OPINI脫N de Joan del Alc脿zar
En los tiempos dif铆ciles que vivimos, y en los que vamos a vivir, nos convendr铆a saber mezclar rigor e indulgencia, seguramente a partes iguales. Y aplicarlas a los dem谩s y, tambi茅n, auto aplic谩rnoslas. Todos, o la inmensa mayor铆a, tenemos dificultades para continuar respirando con normalidad cuando las incertidumbres y los miedos campan a sus anchas a nuestro alrededor.
Sabemos, tambi茅n es cierto, que hay un segmento del personal que no duda, que est谩 cargado de conocimientos y de certezas, que unen la condici贸n de peritos especialistas en cualquier tema y de jueces implacablemente justicieros. Es por ello que no dudan en irrumpir en el escenario p煤blico con formas, incluso, de violencia verbal. Insultan y descalifican a diestro y siniestro, pero especialmente a aquellos que tienen responsabilidades de tomar decisiones que nos afectan a todos. Son aquel grupo de hombres y mujeres que, podr铆amos decirlo as铆, tienen un problema para cada soluci贸n.
Ha circulado por las redes un esquema, cuya paternidad ignoro, extraordinariamente sint茅tico pero muy expl铆cito de lo que podr铆a ser la carta de navegaci贸n que est谩n usando desde hace semanas tanto el Partido Popular como Vox; un guion que podr铆a haber sido creado en la FAES que dirige Aznar, un organismo que suministra teor铆a los dos partidos. Adem谩s, el cuadro constituye una especie de manual de funciones para aquellas personas que pueden ofrecer un problema a cualquier soluci贸n que se les d茅.
En esta hoja de ruta se formulan seis preguntas y se proponen doce respuestas, dos por cada una de aquellas. Veamos como muestra un par de ellas.
Pregunta 1: ¿Se levantar谩 el estado de alarma? Si la respuesta es No, la r茅plica ser谩: " ¡Irresponsable, genocida, comunista, bolivariano, piensa en las vidas!". Paralelamente, si la respuesta es S铆, la r茅plica tambi茅n ser谩 negativa: "¡Va contra los derechos humanos, la democracia y la libertad!. ¡Dictador!".
Pregunta 2: ¿Vuelven los trabajadores a la actividad? Si la respuesta es No, la r茅plica ser谩 “¡Empobrecer谩s al pa铆s por generaciones. Zapatero 2.0!" Paralelamente, si la respuesta es S铆, la r茅plica tambi茅n ser谩 negativa: "¡Antepone la econom铆a a la salud! ¡Tirano, nos env铆a al gulag!".
Cualquiera que sea la pregunta, siempre la respuesta es condenatoria. Igualmente ocurre con las otras cuatro preguntas en cuanto a decisiones a tomar por el Ejecutivo: ¿Pueden salir los ni帽os en la calle? ¿Va a pagar alguna renta universal? ¿Deja a las autonom铆as en libertad? ¿Toma las medidas seg煤n datos y consensua? Si la respuesta es No, mal; si es S铆, tambi茅n mal.
Dejemos de lado por un momento a los pol铆ticos profesionales, y pensemos en aquel contingente de ciudadanos que, por diversas razones, siempre juegan a la contra, siempre tienen la raz贸n al completo, siempre basan sus posiciones en la deslegitimaci贸n de quienes no piensan como ellos y, en paralelo, arrancan de unos supuestos conocimientos que en ning煤n caso demuestran. No somos pocos los que nos lo preguntamos: ¿qu茅 les pasa a estas personas?
M谩s all谩 de las razones de matriz ideol贸gica o partidaria, estos ciudadanos muestran una hiriente incapacidad para ponerse en el lugar de los que han de tomar decisiones que afectan a millones de personas, y deben hacerlo eligiendo las m谩s de las veces entre una opci贸n mala y otra peor. ¿Qui茅n, en estos momentos turbulentos quisiera ser alcalde, consejero o presidente de nada? ¿Qui茅n querr铆a ser responsable de una peque帽a o de una gran empresa, con pocos o muchos trabajadores a su cargo? ¿Quien quisiera dirigir un hospital? ¿Qui茅n querr铆a ser rector de una universidad?
