Se acent煤a la brecha entre ricos y empobrecidos
4.000 millones no cuentan con ninguna protecci贸n social
Sergio Ferrari, desde la ONU, Ginebra, Suiza
Una de cada dos personas en el mundo no cuenta con ning煤n tipo de protecci贸n social. Realidad que desnuda asimetr铆as continentales y sectoriales significativas.
Aunque la crisis producto del COVID 19 promovi贸 una expansi贸n sin precedentes de iniciativas y programas de protecci贸n social, m谩s de 4.000 millones de personas contin煤an completamente desprotegidas. La respuesta social a la pandemia ha sido desigual e insuficiente: aument贸 la brecha entre los pa铆ses de altos ingresos y los de bajos ingresos y no logr贸 brindar una cobertura b谩sica para el conjunto de la poblaci贸n mundial.
La cobertura que la Organizaci贸n Internacional del Trabajo (OIT) considera como esencial, cuando se refiere a la protecci贸n social, incluye el acceso a la atenci贸n m茅dica y a la percepci贸n de ingresos en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, accidente laboral, maternidad o p茅rdida de la principal fuente de ingresos de la familia.
Diagn贸stico preocupante
En la actualidad, s贸lo un 47% de la poblaci贸n mundial est谩 cubierta como m铆nimo por una prestaci贸n de protecci贸n social, en tanto el resto, 4.100 millones de personas, no cuenta con ning煤n tipo de cobertura. Esta es una de las principales conclusiones del Informe Mundial sobre la Protecci贸n Social 2020-2022 que la OIT, con sede en Ginebra, Suiza, acaba de publicar la primera semana de septiembre. (https://www.ilo.org/wcmsp5/
Seg煤n este organismo internacional, las diferencias regionales son significativas. El continente americano, por ejemplo, cuenta con una tasa superior a la media mundial, con un 64.3% de cobertura, aunque lejos por detr谩s del 84% de Europa y Asia Central. Los Estados 脕rabes, con un 40% y 脕frica, con apenas un 17.4%, confirman las evidentes deficiencias globales en el plano de la protecci贸n social.
La ni帽ez, las mujeres, las personas con capacidades diferentes y los desempleados son los sectores m谩s perjudicados por este sombr铆o panorama. Solo uno de cuatro ni帽os y ni帽as se beneficia de una prestaci贸n social. 脷nicamente el 45% de las mujeres con hijos reci茅n nacidos tiene derecho a una prestaci贸n de maternidad en efectivo. Y solo una de cada tres personas con alguna discapacidad grave recibe beneficios por invalidez. En cuanto a la poblaci贸n desempleada a nivel mundial, apenas un 18.6% cuenta con una cobertura efectiva.
La OIT constata que, si bien el 77% de las personas con derecho a pensi贸n de vejez reciben un aporte jubilatorio, persisten importantes disparidades regiones, as铆 como entre zonas urbanas y rurales y entre hombres y mujeres.
Los n煤meros hablan por s铆 mismos: el gasto p煤blico en concepto de protecci贸n social var铆a de manera significativa a trav茅s del planeta. Como promedio los pa铆ses destinan a la protecci贸n social un 12.8% del Producto Interior Bruto (PIB) -- promedio internacional--, porcentaje que no incluye los presupuestos espec铆ficos para salud. Sin embargo, los pa铆ses de altos ingresos invierten un 16.4% de su PIB en protecci贸n social mientras que los de bajos ingresos apenas un 1.1%.
La encrucijada
El nuevo Informe Mundial 2020-2022 que se public贸 el 1 de septiembre, afirma que la comunidad internacional en su conjunto se confronta a una encrucijada esencial: seguir un “camino 贸ptimo” de inversi贸n en el refuerzo de sus sistemas de protecci贸n social o bien un “camino f谩cil” de provisi贸n minimalista, sucumbiendo con ello a las presiones fiscales o pol铆ticas.
Y ratifica que el objetivo 煤ltimo deber铆a ser que todas las personas est茅n protegidas tanto contra los impactos sist茅micos como contra los riesgos ordinarios del ciclo de vida. La clave para lograrlo radica en dedicar m谩s esfuerzos a la construcci贸n de sistemas de protecci贸n social universal. Estos deben ser integrales, adecuados y sostenibles, y deben incluir un piso de protecci贸n social s贸lido que garantice al menos un nivel b谩sico de seguridad social para todas las personas a lo largo de sus vidas.
