OPINI脫N de Teodoro Renter铆a Arr贸yave
Al querido y culto colega, licenciado Fernando Irala Burgos, quien 23 de diciembre del a帽o pr贸ximo pasado, me hizo la siguiente erudita aclaraci贸n: “Querido Teodoro, aunque a Garc铆a M谩rquez le descubrieron varios ‘fusiles’ creo que 茅ste no lo consum贸. Esa cita es de El Libro Rojo, de Carl G. Jung. Un abrazo. Se refer铆a al di谩logo del Capit谩n y el ni帽o.
Toda la humanidad est谩 enfrentando, vale el gerundio, la terrible pandemia del covid19, que no cesa, por el contrario los rebrotes contin煤an present谩ndose y con nuevas cepas, sobre todo en los pa铆ses del llamado primer mundo, para ser precisos en Europa, y ahora con el terrible invierno que est谩n sufriendo las naciones del antiguo Continente se trastoca o retrasa hasta la log铆stica de la aplicaci贸n de vacuna.
No pocos amigos, entre ellos en forma particular los colegas, el periodista es “pata de perro” por naturaleza, se desaniman y conversan con el autor de la desesperaci贸n, la desesperanza y la exasperaci贸n que les causa el confinamiento.
Trato de estimularlos, en forma humilde me pongo como ejemplo, el pr贸ximo 19 cumplir茅 10 meses de estar enjaulado. Les dijo que no salgo ni a la banqueta, no traspongo la reja; en casa todos los d铆as me arreglo, nada de no rasurarse o quedarme en pijama, trabajo como siempre, camino dos kil贸metros diarios y pr谩ctico otros ejercicios de sal贸n.
He le铆do como nunca, mucho de lo que ten铆a pendiente; para evitar el cansancio o el aburrimiento voy consumiendo 5 libros a la vez. Por quinta ocasi贸n, como fiel cervantino, estoy leyendo el “Don Quijote de la Mancha”, un cap铆tulo, son cortos y suculentos, ahora con la ayuda de al IPhone, es una maravilla de consulta, si se te atora una palabra ya no tienes que abrir el diccionario de tu preferencia.
Como el di谩logo del Capit谩n y el ni帽o, del Libro Rojo de Carl G. Jung es un valioso pedazo literario que nos puede servir para sobrellevar el confinamiento obligado, lo reproduzco sintetizado nuevamente.
“-Capit谩n, el chico est谩 preocupado y muy agitado debido a la cuarentena que nos han impuesto en el puerto.
-Qu茅 te inquieta, chico? ¿No tienes bastante comida? ¿No duermes bastante?
-No es eso, Capit谩n. No soporto no poder bajar a tierra y no poder abrazar mi familia.
-¿Y si te dejaran bajar y estuvieras contagioso, soportar铆as la culpa de infectar a alguien que no puede aguantar la enfermedad?
-No me lo perdonar铆a nunca, a煤n si, para m铆, han inventado esta peste.
-Puede ser. ¿Pero si no fuese as铆?
-Entiendo lo que quer茅is decir, pero me siento privado de mi libertad, Capit谩n, me han privado de algo.
-Pr铆vate t煤 de algo m谩s.
-Me est谩is tomando el pelo?
-En absoluto. Si te privas de algo sin responder de manera adecuada, has perdido.
-Entonces, seg煤n Usted, si me quitan algo, ¿para vencer debo quitarme alguna cosa m谩s por m铆 mismo?
-As铆 es. Lo hice en la cuarentena hace 7 a帽os.
-¿Y que es lo que os quitaste?”
-Ten铆a que esperar m谩s de 20 d铆as sobre el barco. Eran meses que llevaba esperando llegar al puerto y gozar de la primavera en tierra. Hubo una epidemia. En Port April nos prohibieron bajar. Los primeros d铆as fueron duros. Me sent铆a como vosotros. Luego empec茅 a reaccionar a aquellas imposiciones no utilizando la l贸gica. Sab铆a que tras 21 d铆as de este comportamiento se crea una costumbre, y en vez de lamentarme y crear costumbres desastrosas, empec茅 a portarme de manera diferente a todos los dem谩s. Reflexion茅 sobre aquellos que tienen muchas privaciones cada d铆a de su miserable vida y decid铆 vencer. Empec茅 con el alimento. Me impuse comer la mitad de cuanto com铆a habitualmente, luego empec茅 a seleccionar los alimentos m谩s digeribles, para que no se sobrecargarse mi cuerpo. Pas茅 a nutrirme de alimentos que, por tradici贸n, hab铆an mantenido el hombre en salir.
