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Contra los megaparques de las grandes eléctricas, por una energía pública y renovable

COMUNICADO del Área de Ecosocialismo de Anticapitalistas

Estos días se prepara una manifestación contra los desarrollos renovables de las empresas privadas que, sin planificación y bajo la lógica extractiva del capital, están instalándose en todo el territorio. Estas instalaciones no pueden tolerarse sin más, porque suponen un ataque a la biodiversidad y al territorio, devastan paisajes e impiden el desarrollo de la agricultura y de cualquier otra actividad en las zonas rurales. En este sentido, es imprescindible apoyar movilizaciones como la que desarrolla la plataforma Aliente, que convoca esta manifestación, a la que Anticapitalistas se suma, el próximo día 16 en Madrid.

Sin embargo, parar las renovables no puede ser el objetivo. Aliente lo deja claro desde el propio lema de la convocatoria – Renovables sí, pero así no – pero es necesario entrar en algunos puntos. En primer lugar, desde Anticapitalistas tenemos claro que el tránsito de una sociedad fósil a una renovable tiene que ver con una disminución radical del consumo final de energía. Esto es la primera premisa de cualquier planteamiento político que sea sincero y asuma los límites biofísicos del planeta, y que son el marco último de la sociedad y su sistema de economía. Esto quiere decir que tenemos que afrontar un cambio civilizatorio de amplio calado, puesto que esto implica revertir la dinámica socioeconómica de buena parte de la historia humana y particularmente de los últimos dos siglos.

En segundo lugar, si queremos que esto se realice con un prisma social, y no bajo la actual dinámica de explotación del trabajo y la naturaleza, es imprescindible dotarse colectivamente de las herramientas de planificación necesarias. La transición renovable la está realizando el capital, lo que implica que se reproduce el liderazgo de los sectores dominantes de la sociedad. Esto se percibe con especial claridad en el sistema de producción de electricidad, pero es común a todos los agentes de la energía. En esta línea, hay que oponerse a la proliferación de mega proyectos de renovables, sin criterio y sin respeto a los territorios. Del mismo modo, hay que tener en cuenta que serán necesarias grandes instalaciones, y para evaluar y decidir serán necesarios esos procesos y herramientas colectivas.

En tercer lugar, estos procesos no pueden impedir ni posponer los cierres de las centrales térmicas y nucleares, que son elementos productivos absolutamente insostenibles en un mundo en emergencia climática. Durante estos años de transición se recuperan los argumentos que acusan a las renovables de estar en la causa de la subida de la luz; esto es falso a corto plazo, puesto que ahora mismo son otros factores y fundamentalmente los precios de la energía fósil – gas y petróleo – los que provoca la subida de precios. A medio plazo, lo que produciría una escalada de precios es el mantenimiento del actual sistema de energía como bien de mercado, puesto que es evidente que la energía será decreciente y el consumo tiene que reducirse. Lo que defendemos desde Anticapitalistas es que la energía sea un bien de uso, sometido a la distribución colectiva y con garantía de suministro para todas. Para ello tendremos que bloquear el sistema privado y exigir que pase a propiedad pública, y que a partir de ahí decidamos entre todas qué proyectos son necesarios. Generación distribuida mediante autoconsumo, consumo comunitario y cierto número de grandes proyectos serán necesarios, pero tienen que ser puestos en marcha bajo el criterio de la mayoría y no de unos pocos sectores privilegiados.

Todo esto exige un liderazgo colectivo que está en las antípodas de lo que realiza el gobierno. Es evidente que las empresas actúan como parásitos del conjunto de la sociedad, pero también lo es que sólo se pueden realizar a partir de un sistema de producción, distribución y formación de precios que tiene la bendición del estado. El gobierno hace de mediador del expolio y las eléctricas recogen el beneficio y reaccionan como matones cuando consideran que sus beneficios no han sido suficientemente defendidos. Es imprescindible una movilización que sea capaz de poner esto en cuestión, invertir la relación de poder y obligar al gobierno a tomar la dirección de la política energética. Un primer paso para esto es el referendum que exigimos para decidir entre todas sobre la propiedad y la dirección de la política de vivienda y de energía, porque son los bienes básicos de todas y tenemos que debatir en común qué queremos hacer con ellas.






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