Agencia EFE
El sometimiento de la pandemia a cotas de tolerancia sanitaria y social ha propiciado en numerosos lugares de Castilla y León el reencuentro de los ciudadanos con las esculturas urbanas: guardianes de espacios públicos durante el confinamiento y de nuevo ahora fieles compañeros callejeros.
Santa Teresa y Tomás Luis de Victoria en Ávila; San Lesmes en Burgos; Unamuno, Nebrija y Alfonso XIII en Salamanca; el caballero templario y Pepe El Barquillero en Ponferrada (León); los cofrades en Palencia; y el venerable Hermano Antonio en Nava del Rey (Valladolid) son algunos de los ilustres vecinos de bronce que han vuelto a convivir con sus paisanos.
El sometimiento de la pandemia a cotas de tolerancia sanitaria y social ha propiciado en numerosos lugares de Castilla y León el reencuentro de los ciudadanos con las esculturas urbanas: guardianes de espacios públicos durante el confinamiento y de nuevo ahora fieles compañeros callejeros.
Santa Teresa y Tomás Luis de Victoria en Ávila; San Lesmes en Burgos; Unamuno, Nebrija y Alfonso XIII en Salamanca; el caballero templario y Pepe El Barquillero en Ponferrada (León); los cofrades en Palencia; y el venerable Hermano Antonio en Nava del Rey (Valladolid) son algunos de los ilustres vecinos de bronce que han vuelto a convivir con sus paisanos.
Escultura de Tomás Luis de Victoria en la plaza del Teniente Arévalo de Ávila, firmada por Óscar Alvariño. EFE/ Raúl Sanchidrián