Científicos que estudian el clima han detectado señales de advertencia que apuntan a un posible colapso de la corriente del Golfo, uno de los potenciales puntos de no retorno del planeta. La investigación ha revelado “una pérdida casi completa de estabilidad a lo largo del siglo pasado” de las corrientes que la ciencia denomina Circulación de Retorno del Atlántico Meridional (AMOC en inglés). Dichas corrientes ya se encuentran en el punto más lento desde hace por lo menos 1.600 años, pero el nuevo análisis muestra que pueden acercarse al colapso.
De producirse, este suceso tendría consecuencias catastróficas en todo el mundo, alterando gravemente el régimen de lluvias del que dependen miles de millones de personas para su alimentación en India, Sudamérica y África Occidental; aumento de las tormentas y descenso de las temperaturas en Europa; y subida del nivel del mar en el este de Norteamérica. También reforzaría las amenazas que pesan sobre la selva tropical amazónica y el casquete de hielo de la Antártida.
La complejidad del sistema de la AMOC y la incertidumbre con respecto a los niveles del futuro calentamiento global impiden predecir de momento la fecha de un posible colapso. Podría ocurrir dentro de una década o dos, o dentro de varios siglos, pero el impacto colosal que tendría implica que no debemos permitir que se produzca jamás, dicen los científicos. “Que las señales de desestabilización ya sean visibles es algo que yo no esperaba y me parece alarmante”, afirma Niklas Boers, del Instituto de Investigación del Impacto Climático de Potsdam, Alemania, quien ha realizado el estudio. “Es algo que simplemente no debemos [dejar que] ocurra.” Señala que no se sabe qué nivel de CO2 provocaría el colapso de la AMOC. “Así que lo único que hemos de hacer es mantener las emisiones en el nivel más bajo posible. La probabilidad de que este suceso de impacto extremo ocurra aumenta con cada gramo de CO2 que emitimos a la atmósfera.”
Los científicos están cada vez más preocupados con los puntos de no retorno: cambios profundos, rápidos e irreversibles del clima. Boers y sus colegas informaron en mayo de que una parte significativa del casquete de hielo de Groenlandia está fundiéndose, amenazando con una fuerte subida del nivel del mar en todo el mundo. Otros han demostrado recientemente que la selva tropical amazónica emite ahora más CO2 que el que absorbe, y que la ola de calor de 2020 en Siberia causó preocupantes emisiones de metano.
Es posible que el mundo ya ha traspasado varios puntos de no retorno, según un análisis de 2019, lo que supone “una amenaza existencial para la civilización”. Se prevé que un importante informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, que se publicará el lunes, certifique el empeoramiento del estado de la crisis climática.
El estudio de Boer, publicado en la revista Nature Climate Change, se titula “Observation-based early-warning signals for a collapse of the AMOC”. Los datos tomados de las muestras profundas de hielo y otras fuentes, correspondientes a los últimos 100.000 años, muestran que la AMOC adopta dos estados: uno rápido y fuerte, como se ha visto durante los milenios más recientes, y otro lento y débil. Los datos revelan que el aumento de las temperaturas puede provocar que la AMOC cambie abruptamente de un estado a otro durante una a cinco décadas. La AMOC viene generada por el hundimiento del agua de mar más densa y salada en el océano Ártico, pero el agua no salada procedente de la fusión del casquete de hielo de Groenlandia frena el proceso antes de lo que indicaban los modelos climáticos.
Boers utilizó la analogía de la silla para explicar cómo los cambios de temperatura y la salinidad de los océanos pueden reflejar la inestabilidad de la AMOC. Si empujas la silla, esta cambia su posición, pero ello no afecta a su estabilidad si las cuatro patas permanecen apoyadas en el suelo. Al inclinar la silla, esta cambia de posición y pierde estabilidad. Ocho conjuntos de datos de la temperatura y la salinidad, medidos independientemente hace nada menos que 150 años, han permitido a Boers demostrar que el calentamiento global está incrementando efectivamente la inestabilidad de las corrientes, sin limitarse a alterar sus pautas de flujo.
El análisis concluye: “Este declive [de la AMOC en las décadas recientes] puede asociarse a una pérdida casi completa de la estabilidad a lo largo del último siglo, y la AMOC podría estar cerca de una transición crítica a su modo de circulación débil.” Levke Caesar, de la Universidad Maynooth de Irlanda, quien no ha estado implicada en el estudio, ha declarado: “El método de estudio no puede proporcionarnos un calendario exacto de un posible colapso, pero el análisis demuestra que la AMOC ya ha perdido estabilidad, lo que para mí es una advertencia de que podríamos estar más cerca de una inflexión de la AMOC de lo que pensamos.” David Thornalley, del University College London en el Reino Unido, cuyo trabajo demostró que la AMOC se halla en su punto más débil de los últimos 1.600 años, ha dicho: “Estas señales de estabilidad menguante son preocupantes. Pero todavía no sabemos si se producirá un colapso, o lo cerca que podríamos estar de él.”