OPINI脫N de Teresa Moll谩 Castells
A pesar del silencio estival, las cosas, apenas han cambiado. Bueno s铆, han evolucionado a peor.
Mayor n煤mero de agresiones sexuales m煤ltiples a mujeres. Mayor ferocidad en el discurso posmoguay para imponer “su” verdad cual dogma de fe, con lo que ello supone para los derechos de las mujeres y su seguridad. Mayor carga de trabajo y, por tanto, mental para las mujeres con el teletrabajo. Y as铆 un largo etc.
Con el tema de las violencias machistas ya es imposible hablar de todas las que se han sufrido en este tiempo de silencio: Asesinatos, violaciones, asesinatos de hijas e hijos, golpes, insultos e infinitas maneras m谩s de violentarnos.
Y, por si nos faltaba alguna cosa, hombres autoasignados mujeres compitiendo en las olimpiadas como mujeres. Con su sola palabra.
Y este Gobierno, autoproclamado progresista y feminista, mirando hacia otro lado, sin querer mirar los problemas estructurales que sus propias pol铆ticas nos generan a las mujeres.
Cu谩nta prisa se dio S谩nchez en anunciar la creaci贸n de grupos en la Guardia Civil y la Polic铆a Nacional para perseguir los delitos de odio contra las personas homosexuales, pero ni una palabra, ni tampoco ni una acci贸n para combatir las violencias machistas. La judicatura tiene en sus manos instrumentos jur铆dicos para evitar que padres condenados por malos tratos a sus parejas no puedan ver a los hijos, pero apenas las utilizan, con el riesgo que ello comporta para las criaturas, como hemos visto y desgraciadamente seguiremos viendo.
Al parecer, las vidas de las mujeres siguen sin importarles ni a la clase pol铆tica, ni a la judicatura instalados ambos como est谩n en un patriarcado que los lleva a estar c贸modos en esa situaci贸n pese a que el precio de mantener esos estatus sean las vidas de mujeres y criaturas.
Pero para acabar de empeorar las cosas, llegan los posmoguays, se apoderan del Ministerio de Igualdad cuya lucha deber铆a ser contra todas las violencias machistas y todas las desigualdades que estructuralmente seguimos sufriendo las mujeres, y comienzan una cruzada para convertir en leyes los deseos de algunos sin ning煤n tipo de acreditaci贸n m茅dica o psicol贸gica. Ello, impl铆citamente, lleva aparejados nuevos peligros para las mujeres en muchos aspectos que van desde el lenguaje, porque se utiliza un neolenguaje que pretende hacer desaparecer palabras como “madre” o “mujer” para, de ese modo borrar el concepto de mujer y todo lo que lleva asociado en cu谩nto a derechos y protecciones espec铆ficas como sujetos pol铆ticos espec铆ficos que somos.
Decepci贸n tras decepci贸n, salvo alguna honrosa excepci贸n por parte de un Gobierno que ha dejado de gobernar a m谩s de la mitad de la poblaci贸n que somos las mujeres. Nos ponen muy dif铆cil plantearnos de nuevo el voto a opciones que cre铆amos que iban a buscar la justicia social pero que han acabado sirviendo los intereses, no siempre confesables, de algunas multinacionales que respaldan el negocio farmac茅utico de las hormonas, las operaciones y mutilaciones f铆sicas que supone lo que llaman “transicionar”, etc.
El feminismo se ha quedado hu茅rfano de izquierdas pol铆ticas como comprobamos cada d铆a cuando se nos insulta e incluso agrede por estar disconformes con estas pol铆ticas. Pol铆ticas que hemos de recordar que van dirigidas a una minor铆a de la poblaci贸n en claro detrimento de otras mayor铆as.
Este verano reflexionaba con un amigo de una opci贸n pol铆tica que no es de izquierdas y ambos dec铆amos lo mismo: Ni yo puedo hablar ya de “mi” gente en pol铆tica y 茅l afirmaba lo mismo. Hemos dejado de creer en los que hasta hace un tiempo eran para cada uno de nosotros “los nuestros”.
Dif铆cil lo tenemos a la hora de depositar el voto. Porque votar hay que votar, pero ya no tengo claro en qu茅 sentido hacerlo.
Si, ya s茅 que para ser el primer art铆culo de la nueva temporada no estoy demasiado optimista, lo s茅. Pero tampoco quiero enga帽ar a nadie. As铆 me siento.
Pero, aunque a veces las fuerzas flaqueen y me sepa dentro de una disidencia a la que mis propias convicciones me han llevado, la luz del feminismo nunca se apaga y dentro de esa disidencia est谩n mis hermanas feministas y las mujeres en general que son mi motor de cada d铆a.
Precisamente hoy hace veinte a帽os me promet铆 a m铆 misma trabajar hasta mi 煤ltimo aliento para denunciar las violencias machistas en todas sus formas para intentar evitar sufrimiento a mujeres y ni帽as. Hasta ahora esa ha sido mi l铆nea vital y espero que as铆 siga hasta mi 煤ltimo aliento. Aunque no lo pongan f谩cil, ah铆 estaremos.
Siempre hay una cosa que me conforta cuando me dan bajones por desesperaci贸n o cansancio y es que nunca me siento sola en la lucha y al tiempo pensar que, porque fueron, somos y porque somos, ser谩n.
