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Octavio Paz para analistas internacionales

OPINI脫N de Antonio R. Rubio Plo 



Octavio Paz llegando al premio Nobel de Literatura (1990) Foto: Gobierno CDMX (CC0 1.0)

Octavio Paz se consideraba, ante todo, un poeta, y, en segundo lugar, un ensayista. No era un historiador profesional, aunque prestaba mucha atenci贸n a eso que se ha venido en llamar la metahistoria. Cultivo ese g茅nero en torno a su M茅xico natal, pero tambi茅n la aplic贸 a otros pa铆ses como la India e Ir谩n y, por supuesto, a Estados Unidos, sin perder nunca una visi贸n de conjunto de Latinoam茅rica. En ese sentido su libro m谩s logrado es Tiempo nublado, publicado en 1983, y contiene una recopilaci贸n revisada de art铆culos aparecidos en la prensa internacional desde 1980. Era una 茅poca de cambios e incertidumbres: los efectos del Vietnam y del Watergate; la revoluci贸n iran铆, las primeras fisuras en el bloque sovi茅tico iniciadas en Polonia, el resurgimiento de China con Deng Xiaoping … El eco de muchos de estos sucesos ha llegado hasta nuestros d铆as, en los que el horizonte sigue teniendo los tonos sombr铆os de aquella 茅poca hist贸rica, en los que empezaba a cuartearse el mundo “estable” de la Guerra Fr铆a. Hay una diferencia: las incertidumbres de ahora son mayores que las de entonces, y donde abundan las incertidumbres, afloran tambi茅n los miedos.

Mucho podr铆a hoy escribir Octavio Paz sobre nuestro mundo y elaborar magistrales ensayos sobre la pol铆tica internacional. Hemos vivido la apresurada retirada de los occidentales de Afganist谩n, el silencio sepulcral sobre las dos d茅cadas de construcci贸n nacional y el progresivo olvido acerca de ese pa铆s, sustituido por un mayor inter茅s por un juego de grandes potencias que mueven sus fichas en el tablero de una guerra fr铆a o de una guerra comercial, o de ambas a la vez. Las nuevas incertidumbres me han hecho buscar entre los libros de mi biblioteca Tiempo nublado de Octavio Paz. He seleccionado estos fragmentos para buscar algo de luminosidad en un horizonte sombr铆o.

“A lo largo del siglo XIX los ingleses intentaron dominar a los afganos; aunque nunca lo lograron del todo, al menos impidieron que el pa铆s cayera en manos de la Rusia zarista. Pero a los ingleses jam谩s se les ocurri贸 convertir a los afganos ni a la religi贸n anglicana ni a la monarqu铆a constitucional. En 1919 Afganist谩n recobr贸 su independencia y se abri贸 al mundo. La liquidaci贸n del Imperio brit谩nico, despu茅s de la segunda guerra mundial, precipit贸 los acontecimientos. Los norteamericanos sustituyeron a los ingleses. No pudieron contener por mucho tiempo a los rusos. Las circunstancias hist贸ricas hab铆an cambiado radicalmente y, adem谩s, Washington defendi贸 con desgana esa posici贸n: nunca consider贸 a Afganist谩n como un punto estrat茅gico clave. Grave error: desde Alejandro Magno ese pa铆s ha sido la puerta del subcontinente indio”.

Octavio Paz subraya el realismo de la pol铆tica exterior brit谩nica, en la que, como dec铆a Lord Palmerston, importan m谩s los intereses que los amigos. El internacionalismo estadounidense, a partir de los 14 puntos de Wilson y de las iniciativas de Roosevelt durante la Segunda Guerra Mundial, pudo dar la impresi贸n de que la pol铆tica exterior de Washington ten铆a como objetivo preferente la expansi贸n de la democracia. Sin embargo, esos ideales nunca fueron incompatibles con los propios intereses y las tendencias aislacionistas, compartidas por una buena parte de la opini贸n p煤blica, descendiente, en su mayor铆a, de inmigrantes que hab铆an escapado de turbulentos escenarios europeos o de otros continentes y aspiraban a la estabilidad en sus asuntos dom茅sticos. La presidencia de Trump con su America First represent贸 una cierta sorpresa por su desencarnado realismo, que algunos funcionarios de la Administraci贸n intentaban mitigar a duras penas. Poco parece haber cambiado con la presidencia de Biden. Afganist谩n, pero a la vez el inter茅s por el Indo-Pac铆fico, vendr铆an a ser una demostraci贸n de que el America is Back no es incompatible con America First. La desgana de los estadounidenses sobre Afganist谩n, a la que se refiere Paz, sigue siendo cierta. Si ese pa铆s contin煤a siendo la puerta del subcontinente indio, el vac铆o que deja Washington lo llenar谩 Pek铆n, e incluso Ir谩n, que est谩n haciendo gala de todo su pragmatismo frente al gobierno talib谩n, que ideol贸gicamente deber铆a ser su enemigo.

“Al pueblo norteamericano y a sus dirigentes les falta ese sexto sentido que han tenido casi todas las grandes naciones: la prudencia. Esta palabra, desde Arist贸teles, designa a la m谩s alta virtud pol铆tica. La prudencia est谩 hecha de sabidur铆a y entereza, arrojo y moderaci贸n, discernimiento y persistencia en la actuaci贸n. La mejor y m谩s sucinta definici贸n de prudencia la ha dado recientemente Castoriadis: “facultad de orientarse en la historia”. Es la facultad que muchos echamos de menos en los Estados Unidos”.

