OPINIÓN de Eduardo Madroñal
¿Sabía usted que España es líder mundial en donantes y trasplantes, y lo es, y lo ha sido, durante 29 años? Si lo sabía nos alegramos, y si no lo sabía aumenta nuestra alegría. Porque la realidad -profundamente significativa- de que España sea líder mundial durante 29 años consecutivos es algo para celebrar institucional y popularmente a lo largo y a lo ancho de toda España, como si fuera un día festivo. La noticia se ha publicado hace unos días, pero no debemos acostumbrarnos, no debemos dejar que aparezca como una noticia más en la vorágine informativa que oculta lo importante.
Porque el prolongado liderazgo español no algo fortuito, secundario o inexplicable, sino que reposa en valores históricos y capacidades profundas de nuestro pueblo y de nuestro país. Un éxito, dilatado ya en el tiempo, que se basa en tres pilares -solidaridad, unidad y organización ejemplar- que nos son negados, actual e históricamente, por los distintos centros extranjeros de poder mundial, y de los que han renegado las sumisas élites dominantes en España
Por nuestra parte, modestamente, ponemos nuestro granito de arena en la celebración. Pero primero, los datos. España mantiene su liderazgo mundial en donación de órganos en 2020, a pesar de la pandemia. ¿Por qué a estas alturas del año 2021 estamos hablando de los resultados del año 2020? Porque el informe del Registro Mundial de Trasplantes, la fuente más veraz -que gestiona, dados sus resultados y prestigio mundiales, la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) española desde hace 15 años como centro colaborador de la Organización Mundial de la Salud (OMS)- no tiene recogidos los datos, hasta avanzado el año posterior, en la “Newsletter Transplant” del Consejo de Europa. De hecho, en el último año se han incorporado países como Albania, Kenia y Pakistán; y ya son 82 los que facilitan sus datos.
En 2020 se realizaron 122.341 trasplantes de órganos en los 82 países participantes. La actividad mundial de trasplantes se redujo un 18% por la crisis sanitaria. España aportó el pasado año el 19% del total de donantes de la Unión Europea y el 5% de los registrados en el mundo, pese a que apenas representa el 9% de la población europea y el 0,6% de la mundial. Nuestro país alcanzó el pasado año tasas que superaron las de cualquier país del mundo en época prepandemia. A pesar de los efectos de la crisis sanitaria, España se mantiene en 2020, y durante 29 años consecutivos, como líder mundial en donación, con una tasa de 38 donantes por millón de población (p.m.p), demostrando la capacidad de resistencia y de recuperación de nuestro sistema de trasplantes en un entorno epidemiológico de gran complejidad.
Los datos ratifican el liderazgo mundial de España. En nuestro país se registraron, durante 2020, 1.777 donantes fallecidos y 270 de donantes vivos, lo que permitió realizar 4.427 trasplantes. En total se efectuaron 2.702 trasplantes renales, 1.034 hepáticos, 278 cardíacos, 336 pulmonares, 73 de páncreas y 4 intestinales.
Solidaridad, unidad y organización ejemplar
Primero. La solidaridad del pueblo de toda España más allá de la vida ha penetrado nuestra propia legislación. En 1979, la ley 30/1979, en su artículo 5, ya determinaba que “las personas presumiblemente sanas que falleciesen en accidente o como consecuencia ulterior de éste se considerarán, asimismo, como donantes, si no consta oposición expresa del fallecido”. En 2012, el Real Decreto 1732/2012 especificaba los principios en los que se debe basar la donación, es decir, “se respetarán los principios de voluntariedad, altruismo, confidencialidad, ausencia de ánimo de lucro y gratuidad”. Esto no se ha podido aprobar legalmente, por ejemplo, en un país como Alemania.
Segundo. La persistente unidad del sistema público de salud a pesar de la transferencia de competencias a las autonomías. Porque la ONT se apoya en un sistema sanitario que posibilita que las donaciones viajen desde Andalucía hasta Cataluña, desde Canarias hasta el País Vasco, desde Murcia hasta Galicia, pasando por Aragón, Baleares, Cantabria, Castilla y León, Comunidad Valenciana, Extremadura y Madrid, por no nombrar todas.
También la unidad del pueblo de toda España persiste más allá de la vida. Hay que tener presente que, pese a las diferencias que existen entre comunidades autónomas, ninguna tiene resultados bajos. Todas tienen cifras de excelencia y estarían en las primeras posiciones en un ranking que comparara su situación con países europeos, EEUU o Canadá.
Tercero. Una organización ejemplar. Como ha destacado Beatriz Domínguez-Gil -la actual directora de la ONT que ha sustituido a Rafael Matesanz, el histórico director durante 28 años hasta su jubilación- las nuevas cifras históricas han podido alcanzarse por “la solidaridad de los españoles y el enorme esfuerzo de la red de coordinación” que apuesta por “seguir mejorando”. Lo que se llama el modelo español de organización, y que se ha convertido en un ejemplo mundial.
La columna vertebral de modelo español son los coordinadores de trasplantes. Y el principal músculo es la enfermería, desde las oficinas de la ONT hasta los hospitales, la coordinación de enfermería y su implicación en cada peldaño del proceso de donación y trasplante ha sido y es vital. Son también quienes han capitaneado una de las partes más delicadas: la formación a profesionales sobre comunicación en situaciones de crisis, uno de los puntos clave a la hora de conseguir la donación.
Recordemos las palabras de Rafael Matesanz sobre los tres pilares del liderazgo mundial español: uno, es “la generosidad de la población, cuando el mensaje es correcto y hay confianza en el sistema, en este caso, que el órgano va a ir a la persona que más lo necesita, con criterios médicos y sin discriminación”. Dos, es la existencia de “un sistema que atiende a todo el mundo” y por ello “que todo el mundo puede donar porque todo el mundo lo puede necesitar”. Y tres, es la organización, “el sustento profesional, los coordinadores de trasplantes que, con el soporte del resto, han posibilitado alcanzar tales cifras de donación”, un sistema organizativo conocido, y admirado, internacionalmente como el ‘modelo español’.
Si extendemos estos principios y esta organización, al resto de las luchas sociales, estamos seguros que España se convertirá en líder mundial, no solo en donaciones y trasplantes sino en las conquistas sociales. Porque -frente a las constantes campañas despectivas que nos inoculan los grandes medios de información de fuera y de dentro de España sobre cómo somos nosotros, la inmensa mayoría de los españoles- nuestro liderazgo mundial desenmascara la falsedad de tales ataques a nuestra valía como pueblo y a nuestra potencia organizativa como país… si la causa es justa. Dos fortalezas siempre negadas por la propaganda de las grandes potencias extranjeras y siempre renegadas por nuestra sumisa oligarquía.
Eduardo Madroñal Pedraza