. An谩lisis de discursos y resistencias de las mujeres migrantes subsaharianas en Marruecos ¿Por qu茅 surge la necesidad de elaborar este estudio cualitativo?
Trabajo haciendo investigaci贸n-acci贸n participativa con metodolog铆as de investigaci贸n comunitarias. Hice esta investigaci贸n en mitad de todo el procedimiento judicial contra mi persona por parte del Gobierno marroqu铆, fue dur铆simo hacerla y escribirla. Para m铆 fue una ense帽anza porque quer铆amos analizar los discursos de resistencia de las mujeres y contar los relatos de otra forma, esos relatos que nosotras construimos desde un privilegio y que ellas est谩n construyendo desde otra situaci贸n, porque normalmente no tienen espacio en los debates.
Alianza por la Solidaridad me dio la confianza plena de dejarme contar las cosas de esta forma. El tema de la trata ha sido muy controvertido porque al final ha servido para maquillar lo que sucede en la frontera. El cuerpo de las mujeres es usado para maquillar todo el sistema: v铆ctimas, pobrecitas, qu茅 malas son las mafias. Cuando es la propia polic铆a del control de fronteras quien debe proteger a las v铆ctimas de trata. El discurso de la trata ha servido para limpiar la imagen de todas las brutalidades, de toda la “necropol铆tica” que se aplica en la frontera. Y las propias mujeres lo saben. O sea: “Nos usan las mafias, pero tambi茅n nos usa el control de fronteras”.
Las organizaciones sociales, en Espa帽a, necesitan de la UCRIF (Unidad Central de Redes de Inmigraci贸n Ilegal y Falsedades Documentales) para intervenir, porque est谩 muy “policializada” la intervenci贸n de la trata. Es terrible. En otros pa铆ses existe otro tipo de polic铆as con perfiles m谩s judiciales que se encargan de defender a las v铆ctimas de trata.
Las migrantes subsaharianas han pasado de ser “invisibles” a ser “v铆ctimas” y sujetas de conmiseraci贸n, ¿para cu谩ndo “sujetas de derechos”?
Las pol铆ticas de la compasi贸n han sido una de las bases de la socialdemocracia. Nos permiten tener la industria humanitaria de ayuda que no va por los servicios sociales oficiales, sino que va a trav茅s de las organizaciones sociales que se subcontratan. Y esa industria humanitaria nos ha permitido salvar la imagen del hombre blanco, colono, europeo, que es lo que nos permite decir que somos la “Europa de los derechos humanos”.
Sin embargo, tenemos muy poca cultura de lo que son los derechos humanos, de la reparaci贸n. Y una democracia se tiene que basar en esa cultura. El territorio de frontera no es solo Ceuta y Melilla y Andaluc铆a. El territorio de frontera es cuando nosotros damos dinero a pa铆ses terceros para externalizar el control. El neocolonialismo permite que Europa ampl铆e ese territorio de frontera.
Lo que quieren estas mujeres es que sus cuerpos dejen de alimentar los intereses de la guerra de las empresas armament铆sticas que invierten en control migratorio, que dejen de alimentar su sufrimiento; quieren convertirse en “sujetas de derecho”. Frente a todos los informes oficiales que se nos presentan est谩 este estudio, Alzando voces, que viene del sufrimiento de los cuerpos que est谩n dando dinero a ese entramado comercial.
Tambi茅n hay que acabar con el racismo: cuando no se hace lo imposible por rescatar a subsaharianos del mar, o cuando llegan al CETI (Centros de Estancia Temporal de Inmigrantes) de Ceuta o Melilla o a los centros de acogida hay protocolos racistas. Hay que escuchar a los colectivos antirracistas. Determinado feminismo est谩 trasnochado porque no est谩 entendiendo esa interseccionalidad y esa realidad de otras mujeres que no tienen privilegios simplemente por su color de piel y por c贸mo el sistema se construye contra ellas.
Las violencias que reciben las mujeres vienen como: “Algo inevitable, porque es tambi茅n una forma de supervivencia”, se dice en el estudio. ¿Podr铆a explicarlo?
Ellas afrontan violencia machista desde distintas partes, incluso los propios compa帽eros de las comunidades migrantes. La violencia sexual es una parte a pagar dentro del precio del proyecto migratorio.
