OPINI脫N de Mauricio Casta帽o H
Tanto ruido termina silenciando lo sustancial. Nos inundaron, nos inundan los cinco sentidos propagando el miedo a la muerte, se la agita tanto que nos matan en vida, nos inundan de thanatos y entonces se olvida el vivir, nos paralizan... la vida se detiene, solo existe el terror por el morir, pareciera un coleptaso de los ginetes del Apocalipsis. No abraces, no toques, no beses, no camines, cuidado en el comer y en el oler, pon barreras al micro enemigo que se agazapa por todo y en todos, hasta en tus seres queridos, usa siempre un tapabocas. Presta oreja constante a los protocolos. Mira bien y guarda un metro de distancia el uno del otro. Una y otra vez, de manera repetida lava tus manos, asepsia impecable, guerra total contra los microorganismos pese a que somos caldo bacterial desde nuestros or铆genes y en el aqu铆 y en el ahora.
Si sales puedes toparte con la muerte, un tal virus te puede atrapar y llevarte al otro lado. Es, en suma, lo que nos advierte la propaganda de Estado. Tanta difusi贸n en todos los medios hablados y escritos repetida hasta la hartera, tanto que s贸lo escuchamos un ruido de fondo que se parece m谩s a un chantaje Estatal que te recuerda que debes ser d贸cil, obediente, si no lo acatas te puedes morir. Todo esto que manipula los fr谩giles sentimientos humanos termina por romperse, por quebrarse porque la prohibici贸n no tiene mucho asidero en lo real como lo ha se帽alado el epidemi贸logo David Quammen y el periodista Thierry Meyssan. La OMS procedi贸 mal. Nuestra sorpresa es mayor cuando aquellas voces id贸neas y sensatas nos informan sobre la ideolog铆a cient铆fica o seudociencia que se est谩 haciendo bajo modelos estad铆sticos y matem谩ticos deduciendo falsas predicciones de mortandad, que la muerte nos inundar谩 de no confinarse. Dicho modelo fue aplicado con pandemias que fueron magnificadas como las pestes av铆cola, bovina, etc. Dicho error cost贸 sacrificios in煤tiles y p茅rdidas econ贸micas enormes que llevaron a la quiebra a miles de personas. Lo mismo se avisora con el Covid19, las cifras o curvas calculadas en muertos no han resultado tan empinadas.
Encierro insoportable y aburrido
Retomemos el hilo. Me gustan esos rebeldes que tienen mucho que ganar y nada que perder en esta histeria colectiva: los indigentes van y vienen vadeando el hambre, alcanzando alguna miga en la basura, ellos no tienen un lugar de cuatro paredes d贸nde confinarse, su casa es la calle. Ahora en rebeld铆a se suman quienes sienten los excesos del Estado por restringir la libertad personal y de locomoci贸n, los adultos mayores protestan, los informales salen a las calles para el rebusque y as铆 pescar algo de comer, y otro tanto sucede en la vida barrial, imposible detenerla, sus gentes se resisten al encierro en casuchas que en Confinamiento suelen ser peores que los calabozos, sin aire y sin por d贸nde mirar alg煤n paisaje, hace la vida aburrida e insoportable. Y otros tantos salen a ondear un trapo rojo en se帽al de estar pasando hambre.
Protesta en Texas. Fuente Reforma
Volvamos al abstracto s铆mbolo degradado de los aplausos por lo dem谩s hip贸crita, los mismos a quienes se aplauden son pateados, rechazados cuando se los tiene cerca, aduciendo peligrosa fuente de contagio. Al principio el gesto solidario del aplaudir al personal de salud, consisti贸 en salir a los balcones a las ocho de la noche, luego a帽adieron m煤sica con mensajes esperanzadores de volvernos abrazar, estar juntos departiendo un caf茅, as铆 el Confinamiento era de no temerle, eso simb贸lico era como una especie de placebo que justificaba la obediencia ciega e incuestionada por las medidas extremas de privar de libertad al individuo, de encerrarlo en sus propias casas, de confinarlo. Pero como bien se lo dice una regla es regla cuando arregla o que est谩n hechas son para romperarlas, para quebrarlas, pues la obediencia est煤pida o ciega no va con las personas, todas ellas dotadas de cerebro, con su aparato de confrontaci贸n, incluso la vida misma ense帽a sus propios direccionamientos, tan s贸lo mirar esas voces que se resisten, se alzan para reclamar por su libre circulaci贸n en su cuadra, en la calle, en su barrio, en la ciudad, en el pa铆s y fuera de 茅l.