Si la prudencia es la facultad de orientarse en la historia, hay que llegar a la conclusi贸n de que esa virtud no abunda a las dos orillas del Atl谩ntico, y tampoco, aunque algunas potencias emergentes quieran dar la impresi贸n de lo contrario, en otras orillas. La pol铆tica exterior, sobre todo en el mundo occidental, da la impresi贸n de ser err谩tica, no coherente y modelada a su gusto por las opciones partidistas que se suceden en el poder. En un mundo de incertidumbres llega, por ejemplo, la hora de los populismos, que miran a un pasado que no fue tal y como ellos lo imaginan, o a un futuro en que sus utop铆as est谩n llamadas a no resistir el paso del tiempo. Falta prudencia, falta sentido de la historia. Parece solo importar el discurso interno y el cortoplacismo. De ah铆 que podamos imaginar unos Estados Unidos muy polarizados en las elecciones de 2024, un duelo 谩spero entre las probables candidaturas de Kamala Harris y Donald Trump, o de su candidato interpuesto. La pol铆tica exterior, por muy brillante que sea el historial de un secretario de Estado, tiene que resentirse forzosamente ante las tensiones de “una casa dividida”, por emplear una expresi贸n b铆blica de Abraham Lincoln. Pero, por encima de estas circunstancias, Paz afirma que los estadounidenses tienen una cierta desgana para enfrentarse al mundo exterior. Adem谩s, se muestran incapaces de comprenderlo y tienen impericia para manejarlo.

“De Gaulle sab铆a lo que todos sabemos: las naciones europeas quieren vivir juntas y prosperar en paz, pero no quieren hacer nada en com煤n. Lo 煤nico que les une es la pasividad frente al destino. De ah铆 la fascinaci贸n que ejerce sobre sus multitudes el pacifismo, no como una doctrina revolucionaria sino como una ideolog铆a negativa”.

Esta observaci贸n de Octavio Paz me hace pensar que Churchill ten铆a raz贸n en su discurso de 1946 en Z煤rich. Seg煤n 茅l, la nueva Europa deb铆a aspirar a convertirse en “una gran Suiza libre y feliz”. La Francia gaullista, continuadora de un dise帽o ambicioso de pol铆tica exterior, no se resign贸 a pertenecer a un 谩rea de libre comercio y prosperidad. De ah铆 que propugnara una Europa de las patrias, porque pensaba que esa era la 煤nica manera de salvaguardar su patria y su cultura. El m茅todo funcionalista de Jean Monnet persegu铆a, entre otros objetivos, el cl谩sico principio liberal de la paz por medio del comercio. De semejantes planteamientos no pod铆a salir una pol铆tica exterior y de seguridad verdaderamente comunes, pues los estados nunca renunciar铆an, m谩s all谩 de la adopci贸n de estrategias conjuntas, a un principio b谩sico de la soberan铆a como es la pol铆tica exterior. Un 谩rea de prosperidad com煤n, extendida luego a pa铆ses de Europa central y oriental, y poco m谩s. Un oasis de paz frente a las tempestades del mundo, pero el problema es que resulta poco viable en el actual contexto geopol铆tico en el que existe el riesgo de que, tarde o temprano, Europa quede reducida a una pen铆nsula de Eurasia.

“Las ideas tuvieron una funci贸n de m谩scara; as铆 se convirtieron en una ideolog铆a, en el sentido negativo de esta palabra, es decir, en velos que interceptan y desfiguran la percepci贸n de la realidad. La ideolog铆a convierte a las ideas en m谩scaras: ocultan al sujeto y, al mismo tiempo, no le dejan ver la realidad. Enga帽an a los otros y nos enga帽an a nosotros mismos”.

Octavio Paz se refiere aqu铆 a Am茅rica Latina. Es una cr铆tica de las utop铆as pol铆ticas de su tiempo, particularmente de los movimientos revolucionarios que tomaban como modelo la Cuba castrista. El escritor alaba, en cambio, el retorno en los a帽os 80 a los sistemas democr谩ticos parlamentarios en aquellos pa铆ses que conocieron reg铆menes autoritarios. Hoy se mostrar铆a esc茅ptico y cr铆tico sobre los populismos, de uno u otro signo, que recorren el continente de norte a sur. El gran estudioso de la metahistoria cuestionar铆a la credibilidad de la metahistoria forjada por los populismos. Por lo dem谩s, la realidad hist贸rica de Am茅rica Latina, seg煤n Paz, abunda en equ铆vocos, pues ni siquiera los nombres que pretenden designarla son exactos: Am茅rica Latina, Am茅rica Hispana, Iberoam茅rica, Indoam茅rica… Cada uno de estos nombres deja sin nombrar una parte de la realidad. Por tanto, el discurso hist贸rico construido por una ideolog铆a cubre el rostro de otros aspectos de la realidad. Es un discurso hegeliano si es verdad lo que dijo el fil贸sofo alem谩n de que peor para los hechos si se oponen a las teor铆as.


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