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Preston: "Franco no era fascista, era algo peor"

Daniel Gasc贸n 

Paul Preston (Liverpool, 1946) es uno de los grandes conocedores del siglo XX espa帽ol, y en especial de la Guerra Civil y sus consecuencias. Entre sus obras se encuentran La destrucci贸n de la democracia espa帽ola, Las tres Espa帽as del 36, Palomas de guerra, La Guerra Civil espa帽ola, Idealistas bajo las balas o El holocausto espa帽ol. Es autor de tres grandes biograf铆as: Franco. Caudillo de Espa帽a, Juan Carlos: el rey de un pueblo y El zorro rojo, sobre Santiago Carrillo. Una edici贸n actualizada de la primera de ellas se publica en Debate este mes, cuando se cumplen cuarenta a帽os de la muerte del dictador.

En su retrato de Franco llaman la atenci贸n por un lado la mediocridad del personaje y por otro su capacidad de adaptarse a las circunstancias y jugar a dos bandas. 

Los diarios de su primo Francisco Franco Salgado-Araujo o las memorias de Serrano S煤帽er o de Pedro Sainz Rodr铆guez muestran a una persona bastante falta de cultura y con unas ideas simplistas. Pero ten铆a una astucia que combinaba con la convicci贸n de que uno es esclavo de lo que dice y due帽o de lo que no dice: pose铆a el don del silencio. Conoc铆a instintivamente cu谩l era el precio de su interlocutor. Eso es frecuente en los negocios. A veces tiene que ver con una falta de imaginaci贸n o de conocimiento de los riesgos. Creo que Franco no calculaba todo, pero ten铆a ese instinto, unido a una falta de emoci贸n. Cuando decidi贸 deshacerse de Serrano S煤帽er, lo hizo con una crueldad y arrogancia asombrosas. Viene a que le firme algo y le dice: “No, d茅jalo, porque prefiero que lo firme tu sucesor.” Una persona normal tendr铆a una dimensi贸n emocional de la que Franco carec铆a.

Una de las partes m谩s llamativas de la construcci贸n del personaje es la modificaci贸n de sus ambiciones.

Cuando era cadete en Toledo no creo que pensara: un d铆a ser茅 dictador de Espa帽a. Era ambicioso y cambiaba seg煤n las posibilidades de cada momento. Lo primero era ascender dentro del ej茅rcito, luego se iban abriendo puertas y cada una le dirig铆a a una nueva aspiraci贸n. Pero manipulaba su imagen pensando siempre en la ambici贸n.

¿Qu茅 se ha descubierto nuevo y c贸mo ha cambiado su valoraci贸n de Franco desde que public贸 la biograf铆a?

No ha cambiado mi visi贸n de Franco como persona, militar y dictador. Pero hay aspectos que no tocaba en el libro. Sab铆a que el franquismo era un r茅gimen corrupto, basado en el pillaje, y contaba algunas de las cosas que sab铆a de la corrupci贸n: la empleaba para manipular a sus colaboradores, a militares que utilizaban a soldados como mano de obra. Pero dec铆a poco en cuanto a la corrupci贸n del propio Franco porque mi idea era que consideraba que todo era suyo y no ten铆a necesidad de robar. Utilizaba el patrimonio nacional como algo propio. Hab铆a cosas que salen en el libro, como la rapacidad de su esposa, las colecciones, las casas, el modo en que consigui贸 el Pazo de Meir谩s. Ahora acaba de publicarse La otra cara del Caudillo, un libro sensacional de 脕ngel Vi帽as. Me envi贸 el manuscrito y vi que me hab铆a quedado corto. Resumo en la nueva edici贸n las l铆neas b谩sicas del trabajo de Vi帽as y de otros investigadores, como Javier Otero.

Otro asunto que actualiza es la relaci贸n de Franco con los jud铆os.

