50 años de humanidad. De acción médico-humanitaria, de testimonio, de conflictos, de poblaciones en movimiento, de barreras físicas y mentales que causan sufrimiento, de epidemias, de desastres naturales. Este año, cumplimos medio siglo de humanidad desde que el 21 de diciembre de 1971 Médicos Sin Fronteras se creara en París.
Empezamos a trabajar porque creíamos que todas las personas tienen su derecho a recibir asistencia médica cuando la necesitan, sea cual sea su origen su religión o su ideología. Y hoy podemos continuar haciéndolo gracias al esfuerzo de miles de trabajadores comprometidos y al apoyo económico de más de seis millones de personas en todo el mundo que, como tú, comparten nuestras ideas.
Unas ideas y principios que no han variado en medio siglo porque, si bien el mundo ha cambiado, otras cosas, en absoluto. 50 años después, millones de personas en todo el mundo siguen sufriendo crisis y violencia extrema: son personas atrapadas en zonas de conflicto, afectadas por epidemias y pandemias, supervivientes de desastres naturales o personas excluidas de la atención médica.
Hoy, todavía, nuestra acción médica y misión humanitaria es necesaria. Seguimos luchando para ayudar y defender a millones de personas que sobreviven a la emergencia humanitaria, a la violencia, a la criminalización o a la deshumanización.
Durante medio siglo, hemos defendido los valores de independencia, imparcialidad, humanidad y solidaridad. Hemos trabajado incansablemente para brindar asistencia vital a las poblaciones en peligro en los lugares más difíciles donde ningunas otras organizaciones llegan. A nuestro lado, personas como tú que creen que cada vida merece ser salvada. Hoy debemos defender esta misión más que nunca.
Porque somos humanos y nuestra declaración de intenciones más pura y sólida es la humanidad. Es el pilar que sustenta nuestra acción y el motor que nos empuja a ir más lejos, a perseverar. Médicos Sin Fronteras somos personas que luchan a diario por ayudar a otros seres humanos, sean de donde sean, y estén donde estén.
Nos preocupan las personas, aliviar su sufrimiento y preservar su vida. Por ello, las tratamos y las apoyamos en sus momentos de mayor necesidad. Sabemos que nuestra humanidad es capaz de aliviarlas, de tratar sus heridas, de restaurar su dignidad. Es la misma misión de hace 50 años y es hoy más necesaria que nunca.
Porque nuestra humanidad como fuerza de acción no es negociable.
Desde nuestro nacimiento, tuvimos que enfrentarnos a quienes no estaban de acuerdo en que las necesidades inmediatas deberían ser el criterio para decidir quién recibiría ayuda. Para los gobiernos, las fuerzas militares, los grupos de oposición, los contrabandistas, los delincuentes y algunas corporaciones importantes, responder a estas necesidades rara vez era y es la primera preocupación.
Hoy en día, esta falta de humanidad y empatía ha supuesto poner en tela de juicio a los trabajadores humanitarios, a veces vilipendiados e incluso atacados física o legalmente. Al tratar de promover y aplicar la humanidad más vital y esencial, nos han llamado traficantes, espías, terroristas… Nos han bloqueado el acceso, nos han encarcelado o nos han paralizado.
Esta humanidad también se traduce en alzar la voz y prestar testimonio, relatando lo que vemos en más de 70 países en todo el mundo y denunciando las injusticias que atraviesan las personas a las que intentamos ayudar. Eso sí, siempre buscando el máximo apoyo de la sociedad civil, capaz de legitimar nuestra acción.
Y todo ello sería imposible sin tu ayuda. Porque cumplimos 50 años gracias a nuestros donantes: personas que, como tú, nos hacen ir más lejos. Puede que no hayas estado nunca en Sudán, que jamás hayas pisado un campo de refugiados o que nunca hayas cogido un bisturí, pero tú eres fundamental en nuestra acción médico-humanitaria. Tú eres parte de nuestra humanidad.
Por último, pero no menos importante, con más 45.000 trabajadores de más de 160 nacionalidades, Médicos Sin Fronteras somos -y queremos serlo aún más- una organización basada en sí misma en la humanidad: diversa, equitativa, inclusiva y participativa, que cuenta con la colaboración de las comunidades, de nuestros socios y seguidores, el compromiso y el apoyo continuos de nuestros millones de donantes.