Estos sistemas son esenciales para prevenir la pobreza y la desigualdad, as铆 como para hacer frente a los retos hoy y ma帽ana. El desaf铆o esencial para reforzar este andamiaje de protecci贸n universal es el trabajo decente. Que permita a las mujeres y a los hombres afrontar mejor “sus transiciones vitales y laborales, facilitando la transici贸n de los trabajadores y las empresas de la econom铆a informal a la econom铆a formal, impulsando la transformaci贸n estructural de las econom铆as y apoyando la transici贸n hacia econom铆as y sociedades m谩s sostenibles desde el punto de vista ambiental”.
Dicho informe insiste en que establecer la protecci贸n social universal – clave para la realizaci贸n del derecho humano a la seguridad social para todos -- es la piedra angular de una propuesta de justicia social con un enfoque centrado en las personas.
Con ello se contribuir铆a a la prevenci贸n de la pobreza y la contenci贸n de las desigualdades, la mejora de las capacidades humanas y la productividad, el fomento de la dignidad, la solidaridad y la equidad, y a la revitalizaci贸n del contrato social.
Ideas no faltan
En junio pasado, representantes de 181 pa铆ses miembros de la OIT aprobaron el Llamamiento Mundial a la Acci贸n para una recuperaci贸n centrada en las personas ( https://www.ilo.org/ilc/
Este compromiso consensuado durante la Conferencia Internacional del organismo, incluye dos tipos de recomendaciones. En primer lugar, las medidas que deben adoptar los gobiernos nacionales y sus "interlocutores sociales" empresariales y sindicales, para lograr una recuperaci贸n del empleo, reforzar sustancialmente las protecciones sociales y las de los trabajadores y apoyar a las empresas sostenibles.
En segundo lugar, el papel tan decisivo de la cooperaci贸n internacional y el rol de las instituciones multilaterales, incluida la OIT, en la generaci贸n y promoci贸n de estrategias nacionales de recuperaci贸n de la pandemia que beneficien esencialmente a las personas y grupos familiares.
¿C贸mo se financia?
Mejorar la cobertura social implica, esencialmente, discutir en cada pa铆s las formas de financiamiento en juego, lo cual debe formar parte del debate de fondo sobre la redistribuci贸n del ingreso de una naci贸n.
El pr贸ximo 26 de septiembre, el pueblo suizo se pronunciar谩 en las urnas sobre la Iniciativa popular 99%, promovida por partidos de izquierda, ecologistas, sindicatos, ONG y otras asociaciones de muy variada naturaleza.
La misma propone que las ganancias de capital, proveniente de intereses, dividendos, alquiler de propiedades, entre otras, de un valor mayor a los 100.000 francos (110.000 d贸lares estadounidenses), paguen impuestos una vez y media m谩s altos que las ganancias producto del trabajo. Los ingresos fiscales adicionales que podr铆a generar esta iniciativa, que se calculan ser谩n de 10.000 millones de francos anuales, se utilizar铆an para reducir los impuestos que deben pagar los sectores de ingresos bajos y para financiar servicios sociales como guarder铆as infantiles, seguros m茅dicos y educaci贸n.
Los promotores de la propuesta est谩n convencidos de que solo una reforma fiscal de este tipo puede frenar el aumento de la brecha entre ricos y pobres en el pa铆s. En la actualidad, cerca del 43% de los activos financieros en Suiza est谩n en manos de solo el 1% de la poblaci贸n, lo que determina que el mayoritario 99% se distribuya el resto y de ah铆 el nombre de esta iniciativa popular.
Los informes, documentos, reuniones y eventos internacionales que proponen un sistema social universal abundan y siguen multiplic谩ndose. Sin embargo, los desheredados de la Tierra siguen esperando. En particular, la poblaci贸n desempleada, las mujeres, la infancia, y las personas con capacidades diferentes.
No faltan conceptos, sino mecanismos efectivos que aseguren que esa necesaria redistribuci贸n del ingreso comience a concretarse, en cada pa铆s, a nivel mundial. No se trata de ideas, sino de voluntad pol铆tica, es decir, de dar respuestas concretas a los gritos crecientes a favor de la dignidad humana postergada por la brecha creciente entre enriquecidos y empobrecidos.