En los 煤ltimos veinte a帽os han salido en Alemania y en Espa帽a cosas muy importantes. El libro es una biograf铆a, no un an谩lisis del r茅gimen. Trataba muchos elementos que pertenec铆an al r茅gimen, porque a 煤ltima hora la responsabilidad final era de Franco. En el 43-44 hubo una decisi贸n pol铆tica de manifestar simpat铆a por los jud铆os. Franco pensaba que el mundo estaba controlado por el contubernio judeomas贸nico bolchevique. Era una locura, pero, como cre铆a que los jud铆os lo dominaban todo, pensaba que hab铆a que estar bien con ellos. Esa supuesta simpat铆a por los jud铆os proced铆a de una actitud antisemita.

¿Y con respecto a los grandes temas del libro?

No creo que haya cambiado en lo fundamental, pero s铆 en los detalles. Ha habido cambios en el estudio de la pol铆tica exterior. Cuando sali贸 el libro hubo reacciones porque mostraba que la idea de que Franco hab铆a salvado heroicamente a Espa帽a de participar en la Segunda Guerra Mundial era falsa: hab铆a estado todo el tiempo intentando entrar al lado de Hitler. Gracias a nuevas investigaciones esto es m谩s claro que nunca. Manuel Ros Agudo ha entrado en detalle en la colaboraci贸n con el Tercer Reich y sus conclusiones fortalecen lo que dec铆a en mi libro. La versi贸n definitiva de la biograf铆a, de 2002, era vigente, pero ahora est谩 bastante m谩s al d铆a y reconoce el trabajo de otros, como el de 脕ngel Vi帽as sobre las relaciones con Estados Unidos o el de Juli谩n Casanova sobre las relaciones con la iglesia.

Una dificultad, que a veces encuentra tambi茅n el lector, es enfrentarse a un personaje sobre el que hay muchas opiniones y leyendas… Muchas de sus fuentes vienen del franquismo.

Muchas de las fuentes eran profranquistas, porque en sus cuarenta a帽os en el poder Franco hab铆a manipulado su imagen y presidido sobre un lavado de cerebro general en Espa帽a. Tambi茅n hab铆a influido su imagen en el exterior. A las potencias occidentales les conven铆a que estuviera en el poder y los peri贸dicos de derechas en Estados Unidos y en Gran Breta帽a le daban muy buena prensa. Yo era consciente de los grandes mitos. El general m谩s joven de Europa: mentira. O el que hab铆a ganado la guerra porque era un genio militar. Si piensas en la ayuda abierta de Hitler y Mussolini, los problemas internos de la Rep煤blica y la ayuda oculta de Gran Breta帽a, la victoria de Franco tiene relativamente poco que ver con el genio militar. Tuvo varias oportunidades de ganar la guerra mucho antes y las esquiv贸 porque ten铆a inter茅s en otra cosa, en crear un r茅gimen. El mito de que hab铆a salvado a Espa帽a de la Segunda Guerra Mundial. El mito de que en la Guerra Fr铆a Espa帽a estaba asediada por unas potencias envidiosas o de que era el arquitecto del boom econ贸mico desde el 59 hasta principios de los setenta. Esos mitos, cuando empezabas a investigarlos, se ca铆an.

En este libro y en El holocausto espa帽ol se帽ala que Franco aplic贸 m茅todos de guerra colonial contra enemigos espa帽oles.

Tiene que ver con su formaci贸n en el ej茅rcito de 脕frica. Pero tambi茅n hay una arrogancia, un clasismo, en la manera de ver a la poblaci贸n campesina espa帽ola. La trataba de la misma forma que a la poblaci贸n colonial esclavizada. Hay muchas contradicciones: existe un elemento curioso, psicol贸gico. Franco, como todos, estaba muy marcado por su ni帽ez y sus or铆genes familiares. Tuvo una relaci贸n complicada con su padre, un hombre liberal que sent铆a simpat铆a por la masoner铆a y hab铆a traicionado a su mujer, la madre de Franco. Hay unos esbozos de memorias de Franco donde dice que a Espa帽a la hab铆an traicionado hombres liberales que tambi茅n hab铆an traicionado a sus mujeres. Eso no ten铆a nada que ver con quienes hab铆an tra铆do la Rep煤blica. Esos comentarios de Franco dan una pista sobre la manera en que ve铆a Espa帽a y su propio papel: como una familia con ni帽os traviesos, la izquierda, y necesitada de un padre fuerte que pusiera orden.