Violar sistem谩ticamente a las mujeres forma parte tambi茅n de ese imaginario del control migratorio de la guerra de fronteras. El sufrimiento, los cuerpos de las mujeres adem谩s dan dinero a las industrias criminales, es decir, la trata, la explotaci贸n de esos cuerpos da una serie de beneficios tambi茅n a las industrias criminales. Luego est谩 que las mujeres adem谩s se quedan embarazadas y c贸mo se gestionan esos embarazos, c贸mo ellas no deciden sobre lo que est谩 pasando dentro de sus cuerpos.
Las organizaciones sociales dec铆an “Es horrible, las mujeres han normalizado la violencia sexual”. Y las mujeres dec铆an: “Normalizar la violencia sexual lo hemos transformado en un instrumento de resistencia, porque si no, morimos. Y por lo tanto, sabemos que nos va a pasar y gestionamos nuestros cuerpos en la medida de lo posible”
¿Cu谩l es la procedencia de las migrantes subsaharianas en Marruecos?
Son j贸venes y la mayor铆a vienen del 脕frica occidental. Hay muchas mujeres de Guinea Conakry, Costa de Marfil, Camer煤n, Nigeria (muchas han sido abandonadas por las redes de trata o se han asentado en Marruecos para rehacer sus vidas, ya no tienen capacidad para cruzar m谩s fronteras) y de Rep煤blica Democr谩tica del Congo, desde donde huyen porque se est谩 viviendo un conflicto b茅lico muy duro.
Algunas decidieron la ruta terrestre, otras la ruta por avi贸n, por Casablanca. Quienes llegaron por tierra ya han sido violentadas sexualmente durante el trayecto y saben de la dureza de la frontera. Quienes lo hicieron por avi贸n viven el impacto violento de la frontera al llegar. La mayor铆a se tienen que dedicar a la mendicidad (una de ellas me dec铆a: “S铆, yo me levanto y voy y mendigo a tal o cu谩l ONG,”. O sea, ve铆a tambi茅n el pedir en las ONG como mendigar) o a la prostituci贸n o a entregarse a una red de trata para poder cruzar. Nunca hab铆an visto un racismo tan brutal, que te escupan, que te digan “negra”… Eso de que la piel te est茅 marcando todo el tiempo es algo que ellas destacaban mucho tambi茅n en el estudio.
¿En qu茅 consisten los denominados “desplazamientos forzosos”?
Hay un acuerdo t谩cito. Lo que no quieren los Gobiernos es que los migrantes est茅n en el norte, intentando cruzar. Hay redadas e incluso se traslada y desplaza a personas que ten铆an documentaci贸n del pa铆s o un peque帽o trabajo o a un menor ya escolarizado. Eso significa estar pendiente de salir corriendo si vives en el bosque o si est谩s mendigando. Eso significa que tu vida est谩 marcada, que puede haber una redada y detenciones. Quienes viven m谩s lejos de las fronteras tienen m谩s derechos garantizados. Esta inequidad ha dolido mucho a las organizaciones pro derechos humanos marroqu铆es, porque Marruecos hizo un esfuerzo muy grande desde distintas administraciones p煤blicas en la integraci贸n de personas migrantes (salud, educaci贸n, inscripciones de los ni帽os en el Registro Civil), se dieron pasos importantes en los 煤ltimos cinco a帽os. Llega 2018 y de repente empiezan unas redadas brutales, con acuerdos de Europa y con dinero de Europa, y todo el mundo que viv铆a en el norte es desplazado al sur.
Explican que sus entrevistadas se movieron de forma aut贸noma de sus pa铆ses, por voluntad propia, ¿son ellas quienes decidieron iniciar el proceso migratorio?
Nos repiten como si fuera un mantra el efecto llamada. Pero es que no existe un efecto llamada, existe un efecto salida, un efecto expulsi贸n. Uno de los negocios m谩s importante del mundo ahora mismo es el negocio del control migratorio. Las mujeres deciden de forma aut贸noma, ante esa situaci贸n de expulsi贸n, salir porque los riesgos son terribles. Y en esa tesitura toman sus propias decisiones. En medio de todo ese sistema ellas est谩n apostando por la vida. Y eso es lo que las mujeres estaban haciendo en los territorios y lo que las mujeres est谩n haciendo cuando defienden el derecho a la movilidad, defendiendo la vida.