A pesar del silencio estival, las cosas, apenas han cambiado. Bueno s铆, han evolucionado a peor.
Mayor n煤mero de agresiones sexuales m煤ltiples a mujeres. Mayor ferocidad en el discurso posmoguay para imponer “su” verdad cual dogma de fe, con lo que ello supone para los derechos de las mujeres y su seguridad. Mayor carga de trabajo y, por tanto, mental para las mujeres con el teletrabajo. Y as铆 un largo etc.
Con el tema de las violencias machistas ya es imposible hablar de todas las que se han sufrido en este tiempo de silencio: Asesinatos, violaciones, asesinatos de hijas e hijos, golpes, insultos e infinitas maneras m谩s de violentarnos.
Y, por si nos faltaba alguna cosa, hombres autoasignados mujeres compitiendo en las olimpiadas como mujeres. Con su sola palabra.
Y este Gobierno, autoproclamado progresista y feminista, mirando hacia otro lado, sin querer mirar los problemas estructurales que sus propias pol铆ticas nos generan a las mujeres.
Cu谩nta prisa se dio S谩nchez en anunciar la creaci贸n de grupos en la Guardia Civil y la Polic铆a Nacional para perseguir los delitos de odio contra las personas homosexuales, pero ni una palabra, ni tampoco ni una acci贸n para combatir las violencias machistas. La judicatura tiene en sus manos instrumentos jur铆dicos para evitar que padres condenados por malos tratos a sus parejas no puedan ver a los hijos, pero apenas las utilizan, con el riesgo que ello comporta para las criaturas, como hemos visto y desgraciadamente seguiremos viendo.
Al parecer, las vidas de las mujeres siguen sin importarles ni a la clase pol铆tica, ni a la judicatura instalados ambos como est谩n en un patriarcado que los lleva a estar c贸modos en esa situaci贸n pese a que el precio de mantener esos estatus sean las vidas de mujeres y criaturas.
Pero para acabar de empeorar las cosas, llegan los posmoguays, se apoderan del Ministerio de Igualdad cuya lucha deber铆a ser contra todas las violencias machistas y todas las desigualdades que estructuralmente seguimos sufriendo las mujeres, y comienzan una cruzada para convertir en leyes los deseos de algunos sin ning煤n tipo de acreditaci贸n m茅dica o psicol贸gica. Ello, impl铆citamente, lleva aparejados nuevos peligros para las mujeres en muchos aspectos que van desde el lenguaje, porque se utiliza un neolenguaje que pretende hacer desaparecer palabras como “madre” o “mujer” para, de ese modo borrar el concepto de mujer y todo lo que lleva asociado en cu谩nto a derechos y protecciones espec铆ficas como sujetos pol铆ticos espec铆ficos que somos.
Decepci贸n tras decepci贸n, salvo alguna honrosa excepci贸n por parte de un Gobierno que ha dejado de gobernar a m谩s de la mitad de la poblaci贸n que somos las mujeres. Nos ponen muy dif铆cil plantearnos de nuevo el voto a opciones que cre铆amos que iban a buscar la justicia social pero que han acabado sirviendo los intereses, no siempre confesables, de algunas multinacionales que respaldan el negocio farmac茅utico de las hormonas, las operaciones y mutilaciones f铆sicas que supone lo que llaman “transicionar”, etc.
El feminismo se ha quedado hu茅rfano de izquierdas pol铆ticas como comprobamos cada d铆a cuando se nos insulta e incluso agrede por estar disconformes con estas pol铆ticas. Pol铆ticas que hemos de recordar que van dirigidas a una minor铆a de la poblaci贸n en claro detrimento de otras mayor铆as.
Este verano reflexionaba con un amigo de una opci贸n pol铆tica que no es de izquierdas y ambos dec铆amos lo mismo: Ni yo puedo hablar ya de “mi” gente en pol铆tica y 茅l afirmaba lo mismo. Hemos dejado de creer en los que hasta hace un tiempo eran para cada uno de nosotros “los nuestros”.
Dif铆cil lo tenemos a la hora de depositar el voto. Porque votar hay que votar, pero ya no tengo claro en qu茅 sentido hacerlo.
Si, ya s茅 que para ser el primer art铆culo de la nueva temporada no estoy demasiado optimista, lo s茅. Pero tampoco quiero enga帽ar a nadie. As铆 me siento.
Pero, aunque a veces las fuerzas flaqueen y me sepa dentro de una disidencia a la que mis propias convicciones me han llevado, la luz del feminismo nunca se apaga y dentro de esa disidencia est谩n mis hermanas feministas y las mujeres en general que son mi motor de cada d铆a.
Precisamente hoy hace veinte a帽os me promet铆 a m铆 misma trabajar hasta mi 煤ltimo aliento para denunciar las violencias machistas en todas sus formas para intentar evitar sufrimiento a mujeres y ni帽as. Hasta ahora esa ha sido mi l铆nea vital y espero que as铆 siga hasta mi 煤ltimo aliento. Aunque no lo pongan f谩cil, ah铆 estaremos.
Siempre hay una cosa que me conforta cuando me dan bajones por desesperaci贸n o cansancio y es que nunca me siento sola en la lucha y al tiempo pensar que, porque fueron, somos y porque somos, ser谩n.