La pol铆tica exterior es uno de los ejes de Franco. M谩s que la represi贸n o cuestiones de organizaci贸n del r茅gimen.

Es una biograf铆a y una de las necesidades es que el biografiado sea el centro. En las relaciones con los otros l铆deres, tanto en la Segunda Guerra Mundial como en la Guerra Fr铆a, Franco estaba en el centro, las decisiones part铆an de 茅l. En cambio, en la represi贸n 茅l pod铆a contar con que alguien se ocupar铆a de ello. Era el 煤ltimo responsable, pero no estaba necesariamente en el d铆a a d铆a.

Sostiene que la modernizaci贸n econ贸mica se produjo a pesar del dictador.

El cambio de pol铆ticas, que es la base del boom econ贸mico, tiene varios elementos. Por un lado hay cambios en el contexto mundial. El boom en el norte de Europa significa que puede haber muchos emigrantes econ贸micos que van a Alemania, Suiza, Francia. Gran parte de ese dinero llega a Espa帽a. Por otra parte se descubre Espa帽a como destino tur铆stico. Tiene mano de obra barata y atrae inversi贸n de compa帽铆as brit谩nicas, alemanas, etc. Hay cambios de pol铆tica. Los tecn贸cratas persuaden a Franco de que hay que aceptar un saneamiento de la econom铆a, una intervenci贸n del Banco Mundial, del fmi… No le gusta, pero cuando le dicen que, si no acepta, va a haber gas贸genos en la calles de Madrid, cede. Franco cre铆a que sab铆a de econom铆a pero no ten铆a ni idea. Sus planteamientos eran alucinantes: que un turista espa帽ol en Nueva York deb铆a tener el mismo poder adquisitivo que un turista estadounidense en Espa帽a, como si hubiera una paridad entre la peseta y el d贸lar que facilitase eso, sin tener en cuenta la diferente fuerza o eficacia de las econom铆as. El boom viene de muchas cosas, pero ninguna de ellas es la sabidur铆a de Franco.

La escritura es un rasgo que comparte con otros dictadores. Es curioso que en un contexto complicad铆simo de guerra mundial fuera y penuria econ贸mica en el interior encontrase tiempo para dictar una novela que idealiza sus experiencias.

Siempre he tenido sospechas sobre su escritura. La mayor铆a de los discursos estaban escritos por funcionarios, aunque hay un elemento que es suyo, la parte llorona: “Yo soy el 煤nico que…” Ah铆 se puede o铆r su voz. Pero, en cuanto a sus obras, digamos, literarias, siempre he pensado que Diario de una bandera, aunque no lo puedo probar, no lo escribi贸 茅l. O al menos dudo que lo hiciera sin ayuda. Fue Juli谩n Fern谩ndez Pi帽ero, dicen algunos. En el caso de Raza, se sabe que ten铆a la ayuda de los periodistas Manuel Aznar y Manuel Halc贸n. Las ideas b谩sicas, si se les pueden llamar ideas, eran suyas. Y en los art铆culos de los dos pilares del templo mas贸nico, firmados por Jakim Boor, hay sospechas de que le hab铆a ayudado mucho Carrero Blanco. Pero, en fin, en ninguno salen ideas con las que no comulgaba. Es curioso que, siendo un hombre que sab铆a cu谩ndo callar, tambi茅n era incre铆blemente locuaz en otros contextos.

En el encuentro con don Juan, por ejemplo.

O con Hitler. Cuando Hitler dice que prefiere que le saquen dientes sin anestesia a volver a hablar con Franco te haces una idea de c贸mo ten铆a que ser una conversaci贸n con 茅l.

Santos Juli谩 ha definido el franquismo de los primeros a帽os como “un fascismo bajo palio en uniforme militar”. ¿Qu茅 le parece?

