Por Enric Llopis, Resumen Latinoamericano
“Tremendo, tan peque帽o y tan tozudo ya”, desobediente, el ni帽o Jacob Flanders aparece en una playa de la costa de Cornualles con su madre –Betty Flanders (viuda, madre de tres chicos y en relaciones con un capit谩n casado, muy puntual y tullido tras haber servido a la patria)-, y uno de sus hermanos, Archer. Jacob se lleva a casa una quijada de carnero de grandes dientes amarillos, con la que se duerme a los pies de la cama. Adem谩s cazaba mariposas y, cuando el se帽or Floyd, su maestro de lat铆n, se despidi贸 y dej贸 a los hermanos un objeto de recuerdo, Jacob Flanders escogi贸 las obras de Byron.
En octubre de 1906, a los 19 a帽os, el muchacho fue a estudiar a Cambridge; en el servicio religioso, capilla del King’s College, reinaba el estricto orden; y en cuanto a los sacerdotes del saber (los profesores de griego, ciencia y filosof铆a), Virginia Woolf –autora de la novela El cuarto de Jacob– describe de este modo al viejo Huxtable, encorvado y con la toga magisterial: “Despu茅s de cambiarse las ropas con met贸dica precisi贸n de reloj, se hundi贸 en un sill贸n; llen贸 la pipa; cogi贸 un texto; cruz贸 los pies; y sac贸 las gafas. Entonces la carne de su cara cay贸, igual que si se hubieran retirado los elementos que la sosten铆an”. Mientras, Jacob fumaba en una habitaci贸n y su compa帽ero Durrant miraba un mapa.
Antes, en un almuerzo con cuatro estudiantes en casa de la familia Plumer, en villa Waverley, los se帽ores se preguntaban –tras un silencio largo de cinco minutos- si en el men煤 era m谩s importante la carne de cordero que la salsa de menta, y los comensales ten铆an que medir el ritmo de la comida pese a que Jacob ten铆a un “hambre infernal”; horrorizado, el protagonista busc贸 en la calle un espacio de libertad, por ejemplo en una mata de lilas o una bicicleta.
Londres es una ciudad “vieja, pecadora y mayest谩tica”, escribe la autora y, “tal como algunos creen, la ciudad ama a sus prostitutas”. El contrapunto se situaba en la 脫pera, por la que pululaban caballeros calvos con bastones de pu帽o de oro: “Cuando una mano regia, unida a un cuerpo invisible, aparec铆a desliz谩ndose y retiraba el ramillete rojo y blanco que reposaba en la repisa escarlata, la reina de Inglaterra parec铆a algo por lo que bien se pod铆a morir”. Jacob agradaba a Clara Durrant, p谩lida, de origen burgu茅s y “maravillosamente hermosa”, pero tambi茅n a Florinda, sola en el mundo, sin apellido y en ocasiones princesa, “principalmente cuando estaba borracha”.
“Cuando Virginia Woolf (1882-1941) afirm贸 que el realismo a lo Arnold Benett s贸lo prestaba atenci贸n a la superficie, hab铆a demostrado ya, dos a帽os antes, en 1922, con El cuarto de Jacob, su capacidad de llegar a m谩s hondas realidades”, destacaba la Editorial Lumen, que public贸 la versi贸n castellana en 1977 (traducci贸n de Andr茅s Bosch). Jacob Flanders muere en la Primera Guerra Mundial. Losada edit贸 la novela en 2015, con pr贸logo y traducci贸n de Pablo Ingberg; la nota editorial relacionaba el apellido del joven con Flandes, regi贸n de B茅lgica en la que el ej茅rcito brit谩nico acumul贸 numerosas bajas durante la “gran guerra”; adem谩s el sentido de El cuarto de Jacob reside en un espacio –la habitaci贸n- que se queda vac铆o, inhabitado; y en “la narraci贸n sin centro”. De hecho el lector conoce a Jacob por la mirada de otros actores, principalmente mujeres, hasta que viaja a Italia y Grecia, resalt贸 el sello Piel de Zapa al editar en 2012 la novela (la tercera de la autora, tras Fin de viaje en 1915 y Noche y d铆a en 1919, y con la que se introdujo en el modernismo).
Entre las obras de Adeline Virginia Stephen figuran La se帽ora Dalloway (1925), Al faro (1927), Orlando (1928), Las olas (1931), Los a帽os (1937) y Entre Actos (1941). La autora brit谩nica form贸 parte del c铆rculo de intelectuales y artistas de Bloomsbury (Londres), al que tambi茅n pertenecieron economistas como J.M. Keynes, el fil贸sofo George Moore, el hispanista Gerald Brenan o el novelista E. M. Forster, autor de Pasaje a la India.