Humanidad. Nuestra aventura y misión son humanas. Puede que se dé por sentado, que incluso parezca obvio, pero convenía definirlo hace cinco décadas, y subrayarlo y defenderlo hoy, 50 años después. Necesitamos más humanidad. A diario. Siempre.
50 años de conflictos. El nacimiento de nuestra organización está ligado a la guerra: en la de Biafra (Nigeria), a finales de los años 60 empezó a gestarse lo que más tarde sería MSF. Desde entonces, hemos prestado atención médica y humanitaria en los principales conflictos de las últimas décadas: Líbano (1976 y 2006), Afganistán (desde 1980 hasta hoy), Sri Lanka (desde 1986 hasta 2012), Liberia (1990), Somalia (desde 1991 hasta 2013), las dos Guerras del Golfo (1991 y 2003), Bosnia (1992-1995), Burundi (1993), las dos guerras de Chechenia (1995 y 1999), Kosovo (1999), la segunda Intifada en los Territorios Palestinos Ocupados (2000), Sierra Leona (2000), Angola (2002), Gaza (2009), Libia (2011), Mali (desde 2012), Siria (desde 2012), Irak (desde 2013), Ucrania (desde 2014), Yemen (desde 2015) y, de forma recurrente durante los últimos años e incluso décadas en países como República Democrática del Congo, República Centroafricana, Sudán o Sudán del Sur. En 2019, el 58% de nuestros casi 430 proyectos en todo el mundo se desarrollaban en contextos de conflicto armado abierto (28%), inestabilidad interna (27%) o posconflicto (3%), frente a un 42% en contextos estables.
50 años de poblaciones en movimiento y personas refugiadas. El mundo ha cumplido otro triste récord, el de personas desplazadas y refugiadas: hemos alcanzado la cifra más alta desde la Segunda Guerra Mundial. A día de hoy, casi 80 millones de personas viven desplazadas a la fuerza, expulsadas de sus hogares por la violencia y la guerra: algunas son desplazadas internas, dentro de su propio país, y otras han cruzado las fronteras para convertirse en refugiadas. Las poblaciones desplazadas están sometidas a constantes abusos y habitualmente tampoco tienen cubiertas sus necesidades más básicas, en especial de atención médica, cobijo, alimentación, agua y saneamiento.
50 años de epidemias. Covid-19, cólera, Ébola, malaria, sarampión, VIH/sida, cada enfermedad requiere una actuación específica en los ámbitos de prevención y tratamiento. Una epidemia se produce cuando una enfermedad contagiosa se propaga rápidamente en una población determinada, afectando simultáneamente a un gran número de personas durante un periodo de tiempo concreto. Si el brote afecta a regiones geográficas extensas (por ejemplo, varios continentes) se cataloga como pandemia; tal es el caso del VIH. En caso de propagación descontrolada, una epidemia puede colapsar un sistema de salud, como ocurrió en 2014 con el brote de Ébola en África occidental.
50 años de vacunación. Las vacunas previenen enfermedades graves que pueden ser discapacitantes o mortales, sobre todo en la infancia. La inmunización es una de las intervenciones médicas en salud pública más eficientes en términos de coste y, según la OMS, evita cada año entre dos y tres millones de muertes. En caso de que exista el riesgo de una epidemia (por ejemplo si hay un desplazamiento de población) o de que esta ya se haya declarado, organizamos campañas de vacunación masivas para vacunar al máximo número de personas en el menor tiempo posible. Velamos especialmente por las poblaciones desplazadas, ya que las condiciones de hacinamiento o falta de saneamiento en que suelen encontrarse favorecen la aparición de brotes de enfermedades como el sarampión o la neumonía.
50 años de acción médica y acceso a medicamentos. Mucha gente no recibe atención médica sencillamente por ser quien es: son personas que sufren una exclusión social tan extrema que ni siquiera pueden ir al médico cuando están enfermas, y eso tiene graves consecuencias para su salud física y mental. A algunas personas simplemente el sistema las excluye, mientras que otras pueden tener miedo de buscar ayuda.