Es genial la frase. Lo que pasa es que nos mete en un debate complicado sobre lo que es el fascismo. Para hablar del fascismo hay que hablar solo del r茅gimen de Mussolini. Fue Mussolini quien lo invent贸 y las definiciones tienen que remontarse a 茅l. Claro, luego se dice: el r茅gimen de Hitler es un fascismo. Pero el nazismo y el fascismo son muy distintos. Si se acepta que el fascismo es lo que pas贸 en Italia, hacemos un tipo de comparaci贸n entre el franquismo y el fascismo italiano. Si, como muchos libros, incluimos el nazismo, hacemos otro tipo de comparaci贸n. Dije alguna vez que Franco no era fascista, era algo mucho peor. Con eso dec铆a que era peor que Mussolini. No era peor que Hitler, aunque tampoco tuvo sus oportunidades. El porcentaje de espa帽oles que mat贸 Franco es superior al porcentaje de alemanes que mat贸 Hitler. La guerra mundial y la conquista alemana de la mayor parte del continente europeo representan un contexto diferente, y las v铆ctimas del Holocausto no son en su mayor铆a alemanas. Es muy acertado lo de “bajo palio” y “en uniforme militar”. Pero ¿entonces es fascismo? Mussolini no gozaba de tanto apoyo de la Iglesia cat贸lica. Igual es ignorancia m铆a, pero creo que Mussolini no entraba en iglesias bajo palio. Y los militares no eran tan importantes en su r茅gimen como en el de Franco. Creo que el franquismo es 煤nico. Gente como Stanley G. Payne y Juan Jos茅 Linz dan definiciones como “r茅gimen militar autoritario”. Eso lo limpia de alguna manera, porque significa: “no tan malo como el fascismo”. Si dices que es fascista parece que es malo, aunque no tanto como el nazismo. Si dices que era militar autoritario, no lo conviertes en un buenazo, pero hay quien piensa que algunos pa铆ses necesitan mano dura. Aun as铆, era diferente, incluso si lo comparamos con otros reg铆menes militares autoritarios, como el de Pinochet. Su r茅gimen mat贸 a unos 3.500 chilenos: es terrible. El franquismo mat贸 a doscientos mil, aunque es dif铆cil dar una cifra exacta. El expediente de Franco justifica lo que digo: no era fascista. Era algo peor. Era africanista.

Le han reprochado el uso de la palabra holocausto en El holocausto espa帽ol.

All谩 ellos. Yo no soy un te贸rico. El historiador es una persona que cuenta historias, basadas en datos e investigaci贸n, que deben ser lo m谩s ver铆dicas posibles. No utilizo el t茅rmino genocidio, aunque se ha dicho que lo hago. Utilizo la palabra holocausto porque para m铆 significa una masacre horrorosa. La etimolog铆a muestra que es as铆. Hay dos cr铆ticas. La extrema derecha que dice que con Franco apenas hubo represi贸n, lo cual es una tonter铆a. Pero luego hay quien dice: ¿c贸mo se puede comparar lo que pas贸 en Espa帽a con lo que ocurri贸 a los jud铆os? No hago esa comparaci贸n. Adem谩s, muchos escritores y pensadores jud铆os rechazan el t茅rmino holocausto y prefieren emplear Shoah, que significa cat谩strofe. Buscaba una palabra que describiera lo que sucedi贸 en Espa帽a, y en ambos bandos, porque tambi茅n hubo muchas atrocidades en la zona republicana, y no tengo ning煤n remordimiento por haber utilizado ese t铆tulo. No encuentro un t茅rmino mejor.

¿Cu谩les son las razones de la pervivencia del franquismo?

Tiene mucho que ver con la Guerra Fr铆a, con la idea de que Franco era el centinela de Occidente. Se remontaba a la importancia geoestrat茅gica de Espa帽a, un gran portaviones con acceso al Mediterr谩neo y al Atl谩ntico y protegido tras los Pirineos como 煤ltimo basti贸n en caso de invasi贸n sovi茅tica. Eso era importante para los estrategas occidentales y especialmente para los estadounidenses. Luego estaba el apoyo de la Iglesia cat贸lica y por tanto del mundo cat贸lico. Y, cuando Franco est谩 m谩s o menos jubilado, a partir de los a帽os sesenta, hay un cambio en el r茅gimen, un cambio sociol贸gico y econ贸mico inmenso. Pero los cuarenta a帽os de lavado de cerebro sobreviven despu茅s de su muerte. Cuando llega la democracia –que por razones obvias es una democracia muy limitada–, no puede hacer un contralavado. Hab铆a libertad de expresi贸n, por lo que los propagandistas del franquismo continuaban publicado sus libros y art铆culos y hablando a favor de Franco en las tertulias. Uno de los grandes problemas, que ha contribuido a la sensaci贸n de un franquismo eterno, es que, como el dictador muri贸 en la cama y su r茅gimen no fue desmantelado por una invasi贸n exterior como ocurri贸 en Italia o Jap贸n o Alemania, muchos elementos del r茅gimen segu铆an en pie.

