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Amabilidad, vida y vacunación

OPINIÓN de Teodoro Rentería Arróyave

Sin dogmatismos o con ellos, sin principios religiosos o con ellos, o bien, en la amplitud infinita de la filosofía: “La Vida Merece Vivirse” como planteó  Monseñor Fulton J. Sheen y concordar con su axioma: “Vale la pena vivir”. 
 
A la amabilidad la denominan como una cualidad. En este sentido, se refiere al acto o el comportamiento en el cual nos mostramos corteses, complacientes y afectuosos hacia los demás. La palabra, como tal, proviene del latín amabilĭtas, amabilitātis.
 
La amabilidad es un valor social que se funda en el respeto, el afecto y benevolencia en nuestra forma de relacionarnos con el otro o con los otros. La amabilidad, por tanto, es esencial para la convivencia en sociedad.
 
Según la ciencia, el término vida viene del latín vita y tiene varios significados. Puede significar tanto el espacio de tiempo que transcurre desde el momento de la concepción, algún momento de la gestación, o del nacimiento hasta la muerte, que puede ser de un ente o de un ser, de un cuerpo o de un organismo, como el ser en sí.
 
La vida, desde la filosofía, también es difícil de definir, ya que dependiendo del filósofo y la corriente que se analice, la respuesta que se obtendrá será diferente. Encontramos filósofos en contra de la distinción hecha anteriormente entre “cuerpo y alma” o “razón y cuerpo”. Para otros filósofos, la vida es un conjunto de experiencias. 
 
Hoy en día, desde el cristianismo, entiende a la vida humana como una fase que el alma debe superar antes de alcanzar la plenitud. Desde otras religiones, como el budismo, se considera que la vida son todos los diferentes estados de reencarnación.
 
Respetados lectores, radioescuchas, televidente e internautas, seguramente se preguntarán a qué vienen estas definiciones o divagaciones para otros, pues es el caso que debo a todos ustedes, asimismo a los colegas en el periodismos, en la academia y los colegiados, y a todos los familiares,  cuando menos la atención de explicarles el porqué de mi ausencia física, incluyendo la virtual, la de mi voz en los medios, aunque el Comentario a Tiempo escrito sólo falló un día.
 
Pues resulta, que un mal que se presentó de repente en la madrugada del lunes 16 me llevó directo al quirófano el viernes 19, cirugía mayor que resultó un éxito, gracias a la experiencia, sabiduría y humanidad de los médicos-amigos Carlos Benjamín González Sánchez, gastroenterólogo; Genaro Orozco Monroy, cirujano; Ricardo Cabrera Jardines, internista; Salvador Vargas Cruz, cirujano, y otros miembros del equipo de las “batas y tapabocas blancas”; antes, la preparación del cardiólogo Ricardo Escandón Martínez, y no se diga de la entrega y diligencia del cuerpo de paramédicos y enfermeras.
 
Todo esto dentro de la emergencia sanitaria que nos aqueja, con las malas y tristes noticias, además de nuestra edad, preferimos guardar la respetuosa discreción. Llevo catorce días, y aún sigo en la convalecencia. Con los cuidados necesarios, hoy reanudo mis actividades plenas.
 
La entrega de amor para los cuidados y los alientos necesarios de parte de mi compañera de vida, Silvia, de mis hijos y nietos, empiezo por los menores: Gustavo y Teodoro Raúl, de sus parejas Meritxell y Yenni, Arnau, Gustavo, María Fernanda y María José, fueron vitales, y vital viene de vida.    
 
Para el sábado ya estaremos vacunados contra el covid-19. Bendita vacuna. A todos: el agradecimiento más profundo y sentido. Y en verdad, vale vivir la vida, y a plenitud.





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