Pese a las elecciones democráticas, sigue la demonización de Irán
OPINIÓN de Sergio Ortiz
El 18 de junio se realizaron las elecciones presidenciales número 13, desde el advenimiento de la revolución islámica de febrero de 1979 y triunfó Ebrahim Raisi sobre tres aspirantes de diferentes tendencias políticas. Si bien el grado de participación no fue muy elevado, 48,8 por ciento del padrón, tampoco fue menor ni despreciable, como han pontificado las agencias de desinformación estadounidenses y europeas, con instantáneo eco en Argentina. Supone casi la mitad del padrón, el promedio casi invariable de los comicios estadounidenses, menos en los últimos tan polarizados entre Trump y Biden, cuando fue mayor a esa media histórica.
Raisi ganó con el 62 por ciento de los votos, casi 18 millones de sufragios, un capital político más que interesante de cara a los cuatro años y la perspectiva de una sola reelección que habilitan las leyes. También le bajan el precio a la victoria y al presidente que asumió el pasado 3 de agosto y juró dos días más tarde, como si 18 millones de votos no fueran nada.
En la autodenominada “mayor democracia del mundo” el 3 de noviembre de 2020 compitieron 20 fórmulas, pero todos saben que es un sistema bipartidista donde sólo los candidatos demócratas y republicanos pueden alternarse en la Casa Blanca y el Capitolio.
En Irán hubo cuatro aspirantes. El ganador, Raisi, que venía desempeñando altas funciones judiciales; el segundo, el ex general Mohsen Rezai, excomandante en jefe de los Guardianes de la Revolución; tercero resultó el expresidente del Banco Central, Abdolnaser Hemati, y cuarto el diputado Amirhosein Ghazizadeh-Hashemi.
La campaña de desprestigio contra Irán nunca cede ni un tranco de pollo por parte de las agencias de desinformación de sintonía fina con el Departamento de Estado y las cancillerías de la Unión Europea. Hassan Rohani, que finalizaba sus dos mandatos presidenciales, a pesar de su bien ganada fama de “moderado”, tampoco era apreciado por aquellas agencias, que lo criticaron bastante en estos ocho años. Con tanto mayor motivo iban a tratar de destrozar desde el primer día a Raisi, reputado como “conservador”, que para los millones de iraníes debe traducirse como revolucionario. La prensa extranjera canalla recibió su victoria con acusaciones de que fue parte de las “comisiones de la muerte” (así las llamaron los enemigos de Irán), como fiscal adjunto de Teherán, que en la década del 80 habrían ordenado las muertes de entre 5.000 y 30.000 presos políticos. Así de imprecisa y/o falsa es la imputación al flamante presidente.
Apenas han transcurrido veinte días de su mandato, pero hay algunas definiciones del mandatario, algunas designaciones y otros elementos políticos como para alentar expectativas de que será un buen gobierno, mejor que el del “moderado” Rohani. En reportaje a “Resumen Latinoamericano” (26/5/2021), el sheij de nacionalidad argentina, Abdul Karim Paz, que vive la mayor parte del año en Irán, cuestionaba que Rohani se la pasaba pendiente de lo que dijeran Reino Unido, Francia y Alemania. No era firme con las exigencias de que esas potencias occidentales cumplieran su parte del Plan Integral de Acción Conjunta (PIAC) firmado en 2015 y del que Trump se había retirado en 2018.
O CUMPLEN CON PIAC O HACEMOS LA NUESTRA
Ese parece ser el primer punto de diferencia de la gestión que se inicia.
En julio de 2015 Irán firmó ese acuerdo en Viena con el Grupo de 5+1, los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania. Washington se comprometía a levantar las sanciones económicas, comerciales, financieras y militares que pesaban contra Teherán, lo mismo que los tres países europeos en caso que se hubieran adherido parcialmente a aquéllas. Ni Moscú ni Beijing tenían nada en contra de Irán, pues ya eran sus aliados geoestratégicos en temas como Siria, El Líbano, Irak, Afganistán y otros.