¿C贸mo valora la transici贸n?

Fue la mejor posible en el contexto en el que se tuvo que hacer. Cuando estaba muriendo Franco, las posibilidades de un ba帽o de sangre eran muy altas. La transici贸n fue una negociaci贸n, una transacci贸n, un compromiso entre los elementos m谩s progresistas del franquismo y los elementos m谩s moderados de la izquierda, con lo cual los extremistas franquistas y la extrema izquierda quedaban fuera. Se alcanz贸 un compromiso y hubo muchas cosas que no cambiaron. Se produjo lo que se ha llamado el pacto del olvido. En los primeros a帽os de la transici贸n, hasta el 23f, hab铆a unas fuerzas armadas entrenadas en la idea de que su funci贸n no era defender Espa帽a de hipot茅ticos enemigos exteriores sino de confirmados enemigos interiores: los liberales, los dem贸cratas, los socialistas, los comunistas. Y, adem谩s de las fuerzas armadas, la guardia civil, la polic铆a armada… La gente ten铆a miedo. Hab铆a, se dice, doscientos mil falangistas con licencia de armas. Todos ellos estaban en contra del cambio. Lo que se logr贸 era m谩s de lo que se pod铆a haber esperado en las circunstancias. Una base era la aceptaci贸n por la gran mayor铆a de la poblaci贸n de que no se podr铆a esperar demasiado. La izquierda admit铆a que no era el momento para buscar justicia o un reconocimiento de lo que hab铆a pasado. Las grandes esperanzas eran democracia y una garant铆a de que no hubiera otra guerra civil. Ese era el premio y para hacerlo hab铆a que aceptar ciertos sacrificios. Hay quienes ahora critican que la transici贸n fuera insuficientemente revolucionaria: eso es una chuminada. No reconocen la fuerza del franquismo en esa 茅poca.

¿Cu谩les han sido los errores m谩s importantes?

La Ley de Memoria Hist贸rica se deb铆a haber hecho mucho antes. En los primeros a帽os hab铆a mucho miedo. El gran tema que pocos preve铆an era la corrupci贸n. El franquismo hab铆a sido un r茅gimen corrupto, y quienes lo hab铆an vivido y hab铆an sacado provecho segu铆an con la misma mentalidad. Pero algunos sectores de la izquierda ten铆an una mentalidad de: “ya nos toca a nosotros”. No prever el problema de la corrupci贸n ha sido uno de los grandes errores. Mi pr贸ximo libro es una historia de Espa帽a a lo largo del siglo xx, con un 茅nfasis en la corrupci贸n y la incompetencia de la clase pol铆tica, cuyas consecuencias sufr铆a el pueblo raso. Se titular谩 Un pueblo traicionado. Empieza con la corrupci贸n electoral de finales del siglo xix y llega hasta la fiesta actual.

Tras casi medio siglo de trabajo, ¿c贸mo ha evolucionado su visi贸n de Espa帽a?

Cuando vine, en los a帽os sesenta, era un pa铆s mucho m谩s cercano al pa铆s de la Guerra Civil. Para un ingl茅s del norte de Inglaterra era un lugar ex贸tico. La comida era muy diferente, se ve铆an artesanos que trabajaban delante de sus tiendas. Ahora es todo casi lo mismo que en el resto de Europa. Tienes las mismas tiendas en Madrid o en Barcelona que en Londres o Par铆s. La estructura de las librer铆as es la misma, son los mismos libros con las mismas portadas. Entonces hab铆a pocos libros espa帽oles con cubiertas de color. Se ve铆an muchos mendigos que eran mutilados de la guerra. Hab铆a miedo a decir ciertas cosas en la calle. Al lado de la Puerta del Sol hab铆a un par de calles donde la mayor铆a de las tiendas eran de pr贸tesis. Todo eso era el legado de la Guerra Civil. Al mismo tiempo, me gust贸 mucho la manera de ser de la gente. Viv铆 cuatro a帽os en Madrid, pero viajaba mucho por Andaluc铆a: el calor, la actitud, la gracia de la gente me recordaban mis or铆genes del norte de Inglaterra, en Liverpool. Me sent铆a en casa.

