Trabajadoras en tiempos del COVID-19: El impacto de la crisis en la ruralidad femenina en Extremadura
Extremadura se encuentra entre las 6 comunidades aut贸nomas con mayor presencia de asociaciones cooperativas agroalimentarias, con 278 cooperativas que suponen un 8,7% del cooperativismo nacional, y sin embargo solo 3 cooperativas, con datos de 2018, ha realizado alguna acci贸n en materia de igualdad y solo hay un 9% de representaci贸n en 贸rganos de decisi贸n del sector.
A煤n siendo cierto que, en estos tiempos, el sector no ha sido de los m谩s afectados a causa de la pandemia, no por ello hemos de obviar que en t茅rminos globales ha sufrido a lo largo del a帽o una ca铆da del PIB de casi el 11%, siendo, por su importancia en la regi贸n, el segundo m谩s afectado por esta crisis, tan s贸lo superado por el sector servicios, que adem谩s se ha visto bastante mermado por el descenso de ocupaci贸n en el 谩mbito del turismo rural.
Como intento de paliar esta situaci贸n, la Junta de Extremadura laz贸 lo que denomina Ayudas LEADER, de car谩cter excepcional, valoradas en alrededor de 3,7 millones de euros. ¿Cu谩l es el problema? Que estas ayudas han sido destinadas a la modernizaci贸n de la maquinaria e iniciativas de negocios que, como es sabido, no est谩n en manos de las mujeres extreme帽as, por lo que no ha repercutido en la estabilidad contractual de las mismas, ni en la eliminaci贸n del suelo pegajoso que en este sector es predominante.
A inicios de la pandemia, la gran dificultad se centr贸 en poder cubrir las necesidades de temporeros que pudiesen acometer las campa帽as de recolecci贸n, y es aqu铆, donde la mujer extreme帽a, se desvel贸 como sector esencial, aunque no debidamente reconocido, ya que, por sus cualidades, suele ser la m谩s contratada en este tipo de trabajos. Adem谩s se reincorpor贸 a las labores del campo, parad贸jicamente, debido a que, al hecho de que en la mayor铆a de las familias el otro progenitor se encontraba en situaci贸n de ERTE, y nosotras pudimos dejar de reducirnos las jornadas por motivos de conciliaci贸n y reingresar al 100% en nuestra jornada habitual.
Es obvio que los peque帽os empleos de las zonas rurales, que suelen estar en manos de las mujeres, se han visto resentidos a causa de la pandemia, teniendo incluso que cerrar muchos establecimientos. Un fen贸meno acrecentado, como no, por la obligaci贸n de haber tenido que hacer frente nuevamente a las tareas del cuidado en estos tiempos, dado que de por s铆 cuentan con muchos menores recursos que las zonas urbanas para poder conciliar.
Realizando una labor, que adem谩s de esencial, ha sido de riesgo elevado, donde las trabajadoras temporeras se encuentran en una situaci贸n de vulnerabilidad por las condiciones higi茅nico-sanitarias de su trabajo, donde el 铆ndice de incidencia de brotes se ha situado en un 15,72%.
La poblaci贸n activa est谩 abandonando a lo largo del a帽o el sector agroalimentario, caracterizado, adem谩s, por una inusitada temporalidad y por tanto, precariedad en el empleo. 脡sta afecta a m谩s del 50% de sus trabajadoras, lo que pone de manifiesto el alto 铆ndice de rotaci贸n del sector.
Estas mujeres, no s贸lo han logrado sacar adelante el trabajo que hab铆a de desempe帽arse, sino que, m谩s all谩 de esto, han incrementado su aportaci贸n, ofreciendo la confecci贸n y reparto de equipos de protecci贸n. Sabiendo que, adem谩s, por las caracter铆sticas de despoblaci贸n de este medio, las escasas infraestructuras y la realizaci贸n de su trabajo en medio abierto, no hace favorable la propagaci贸n del virus, como se ha pretendido anotar, pero s铆 es cierto que debido a los escasos recursos sanitarios, all铆 donde se ha producido, los efectos han sido peores por la ausencia de asistencia sanitaria.
Hemos de tomar estas circunstancias como una oportunidad para reconstruir un mundo rural, con perspectiva de g茅nero, en igualdad real de condiciones y donde nuestra labor, no se circunscriba a la recolecci贸n y los trabajos de base, sino que se apueste realmente por el emprendimiento femenino en el medio rural.
Para ello es imperioso reconducir la formaci贸n y capacitaci贸n de la mujer rural en Extremadura; replantearse la cobertura sociosanitaria de la zona rural y mejorar la red de transporte del medio rural, que han quedado de manifiesto como altamente escasa en estos tiempos de pandemia y, sobre todo, adecuar los estatutos de las cooperativas a la nueva ley.
La COVID-19 nos ha debilitado porque las escasas mujeres que ten铆an cargos han tenido que volver a casa a las tareas del cuidado y sin retribuci贸n econ贸mica, obviamente, en un entorno donde, como en estas zonas rurales, los roles del cuidado est谩n muy marcados. Y por encima de todo, se est谩n ralentizando todos los procesos que se hab铆an iniciado en materia de igualdad en el entorno rural de Extremadura. Esto da la impresi贸n de que, en tiempos de crisis, la igualdad es algo secundario, y nuestro papel en la sociedad rural “puede esperar”.
A estas mujeres que trabajaban en las cooperativas en el mundo agrario, les ha afectado mucho. La doble carga de trabajo del cuidado y el trabajo en la agricultura ha sido muy marcada, entre otras cuestiones, porque la capacidad de teletrabajar no era tan tangible como en las zonas urbanas, debido a la brecha digital existente y a la falta de infraestructuras. Esta infraestructura hay que mejorarla y solventarla de manera inmediata para poder acometer la nueva realidad cual es la venta on line, en tanto en cuanto, las ferias hoy por hoy no van a ser viables.