Muchas mujeres lo que desean es depender de s铆 mismas, ser aut贸nomas, ganar su propio dinero y tomar decisiones. Est谩 en todos sus discursos. De hecho ya est谩n tomando sus propias decisiones. Son mujeres incre铆bles, mujeres lideresas que est谩n defendiendo sus derechos en estos contextos tan dif铆ciles.
¿Las mujeres est谩n empezando a autoorganizarse a pesar de las dificultades para sobrevivir cada d铆a? ¿C贸mo es el acercamiento entre migrantes y aut贸ctonas?
Las mujeres tienen sus redes de subsistencia, de supervivencia, sus redes comunitarias, y sus lideresas van marcando el camino de la defensa de sus derechos. Hay una mujer de Rep煤blica Democr谩tica de Congo que es presidenta de una comunidad migrante. Y van marcando su propia agenda de ser visibles y de tener presencia dentro de la movilidad, dentro de ese tr谩nsito migratorio. Al final todas estas lideresas est谩n muy invisibilizadas, cuando son las primeras que est谩n defendiendo el derecho a la libertad de circulaci贸n, un derecho reconocido en la Declaraci贸n Universal de Derechos Humanos.
Marruecos est谩 copiando las pr谩cticas europeas en relaci贸n a la cooperaci贸n para el desarrollo. Y sigue habiendo una brecha muy grande entre las aut贸ctonas y las migrantes, porque 茅stas 煤ltimas suelen ir a organizaciones de migraci贸n y no a asociaciones de mujeres, pero muchas organizaciones que trabajan con migrantes no tienen un enfoque de g茅nero ni saben c贸mo trabajar con mujeres.
Es muy importante crear redes entre mujeres en tr谩nsito, mujeres que se est谩n moviendo, con aut贸ctonas. Hay experiencias de contacto, foros en los que se han puesto en com煤n los problemas que les atraviesan a unas y a otras. Hay que crear ese tipo de redes, esas alianzas y esa solidaridad, pero no es tan f谩cil, cuesta much铆simo por c贸mo est谩 construido todo el tema de la solidaridad.
Muchas de las mujeres en tr谩nsito acaban trabajando en el servicio dom茅stico para poder sobrevivir.
El servicio dom茅stico es brutal porque a muchas de las mujeres, primero, se les retiene el pasaporte. Si est谩s interna trabajas d铆a noche por el salario m铆nimo. Y est谩n muy expuestas a los abusos sexuales, que eso tambi茅n se da dentro del servicio dom茅stico. La mayor铆a son senegalesas. Las condiciones son terribles, muy malas.
Se tomaron su tiempo cuando les preguntaron sobre el cuidado y autocuidado…
S铆, no entend铆an de lo que est谩bamos hablando, claro. Vives en un bosque, donde tienes que ir a buscar el agua y andar cinco kil贸metros para poder lavarte. Pero se lavaban todos los d铆as. O sea, mantener esa rutina que las un铆a a su condici贸n de ciudadan铆a. Eso era cuidarse. Y claro, luego te dec铆an: “Pero, claro, si voy a mendigar o voy a alguna organizaci贸n, cuando m谩s sucia y menos limpia vaya mejor”. Era impresionante. Pens茅: “¡Cu谩nta dignidad en esto que est谩n contando!”.
Se cumplen estos d铆as los 6 a帽os de la tragedia del Tarajal, ¿qu茅 le pedir铆a a este nuevo Gobierno de coalici贸n?
Este Gobierno en coalici贸n tiene la oportunidad de hacer mil cosas. Con respecto al Tarajal, se ten铆a que haber comenzado un proceso de verdad y reparaci贸n, explicar bien a las familias lo que estaba sucediendo, que pudieran venir, ver el lugar donde murieron y ser recibidas por las administraciones p煤blicas. Tambi茅n tiene que romper la base del racismo institucional, que permite ese control de fronteras, y aplicar pol铆ticas de muerte en los territorios de frontera. Podemos dejar que las supervivientes de la trata no est茅n tocadas por el control migratorio y encontrar otras polic铆as que puedan jugar ese rol junto con las organizaciones sociales. Podemos empezar porque no sucedan esas devoluciones en caliente, ni en caliente ni en expr茅s. Con solo hacer un gesto hacia pol铆ticas de vida ya se recordar谩 a este Gobierno de coalici贸n.