El paso siguiente fue unir a esto una depuraci贸n de pensamientos malsanos y tener cada vez m谩s pensamientos elevados y nobles. Me impuse leer al menos una p谩gina cada d铆a de un tema que no conoc铆a. Me impuse hacer ejercicios sobre el puente del barco. Un viejo hind煤 me hab铆a dicho a帽os antes, que el cuerpo se potenciaba reteniendo el aliento. Me impuse hacer profundas respiraciones completas cada ma帽ana. Creo que mis pulmones nunca hab铆an llegado a tal capacidad y fuerza. La tarde era la hora de las oraciones, la hora de dar las gracias a una cualquiera entidad por no haberme dado como destino privaciones serias durante toda mi vida.
-¿C贸mo acab贸, Capit谩n?
-Adquir铆 todas aquellas costumbres nuevas. Me dejaron bajar despu茅s de mucho m谩s tiempo del previsto.
-¿Os privaron de la primavera, entonces?
-S铆, aquel a帽o me privaron de la primavera, y de muchas cosas m谩s, pero yo hab铆a florecido igualmente. Me hab铆a llevado la primavera dentro de m铆 y nadie nunca m谩s habr铆a podido quit谩rmela.”
La enciclopedia nos dice “Tras su ruptura con Sigmund Freud, el psiquiatra Carl Gustav Jung entr贸 en una profunda depresi贸n que le provoc贸 brotes psic贸ticos en los que experiment贸 intensas alucinaciones, algunas de las cuales consider贸 tr谩gicas premoniciones. Lejos de amedrentarse ante esa inestable situaci贸n mental, Jung decidi贸 dejar de pensar y ‘abandonarse conscientemente a los impulsos del inconsciente’, hasta averiguar cu谩l era la raz贸n por la que se le hab铆a mostrado esa nueva realidad. La experiencia, adem谩s de alimentar las investigaciones posteriores del suizo y sentar las bases de sus principales teor铆as de la psicolog铆a anal铆tica, dio lugar a uno de los libros m谩s bellos jam谩s creados: ‘El Libro Rojo”, as铆 lo describe Eduardo Bravo en Yorokobu”.
Gracias Fernando Irala Burgos, al contrario de lo que Kempis le hizo al enorme poeta nayarita Amado Nervo, que bien me hiciste, ya empec茅 a leer el “Libro Rojo”. MAGN脤FICA LA LITERATURA PARA ENFRENTAR EL CONFINAMIENTO.
Al querido y culto colega, licenciado Fernando Irala Burgos, quien 23 de diciembre del a帽o pr贸ximo pasado, me hizo la siguiente erudita aclaraci贸n: “Querido Teodoro, aunque a Garc铆a M谩rquez le descubrieron varios ‘fusiles’ creo que 茅ste no lo consum贸. Esa cita es de El Libro Rojo, de Carl G. Jung. Un abrazo. Se refer铆a al di谩logo del Capit谩n y el ni帽o.
Toda la humanidad est谩 enfrentando, vale el gerundio, la terrible pandemia del covid19, que no cesa, por el contrario los rebrotes contin煤an present谩ndose y con nuevas cepas, sobre todo en los pa铆ses del llamado primer mundo, para ser precisos en Europa, y ahora con el terrible invierno que est谩n sufriendo las naciones del antiguo Continente se trastoca o retrasa hasta la log铆stica de la aplicaci贸n de vacuna.
No pocos amigos, entre ellos en forma particular los colegas, el periodista es “pata de perro” por naturaleza, se desaniman y conversan con el autor de la desesperaci贸n, la desesperanza y la exasperaci贸n que les causa el confinamiento.
Trato de estimularlos, en forma humilde me pongo como ejemplo, el pr贸ximo 19 cumplir茅 10 meses de estar enjaulado. Les dijo que no salgo ni a la banqueta, no traspongo la reja; en casa todos los d铆as me arreglo, nada de no rasurarse o quedarme en pijama, trabajo como siempre, camino dos kil贸metros diarios y pr谩ctico otros ejercicios de sal贸n.
He le铆do como nunca, mucho de lo que ten铆a pendiente; para evitar el cansancio o el aburrimiento voy consumiendo 5 libros a la vez. Por quinta ocasi贸n, como fiel cervantino, estoy leyendo el “Don Quijote de la Mancha”, un cap铆tulo, son cortos y suculentos, ahora con la ayuda de al IPhone, es una maravilla de consulta, si se te atora una palabra ya no tienes que abrir el diccionario de tu preferencia.
Como el di谩logo del Capit谩n y el ni帽o, del Libro Rojo de Carl G. Jung es un valioso pedazo literario que nos puede servir para sobrellevar el confinamiento obligado, lo reproduzco sintetizado nuevamente.
