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La concentración de medios de comunicación en Madrid: ¿se priva España de visiones más amplias?


Sergio Hernández-Ranera Sánchez


La capital de España alberga los principales medios de comunicación, que emiten un mensaje distinguido por su centralidad. La futura actualización de la ley de medios no aborda esta cuestión, pero los expertos minimizan su incidencia; el aspecto empresarial y no el geográfico sería el dominante en un panorama dominado por las nuevas tecnologías.




Las dinámicas económicas que distinguen a Madrid en buena parte se deben a la influencia que ejerce su condición de capital del Estado. Una economía, de industria mayoritariamente ligada al sector servicios, que en los últimos tiempos también suscita debates en torno al régimen fiscal vigente en la Comunidad de Madrid que la grava.

Esta condición de capitalidad contribuye a una concentración de poder no solo de carácter institucional y político; también de naturaleza económica y financiera. Diversos autores afirman que la conjunción de políticas del sector público del Estado y del Gobierno de la Comunidad de Madrid ayuda decisivamente a reunir población, renta y riqueza, un proceso que la actividad privada potencia. Así se desprende de un informe elaborado en 2020 por el Laboratorio de Análisis de Política Públicas, un grupo de investigación del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE).

Una de las expresiones visibles de esta concentración de poderes atañe a los medios de comunicación, cuyas centrales están cada vez más radicadas en Madrid. Las principales cadenas de televisión y radio, productoras audiovisuales y medios escritos están allí. Es más, la tendencia de los últimos años, de crisis del sector, confirma la eliminación de delegaciones territoriales en las regiones al tiempo que se protegen las redacciones centrales.

El centro emisor: ¿geográfico o empresarial?

Una de los efectos es que Madrid ejerce de eje radial del que se impregnan las informaciones, sobre todo de carácter nacional. Lo que pasa, pasa en Madrid y se hace difícil substraerse de este modo de elaborar los mensajes, circunstancia que provocaría una falta de lo que algunos expertos denominan "visión periférica".

El consumo mediático, dominado en España por las empresas televisivas con base en Madrid, puede contribuir a este enfoque central. Los grupos privados Mediaset y Atresmedia abarcan el 83% del mercado publicitario y el 55,9% de audiencia en octubre, dato que asciende hasta casi el 80% si se suma el ente público TVE. En radio, por este orden, SER, COPE, Onda Cero y la estatal RNE dominan las ondas herzianas, salvo en Cataluña.Para el periodista y ensayista Pascual Serrano, la concentración de los medios de comunicación españoles no atañe a una cuestión geográfica, sino empresarial. "Si el 80% de la publicidad se concentra en solo dos empresas televisivas, es irrelevante que se encuentren las dos en Madrid o que una esté en Madrid y la otra en Barcelona". Según explica a Sputnik, "parece que, en lugar de poner el foco en las concentraciones de poder en pocas personas, se quiere señalar que la concentración es territorial".

"El poder de los medios, como el de los bancos, el de las empresas energéticas o las de telecomunicaciones, está concentrado en muy pocas empresas. Y la mayoría están en Madrid, tampoco tendría mucha trascendencia que estuviesen algunas más en Barcelona. Por supuesto, es impensable que estuvieran en ningún otro tercer lugar".

Y dentro del reparto mediático, las cadenas de televisión autonómicas apenas captan un 8,5% de cuota de pantalla. "No han conseguido buenos índices de audiencia porque la mayoría son sencillamente malas, serviles para los políticos locales, provincianas en sus contenidos y clientelares en sus contrataciones", subraya.

Enhorabuena @javigomezTV por haber ayudado a recuperar la credibilidad de unos informáticos maltrechos por la apropiación de quienes la saquearon. Mucha suerte a ti y todo el apoyo a una Telemadrid de calidad e independiente. https://t.co/l56QlEbGvY— Hugo Martínez Abarca 🌻🇪🇺 (@hugomabarca) July 12, 2019
¿Se pierden puntos de vista?

Para un Estado organizado en 17 territorios autónomos y cuyas tensiones se han evidenciado en los últimos años, la sobrerrepresentación de Madrid en el mensaje comunicativo puede suponer para algunos un motivo de agravio o incluso de queja política. El centralismo informativo puede privar de una visión más amplia en la que se vean reflejadas las audiencias periféricas.

