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La imbecilidad de las razas que no entienden la libertad

OPINI脫N de Jorge Majfud

El 5 de junio de 1845, el New York Herald repite un lugar com煤n: los mexicanos son una raza resultado de todo tipo de mezclas, lo que ha producido “una imbecilidad intelectual caracter铆stica de su raza… por lo cual son incapaces de gobernarse a s铆 mismos”. En cambio, “la raza anglosajona siempre ha aborrecido la sola idea de mezclarse con otras razas… Por donde los anglosajones han avanzado, han desplazado a las razas inferiores, desplazando la barbarie por la civilizaci贸n”. Cualquier tratado de paz con M茅xico “deber谩 garantizar la protecci贸n de la inmigraci贸n desde Estados Unidos para desplazar poco a poco a la raza imb茅cil que habita ese pa铆s por la en茅rgica raza anglosajona”.

En el Congreso de Washington se multiplican las afirmaciones sobre la imbecilidad de las razas no anglosajonas y la incapacidad de los mexicanos, como los indios y los negros, para entender el concepto de libertad. A partir de Andrew Jackson, los pol铆ticos y los presidentes del pa铆s son sure帽os en un n煤mero cr铆tico. No son m谩s racistas pero son m谩s religiosos y menos educados en la cultura de la Ilustraci贸n y el humanismo que la generaci贸n fundadora.

El secretario de Estado del presidente van Buren, John Calhoun, publica una carta abierta en los diarios asegurando que la anexi贸n de Texas es crucial para la seguridad y la expansi贸n de la “peculiar instituci贸n”. La mayor铆a de los esclavistas dem贸cratas se refieren con ese nombre a la esclavitud, base de casi toda la econom铆a y de toda la prosperidad de los eficientes anglosajones. La esclavitud, ilegalizada d茅cadas atr谩s en el pa铆s b谩rbaro del sur (dice Calhoun, y todos los terratenientes est谩n de acuerdo) es “un ideal social”.

En el sur esclavista, la sinceridad aflora por la espalda. Frente a las razas inferiores, ante desagradables sujetos que piensan diferetne, son m谩s amables que en el norte; sonr铆en con m谩s facilidad (dir谩n en el siglo XXI en Nueva York y en Pensilvania) y, entrenados en la cultura del Amo, saben c贸mo evitar el conflicto cuando no es necesario y saben cu谩ndo provocarlo cuando la fruta est谩 madura.

El c茅lebre periodista John O’Sullivan inventa aquello del Destino manifiesto, voluntad de Dios quien, seg煤n esta visi贸n, odia a la mayor铆a de su creaci贸n humana porque le sali贸 demasiado oscura de piel: “el Destino manifiesto carga el gran experimento de la libertad y debe extenderse por toda la tierra que la Providencia nos ha entregado”.

Treinta a帽os m谩s tarde, en 1865, perder谩n la Guerra civil contra los unionistas de Lincoln, pero, sin que nadie lo advierta, ganar谩n la guerra ideol贸gica. Por las generaciones por venir, el capitalismo estadounidense expandir谩 el esp铆ritu de los confederados por el cual los de abajo, los trabajadores y las razas oscuras son inferiores y deben ser sometidos por las Winchester, por los bombarderos o por los drones inteligentes para expandir la esclavitud en nombre de la libertad.

Como en tiempos de Austin, Houston, Polk, Calhoun, O’Sullivan y tantos otros, quienes se atrevan a pensar diferente (es decir, a pensar) ser谩n acusados de peligrosos enemigos de Dios, la Patria, la Civilizaci贸n y la Libertad.

En tiempos de Buckley, Reagan, Bush, Limbaugh y Trump, tambi茅n.

jm, junio 2021





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