“-Capit谩n, el chico est谩 preocupado y muy agitado debido a la cuarentena que nos han impuesto en el puerto.
-Qu茅 te inquieta, chico? ¿No tienes bastante comida? ¿No duermes bastante?
-No es eso, Capit谩n. No soporto no poder bajar a tierra y no poder abrazar mi familia.
-¿Y si te dejaran bajar y estuvieras contagioso, soportar铆as la culpa de infectar a alguien que no puede aguantar la enfermedad?
-No me lo perdonar铆a nunca, a煤n si, para m铆, han inventado esta peste.
-Puede ser. ¿Pero si no fuese as铆?
-Entiendo lo que quer茅is decir, pero me siento privado de mi libertad, Capit谩n, me han privado de algo.
-Pr铆vate t煤 de algo m谩s.
-Me est谩is tomando el pelo?
-En absoluto. Si te privas de algo sin responder de manera adecuada, has perdido.
-Entonces, seg煤n Usted, si me quitan algo, ¿para vencer debo quitarme alguna cosa m谩s por m铆 mismo?
-As铆 es. Lo hice en la cuarentena hace 7 a帽os.
-¿Y que es lo que os quitaste?”
-Ten铆a que esperar m谩s de 20 d铆as sobre el barco. Eran meses que llevaba esperando llegar al puerto y gozar de la primavera en tierra. Hubo una epidemia. En Port April nos prohibieron bajar. Los primeros d铆as fueron duros. Me sent铆a como vosotros. Luego empec茅 a reaccionar a aquellas imposiciones no utilizando la l贸gica. Sab铆a que tras 21 d铆as de este comportamiento se crea una costumbre, y en vez de lamentarme y crear costumbres desastrosas, empec茅 a portarme de manera diferente a todos los dem谩s. Reflexion茅 sobre aquellos que tienen muchas privaciones cada d铆a de su miserable vida y decid铆 vencer. Empec茅 con el alimento. Me impuse comer la mitad de cuanto com铆a habitualmente, luego empec茅 a seleccionar los alimentos m谩s digeribles, para que no se sobrecargarse mi cuerpo. Pas茅 a nutrirme de alimentos que, por tradici贸n, hab铆an mantenido el hombre en salir.
El paso siguiente fue unir a esto una depuraci贸n de pensamientos malsanos y tener cada vez m谩s pensamientos elevados y nobles. Me impuse leer al menos una p谩gina cada d铆a de un tema que no conoc铆a. Me impuse hacer ejercicios sobre el puente del barco. Un viejo hind煤 me hab铆a dicho a帽os antes, que el cuerpo se potenciaba reteniendo el aliento. Me impuse hacer profundas respiraciones completas cada ma帽ana. Creo que mis pulmones nunca hab铆an llegado a tal capacidad y fuerza. La tarde era la hora de las oraciones, la hora de dar las gracias a una cualquiera entidad por no haberme dado como destino privaciones serias durante toda mi vida.
-¿C贸mo acab贸, Capit谩n?
-Adquir铆 todas aquellas costumbres nuevas. Me dejaron bajar despu茅s de mucho m谩s tiempo del previsto.
-¿Os privaron de la primavera, entonces?
-S铆, aquel a帽o me privaron de la primavera, y de muchas cosas m谩s, pero yo hab铆a florecido igualmente. Me hab铆a llevado la primavera dentro de m铆 y nadie nunca m谩s habr铆a podido quit谩rmela.”
La enciclopedia nos dice “Tras su ruptura con Sigmund Freud, el psiquiatra Carl Gustav Jung entr贸 en una profunda depresi贸n que le provoc贸 brotes psic贸ticos en los que experiment贸 intensas alucinaciones, algunas de las cuales consider贸 tr谩gicas premoniciones. Lejos de amedrentarse ante esa inestable situaci贸n mental, Jung decidi贸 dejar de pensar y ‘abandonarse conscientemente a los impulsos del inconsciente’, hasta averiguar cu谩l era la raz贸n por la que se le hab铆a mostrado esa nueva realidad. La experiencia, adem谩s de alimentar las investigaciones posteriores del suizo y sentar las bases de sus principales teor铆as de la psicolog铆a anal铆tica, dio lugar a uno de los libros m谩s bellos jam谩s creados: ‘El Libro Rojo”, as铆 lo describe Eduardo Bravo en Yorokobu”.
Gracias Fernando Irala Burgos, al contrario de lo que Kempis le hizo al enorme poeta nayarita Amado Nervo, que bien me hiciste, ya empec茅 a leer el “Libro Rojo”. MAGN脤FICA LA LITERATURA PARA ENFRENTAR EL CONFINAMIENTO.