Carmen Briz (@MamenBriz) es periodista y forma parte del equipo de la Secretar铆a Confederal de Mujeres e Igualdad de Comisiones Obreras.
Revista Trabajadora, n. 69 (febrero de 2020).

Helena Maleno, ilustraci贸n de Margalida Vinyes, de la campa帽a mujeres defensoras de derechos de la Universidad de Baleares. Cedida por Helena Maleno.
Helena Maleno Garz贸n nace hace 49 a帽os en El Ejido (Almer铆a) y estudia periodismo: “Trabajaba en temas de videoarte pol铆tico relacionado con construcciones feministas y sobre todo la frontera sur espa帽ola”. Llega a T谩nger en el a帽o 2002 para realizar un trabajo en v铆deo y una exposici贸n donde comienza a trabajar en investigaci贸n de acci贸n participativa relacionada con migraciones. Pasa el tiempo y finalmente decide quedarse a vivir, junto a su familia, en esta ciudad marroqu铆.
Helena Maleno, de peque帽a, aprendi贸 mucho de mujeres muy cercanas: “Mi madre y mi abuela eran jornaleras. Las mujeres de mi barrio eran mujeres empobrecidas pero trabajadoras, jornaleras, de base, con un discurso pol铆tico muy fuerte y que luchaban por encontrar un resquicio en medio de una dictadura tan feroz. Mi abuela nunca quiso que perdi茅ramos esa memoria hist贸rica. Siempre me recuerdo escuchando radios extranjeras. Empec茅 militando con 13 a帽os en un colectivo de medio ambiente que hab铆a en El Ejido. Todo mi imaginario y mis recuerdos son de mujeres que han luchado por defender sus derechos desde diferentes trincheras”.
¿Qu茅 es Caminando Fronteras?
Las comunidades migrantes tienen una forma de autoorganizaci贸n que va m谩s all谩 del discurso que nos venden de las mafias, que el ser humano necesita los tr谩nsitos migratorios de esos grupos que le facilitan el paso, muchos de ellos grupos criminales terribles, pero tambi茅n necesita de redes de apoyo y de solidaridad. Tambi茅n se construye como ciudadan铆a.
Somos un colectivo de base que trabaja de manera horizontal con otras formas de autoorganizaci贸n, de supervivencia y de defensa de derechos en frontera, trabaj谩bamos creando redes.
Recib铆 la primera llamada de alerta en el a帽o 2007 de un chaval al que hab铆amos llevado al hospital que, de repente, se encontr贸 en medio del mar y dijo: “A 茅sta que me llev贸 al hospital, la voy a llamar, porque me estoy ahogando”. Y a partir de ah铆 todo empez贸 a crecer de forma natural. De esa forma org谩nica que tiene la vida es como defendemos derechos. Empezamos a trabajar en lo que las propias comunidades migrantes ya trabajaban, denunciaban la construcci贸n de un “territorio de frontera” con leyes propias, un espacio de no derecho. Frente a esas pol铆ticas de muerte esas personas estaban intentando construir pol铆ticas de vida. Y nosotras, lo que estamos haciendo es estar ah铆, acompa帽ar, apoyar e intentar ser una parte de esa construcci贸n de las pol铆ticas de vida.
Es la coordinadora del estudio Alzando voces. An谩lisis de discursos y resistencias de las mujeres migrantes subsaharianas en Marruecos ¿Por qu茅 surge la necesidad de elaborar este estudio cualitativo?
Trabajo haciendo investigaci贸n-acci贸n participativa con metodolog铆as de investigaci贸n comunitarias. Hice esta investigaci贸n en mitad de todo el procedimiento judicial contra mi persona por parte del Gobierno marroqu铆, fue dur铆simo hacerla y escribirla. Para m铆 fue una ense帽anza porque quer铆amos analizar los discursos de resistencia de las mujeres y contar los relatos de otra forma, esos relatos que nosotras construimos desde un privilegio y que ellas est谩n construyendo desde otra situaci贸n, porque normalmente no tienen espacio en los debates.