Irán cumplió con su parte, verificada por las inspecciones de la Organización Internacional de Energía Atómica dirigida en esos años por el japonés Yukiya Amano. En su programa nuclear sólo podía enriquecer el uranio hasta el 3,67 por ciento. La producción existente que superaba ese límite fue entregada a una misión internacional encabezada por Rusia. La nación islámica reiteró entonces y lo hace hoy, que su programa nuclear es pacífico, con el objetivo de producción de energía, fertilizantes y usos medicinales. Que por religión y por opción política no figura en sus planes la producción de ninguna arma nuclear.
Además de esos compromisos, la realidad arrojó que era verdad, corroborada por la OIEA, que desde fines de 2019 se encuentra bajo la dirección general del argentino Rafael Mariano Grossi. Dos años después del portazo del neonazi Trump, en 2020, los inspectores de la agencia informaron que “Irán había producido 200 gramos de uranio metálico enriquecido hasta en un 20%”. Y acusaron a Teherán: “en la planta iraní de Isfahan se había producido una pequeña cantidad de uranio metálico, 3,6 gramos”.
Es increíble el doble rasero del imperialismo: EE UU tiene miles de ojivas nucleares e Irán ninguna. Éste cumple con el límite del enriquecimiento al 3,67 durante cinco años y luego de la retirada de EE UU del PIAC, enriquece al 20 por ciento, y eso se presenta como un horrendo crimen contra la paz mundial (para fabricar un artefacto se precisaría enriquecer al 90 por ciento). La OIEA dice que los iraníes tienen 3,6 gramos y arman un escándalo, pero Israel tiene 400 armas atómicas en Dimona, no son firmantes del Tratado de No Proliferación Nuclear (Irán sí) y nunca le mandan una inspección.
La asunción de Raisi indicaría que la república islámica habría decidido terminar con ese juego perverso de sanciones y doble rasero. O los 3 más EE UU cumplen con el levantamiento de las sanciones o Irán sigue su programa nuclear como le parezca mejor y con sus objetivos pacíficos. Personalmente no comparto qué Israel pueda tener armas nucleares e Irán no. Esas armas no lo deciden todo, pero la República Democrática Popular de Corea, o sea Corea del Norte, hace bien en tenerlas. Les hace saber a los criminales que arrojaron bombas de ese tipo a Hiroshima y Nagasaki que no se les ocurra tirarlas contra Pyongyang porque los marines norteamericanos en Corea del Sur y bases en Japón y otras naciones asiáticas recibirían la devolución. Y como el miedo no es zonzo...
LA SOLIDARIDAD
Otro asunto donde Raisi mejorará la buena performance es en la solidaridad con países que sufren las agresiones del imperio y el sionismo. En Irán agobiado por las sanciones económicas de EE UU, y sus secuelas de inflación, limitaciones en los ingresos del fisco, menor intercambio comercial, etc, hubo sectores que proponían recortar aquella ayuda exterior. Con Rohani podría haber habido recortes, pero Raisi ha ratificado que seguirá su ayuda al Líbano, Siria, Irak, Yemen y sobre todo a la sufrida población palestina. Con Trump-Netanyahu antes y ahora con Biden-Naftali Bennett, los palestinos siguen sufriendo la ocupación de sus territorios y la brutal represión en Jerusalén-Al Quds, invasiones y bombardeos a Gaza, etc. Los islámicos fueron también muy solidarios con Venezuela.
Involucrarse en la paz regional a Irán le costó entre otras cosas el atentado que asesinó al general Qasem Soleimani, en enero de 2020, cuando había acudido a Bagdad a participar de reuniones convocadas por las autoridades iraquíes a pedido de la parte estadounidense. Fue un alevoso crimen imperial-sionista. Irán persistirá en su participación, con una óptica antiimperialista, de las alianzas que sean posibles para impedir que Washington-Tel Aviv y Ryad puedan hacer de Medio Oriente y Asia un teatro de operaciones para doblegar a Irán, China y Rusia, y dominar el mundo. Incluso han sido flexibles y diplomáticos con el futuro gobierno de los talibanes en Kabul.
