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Final del curso universitario: balance y perspectivas de futuro

OPINI脫N  de Joan del Alc脿zar

El curso acad茅mico ha sido tan extraordinario como sabemos, y no hay que explicar hasta qu茅 punto ha puesto a la universidad patas arriba. La crisis sanitaria ha provocado en las instituciones acad茅micas unos da帽os que hoy por hoy es prematuro evaluar. Por un lado, el maldito virus ha acabado con la vida de valiosos compa帽eros. Por otro, hay que tener cuidado con el traumatismo que han sufrido la docencia, la investigaci贸n y su transferencia, as铆 como la capacidad de generar cultura de las instituciones de ense帽anza superior.

En cuanto a los da帽os provocados, unos son ya bien tangibles, pero seguramente las peores consecuencias del impacto de la crisis sanitaria sobre el sistema universitario ser谩n m谩s visibles a medio plazo.

Lo primero que hay que decir en cuanto al balance del curso que ahora finaliza es que los responsables universitarios han hecho -dig谩moslo con car谩cter general- lo mejor que han podido lo mejor que han sabido. No creo que haya que haber tenido responsabilidades de gesti贸n universitaria para ser conscientes de lo que ha significado la pandemia para los equipos de direcci贸n de los departamentos, de las facultades o de las propias universidades. ¿Qui茅n ten铆a un protocolo establecido para dar respuestas efectivas y r谩pidas a la nueva situaci贸n?

Ha habido y habr谩 errores, contradicciones, insuficiencias y d茅ficits de funcionamiento, pero hay que ser solidarios y comprensivos con los responsables acad茅micos.

Casi de la noche a la ma帽ana tuvieron que improvisarse medidas para convertir unas universidades presenciales en algo m谩s o menos parecidas a una universidad a distancia. Se han tenido que generar con urgencia materiales docentes y se han tenido que poner en marcha nuevas formas de transmisi贸n de conocimientos, as铆 como se han tenido que desarrollar nuevas formas de relaci贸n entre los estudiantes y los profesores, entre los mismos estudiantes y tambi茅n entre los propios profesores.

Tenemos herramientas poderosas para la docencia, para el control de la gesti贸n docente y administrativa as铆 como otros recursos que, a pesar de su validez, estaban dise帽ados y programados para usarlos como herramientas secundarias y no centrales y exclusivas, que es en lo que hemos tenido que convertirlas.

Hemos hecho todos, profesores, personal no docente y estudiantes, de la necesidad virtud. Hemos intentado minimizar los da帽os mientras hac铆amos lo posible para sacar el m谩ximo provecho de las cosas positivas. Los miembros del personal docente y del personal de administraci贸n y servicios hemos mantenido el motor universitario en marcha, a pesar de las inmensas limitaciones.

Con todo, entiendo que lo m谩s duro y dif铆cil de evaluar, sin embargo, es lo que ha significado y significar谩 como efecto duradero la ruptura, la desaparici贸n de las relaciones interpersonales entre profesores y estudiantes y entre los propios estudiantes.

Un ejemplo iluminar谩 lo que digo. Doy clase, durante un mismo curso acad茅mico, a estudiantes de primer a帽o y a estudiantes de m谩ster; es decir, a los reclutas y a los m谩s veteranos, y son los primeros los que m谩s me han preocupado y los que m谩s me preocupan para el pr贸ximo curso.

Empec茅 con los reci茅n llegados en el segundo cuatrimestre, a finales de enero; osea que apenas tuvimos un mes y medio de clases hasta que se tuvo que cerrar la Facultad.

Como he hecho desde hace a帽os con los que acaban de aterrizar en las aulas de la Universidad, les propuse combinar trabajo individual y trabajo en grupo. En cuanto al segundo mi objetivo -y as铆 lo expliqu茅- es que aprendan a colaborar con otros, a comprometerse con otros, a ense帽arse observando a los otros; que incorporen la buena praxis que significa planificar, dise帽ar y ejecutar una tarea acad茅mica razonando, argumentando y cediendo ante el grupo. Generalmente esta propuesta da buenos resultados.

Este a帽o tengo que reconocer que los resultados han sido m谩s que decepcionantes. En algunos casos, terriblemente decepcionantes. ¿C贸mo explic谩rmelo?