Alianza por la Solidaridad me dio la confianza plena de dejarme contar las cosas de esta forma. El tema de la trata ha sido muy controvertido porque al final ha servido para maquillar lo que sucede en la frontera. El cuerpo de las mujeres es usado para maquillar todo el sistema: v铆ctimas, pobrecitas, qu茅 malas son las mafias. Cuando es la propia polic铆a del control de fronteras quien debe proteger a las v铆ctimas de trata. El discurso de la trata ha servido para limpiar la imagen de todas las brutalidades, de toda la “necropol铆tica” que se aplica en la frontera. Y las propias mujeres lo saben. O sea: “Nos usan las mafias, pero tambi茅n nos usa el control de fronteras”.
Las organizaciones sociales, en Espa帽a, necesitan de la UCRIF (Unidad Central de Redes de Inmigraci贸n Ilegal y Falsedades Documentales) para intervenir, porque est谩 muy “policializada” la intervenci贸n de la trata. Es terrible. En otros pa铆ses existe otro tipo de polic铆as con perfiles m谩s judiciales que se encargan de defender a las v铆ctimas de trata.
Las migrantes subsaharianas han pasado de ser “invisibles” a ser “v铆ctimas” y sujetas de conmiseraci贸n, ¿para cu谩ndo “sujetas de derechos”?
Las pol铆ticas de la compasi贸n han sido una de las bases de la socialdemocracia. Nos permiten tener la industria humanitaria de ayuda que no va por los servicios sociales oficiales, sino que va a trav茅s de las organizaciones sociales que se subcontratan. Y esa industria humanitaria nos ha permitido salvar la imagen del hombre blanco, colono, europeo, que es lo que nos permite decir que somos la “Europa de los derechos humanos”.
Sin embargo, tenemos muy poca cultura de lo que son los derechos humanos, de la reparaci贸n. Y una democracia se tiene que basar en esa cultura. El territorio de frontera no es solo Ceuta y Melilla y Andaluc铆a. El territorio de frontera es cuando nosotros damos dinero a pa铆ses terceros para externalizar el control. El neocolonialismo permite que Europa ampl铆e ese territorio de frontera.
Lo que quieren estas mujeres es que sus cuerpos dejen de alimentar los intereses de la guerra de las empresas armament铆sticas que invierten en control migratorio, que dejen de alimentar su sufrimiento; quieren convertirse en “sujetas de derecho”. Frente a todos los informes oficiales que se nos presentan est谩 este estudio, Alzando voces, que viene del sufrimiento de los cuerpos que est谩n dando dinero a ese entramado comercial.
Tambi茅n hay que acabar con el racismo: cuando no se hace lo imposible por rescatar a subsaharianos del mar, o cuando llegan al CETI (Centros de Estancia Temporal de Inmigrantes) de Ceuta o Melilla o a los centros de acogida hay protocolos racistas. Hay que escuchar a los colectivos antirracistas. Determinado feminismo est谩 trasnochado porque no est谩 entendiendo esa interseccionalidad y esa realidad de otras mujeres que no tienen privilegios simplemente por su color de piel y por c贸mo el sistema se construye contra ellas.
Las violencias que reciben las mujeres vienen como: “Algo inevitable, porque es tambi茅n una forma de supervivencia”, se dice en el estudio. ¿Podr铆a explicarlo?
Ellas afrontan violencia machista desde distintas partes, incluso los propios compa帽eros de las comunidades migrantes. La violencia sexual es una parte a pagar dentro del precio del proyecto migratorio.
Violar sistem谩ticamente a las mujeres forma parte tambi茅n de ese imaginario del control migratorio de la guerra de fronteras. El sufrimiento, los cuerpos de las mujeres adem谩s dan dinero a las industrias criminales, es decir, la trata, la explotaci贸n de esos cuerpos da una serie de beneficios tambi茅n a las industrias criminales. Luego est谩 que las mujeres adem谩s se quedan embarazadas y c贸mo se gestionan esos embarazos, c贸mo ellas no deciden sobre lo que est谩 pasando dentro de sus cuerpos.
