OPINIÓN de Amy Goodman
En idioma lakota, “Oceti Sakowin” quiere decir “consejo de los siete fuegos”, en referencia a las siete tribus que integran el Pueblo Lakota, también llamado Gran Nación Sioux. Cuatro de los siete gobiernos tribales de la Gran Nación Sioux le enviaron una carta a Joe Biden el día previo a su asunción. En ella escribieron: “Desde tiempos inmemoriales, la gente de la Gran Nación Sioux ha vivido, cazado, pescado y organizado ceremonias junto al río Misuri (río Mni Sose en idioma lakota)”. Los gobiernos tribales pidieron “una acción rápida y decisiva en relación con el oleoducto Dakota Access”. El Dakota Access es un oleoducto de casi 1.900 kilómetros de extensión que transporta petróleo crudo extraído mediante fracturación hidráulica desde los yacimientos petroleros de Bakken, en el estado de Dakota del Norte, hasta el estado de Illinois, en camino a las refinerías de Texas. Como una de sus primeras medidas en el cargo en 2017, el expresidente Trump dio luz verde tanto al oleoducto Keystone XL como al Dakota Access. En su primer día en el cargo, el presidente Biden revocó el permiso de construcción del Keystone XL, pero dejó intacto al oleoducto Dakota Access. El miércoles, una semana después de su investidura, en el día que la Casa Blanca denomina Día del Clima, Biden anunció medidas radicales para enfrentar la catastrófica alteración climática, pero nuevamente no tomó ninguna medida sobre el oleoducto Dakota Access.
La carta de las tribus Lakota enumera los tratados del siglo XIX entre las tribus y el Gobierno de Estados Unidos y agrega que “después de que se descubrió oro en la región de las Colinas Negras, el gobierno violó todos los tratados”, despojando “a la Reserva indígena de vastas áreas de tierra”. Para los habitantes originales de estos territorios, la democracia estadounidense no trajo libertad sino violencia, desplazamiento y genocidio. Sin embargo, las naciones indígenas de este territorio al que llaman Isla Tortuga sobreviven y continúan resistiendo.
La tribu sioux de Standing Rock, apoyada por cientos de otras tribus indígenas y aliados a la causa, obligó al Gobierno de Obama-Biden a cerrar el oleoducto Dakota Access en 2016. Con el eslogan en lakota “mni wiconi” (el agua es vida) expresaban su temor de que un derrame de petróleo del Dakota Access contaminara el río Misuri, del que depende la supervivencia de la tribu. La empresa propietaria del oleoducto, Energy Transfer LP, controlada por Kelcy Warren, multimillonario de Texas y megadonante del Partido Republicano, contrató guardias de seguridad privados para combatir a los denominados “protectores del agua”. Durante el fin de semana del Día del Trabajo de 2016, los guardias golpearon a los manifestantes mientras enormes excavadoras arrasaban con terrenos sagrados para las tribus. Nuestro equipo observó y filmó con horror cómo los guardias soltaban perros de ataque, que mordían a los manifestantes indígenas que se encontraban reclamando en forma pacífica. La sangre goteaba de la boca y la nariz de uno de los perros.
Desde la aprobación del Gobierno de Trump, el oleoducto Dakota Access ha transportado cientos de miles de barriles de petróleo por día bajo el lago Oahe, que se formó cuando el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos construyó una presa en el río Misuri en la década de 1950. En su carta a Biden, las tribus señalan que “la presa de Oahe destruyó más tierras indígenas que cualquier otro proyecto de obras públicas en la historia de Estados Unidos”.
Esta semana, el Tribunal Federal de Apelaciones de la ciudad de Washington D. C. falló a favor de las tribus sioux Standing Rock, Cheyenne River, Yankton y Oglala, en su demanda contra el Cuerpo de Ingenieros del Ejército. El fallo del Tribunal obliga al Cuerpo de Ingenieros del Ejército a realizar una revisión completa del impacto medioambiental, citando, entre otras razones, el pésimo historial de la empresa Energy Transfer, que en el pasado tuvo varios derrames de petróleo en sus numerosos oleoductos.
En la orden judicial, el juez David Tatel cita las palabras de Dave Archambault II, expresidente de la tribu sioux de Standing Rock: “El agua es más que un recurso, es sagrada, ya que el agua conecta toda la naturaleza y sostiene la vida”, escribió Archambault al Cuerpo de Ingenieros del Ejército en marzo de 2016, un mes antes de que se encendiera la primera fogata de protesta contra el Dakota Access, cerca de la ruta por donde estaba planeada la construcción del oleoducto, ubicada en la confluencia de los ríos Cannonball y Misuri, en territorios tribales no cedidos.
Los campamentos de resistencia al Dakota Access pasaron de una decena de personas alrededor de esa única fogata en abril a más de 10.000 “protectores del agua” en octubre de 2016. Las tradiciones del pueblo Lakota fueron claves en la organización de la protesta: oraciones, cantos y un profundo respeto por el liderazgo de los ancianos. Ahora, a medida que la pandemia de la COVID-19 asola a las naciones indígenas en Estados Unidos, hay un temor creciente de que la sabiduría ancestral y los propios idiomas de los diferentes pueblos indígenas perezcan.
Jodi Archambault, de la tribu sioux de Standing Rock y ex asesora especial de Asuntos Indígenas del presidente Obama —quien también es hermana de Dave Archambault—, escribió recientemente en el periódico The New York Times: “Los estados de Dakota del Norte y Dakota del Sur, donde se ubican las reservas de las tribus Lakota, lideran en Estados Unidos las tasas de coronavirus per cápita. Estamos perdiendo más que amigos y familiares; estamos perdiendo el idioma que hablan nuestros mayores, la savia de nuestro pueblo y la esencia misma de quiénes somos”.
Las órdenes ejecutivas que firmó Biden en el Día del Clima reflejan una importante diferencia con respecto a las políticas ambientales destructivas y negadoras de la ciencia del Gobierno de Trump. Sin embargo, para las naciones indígenas, la crisis climática y la COVID-19 han profundizado la devastación que produjeron siglos de genocidio. Cerrar el oleoducto Dakota Access es un paso vital para reparar el daño ya hecho, un paso que el presidente Biden puede y debe dar sin demoras, con una simple firma.
© 2021 Amy Goodman