Pareciera ser que ser juiciosos no va con la vida, sobre todo cuando dicen encierro, paran la productividad pero no dan para comer. Confinar es apretujar y bien se lo compara con una olla a presi贸n. La gente est谩 aprisionada y debe darse alg煤n escape para que no estalle. Desatinados, desadaptados, desquiciados, llaman a los desobedientes que no siguen al pie de la letra los dict谩menes de gobierno, pero en cierto sentido son v谩lvulas de escape.
Finalmente y para no temer al morir, a la hermana muerte, quiero recordar a los Estoicos y a Michel Serres, unos y otro nos recuerdan de la sabidur铆a del vivir sin desligarla de la muerte, porque vivir es ya estar muriendo de apoco, la vida es muerte que viene, la muerte es vida vivida. Y para qu茅 preocuparnos por la muerte total si cuando vivimos es porque no estamos muertos, y cuando se muere es en la ausencia de vida, es el decir de los Estoicos: cuando estamos no est谩 (la muerte) y cuando est谩, no estamos (la vida). Bellamente Serres anuda una y otra cuando la imagina: "Abandonar茅 la vida como me he levando mil veces de la mesa. Habr茅 percibido un ruido en la puerta, interrumpir谩 el fest铆n, lo reconocer茅. No s茅 si suene una campana, o si resonar谩 una voz; no s茅 si un ventarr贸n har谩 la se帽al. S贸lo s茅 que comprender茅. / Ser谩 preciso que me d茅 vuelta un momento. Antes de seguir aquel llamado, buscar con mis ojos al anfitri贸n, y 茅l sonreir谩, ser cort茅s, no abandonar los lugares sin haber dado las gracias a quien me ha invitado." Michel Serres. El Par谩sito.
Mientras tanto seguiremos viendo a la muchedumbre en las calles ondeando el trapo rojo en se帽al de desobedientes pero sobre todo clamando por tener pan en la mesa.
Tanto ruido termina silenciando lo sustancial. Nos inundaron, nos inundan los cinco sentidos propagando el miedo a la muerte, se la agita tanto que nos matan en vida, nos inundan de thanatos y entonces se olvida el vivir, nos paralizan... la vida se detiene, solo existe el terror por el morir, pareciera un coleptaso de los ginetes del Apocalipsis. No abraces, no toques, no beses, no camines, cuidado en el comer y en el oler, pon barreras al micro enemigo que se agazapa por todo y en todos, hasta en tus seres queridos, usa siempre un tapabocas. Presta oreja constante a los protocolos. Mira bien y guarda un metro de distancia el uno del otro. Una y otra vez, de manera repetida lava tus manos, asepsia impecable, guerra total contra los microorganismos pese a que somos caldo bacterial desde nuestros or铆genes y en el aqu铆 y en el ahora.
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Foto: Alcald铆a de Soacha. Rtvc |
Si sales puedes toparte con la muerte, un tal virus te puede atrapar y llevarte al otro lado. Es, en suma, lo que nos advierte la propaganda de Estado. Tanta difusi贸n en todos los medios hablados y escritos repetida hasta la hartera, tanto que s贸lo escuchamos un ruido de fondo que se parece m谩s a un chantaje Estatal que te recuerda que debes ser d贸cil, obediente, si no lo acatas te puedes morir. Todo esto que manipula los fr谩giles sentimientos humanos termina por romperse, por quebrarse porque la prohibici贸n no tiene mucho asidero en lo real como lo ha se帽alado el epidemi贸logo David Quammen y el periodista Thierry Meyssan. La OMS procedi贸 mal. Nuestra sorpresa es mayor cuando aquellas voces id贸neas y sensatas nos informan sobre la ideolog铆a cient铆fica o seudociencia que se est谩 haciendo bajo modelos estad铆sticos y matem谩ticos deduciendo falsas predicciones de mortandad, que la muerte nos inundar谩 de no confinarse. Dicho modelo fue aplicado con pandemias que fueron magnificadas como las pestes av铆cola, bovina, etc. Dicho error cost贸 sacrificios in煤tiles y p茅rdidas econ贸micas enormes que llevaron a la quiebra a miles de personas. Lo mismo se avisora con el Covid19, las cifras o curvas calculadas en muertos no han resultado tan empinadas.