A juicio de Pascual Serrano, es legítimo plantearse si los contenidos quedan afectados producto de esa concentración. "Probablemente suceda, pero no tanto porque la sede central esté en Madrid, sino porque no hay una buena red de corresponsales; es decir, porque su política de recorte de gastos les impide una buena cobertura". Es una crítica imputable a empresas públicas "como RTVE", pero "inútil en el caso de empresas privadas".En el caso de la prensa escrita en papel una de las consecuencias derivadas de la crisis económica desatada a partir de 2008 fue cerrar delegaciones en provincias, cosa que hicieron El País, El Mundo y ABC. Esta desaparición de las redacciones territoriales de los grandes medios en provincias ha contribuido a la pérdida de la "visión periférica de la realidad", explica a La Vanguardia Joan Oleaque, decano de la facultad de Artes, Humanidades y Comunicación de la Universidad Internacional de Valencia. "Algo que es totalmente necesario para tener todos los puntos de vista".

En este contexto, los archipiélagos y muchas provincias pueden llegar a sentirse un mundo aparte, no incluido en el de la realidad mediatizada. Sin embargo, Pascual Serrano recuerda que, a veces, "el problema puede ser de los ciudadanos que se encierran en su burbuja local y no saben apreciar la trascendencia de lo lejano"."Siempre habrá centros de información ligados a los centros de decisión política (la capitalidad de un Estado) o de decisión económica, deportiva", señala Manuel Sánchez de Diego, profesor de Derecho de la Información en la Universidad Complutense de Madrid. En declaraciones a Sputnik, este docente afirma que "gracias a las tecnologías de la información" el tiempo y el emplazamiento desde el que operan estos centros informativos, "se rompen". "En general", explica, "lo que se ha producido es una transformación importante en la forma en que se informa la gente", más allá de la producción de información con un carácter determinado, pues esta se elige:
"Más que hablar de medios audiovisuales tradicionales hay que referirse a nuevos espacios de comunicación en donde la imagen, el sonido y el texto se mezclan para ofrecer en una pantalla de ordenador, una tablet o un smartphone aquella información que los ciudadanos demandan".
La nueva ley

La futura Ley General de Comunicación Audiovisual, de la que su anteproyecto concluyó el 3 de diciembre la fase de su exposición pública para recoger aportaciones, será una actualización de la legislación vigente atendiendo a la realidad del mercado, donde las nuevas tecnologías digitales de comunicación impulsan diferentes servicios audiovisuales.El principal cambio se dará en la contribución financiera para promocionar obras audiovisuales europeas. Al igual que los operadores televisivos, las plataformas de streaming también quedarán obligadas a financiar cine europeo o al Fondo de Protección de la Cinematografía con el 5% de su recaudación en el mercado español siempre y cuando estos ingresos superen los 10 millones de euros anuales. Los prestadores de servicios con una facturación superior a los 50 millones, además, destinarán un mínimo del 40% de esa contribución a financiar películas cinematográficas de productores independientes de cualquier género en cualquiera de las lenguas oficiales de España.

El texto legal prevé un refuerzo de la protección de menores contra contenidos perjudiciales. La emisión de contenidos y publicidad de esoterismo, juego y paraciencia quedará limitada a la franja de madrugada, entre las 1:00 y las 5:00 horas, y afectará a prestadores de servicios de televisión lineal y los de servicios a petición. "Hay aspectos importantes de la actual ley que deberían recogerse, aunque a veces se han incumplido y es posible que en el nuevo modelo sea aún más difícil que se cumplan", advierte Manuel Sánchez de Diego.
"Por ejemplo, el derecho a una comunicación transparente (artículo 6 de la Ley 7/2010, de 31 de marzo, General de la Comunicación Audiovisual) sobre la identidad de quien comunica, sobre la programación, sobre la diferenciación entre publicidad e información; y sobre la limitación de tiempo de la publicidad, el uso y abuso de la información proporcionada por los propios usuarios y todo lo que ello implica de protección de datos personales".La futura ley de medios seguirá reservando al ámbito estatal y no al autonómico la garantía del pluralismo en el mercado audiovisual y la autorregulación de contenidos. Y como concluye Pascual Serrano, "es un principio periodístico de sobra conocido" que la gente se interese por cuestiones que sucedan en su ámbito más próximo. "Para ello tiene que haber medios locales o regionales, Quizás lo que deban exigir es que esos medios sean de calidad y no pedir que en los medios nacionales hablen de sus localidades".

Sputnik




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