¿SOCIALISMO ISLÁMICO?
Otro desafío para el nuevo gobierno es el combate contra la corrupción, en un país con fuerte presencia del Estado (a funcionarios corruptos les facilita un lado del mostrador) y en medio de grandes dificultades económicas en gran medida, no única, derivadas de las sanciones. En ese contexto, funcionarios inescrupulosos, poco afectos a los dictados del Corán, pueden pedir “aportes” para facilitar negocios con el Estado.
La tarea de fondo en lo económico, tal como aumentar la producción, que haya justicia social en su distribución, elevar los salarios e ingresos, que las empresas del Estado, las privadas, incluyendo a las multinacionales de la rama petrolera, automotriz, de alimentos y servicios, no aumenten los precios de forma exponencial, etc. eso requiere de cambios de fondo.
Al menos la que yo conocí en mi viaje de febrero de 2011, era una economía capitalista de mediano desarrollo, con fuerte presencia estatal. Quizás ande necesitando una revolución, dentro de la revolución, para socializar renglones decisivos y dar un rol dirigente a los trabajadores manuales e intelectuales de Irán.
He leído que empezaron a producir su propia vacuna, nacional, llamada Covirán. Excelente. Este tiempo de crisis, de pandemia, de sanciones imperiales, etc, es también una oportunidad de avanzar hacia el socialismo. ¿Puede haber un socialismo islámico? Sí, el de Muammar Gaddafi en Libia tenía bastante de eso.
Será cuestión de combinar el Corán con El Capital, las lecciones de Khomeini y Jamenei con las de Marx, las revoluciones soviética, china y cubana. Unir la Covirán con la Sputnik, la Sinopharm, las Abdala y Soberana.
Atendiendo a la experiencia de Moscú, Beijing y La Habana, el presidente Raisi podría levantar su aplazo político-cultural de nominar a un gabinete de 19 ministros, sin ninguna mujer. Los marxistas debemos dejar de lado el dogmatismo, pero los islámicos también, para forjar un mundo mejor.
https://plsergio.wixsite.com/lasemanapolitica/post/los-persas-estrenan-presidente-pero-siguen-sanciones-de-ee-uu
OPINIÓN de Sergio Ortiz
El 18 de junio se realizaron las elecciones presidenciales número 13, desde el advenimiento de la revolución islámica de febrero de 1979 y triunfó Ebrahim Raisi sobre tres aspirantes de diferentes tendencias políticas. Si bien el grado de participación no fue muy elevado, 48,8 por ciento del padrón, tampoco fue menor ni despreciable, como han pontificado las agencias de desinformación estadounidenses y europeas, con instantáneo eco en Argentina. Supone casi la mitad del padrón, el promedio casi invariable de los comicios estadounidenses, menos en los últimos tan polarizados entre Trump y Biden, cuando fue mayor a esa media histórica.
Raisi ganó con el 62 por ciento de los votos, casi 18 millones de sufragios, un capital político más que interesante de cara a los cuatro años y la perspectiva de una sola reelección que habilitan las leyes. También le bajan el precio a la victoria y al presidente que asumió el pasado 3 de agosto y juró dos días más tarde, como si 18 millones de votos no fueran nada.
En la autodenominada “mayor democracia del mundo” el 3 de noviembre de 2020 compitieron 20 fórmulas, pero todos saben que es un sistema bipartidista donde sólo los candidatos demócratas y republicanos pueden alternarse en la Casa Blanca y el Capitolio.
En Irán hubo cuatro aspirantes. El ganador, Raisi, que venía desempeñando altas funciones judiciales; el segundo, el ex general Mohsen Rezai, excomandante en jefe de los Guardianes de la Revolución; tercero resultó el expresidente del Banco Central, Abdolnaser Hemati, y cuarto el diputado Amirhosein Ghazizadeh-Hashemi.