Encierro insoportable y aburrido
Retomemos el hilo. Me gustan esos rebeldes que tienen mucho que ganar y nada que perder en esta histeria colectiva: los indigentes van y vienen vadeando el hambre, alcanzando alguna miga en la basura, ellos no tienen un lugar de cuatro paredes d贸nde confinarse, su casa es la calle. Ahora en rebeld铆a se suman quienes sienten los excesos del Estado por restringir la libertad personal y de locomoci贸n, los adultos mayores protestan, los informales salen a las calles para el rebusque y as铆 pescar algo de comer, y otro tanto sucede en la vida barrial, imposible detenerla, sus gentes se resisten al encierro en casuchas que en Confinamiento suelen ser peores que los calabozos, sin aire y sin por d贸nde mirar alg煤n paisaje, hace la vida aburrida e insoportable. Y otros tantos salen a ondear un trapo rojo en se帽al de estar pasando hambre.
Protesta en Texas. Fuente Reforma
Volvamos al abstracto s铆mbolo degradado de los aplausos por lo dem谩s hip贸crita, los mismos a quienes se aplauden son pateados, rechazados cuando se los tiene cerca, aduciendo peligrosa fuente de contagio. Al principio el gesto solidario del aplaudir al personal de salud, consisti贸 en salir a los balcones a las ocho de la noche, luego a帽adieron m煤sica con mensajes esperanzadores de volvernos abrazar, estar juntos departiendo un caf茅, as铆 el Confinamiento era de no temerle, eso simb贸lico era como una especie de placebo que justificaba la obediencia ciega e incuestionada por las medidas extremas de privar de libertad al individuo, de encerrarlo en sus propias casas, de confinarlo. Pero como bien se lo dice una regla es regla cuando arregla o que est谩n hechas son para romperarlas, para quebrarlas, pues la obediencia est煤pida o ciega no va con las personas, todas ellas dotadas de cerebro, con su aparato de confrontaci贸n, incluso la vida misma ense帽a sus propios direccionamientos, tan s贸lo mirar esas voces que se resisten, se alzan para reclamar por su libre circulaci贸n en su cuadra, en la calle, en su barrio, en la ciudad, en el pa铆s y fuera de 茅l.
Pareciera ser que ser juiciosos no va con la vida, sobre todo cuando dicen encierro, paran la productividad pero no dan para comer. Confinar es apretujar y bien se lo compara con una olla a presi贸n. La gente est谩 aprisionada y debe darse alg煤n escape para que no estalle. Desatinados, desadaptados, desquiciados, llaman a los desobedientes que no siguen al pie de la letra los dict谩menes de gobierno, pero en cierto sentido son v谩lvulas de escape.
Finalmente y para no temer al morir, a la hermana muerte, quiero recordar a los Estoicos y a Michel Serres, unos y otro nos recuerdan de la sabidur铆a del vivir sin desligarla de la muerte, porque vivir es ya estar muriendo de apoco, la vida es muerte que viene, la muerte es vida vivida. Y para qu茅 preocuparnos por la muerte total si cuando vivimos es porque no estamos muertos, y cuando se muere es en la ausencia de vida, es el decir de los Estoicos: cuando estamos no est谩 (la muerte) y cuando est谩, no estamos (la vida). Bellamente Serres anuda una y otra cuando la imagina: "Abandonar茅 la vida como me he levando mil veces de la mesa. Habr茅 percibido un ruido en la puerta, interrumpir谩 el fest铆n, lo reconocer茅. No s茅 si suene una campana, o si resonar谩 una voz; no s茅 si un ventarr贸n har谩 la se帽al. S贸lo s茅 que comprender茅. / Ser谩 preciso que me d茅 vuelta un momento. Antes de seguir aquel llamado, buscar con mis ojos al anfitri贸n, y 茅l sonreir谩, ser cort茅s, no abandonar los lugares sin haber dado las gracias a quien me ha invitado." Michel Serres. El Par谩sito.
Mientras tanto seguiremos viendo a la muchedumbre en las calles ondeando el trapo rojo en se帽al de desobedientes pero sobre todo clamando por tener pan en la mesa.