Los ciudadanos que no tenemos que tomar grandes decisiones deber铆amos ser m谩s comprensivos con los que s铆 tienen responsabilidades de gran calado, y deber铆amos saber combinar rigor e indulgencia de forma equilibrada. La realidad no puede gestionarse con silogismos o con esquemas binarios; la realidad es un complicad铆simo polinomio que no puede abordarse desde la tonter铆a de creer que todo lo deseable es posible y, adem谩s, lo es de forma inmediata.
El derecho a criticar aquellas disposiciones que nos afectan o que nos interpelan es sagrado, pero confundir cr铆tica con deslegitimaci贸n es un error en el que no deber铆amos caer. Este territorio es el propio de aquellos que tienen intereses inconfesables, de aquellos que critican y deslegitiman, que acusan y difaman sin aportar ninguna propuesta alternativa. Como es el de aquellos ciudadanos que siempre se esfuerzan por encontrar problemas a cada soluci贸n que se les proponga.
Lo que tendremos que saber es como de numeroso es este grupo, si es mayoritario o no. Todo induce a pensar que no, que son minoritarios; que el segmento mayoritario de la sociedad es el de la gente sensata que sabe ejercer la cr铆tica sin caer en la deslegitimaci贸n, que se esfuerza por combinar rigor e indulgencia y, sobre todo, que sabe ponerse en lugar del otro.
Aquel grupo para el que todo es negativo; esos que tienen un problema para cada soluci贸n son muy ruidosos y son muy invasivos, as铆 que a veces podemos pensar que son m谩s de los que en realidad son. Ahora que parece que la borrasca sanitaria comienza a aflojar, ahora que empezamos a dar pasos hacia la nueva normalidad que poco a poco iremos descubriendo, ser谩 el momento de comprobar si son, efectivamente, una minor铆a.
En los tiempos dif铆ciles que vivimos, y en los que vamos a vivir, nos convendr铆a saber mezclar rigor e indulgencia, seguramente a partes iguales. Y aplicarlas a los dem谩s y, tambi茅n, auto aplic谩rnoslas. Todos, o la inmensa mayor铆a, tenemos dificultades para continuar respirando con normalidad cuando las incertidumbres y los miedos campan a sus anchas a nuestro alrededor.
Sabemos, tambi茅n es cierto, que hay un segmento del personal que no duda, que est谩 cargado de conocimientos y de certezas, que unen la condici贸n de peritos especialistas en cualquier tema y de jueces implacablemente justicieros. Es por ello que no dudan en irrumpir en el escenario p煤blico con formas, incluso, de violencia verbal. Insultan y descalifican a diestro y siniestro, pero especialmente a aquellos que tienen responsabilidades de tomar decisiones que nos afectan a todos. Son aquel grupo de hombres y mujeres que, podr铆amos decirlo as铆, tienen un problema para cada soluci贸n.
Ha circulado por las redes un esquema, cuya paternidad ignoro, extraordinariamente sint茅tico pero muy expl铆cito de lo que podr铆a ser la carta de navegaci贸n que est谩n usando desde hace semanas tanto el Partido Popular como Vox; un guion que podr铆a haber sido creado en la FAES que dirige Aznar, un organismo que suministra teor铆a los dos partidos. Adem谩s, el cuadro constituye una especie de manual de funciones para aquellas personas que pueden ofrecer un problema a cualquier soluci贸n que se les d茅.
En esta hoja de ruta se formulan seis preguntas y se proponen doce respuestas, dos por cada una de aquellas. Veamos como muestra un par de ellas.
Pregunta 1: ¿Se levantar谩 el estado de alarma? Si la respuesta es No, la r茅plica ser谩: " ¡Irresponsable, genocida, comunista, bolivariano, piensa en las vidas!". Paralelamente, si la respuesta es S铆, la r茅plica tambi茅n ser谩 negativa: "¡Va contra los derechos humanos, la democracia y la libertad!. ¡Dictador!".
