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No es sólo votar sino también comer y ser un país libre

Demasiadas concesiones a monopolios, banqueros, exportadores y FMI

OPINIÓN de Sergio Ortiz







LA PRIORIDAD

Para el gobierno y la oposición lo prioritario es ganar las legislativas del 14 de noviembre. Y no es que no sean importantes ni que esos partidos no tengan derecho a participar y tratar de ganarlas. Es el clásico juego de la democracia burguesa.

Lo primero a decir es que meter la papeleta en la urna no es la prioridad. Sí lo es meter la comida en la boca de 45 millones de argentinos, cosa que no pasa debido al fenómeno de la pobreza, la desocupación, la inflación y el hambre.

El programa más revolucionario hoy es que la gente se fuera a dormir con las cuatro comidas diarias. Y, por supuesto, comida saludable y no chatarra. Ese objetivo parece tan lejano como la Luna.

Argentina tiene al 42 por ciento de su población bajo la línea de pobreza, unos 18.8 millones de habitantes, y aquella proporción sube hasta casi el 60 por ciento en la franja etárea de niños y adolescentes. Entonces, que buena parte de los políticos – no todos- se centren en la cuestión electoral resulta obsceno y falto de humanidad.

Aquellas carencias ocurren en este país capitalista dependiente y en buena parte del mundo. La ONU publicó que 41 millones de personas en 43 países viven en estado de hambruna, que 811 millones se van a dormir con hambre y que 3.000 millones no tienen dieta saludable.

En Argentina el dolor es más agudo porque se precia de producir alimentos para 400 millones de personas. ¡Y resulta que varios millones pasan hambre dentro de sus fronteras!

Esas estadísticas ominosas no son leídas ni interpretadas del mismo modo por los políticos. Son un drama producto del capitalismo y del imperialismo a nivel mundial, que profundiza las diferencias entre un pequeño grupo de naciones dominantes y casi dos centenares de otras, dominadas. Sin embargo la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, al hablar el 16 de octubre pasado en el predio de la ex ESMA ante un encuentro nacional de La Cámpora, dijo que “el modelo más sostenible es el capitalismo. Vean ‘Goodbye Lenin’ y se acabó la discusión”.

Esa declaración de amor al capitalismo fue errónea pues es un sistema de explotación, con datos recién señalados. Y desubicada porque ese discurso fue en el ex centro de exterminio ESMA, donde miles de militantes revolucionarios y anticapitalistas fueron torturados y embarcados en los “vuelos de la muerte” de la dictadura militar-cívica. Cristina ofendió la memoria de esos luchadores.

MEMORIA ES CLAVE

La consigna de Memoria, Verdad y Justicia, manchada por CFK, es un valor importante a la hora de no meter la pata el 14 de noviembre.

Hay muchísima gente enojada con la mala gestión del Frente de Todos; muchos no fueron a votar, otros lo hicieron en blanco, anularon su voto o metieron el de otras listas. El oficialismo perdió 10 puntos de su cosecha de las PASO 2019 y 4 millones de votos, más de 2 millones en la estratégica provincia de Buenos Aires. Fue paliza, sopapo o derrota mayúscula, como quieran llamarla, o un severo llamado de atención, como la juzgaron benévolamente en las filas cristinistas.

Esa reacción popular está más que justificada. Eso no quita lo criticable: una parte de los votos fueron a Juntos por el Cambio. Y sería lamentable que eso se repita en noviembre. Sería salir de Guatemala y caer en Guatemuchopeor.

Por eso a la hora de votar se debería pensar en lo sucedido entre 2015 y 2019, los más de 20 puntos robados al salario y jubilaciones, el crédito de 57.100 millones de dólares contraído con el FMI, los CEOs ministros fugando capitales, los tarifazos al por mayor, la corrupción del presidente Macri en tantas causas judiciales y espiando a todo el mundo, su genuflexión con Donald Trump y su sociedad con el nazi Bolsonaro, etc.

Fue el gobierno de los ricos, para los ricos y por los ricos, una plutocracia, para citar a Fidel Castro cuando cuestionaba a la “democracia” de EE UU.

Por eso no se debe votar a Juntos por el Cambio, que lejos de arrepentirse por su gestión, dice que su error fue el gradualismo, o que el ajuste debió ir al hueso en forma más rápida. Hoy plantean volver a endeudarse con acreedores internacionales y eliminar conquistas laborales, como la indemnización por despido. Son agentes directos del gran capital local y trasnacional.


NO IGUALES PERO PARECIDOS

No se puede convalidar el ajuste fondomonetarista que viene ejecutando la dupla Fernández-Fernández desde inicios de 2020. Chantajean al electorado diciendo “o me votan o vuelve la derecha”. Y resulta que está con una gestión sino igual bastante parecida al macrismo, en varios temas importantes.