Las organizaciones sociales dec铆an “Es horrible, las mujeres han normalizado la violencia sexual”. Y las mujeres dec铆an: “Normalizar la violencia sexual lo hemos transformado en un instrumento de resistencia, porque si no, morimos. Y por lo tanto, sabemos que nos va a pasar y gestionamos nuestros cuerpos en la medida de lo posible”
¿Cu谩l es la procedencia de las migrantes subsaharianas en Marruecos?
Son j贸venes y la mayor铆a vienen del 脕frica occidental. Hay muchas mujeres de Guinea Conakry, Costa de Marfil, Camer煤n, Nigeria (muchas han sido abandonadas por las redes de trata o se han asentado en Marruecos para rehacer sus vidas, ya no tienen capacidad para cruzar m谩s fronteras) y de Rep煤blica Democr谩tica del Congo, desde donde huyen porque se est谩 viviendo un conflicto b茅lico muy duro.
Algunas decidieron la ruta terrestre, otras la ruta por avi贸n, por Casablanca. Quienes llegaron por tierra ya han sido violentadas sexualmente durante el trayecto y saben de la dureza de la frontera. Quienes lo hicieron por avi贸n viven el impacto violento de la frontera al llegar. La mayor铆a se tienen que dedicar a la mendicidad (una de ellas me dec铆a: “S铆, yo me levanto y voy y mendigo a tal o cu谩l ONG,”. O sea, ve铆a tambi茅n el pedir en las ONG como mendigar) o a la prostituci贸n o a entregarse a una red de trata para poder cruzar. Nunca hab铆an visto un racismo tan brutal, que te escupan, que te digan “negra”… Eso de que la piel te est茅 marcando todo el tiempo es algo que ellas destacaban mucho tambi茅n en el estudio.
¿En qu茅 consisten los denominados “desplazamientos forzosos”?
Hay un acuerdo t谩cito. Lo que no quieren los Gobiernos es que los migrantes est茅n en el norte, intentando cruzar. Hay redadas e incluso se traslada y desplaza a personas que ten铆an documentaci贸n del pa铆s o un peque帽o trabajo o a un menor ya escolarizado. Eso significa estar pendiente de salir corriendo si vives en el bosque o si est谩s mendigando. Eso significa que tu vida est谩 marcada, que puede haber una redada y detenciones. Quienes viven m谩s lejos de las fronteras tienen m谩s derechos garantizados. Esta inequidad ha dolido mucho a las organizaciones pro derechos humanos marroqu铆es, porque Marruecos hizo un esfuerzo muy grande desde distintas administraciones p煤blicas en la integraci贸n de personas migrantes (salud, educaci贸n, inscripciones de los ni帽os en el Registro Civil), se dieron pasos importantes en los 煤ltimos cinco a帽os. Llega 2018 y de repente empiezan unas redadas brutales, con acuerdos de Europa y con dinero de Europa, y todo el mundo que viv铆a en el norte es desplazado al sur.
Explican que sus entrevistadas se movieron de forma aut贸noma de sus pa铆ses, por voluntad propia, ¿son ellas quienes decidieron iniciar el proceso migratorio?
Nos repiten como si fuera un mantra el efecto llamada. Pero es que no existe un efecto llamada, existe un efecto salida, un efecto expulsi贸n. Uno de los negocios m谩s importante del mundo ahora mismo es el negocio del control migratorio. Las mujeres deciden de forma aut贸noma, ante esa situaci贸n de expulsi贸n, salir porque los riesgos son terribles. Y en esa tesitura toman sus propias decisiones. En medio de todo ese sistema ellas est谩n apostando por la vida. Y eso es lo que las mujeres estaban haciendo en los territorios y lo que las mujeres est谩n haciendo cuando defienden el derecho a la movilidad, defendiendo la vida.
Muchas mujeres lo que desean es depender de s铆 mismas, ser aut贸nomas, ganar su propio dinero y tomar decisiones. Est谩 en todos sus discursos. De hecho ya est谩n tomando sus propias decisiones. Son mujeres incre铆bles, mujeres lideresas que est谩n defendiendo sus derechos en estos contextos tan dif铆ciles.