Pregunta 2: ¿Vuelven los trabajadores a la actividad? Si la respuesta es No, la r茅plica ser谩 “¡Empobrecer谩s al pa铆s por generaciones. Zapatero 2.0!" Paralelamente, si la respuesta es S铆, la r茅plica tambi茅n ser谩 negativa: "¡Antepone la econom铆a a la salud! ¡Tirano, nos env铆a al gulag!".
Cualquiera que sea la pregunta, siempre la respuesta es condenatoria. Igualmente ocurre con las otras cuatro preguntas en cuanto a decisiones a tomar por el Ejecutivo: ¿Pueden salir los ni帽os en la calle? ¿Va a pagar alguna renta universal? ¿Deja a las autonom铆as en libertad? ¿Toma las medidas seg煤n datos y consensua? Si la respuesta es No, mal; si es S铆, tambi茅n mal.
Dejemos de lado por un momento a los pol铆ticos profesionales, y pensemos en aquel contingente de ciudadanos que, por diversas razones, siempre juegan a la contra, siempre tienen la raz贸n al completo, siempre basan sus posiciones en la deslegitimaci贸n de quienes no piensan como ellos y, en paralelo, arrancan de unos supuestos conocimientos que en ning煤n caso demuestran. No somos pocos los que nos lo preguntamos: ¿qu茅 les pasa a estas personas?
M谩s all谩 de las razones de matriz ideol贸gica o partidaria, estos ciudadanos muestran una hiriente incapacidad para ponerse en el lugar de los que han de tomar decisiones que afectan a millones de personas, y deben hacerlo eligiendo las m谩s de las veces entre una opci贸n mala y otra peor. ¿Qui茅n, en estos momentos turbulentos quisiera ser alcalde, consejero o presidente de nada? ¿Qui茅n querr铆a ser responsable de una peque帽a o de una gran empresa, con pocos o muchos trabajadores a su cargo? ¿Quien quisiera dirigir un hospital? ¿Qui茅n querr铆a ser rector de una universidad?
Los ciudadanos que no tenemos que tomar grandes decisiones deber铆amos ser m谩s comprensivos con los que s铆 tienen responsabilidades de gran calado, y deber铆amos saber combinar rigor e indulgencia de forma equilibrada. La realidad no puede gestionarse con silogismos o con esquemas binarios; la realidad es un complicad铆simo polinomio que no puede abordarse desde la tonter铆a de creer que todo lo deseable es posible y, adem谩s, lo es de forma inmediata.
El derecho a criticar aquellas disposiciones que nos afectan o que nos interpelan es sagrado, pero confundir cr铆tica con deslegitimaci贸n es un error en el que no deber铆amos caer. Este territorio es el propio de aquellos que tienen intereses inconfesables, de aquellos que critican y deslegitiman, que acusan y difaman sin aportar ninguna propuesta alternativa. Como es el de aquellos ciudadanos que siempre se esfuerzan por encontrar problemas a cada soluci贸n que se les proponga.
Lo que tendremos que saber es como de numeroso es este grupo, si es mayoritario o no. Todo induce a pensar que no, que son minoritarios; que el segmento mayoritario de la sociedad es el de la gente sensata que sabe ejercer la cr铆tica sin caer en la deslegitimaci贸n, que se esfuerza por combinar rigor e indulgencia y, sobre todo, que sabe ponerse en lugar del otro.
Aquel grupo para el que todo es negativo; esos que tienen un problema para cada soluci贸n son muy ruidosos y son muy invasivos, as铆 que a veces podemos pensar que son m谩s de los que en realidad son. Ahora que parece que la borrasca sanitaria comienza a aflojar, ahora que empezamos a dar pasos hacia la nueva normalidad que poco a poco iremos descubriendo, ser谩 el momento de comprobar si son, efectivamente, una minor铆a.