La carta de la vicepresidente, tras la derrota en las PASO, admitió que el gobierno venía realizando un ajuste fiscal brutal. No sólo eso sino que se subejecutaron programas financiados con el Aporte Solidario, por ejemplo en Vivienda. Con la de septiembre la inflación del año supera el 32 por ciento y es del 52.7 interanual. Es especialmente alta en alimentos, a lo que en 2022 habrá que sumarle lo que impacten los aumentos de tarifas, también buscando el visto bueno de Kristalina Georgieva y el alto empresariado.

Si el macrismo le ofrece a ese empresariado la prenda de despedir sin indemnización, presentado como proyecto por el senador Martín Lousteau y propagandizado por Rodríguez Larreta y Vidal, el peronismo no se queda atrás. Ante los empresarios del Coloquio de IDEA, el presidente Fernández anunció un decreto para habilitar la contratación de desempleados que hoy cobran el Potenciar Trabajo, para que los tomen como empleados los patrones rurales, en la construcción y la gastronomía. En este sector reiteró el anuncio al lado del súper corrupto Luis Barrionuevo (alias “si dejamos de robar dos años…”).

El Estado seguirá pagando a esos laburantes el Potenciar Trabajo y los empresarios succionarán la plusvalía de toda la jornada de trabajo.

Así de “eficiente” es el modelo capitalista encomiado por la vicepresidente en su alocución ante La Cámpora.


EN ESO NO SON PERONISTAS

El 17 de octubre hubo un acto concurrido pero no multitudinario en Plaza de Mayo, convocada por Hebe de Bonafini y Madres de Plaza de Mayo, con eco en kirchneristas que cuestionan al gobierno pagar la deuda externa y no gestionar la libertad de presos políticos.

El gobierno había anunciado un acto ese día con el jefe de Estado como único orador, pero lo levantó invocando como pretexto el Día de la Madre.

Luego el presidente, como titular del Partido Justicialista, publicó un flyer, nada de reuniones del Consejo Nacional, pidiendo que los peronistas festejaran el Día de la Lealtad yendo a las plazas con sus poemas, guitarras y recuerdos. La vice adhirió a esa invitación light: nada de reclamos al FMI ni agitar lo de los presos.

Eso era para quedar bien con los que se movilizaban ese 17 a Plaza de Mayo y con los burócratas de la CGT que al día siguiente marchan al Monumento al Trabajo con un programa diferente. Esos sindicalistas-empresarios no quieren saber nada con repudiar la deuda ni pedir por Milagro Sala. Quieren juntar capital político y dinerario para lograr más prebendas gubernamentales y empresarias para los dos años de mandato del Frente de Todos. Después, en 2023, verán de caer parados, como los gatos, como hicieron siempre, incluso con Macri, Larreta y Vidal.

El peronismo demuestra una vez más que es un rejunte de gatos, porque festejan los que no quieren pagar la deuda externa y también los que, como Alberto Fernández y Cristina, se ufanan de ser “pagadores seriales”. Y también los de la CGT que quieren pagar, en tanto ellos mantengan sus privilegios y negocios de las obras sociales.

La deuda externa es hoy la línea divisoria de la política y economía argentina, con fuerte impacto sobre la sociedad, en especial lo más pobres.

El gobierno está pagando esa deuda fraudulenta y renegocia para pagar todo lo adeudado. Se lo prometió a los 7 popes monopolistas invitados a almorzar con el presidente, a los participantes del Coloquio de IDEA, a los cuatro agrogarcas de la Mesa de Enlace reunidos con el ministro Julián Domínguez, a la directora gerente del FMI reunida con Guzmán en EE UU y a los fondos de inversión recibidos por Guzmán y Juan Manzur en el consulado en Nueva York.

Hay que garpar 19.000 millones de dólares al FMI en 2022 y cantidad similar en 2023. Obvio que eso es impagable y negocian plazos más largos y refinanciación sin tantos intereses, con rebaja de sobretasas.

El gobierno ha claudicado ante el Fondo. Sólo ha planteado dos condiciones de mínima: que bajen las sobretasas por la demora y una cláusula “paru passi” para que si en el futuro se otorgan mejoras a otras naciones también sean para nuestro país.

Eso es entrega lisa y llana. Macri no lo hubiera hecho muy diferente.

Lo del gobierno es una caricatura de peronismo. Ese movimiento llegó al gobierno en 1946, al año siguiente de la fundación del FMI, luego de Bretton Woods. Y nunca pidió su ingreso, siendo derrocado por el golpe gorila en 1955. Recién en 1956 la Argentina ingresó al Fondo, con la Fusiladora.

Y en 2021 un gobierno peronista hocica y lo confirma justo un 17 de octubre, Día de la Lealtad. ¿Lealtad a quién? ¿A Evita o a Kristalina? ¿Patas en la fuente o atados de pies y manos al Fondo?
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