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Mentiras y periodismo

OPINIÓN de Joan del Alcàzar

Está teniendo éxito de audiencia una serie norteamericana, The Newsroom, que pivota sobre la redacción de un telediario de noche, conducido por un carismático y polémico periodista; una estrella informativa de una cadena por cable. Es un hombre conservador, pero de elevada deontología profesional, que se declara afín al Partido Republicano, pero que es odiado por buena parte de sus correligionarios dado que resulta ferozmente crítico con algunas actuaciones de los líderes del partido o con algunas de las actuaciones políticas de los republicanos. Es un periodista de gran prestigio y muy bien pagado, bastante cínico, y temible en sus entrevistas en directo, en las que repregunta de forma implacable hasta desnudar las mentiras o los intereses ocultos de aquellos a los que interroga con su lengua afilada. Su nombre es Will McAvoy, y está interpretado por el actor Jeff Daniels, quien fue galardonado en 2013 con el Primetime Emmy al mejor actor por esta serie.

Los capítulos resultan interesantes especialmente para acercarnos a la comprensión de cómo funciona el mundo de la televisión en los Estados Unidos, de cómo están de imbricados los intereses comerciales de los medios de comunicación con los empresariales y con los políticos, y ello con la crudeza que a menudo muestran las series o las películas de ese país, completamente descarnadas en este sentido. La acción transcurre durante la primera presidencia de Barak Obama, al que la cadena televisiva, la ACN (Atlantis Cable News), le tiene puesta la proa. No obstante, McAvoy es crítico, pero muy profesional. Esto ya irrita bastante a los republicanos, pero lo que más les enfurece es su posición beligerante e implacable contra las sandeces y las mentiras de las que hacen bandera los del Tea Party.

Hay cosas por las que el periodista no está dispuesto a pasar, lo que le supondrá un duro enfrentamiento con la accionista mayoritaria de la ACN que estará a punto de costarle no sólo el puesto de trabajo, sino la carrera profesional.

En uno de los episodios llega a la ACN, como a otros medios informativos de los EEUU, una noticia de una casi desconocida agencia de la India, país que Barak Obama va a visitar en fechas próximas. La nota informativa dice que la visita del presidente norteamericano costará 200 millones de dólares.

Con esa noticia de partida, aparece una primera réplica en los EEUU que la confirma y añade que serán 200 millones "al día" y que como va a durar 10 días (larga visita para la diplomacia actual, por cierto), las gastos presidenciales serán 2.000 millones. Una tercera incorpora un nuevo dato: el cortejo que llevará Obama estará compuesto por 3.500 personas. Finalmente, una cuarta añade que Obama será acompañado por más de treinta navíos de la US Navy, casi un tercio de la marina de los EEUU. Esa bola irá haciéndose cada vez mayor y, desde las filas republicanas, sólo la voz de Will McAvoy se levantará para desmentirla y para denunciar el bulo informativo.

Volvamos a casa y dejemos la ficción televisiva. Durante la sesión del Congreso del pasado miércoles, con motivo de la votación sobre la prórroga del estado de alarma, Pablo Casado subió a la tribuna exhibiendo un informe australiano, publicado por un desconocido Institute of Certified Management Accountants (ICMA) de Australia, que afirma, literalmente, que la gestión española de la crisis del Covid 19 es la peor del mundo. El líder del PP exhibió el documento como una prueba indiscutible y objetiva del desastre y la incompetencia de las que acusa al gobierno de Pedro Sánchez día sí día también.

Lógicamente, algunos periodistas que merecen tal título se pusieron a aclarar qué era el instituto australiano y cuál su solvencia. El resultado fue demoledor para Pablo Casado y para el PP: el documento australiano que sitúa a España como el peor país en gestionar la pandemia ni es un informe, ni lo ha hecho un equipo, ni son investigadores científicos o académicos. Se trata de una empresa de gestión contable y financiera formada por una red de consultores, que se dedican fundamentalmente a añadir valor empresarial y a extender certificados de negocios.

Entrevistado por la Cadena SER, su autor, contable de profesión, reconoció que ha trabajado con algoritmos de su cosecha pero que no ha seguido el caso de España ni siquiera a través de la prensa.

A la trompetería apocalíptica de Pablo Casado desde la tribuna del Congreso, enarbolando el documento australiano, se sumaron en cascada prensa y medios afines a la derecha y la extrema derecha, y las redes que las secundan entraron en ebullición con la noticia en la que, ni más ni menos que desde Australia, se ponía negro sobre blanco la nefasta gestión de Sánchez.

Así, por ejemplo, el diario La Razón, con alarde tipográfico tituló al día siguiente: "España, el país que peor gestiona la crisis del Covid-19", y en la entradilla remachaba el clavo: "La gestión de Gobierno de Pedro Sánchez ha caído hasta el último lugar en el ranking elaborado por un equipo de investigadores australianos". Tal cual. Lo había dicho Pablo Casado. Amén.

Con las oportunas consideraciones, el episodio del Instituto australiano y Pablo Casado recuerda el capítulo de The Newsroom y el viaje de Obama a la India. Dicho esto, ¿dónde están los Will McAvoy de la comunicación conservadora española? No existen, digámoslo claro.

Esto no hace sino confirmar un déficit grave y preocupante que rebaja sensiblemente la calidad de la democracia española. Un problema bien importante, porque el periodismo profesional, conservador o progresista, no puede ser un difusor de mentiras.




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