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Ombudsman, para impulsar la diversidad y la transparencia

Defensores del lector para impulsar la diversidad y la transparencia:

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La figura del defensor del lector, llamado también por su término sueco ombudsman, se refiere a una función que ofrece la prensa escrita que, al no ser obligatoria, no es una opción que tengan todos los diarios. Sin embargo, es una pieza fundamental en el juego democrático de una prensa libre, independiente y que sea garante de pluralidad, puesto que esta figura es el interlocutor del lector, es decir, que éste le interpela cuando se ve perjudicado. Es un espacio donde recopilar el feedback de los lectores.

El concepto de tener a un especialista designado para tomar las quejas y evaluar sus méritos solo funcionaba en Escandinavia hasta la década de 1960, cuando países como Nueva Zelanda, Canadá y el Reino Unido crearon sus propias figuras. En Estados Unidos no se incorporaron hasta 1967, mientras que en España tuvimos que esperar hasta la década de los 80. Concretamente, el diario El País inauguró esta función en 1985, con la incorporación de Ismael López Muñoz, periodista del medio desde su fundación.

La idea se popularizó y los diarios comenzaron a nombrar a un miembro veterano del personal, de forma general, como la persona clave para las quejas de los lectores, así como a un crítico interno y/o externo de la sala de redacción. Pero cuando los ingresos de los periódicos comenzaron a decaer, los defensores del lector, o los editores públicos como también se les conoce, fueron un blanco para los recortes presupuestarios y muchos periódicos prescindieron de esta figura.

Sin embargo, hoy más que nunca el defensor del lector se antoja vital, con un aumento en la desconfianza de los ciudadanos en los medios de comunicación que se acompaña de un aluvión de quejas en las redes sociales. Por eso, Kathy English, ex editora pública del diario canadiense Toronto Star, ha publicado en el Instituto Reuters que: “Cuando un medio se compromete con la independencia, lo hace también con el compromiso de practicar un periodismo en el que se puede confiar. Y eso se consigue con figuras que ofrecen transparencia, como la del defensor del lector”.

“Los editores tienen que supervisar la precisión y la justicia y otros imperativos del periodismo ético. Pero se pueden equivocar y por eso es crucial que puedan corregir sus errores. Son su promesa pública de responsabilidad y transparencia. Se involucrarán con su audiencia de noticias y harán que el público comprenda la importancia del periodismo confiable en un mundo contaminado por una desinformación peligrosa”, asegura English.

Por lo tanto, el papel del defensor del lector se torna relevante en tanto en cuanto ofrece diversidad periodística y adquiere la responsabilidad de rendir cuentas públicamente.

AMI (Asociación de Medios de Información)





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