En los Diarios, Virginia Woolf da cuenta de su experiencia vital y narrativa; as铆, escribe el 7 de noviembre de 1928 sobre Al faro: “La primera parte sali贸 fluida y, ¡c贸mo escrib铆a y escrib铆a! ¿Deber铆a ahora frenar y consolidar, m谩s al estilo de Dalloway y El cuarto de Jacob? M谩s bien creo que el resultado ser谩n libros que den paso a otros libros: una variedad de estilos y temas; porque, despu茅s de todo, 茅se es mi temperamento, creo: estar muy poco convencida de la verdad de nada (…), seguir siempre, ciegamente, instintivamente, con la sensaci贸n de saltar de un precipicio, la llamada de… la llamada de…” (Siruela, 1993, traducci贸n de Maribel de Juan).
En el relato de este d铆a, Virginia Woolf caracteriz贸 a su amiga, Vita Sackville-West, con quien mantuvo una relaci贸n sentimental, como “una l谩mpara o una antorcha en medio de este mezquino reino burgu茅s” (en 1912 la tambi茅n periodista y ensayista hab铆a contra铆do matrimonio con el escritor Leonard Woolf; fundaron una editorial influyente, Hogarth Press, que public贸 obras de ambos, del grupo de Bloomsbury y otras de Freud, T.S. Eliot as铆 como traducciones). El 23 de noviembre de 1926 apuntaba en su diario la autora de Las falenas: “La vida es, como he dicho desde que ten铆a 10 a帽os, terriblemente interesante –en todo caso, m谩s r谩pida, m谩s intensa a los 44 que a los 24- tambi茅n m谩s desesperada, supongo, a medida que el r铆o se precipita hacia Ni谩gara: mi nueva visi贸n de la muerte; activa, positiva, como todo lo dem谩s, emocionante; y de gran importancia, como experiencia”. En marzo de 1941, aquejada de una enfermedad mental, se quit贸 la vida ahog谩ndose en el r铆o Ouse (Sussex, Inglaterra).
Un cuarto propio (horas y HORAS, 2003, traducci贸n de Mar铆a Milagros Rivera Garretas) vio la luz en Inglaterra y Estados Unidos en octubre de 1929; Virginia Woolf auguraba la amabilidad de la prensa hacia este ensayo, aunque “tambi茅n se me acusar谩 de feminista y, de forma velada, de lesbiana”; dos meses despu茅s celebraba el 茅xito de ventas (“creo que hemos vendido 5.500; y nuestra renta del a帽o que viene ya est谩 cubierta”). Un cuarto propio surge de dos conferencias impartidas en los colegios universitarios para mujeres de Cambridge. La tesis central no implica una respuesta cerrada y definitiva; consiste en que una mujer necesita dinero -500 libras anuales- y una habitaci贸n propia –con cerradura en la puerta- para poder escribir novelas y poes铆a.
Porque la libertad intelectual (las mujeres han tenido menos que los hijos de las esclavas de Atenas, afirma la novelista) depende del sustento econ贸mico, y las mujeres han sido pobres “desde el principio de los tiempos” (a esto se a帽ade la funci贸n de espejo que se les ha atribuido hist贸ricamente para reflejar –muy engrandecida- la figura del hombre y una supuesta inferioridad de ellas; esto puede relacionarse, a帽ade la escritora, con el desprecio hacia la mujer de personajes como Napole贸n, Mussolini o los patriarcas que conquistan y gobiernan). De modo que para escribir cualquier tipo de libros – no s贸lo novelas, tambi茅n de investigaci贸n, arte, ciencia o filosof铆a-, el dinero permite viajar, el ocio, contemplar el mundo y holgazanear por las calles “dejando que el hilo del pensamiento cale hondamente en la corriente”.
Virginia Woolf defiende en Un cuarto propio, adem谩s, la independencia radical de las escritoras: “Sacrificar un solo 谩pice de tu visi贸n, un matiz de su color, en deferencia a un director con una copa de plata en la mano o a un profesor con una vara de medir en la manga, es la traici贸n m谩s abyecta”. ¿D贸nde hallar谩n las autoras los materiales que conforman la realidad, para as铆 poder comunicarla? En un camino polvoriento, un trozo de peri贸dico por la calle, un narciso al sol, andando hacia casa bajo las estrellas o en un autob煤s, entre el estruendo de Piccadilly (Londres). Esto es as铆, resume, porque la novela no es como la ciencia, sino “una telara帽a, ligada, muy levemente quiz谩, pero ligada siempre a la vida por sus cuatro costados”. Aunque a menudo casi no se perciba este v铆nculo.
http://www.resumenlatinoamericano.org/2020/06/25/cultura-el-cuarto-de-jacob-la-novela-y-la-vida-en-virginia-woolf/