Uno de los grandes debates actuales es la relaci贸n de Catalu帽a con el resto de Espa帽a. La interpretaci贸n, a menudo interesada, de la historia ha sido muy importante.

La situaci贸n se podr铆a haber evitado con m谩s inteligencia en Madrid. Tambi茅n creo que si hubiera una recuperaci贸n econ贸mica, la cosa cambiar铆a, porque es un elemento muy importante en la creaci贸n del panorama actual. Lo que m谩s me ha deprimido es la manera en que Madrid y ahora Barcelona de otra forma han explotado la situaci贸n con fines electorales. Soy consciente de los problemas constitucionales. Me habr铆a entristecido mucho que Escocia se independizara, pero estaba a favor de que tuvieran la posibilidad de votar. Me gustar铆a que los catalanes tuvieran la posibilidad de votar sobre su propio futuro. El problema es que todo eso se hace en un contexto de intereses electorales. No tengo ni idea de lo que va a pasar y lo que a m铆 me gustar铆a que pasara es irrelevante.

Ha dicho que al principio usted ten铆a una idea un tanto rom谩ntica del poum y los anarquistas. Me preguntaba por su visi贸n de Orwell y la Guerra Civil.

La influencia de Orwell ha sido absolutamente nociva. Orwell estuvo muy poco tiempo, en un frente donde apenas pasaba nada, el de Arag贸n. No ve铆a los desmanes de la columna de Durruti y compa帽铆a: las incursiones en los peque帽os pueblos de Arag贸n, en contra de peque帽os propietarios, arrendatarios, gente que no era de derechas… Orwell estuvo en Barcelona durante los d铆as de mayo. El contexto de esos d铆as es complicad铆simo. Es una crisis de existencias, en Barcelona hay cientos de miles de refugiados. El psuc y los anarquistas tienen soluciones totalmente opuestas. La soluci贸n de la cnt es requisar los productos alimenticios. Los campesinos empiezan a ocultar la comida. Los comunistas dicen que hay que alentar la producci贸n dando libertades de mercado a los agricultores. Ese es el contexto, pero Orwell tiene la idea de que todo es por culpa de Stalin y escribe Homenaje a Catalu帽a, donde parece que si la Rep煤blica pierde la guerra es por culpa de Stalin. Y te dan ganas de preguntarle: Oye, ¿te has olvidado de que hab铆a una guerra? ¿Cu谩l es el papel de Hitler, de Mussolini, de Chamberlain? El problema es que Homenaje a Catalu帽a es el libro m谩s le铆do sobre la guerra. Much铆sima gente no tiene ni idea de lo que es la guerra pero lo ha le铆do. Y luego, para mayor inri, llega Tierra y libertad de Ken Loach, la versi贸n cinematogr谩fica. Pero el problema no es Orwell, sino su lector. ¿Debo leer el libro de Orwell? S铆, claro. Pero tienes que leer cincuenta m谩s.

En 2007 public贸 Idealistas bajo las balas, un libro menos conocido pero muy interesante sobre los corresponsales en Espa帽a. Ah铆 por ejemplo est谩 su perfil de Jay Allen, que entrevist贸 a Franco y a Primo de Rivera.