La campaña de desprestigio contra Irán nunca cede ni un tranco de pollo por parte de las agencias de desinformación de sintonía fina con el Departamento de Estado y las cancillerías de la Unión Europea. Hassan Rohani, que finalizaba sus dos mandatos presidenciales, a pesar de su bien ganada fama de “moderado”, tampoco era apreciado por aquellas agencias, que lo criticaron bastante en estos ocho años. Con tanto mayor motivo iban a tratar de destrozar desde el primer día a Raisi, reputado como “conservador”, que para los millones de iraníes debe traducirse como revolucionario. La prensa extranjera canalla recibió su victoria con acusaciones de que fue parte de las “comisiones de la muerte” (así las llamaron los enemigos de Irán), como fiscal adjunto de Teherán, que en la década del 80 habrían ordenado las muertes de entre 5.000 y 30.000 presos políticos. Así de imprecisa y/o falsa es la imputación al flamante presidente.
Apenas han transcurrido veinte días de su mandato, pero hay algunas definiciones del mandatario, algunas designaciones y otros elementos políticos como para alentar expectativas de que será un buen gobierno, mejor que el del “moderado” Rohani. En reportaje a “Resumen Latinoamericano” (26/5/2021), el sheij de nacionalidad argentina, Abdul Karim Paz, que vive la mayor parte del año en Irán, cuestionaba que Rohani se la pasaba pendiente de lo que dijeran Reino Unido, Francia y Alemania. No era firme con las exigencias de que esas potencias occidentales cumplieran su parte del Plan Integral de Acción Conjunta (PIAC) firmado en 2015 y del que Trump se había retirado en 2018.
O CUMPLEN CON PIAC O HACEMOS LA NUESTRA
Ese parece ser el primer punto de diferencia de la gestión que se inicia.
En julio de 2015 Irán firmó ese acuerdo en Viena con el Grupo de 5+1, los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania. Washington se comprometía a levantar las sanciones económicas, comerciales, financieras y militares que pesaban contra Teherán, lo mismo que los tres países europeos en caso que se hubieran adherido parcialmente a aquéllas. Ni Moscú ni Beijing tenían nada en contra de Irán, pues ya eran sus aliados geoestratégicos en temas como Siria, El Líbano, Irak, Afganistán y otros.
Irán cumplió con su parte, verificada por las inspecciones de la Organización Internacional de Energía Atómica dirigida en esos años por el japonés Yukiya Amano. En su programa nuclear sólo podía enriquecer el uranio hasta el 3,67 por ciento. La producción existente que superaba ese límite fue entregada a una misión internacional encabezada por Rusia. La nación islámica reiteró entonces y lo hace hoy, que su programa nuclear es pacífico, con el objetivo de producción de energía, fertilizantes y usos medicinales. Que por religión y por opción política no figura en sus planes la producción de ninguna arma nuclear.
Además de esos compromisos, la realidad arrojó que era verdad, corroborada por la OIEA, que desde fines de 2019 se encuentra bajo la dirección general del argentino Rafael Mariano Grossi. Dos años después del portazo del neonazi Trump, en 2020, los inspectores de la agencia informaron que “Irán había producido 200 gramos de uranio metálico enriquecido hasta en un 20%”. Y acusaron a Teherán: “en la planta iraní de Isfahan se había producido una pequeña cantidad de uranio metálico, 3,6 gramos”.
Es increíble el doble rasero del imperialismo: EE UU tiene miles de ojivas nucleares e Irán ninguna. Éste cumple con el límite del enriquecimiento al 3,67 durante cinco años y luego de la retirada de EE UU del PIAC, enriquece al 20 por ciento, y eso se presenta como un horrendo crimen contra la paz mundial (para fabricar un artefacto se precisaría enriquecer al 90 por ciento). La OIEA dice que los iraníes tienen 3,6 gramos y arman un escándalo, pero Israel tiene 400 armas atómicas en Dimona, no son firmantes del Tratado de No Proliferación Nuclear (Irán sí) y nunca le mandan una inspección.
