OPINI脫N de Jorge Majfud
(breve tratado de pol铆tica internacional y de historia dom茅stica)
La primera ma帽ana de casados, el hombre termin贸 su caf茅 y mir贸 a su esposa que miraba por la ventana. No s贸lo la casa era nueva para ella. La ciudad tambi茅n.
—No te recomiendo que salgas a la calle sola —le dijo el hombre—. Es muy peligrosa.
La mujer se dio vuelta sorprendida y, luego de descartar varias palabras, dijo:
—¿Podemos salir juntos esta ma帽ana?
El hombre afirm贸 con la cabeza.
Durante toda la semana, el hombre y la mujer salieron cada ma帽ana despu茅s del desayuno. Siempre caminaban hacia el norte, por las calles m谩s sucias de la ciudad, y regresaban por la tarde.
El segundo lunes, el hombre debi贸 volver al trabajo y, apenas termin贸 el desayuno, volvi贸 a decirle a su mujer:
—No salgas a la calle sola. Es muy peligrosa.
Esta vez no era una recomendaci贸n.
La joven se qued贸 pensando que se iba a quedar en la casa todo el d铆a, al menos hasta que su esposo regresara por la noche. Pero por la noche la ciudad deb铆a ser a煤n m谩s peligrosa.
—¿Y ma帽ana? —pregunt贸 la mujer.
—Ma帽ana ser谩 la misma ciudad. Es muy peligroso para una mujer como t煤 salir sola a la calle. Te golpear谩n para robarte y sabe Dios si no te secuestran tambi茅n.
La mujer permaneci贸 en la casa una, dos, tres semanas. A la cuarta, un d铆a viernes por la ma帽ana, sali贸. No fue muy lejos. Le bastaba con mirar las vidrieras de las tiendas del barrio. Como la gente parec铆a m谩s bien tranquila, se atrevi贸 a cruzar la calle y camin贸 una cuadra hacia el sur, hasta un sal贸n de belleza. Mientras miraba a las clientas por la vidriera, todas mayores que ella, todas mujeres de ciudad, sinti贸 una mano fr铆a que la tomaba del brazo y la conduc铆a a la fuerza hacia un callej贸n que no hab铆a visto antes.
Era su esposo. Sin que mediara una palabra, la golpe贸 en el rostro, una, dos, tres veces, hasta que un peque帽o hilo de sangre baj贸 por su nariz.
—Te dije que no salieras sola a la calle —dijo el hombre—, pero no me cre铆ste. ¿Qu茅 confianza puede haber entre nosotros si no me crees? Es muy peligroso para una mujer como t煤 salir sola a la calle. Te golpear谩n y sabe Dios si no te secuestran tambi茅n.
(breve tratado de pol铆tica internacional y de historia dom茅stica)
La primera ma帽ana de casados, el hombre termin贸 su caf茅 y mir贸 a su esposa que miraba por la ventana. No s贸lo la casa era nueva para ella. La ciudad tambi茅n.
—No te recomiendo que salgas a la calle sola —le dijo el hombre—. Es muy peligrosa.
La mujer se dio vuelta sorprendida y, luego de descartar varias palabras, dijo:
—¿Podemos salir juntos esta ma帽ana?
El hombre afirm贸 con la cabeza.
Durante toda la semana, el hombre y la mujer salieron cada ma帽ana despu茅s del desayuno. Siempre caminaban hacia el norte, por las calles m谩s sucias de la ciudad, y regresaban por la tarde.
El segundo lunes, el hombre debi贸 volver al trabajo y, apenas termin贸 el desayuno, volvi贸 a decirle a su mujer:
—No salgas a la calle sola. Es muy peligrosa.
Esta vez no era una recomendaci贸n.
La joven se qued贸 pensando que se iba a quedar en la casa todo el d铆a, al menos hasta que su esposo regresara por la noche. Pero por la noche la ciudad deb铆a ser a煤n m谩s peligrosa.
—¿Y ma帽ana? —pregunt贸 la mujer.
—Ma帽ana ser谩 la misma ciudad. Es muy peligroso para una mujer como t煤 salir sola a la calle. Te golpear谩n para robarte y sabe Dios si no te secuestran tambi茅n.
La mujer permaneci贸 en la casa una, dos, tres semanas. A la cuarta, un d铆a viernes por la ma帽ana, sali贸. No fue muy lejos. Le bastaba con mirar las vidrieras de las tiendas del barrio. Como la gente parec铆a m谩s bien tranquila, se atrevi贸 a cruzar la calle y camin贸 una cuadra hacia el sur, hasta un sal贸n de belleza. Mientras miraba a las clientas por la vidriera, todas mayores que ella, todas mujeres de ciudad, sinti贸 una mano fr铆a que la tomaba del brazo y la conduc铆a a la fuerza hacia un callej贸n que no hab铆a visto antes.
Era su esposo. Sin que mediara una palabra, la golpe贸 en el rostro, una, dos, tres veces, hasta que un peque帽o hilo de sangre baj贸 por su nariz.
—Te dije que no salieras sola a la calle —dijo el hombre—, pero no me cre铆ste. ¿Qu茅 confianza puede haber entre nosotros si no me crees? Es muy peligroso para una mujer como t煤 salir sola a la calle. Te golpear谩n y sabe Dios si no te secuestran tambi茅n.
