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Mercenarios antes de las redes sociales

OPINIÓN de Jorge Majfud


Casi sin querer, me tropiezo con el Manual del perfecto idiota latinoamericano en un rincón de mi biblioteca. Todavía está allí, como un espécimen del género comedia. Un libro escrito por expertos en la materia, en eso de ser idiotas, donde los autores clasifican a su gusto a otros como idiotas. Todo eso décadas antes de la cultura del agravio y la frustración vana de las redes sociales.

Ni todos los millones de las agencias secretas y de las fundaciones para la democracia y la cultura pudieron lograr que este pequeño mamotreto que necesitó de tres autores y del padre de uno de ellos para vender, que es lo que mejor sabían hacer, resistiera la historia. Nunca se convirtió en un clásico como Las venas abiertas de América latina de Eduardo Galeano o Para leer al Pato Donald de Ariel Dorfman.

Al igual que Las raíces torcidas de América latina de Carlos Alberto Montaner, este Manual del Idiota no solo es un libro parasitario de genios como Galeano, sino que en cada página demuestra la extrema pobreza de recursos argumentales, un Alzheimer precoz y la anestesia moral suficiente como para complacer a los de arriba que bien saben que la industria cultural se mueve con mercenarios.

Por décadas, la CIA, diversas agencias y poderosas organizaciones privadas canalizaron millones de dólares para promover unos libros (revistas, discos, películas) y para hundir en el ostracismo a otros. Eso está probado y documentado. Hoy en día, lo único que sabemos es que esas mismas agencias y corporciones poseen varias veces más recursos que antes. Lo demás lo sabremos en algunas décadas más.







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