La asunción de Raisi indicaría que la república islámica habría decidido terminar con ese juego perverso de sanciones y doble rasero. O los 3 más EE UU cumplen con el levantamiento de las sanciones o Irán sigue su programa nuclear como le parezca mejor y con sus objetivos pacíficos. Personalmente no comparto qué Israel pueda tener armas nucleares e Irán no. Esas armas no lo deciden todo, pero la República Democrática Popular de Corea, o sea Corea del Norte, hace bien en tenerlas. Les hace saber a los criminales que arrojaron bombas de ese tipo a Hiroshima y Nagasaki que no se les ocurra tirarlas contra Pyongyang porque los marines norteamericanos en Corea del Sur y bases en Japón y otras naciones asiáticas recibirían la devolución. Y como el miedo no es zonzo...
LA SOLIDARIDAD
Otro asunto donde Raisi mejorará la buena performance es en la solidaridad con países que sufren las agresiones del imperio y el sionismo. En Irán agobiado por las sanciones económicas de EE UU, y sus secuelas de inflación, limitaciones en los ingresos del fisco, menor intercambio comercial, etc, hubo sectores que proponían recortar aquella ayuda exterior. Con Rohani podría haber habido recortes, pero Raisi ha ratificado que seguirá su ayuda al Líbano, Siria, Irak, Yemen y sobre todo a la sufrida población palestina. Con Trump-Netanyahu antes y ahora con Biden-Naftali Bennett, los palestinos siguen sufriendo la ocupación de sus territorios y la brutal represión en Jerusalén-Al Quds, invasiones y bombardeos a Gaza, etc. Los islámicos fueron también muy solidarios con Venezuela.
Involucrarse en la paz regional a Irán le costó entre otras cosas el atentado que asesinó al general Qasem Soleimani, en enero de 2020, cuando había acudido a Bagdad a participar de reuniones convocadas por las autoridades iraquíes a pedido de la parte estadounidense. Fue un alevoso crimen imperial-sionista. Irán persistirá en su participación, con una óptica antiimperialista, de las alianzas que sean posibles para impedir que Washington-Tel Aviv y Ryad puedan hacer de Medio Oriente y Asia un teatro de operaciones para doblegar a Irán, China y Rusia, y dominar el mundo. Incluso han sido flexibles y diplomáticos con el futuro gobierno de los talibanes en Kabul.
¿SOCIALISMO ISLÁMICO?
Otro desafío para el nuevo gobierno es el combate contra la corrupción, en un país con fuerte presencia del Estado (a funcionarios corruptos les facilita un lado del mostrador) y en medio de grandes dificultades económicas en gran medida, no única, derivadas de las sanciones. En ese contexto, funcionarios inescrupulosos, poco afectos a los dictados del Corán, pueden pedir “aportes” para facilitar negocios con el Estado.
La tarea de fondo en lo económico, tal como aumentar la producción, que haya justicia social en su distribución, elevar los salarios e ingresos, que las empresas del Estado, las privadas, incluyendo a las multinacionales de la rama petrolera, automotriz, de alimentos y servicios, no aumenten los precios de forma exponencial, etc. eso requiere de cambios de fondo.
Al menos la que yo conocí en mi viaje de febrero de 2011, era una economía capitalista de mediano desarrollo, con fuerte presencia estatal. Quizás ande necesitando una revolución, dentro de la revolución, para socializar renglones decisivos y dar un rol dirigente a los trabajadores manuales e intelectuales de Irán.
He leído que empezaron a producir su propia vacuna, nacional, llamada Covirán. Excelente. Este tiempo de crisis, de pandemia, de sanciones imperiales, etc, es también una oportunidad de avanzar hacia el socialismo. ¿Puede haber un socialismo islámico? Sí, el de Muammar Gaddafi en Libia tenía bastante de eso.
Será cuestión de combinar el Corán con El Capital, las lecciones de Khomeini y Jamenei con las de Marx, las revoluciones soviética, china y cubana. Unir la Covirán con la Sputnik, la Sinopharm, las Abdala y Soberana.
Atendiendo a la experiencia de Moscú, Beijing y La Habana, el presidente Raisi podría levantar su aplazo político-cultural de nominar a un gabinete de 19 ministros, sin ninguna mujer. Los marxistas debemos dejar de lado el dogmatismo, pero los islámicos también, para forjar un mundo mejor.
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