Es el libro con el que m谩s me identifico de todos los que he escrito. Est谩 basado en una larga investigaci贸n, cartas, diarios, muchos papeles… Encontr茅 cartas o escritos que explicaban la actitud hacia la Rep煤blica de muchos periodistas. Tengo cantidades ingentes de material. Me encanta el g茅nero de las colecciones de biograf铆as cortas. Las largas han sido biograf铆as pol铆ticas y ah铆 siempre tienes un andamio pol铆tico. Pero personas menos pol铆ticas como Jay Allen o Margarita Nelken, sobre quien escribo en Palomas de guerra, o algunos de los protagonistas de Las tres Espa帽as del 36, a lo mejor no dan para una biograf铆a de cuatrocientas p谩ginas. En cambio, un retrato de sesenta o setenta es ideal. Mi vocaci贸n es la biograf铆a. Me encanta recrear c贸mo era una persona, llegar a conocer a alguien para luego transmitir la imagen que he llegado a ver.

¿C贸mo descubri贸 esa vocaci贸n?

No fue algo deliberado. Me di cuenta al hacerlo. La primera biograf铆a que escrib铆 fue la de Franco, pero retrospectivamente me di cuenta de que cuando estaba m谩s a gusto era cuando establec铆a una relaci贸n con las personas con las que escrib铆a. Al escribir mi primer libro, La destrucci贸n de la democracia en Espa帽a, establec铆 cierta relaci贸n con gente como Besteiro o incluso con Gil-Robles. Entrevist茅 al hermano de Jos茅 Calvo Sotelo y a Gil-Robles a finales de los sesenta. A veces pienso: ojal谩 entonces hubiera sabido lo que s茅 ahora. Pero era joven y no hab铆a le铆do los miles de libros que he le铆do despu茅s. Incluso me pas贸 con Santiago Carrillo. Ese caso habr铆a sido diferente, se lo podr铆a haber preguntado, pero no lo habr铆a contado.

Antes de escribir El zorro rojo ten铆a una visi贸n m谩s positiva de Carrillo.

En los a帽os setenta yo colaboraba con la Junta Democr谩tica. Fue una 茅poca en la que llegu茅 a conocer a casi todos los pol铆ticos de la transici贸n. Ten铆a incluso el proyecto de escribir la historia de la izquierda espa帽ola en oposici贸n al franquismo. Empec茅 a coleccionar material, mayormente sobre el pce, la fuerza m谩s eficaz. Ten铆a cajas y cajas de prensa clandestina. Conoc铆a mucho a Jorge Sempr煤n, a Fernando Claud铆n, a Carrillo y otros dirigentes del pce, trabajaba mucho en el archivo del partido. Hab铆a ayudado como int茅rprete en reuniones Inglaterra. Coincid铆a con Carrillo de vez en cuando. A veces lo llamaba para preguntarle algo. Cuando muri贸, ya hab铆a escrito El holocausto espa帽ol y hab铆a establecido su papel en Paracuellos, que hab铆a negado en cincuenta o sesenta entrevistas, siempre con excusas diferentes. No s茅 por qu茅 no dijo: Hab铆a una guerra, Madrid estaba a punto de caer, hab铆a gente en las c谩rceles que hab铆a jurado atacar la Rep煤blica. En cambio, Carrillo contaba una serie de mentiras absurdas. Cuando sali贸 el libro varios periodistas le preguntaron. Contest贸: “Estoy muy agradecido a mi amigo Preston porque me ha iluminado muchas cosas que yo no sab铆a.” Una respuesta genial. A su muerte, publiqu茅 una larga necrolog铆a en TheGuardian. Y un editor me pidi贸 que escribiera la biograf铆a. Mi primer impulso fue decir que no, pero empec茅 a reflexionar: si tengo el garaje lleno de cajas. Saqu茅 todos esos materiales, empec茅 a repasarlos. Mi gran sorpresa fue descubrir lo que hab铆a hecho a camaradas suyos en su propio ascenso por el poder. Llegu茅 a la conclusi贸n de que lo que hab铆a hecho contra Heriberto Qui帽ones y Jes煤s Monz贸n, y otros, y su control f茅rreo del partido hab铆an debilitado la lucha contra el franquismo.

Otra de sus grandes biograf铆as es la del rey Juan Carlos I. ¿Le gustar铆a actualizar su valoraci贸n, ahora que ya no es el Jefe de Estado?

Tuvo un papel totalmente positivo en la transici贸n. Con todos los libros que escribes, si fuera posible, que no lo es, te gustar铆a seguir retocando. Siguen saliendo cosas y surgen aspectos que te gustar铆a enmendar. ~

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