Es cierto que ni se han podido reunir entre ellos, ni tampoco conmigo como ha sido habitual en cursos anteriores. En resumidas cuentas, creo que tres razones explican lo que ha pasado: el contacto digital es un suced谩neo de poca calidad en comparaci贸n con el contacto personal; la realidad individual y familiar de los estudiantes es extraordinariamente diversa, y unos gozan de unas condiciones tecnol贸gicas, log铆sticas o de pura intendencia que otros ni sue帽an; la relaci贸n con el profesor cambia de forma radical, y la distancia que nos separa por definici贸n se ha hecho -con unos estudiantes m谩s que con otros- m谩s amplia.

En la adaptaci贸n de los nuevos estudiantes a la universidad pesa, y mucho, el curr铆culo vital de cada uno, y no s贸lo el acad茅mico. De forma que, en una misma aula, en un mismo grupo, el nivel de los estudiantes puede llegar a ser sorprendentemente distinto. Con la colaboraci贸n, con el trabajo en com煤n, con la proximidad, esa distancia tiende a reducirse. Con la pandemia, con el aislamiento individual, se ha ensanchado. He le铆do trabajos magn铆ficos, muy pocos. La mayor铆a, sin embargo, han resultado decepcionantes, preocupantes y, en alg煤n caso, alarmantes.

La universitaria, como cualquier otra etapa formativa no es simplemente transmisi贸n y recepci贸n de conocimientos. Por ello mi apuesta por la universidad presencial es irreducible. La formaci贸n a distancia es necesaria, pero no es ni la deseable ni la aconsejable, al menos en condiciones que dir铆amos normales.



El balance, entonces -hablando de docencia, que la investigaci贸n es otro cantar- es que, como ya he dicho, tambi茅n profesores y estudiantes s贸lo hemos podido hacer con car谩cter general lo mejor que hemos podido lo mejor que hemos sabido.

No obstante, me asusta pensar en el pr贸ximo curso. No s贸lo por c贸mo nos organizaremos, por c贸mo ser谩n los grupos; por c贸mo combinaremos docencia presencial y docencia on line; por c贸mo haremos frente a la sobrecarga que esto va a representar para toda la comunidad universitaria; por como tendremos cuidado con la distancia interpersonal; por c贸mo haremos para ventilar y para limpiar las aulas y los espacios comunes; por c贸mo se pagar谩n los nuevos gastos que todo esto origina; por c贸mo se ensanchar谩n las distancias entre unos estudiantes y otros en funci贸n del nivel de recursos familiares; por c贸mo responderemos al reto con una plantilla de profesionales -docentes y no docentes- envejecida por la dureza de la tasa de reposici贸n cero de los a帽os del austericidio.

¿Cu谩l es el volumen de los profesionales universitarios que deben ser considerados personal de riesgo? Cu谩ndo se habla de semi presencialidad, ¿se habla s贸lo de los estudiantes, o se incluye al personal docente e investigador y el personal de administraci贸n y servicios? Si es as铆, ¿podremos atender con las plantillas diezmadas las necesidades imprescindibles para funcionar con unos niveles de calidad aceptables?

¿Pesimismo de la raz贸n, optimismo de la voluntad? Ya nos apa帽aremos, pero no va a ser f谩cil, as铆 que desde ahora convendr铆a que asumi茅ramos que la coyuntura es muy compleja, adem谩s de peligrosa, y que -como tradicionalmente propongo a los estudiantes-, ser谩 necesario que reforcemos nuestra voluntad de colaborar m谩s y mejor con los otros, de comprometernos m谩s y mejor con los otros, y de aprender de los otros en el esfuerzo colectivo para minimizar los da帽os que la pandemia le est谩 originando la universidad.

Sin embargo, asumamos que haremos lo que haga falta para paliar la situaci贸n provocada por la pandemia, pero que en el mejor de los casos s贸lo podremos hacer eso: paliarla.

Adem谩s, no ser谩 suficiente con buena voluntad y ganas de hacerlo bien por parte de los universitarios. Tambi茅n ser谩n necesarios recursos econ贸micos, inversi贸n en el sistema p煤blico de formaci贸n superior. Ahora, cuando todo el mundo pide ayudas y subvenciones al Estado, ser谩 necesario que este valore y destine recursos suficientes para sostener y mejorar las universidades p煤blicas. Estas son una pieza b谩sica e insustituible para cualquier sociedad avanzada.















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