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Compras directas y corrupción total en el Estado

Señal de Alerta

OPINIÓN de Herbert Mujica Rojas
 



No hay sistema más perverso, “rentable” para los corruptos y los amigotes que viven en la maquinaria del Estado, que las compras directas. Compadres y secuaces, de todas las edades, partidos y escuelas delictivas se dan la mano cuando se trata de sobrevaluar, eliminar o descalificar y se han especializado en los porcentajes de coima, cómo repartirla y, sobre todo, disimularla bajo toneladas de medidas legales, ordenanzas de todo tipo y descaro al por mayor.

 

Son mafias las que disputan el “honor” de morder y sangrar el anémico aparato del Estado vía compras directas que pueden ser entre los “escogidos” (porque pagan más sobornos o usan métodos crematísticos de mayor volumen e impacto), nacionales o extranjeras. En artículos adjuntos que el lector puede leer diáfanamente, se podrá encontrar cómo autoridades del Estado en los ministerios han preferido a importadores que carecen de planilla de trabajadores, no tributan con certeza y, juegan con los precios y traen, literalmente, ¡cualquier cosa al Perú!

 

Si hay corruptos en nombre del “negocio”, también existen los que se “dejan” corromper por pitanzas que superan muy mucho sus haberes mensuales. Y como las compras directas se repiten con aciaga frecuencia, los ingresos han sido gordos, hasta obesos. Decenas de funcionarios han vivido de la pandemia, gozado de su duración y llenado los bolsillos a manos llenas.

 

Empresas sin trabajadores, ni máquinas, menos locales adecuados, huérfanas de cualquier tipo de seguridad y que son simples testaferros de otros grupos muy bien organizados, son la pantalla que se alimenta de las compras directas determinadas por la burocracia de turno. ¿Queda aquella última sin su alita? En arca abierta, el justo peca y todo indica que muchos “justos” engordaron bastante y dejaron las calles para transportarse en autos novísimos y ahora entran y salen del país con envidiable frecuencia.

 

La licitación nacional, abierta, transparente tiene un fin puntual: que el Estado compre el mejor producto con el precio más asequible y sólido y que las mafias intermediarias no intervengan encareciendo lo solicitado. El “reparto de dividendos” entre el que soborna y el que se deja sobornar se ha vuelto una costumbre en el Estado.

 

Hay pandillas de maleantes en toda la institución del Estado. Sus vasos comunicantes desde las altas gerencias hasta las oficinas de compras viven infestados de malos elementos cuyo único propósito no es servir al pueblo que les paga el sueldo, sino beneficiarse a como dé lugar y las compras directas son un manjar delicioso y para paladares exigentes.

 

El Estado compra abundantemente y los círculos familiares o relacionados (vea el archivo adjunto) dejan reconocer apellidos y nombres que se repiten en el tiempo y modalidad y bajo el dintel de cientos de millones que el Estado pagó por productos que no siempre reúnen la calidad exigida frente a ocasiones como la lucha contra el covid19.

 

¡Covid19, cuántos crímenes se cometen en tu nombre!



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