¿Las mujeres est谩n empezando a autoorganizarse a pesar de las dificultades para sobrevivir cada d铆a? ¿C贸mo es el acercamiento entre migrantes y aut贸ctonas?
Las mujeres tienen sus redes de subsistencia, de supervivencia, sus redes comunitarias, y sus lideresas van marcando el camino de la defensa de sus derechos. Hay una mujer de Rep煤blica Democr谩tica de Congo que es presidenta de una comunidad migrante. Y van marcando su propia agenda de ser visibles y de tener presencia dentro de la movilidad, dentro de ese tr谩nsito migratorio. Al final todas estas lideresas est谩n muy invisibilizadas, cuando son las primeras que est谩n defendiendo el derecho a la libertad de circulaci贸n, un derecho reconocido en la Declaraci贸n Universal de Derechos Humanos.
Marruecos est谩 copiando las pr谩cticas europeas en relaci贸n a la cooperaci贸n para el desarrollo. Y sigue habiendo una brecha muy grande entre las aut贸ctonas y las migrantes, porque 茅stas 煤ltimas suelen ir a organizaciones de migraci贸n y no a asociaciones de mujeres, pero muchas organizaciones que trabajan con migrantes no tienen un enfoque de g茅nero ni saben c贸mo trabajar con mujeres.
Es muy importante crear redes entre mujeres en tr谩nsito, mujeres que se est谩n moviendo, con aut贸ctonas. Hay experiencias de contacto, foros en los que se han puesto en com煤n los problemas que les atraviesan a unas y a otras. Hay que crear ese tipo de redes, esas alianzas y esa solidaridad, pero no es tan f谩cil, cuesta much铆simo por c贸mo est谩 construido todo el tema de la solidaridad.
Muchas de las mujeres en tr谩nsito acaban trabajando en el servicio dom茅stico para poder sobrevivir.
El servicio dom茅stico es brutal porque a muchas de las mujeres, primero, se les retiene el pasaporte. Si est谩s interna trabajas d铆a noche por el salario m铆nimo. Y est谩n muy expuestas a los abusos sexuales, que eso tambi茅n se da dentro del servicio dom茅stico. La mayor铆a son senegalesas. Las condiciones son terribles, muy malas.
Se tomaron su tiempo cuando les preguntaron sobre el cuidado y autocuidado…
S铆, no entend铆an de lo que est谩bamos hablando, claro. Vives en un bosque, donde tienes que ir a buscar el agua y andar cinco kil贸metros para poder lavarte. Pero se lavaban todos los d铆as. O sea, mantener esa rutina que las un铆a a su condici贸n de ciudadan铆a. Eso era cuidarse. Y claro, luego te dec铆an: “Pero, claro, si voy a mendigar o voy a alguna organizaci贸n, cuando m谩s sucia y menos limpia vaya mejor”. Era impresionante. Pens茅: “¡Cu谩nta dignidad en esto que est谩n contando!”.
Se cumplen estos d铆as los 6 a帽os de la tragedia del Tarajal, ¿qu茅 le pedir铆a a este nuevo Gobierno de coalici贸n?
Este Gobierno en coalici贸n tiene la oportunidad de hacer mil cosas. Con respecto al Tarajal, se ten铆a que haber comenzado un proceso de verdad y reparaci贸n, explicar bien a las familias lo que estaba sucediendo, que pudieran venir, ver el lugar donde murieron y ser recibidas por las administraciones p煤blicas. Tambi茅n tiene que romper la base del racismo institucional, que permite ese control de fronteras, y aplicar pol铆ticas de muerte en los territorios de frontera. Podemos dejar que las supervivientes de la trata no est茅n tocadas por el control migratorio y encontrar otras polic铆as que puedan jugar ese rol junto con las organizaciones sociales. Podemos empezar porque no sucedan esas devoluciones en caliente, ni en caliente ni en expr茅s. Con solo hacer un gesto hacia pol铆ticas de vida ya se recordar谩 a este Gobierno de coalici贸n.
Carmen Briz (@MamenBriz) es periodista y forma parte del equipo de la Secretar铆a Confederal de Mujeres e Igualdad de Comisiones Obreras.
Revista Trabajadora, n. 69 (febrero de 2020).