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El miedo a los de abajo

La LUC y la militarizaci贸n de las sociedades

OPINI脫N de Jorge Majfud

Un d铆a de 1987, mis abuelos fueron a la capital para hacerse an谩lisis m茅dicos y, por razones econ贸micas, me dejaron solo en su granja, donde yo sol铆a pasar las vacaciones. El Tata me dej贸 su escopeta y me dijo que no la tocase si no ten铆a necesidad. Sin electricidad, las noches en la granja eran interesantes pero muy oscuras y, a veces, algunos cazadores cruzaban su propiedad sin permiso. 

Dejalos pasar”, me dijo. “Si alguien se acerca a la casa para robar, agarr谩 la escopeta. Si no ten茅s m谩s remedio que disparar, apuntale a los pies. Mi granja no vale la vida de nadie ni la carga de conciencia que te quedar铆a para el resto de la vida si matas a alguien”.

Ahora, cada vez que escuchamos los discursos reclamando m谩s seguridad, cada vez que vemos las acciones de “defensa” de los imperios o leemos las nuevas leyes de los pa铆ses civilizados, podemos pensar lo contrario: la propiedad privada es m谩s sagrada que la vida ajena.

De las invasiones imperiales en nombre de la “defensa propia” he escrito algo. Ahora quisiera echar una mirada a ese peque帽o pa铆s, Uruguay, relativamente pac铆fico y civilizado. 

El nuevo gobierno conservador se reserv贸 un paquete de reformas al C贸digo penal para despu茅s de las elecciones presidenciales de 2019 (por lo cual llamarlo “Ley de Urgente Consideraci贸n” fue otra iron铆a rioplatense) y logr贸 aprobarlo unos meses despu茅s. Actualmente, 135 art铆culos de este paquetazo est谩n bajo amenaza de ser derogados por un refer茅ndum popular. Algo semejante al referendum de 1992 que detuvo la ola neoliberal, cuando el padre del actual presidnete era presidnete.

El lenguaje t茅cnico de los nuevos art铆culos de la LUC no difiere de sus versiones de 2008, pero en cada detalle exuda su ideolog铆a, propia de las clases altas en el poder: los problemas de “la gente bien” se resuelven con mano dura, con m谩s represi贸n, con la criminalizaci贸n m谩s temprana de adolescentes (pobres) y limitando el ejercicio de la democracia en la base de la sociedad. M谩s all谩 de la narrativa moderada de cada nuevo art铆culo, claramente podemos ver una criminalizaci贸n de un lado de la sociedad para proteger los intereses y los privilegios del otro lado. En la mayor铆a de los casos son intereses y privilegios fantasmas, es decir, adoptados como promesa de ese ascenso social que nunca llega, excepto en la fantas铆a de los individuos aferrados a peque帽os “茅xitos”.

El objetivo de la LUC son, socialmente hablando, los pobres. Ahora, quienes promueven su derogaci贸n en el refer茅ndum publican videos sobre la violencia policial como factor reivindicado por la nueva ley, sin darse cuenta que en todo el mundo las clases medias le temen m谩s a los de abajo que a los de arriba. Seg煤n esta psicolog铆a, los pobres nos roban con los impuestos y nos roban la billetera en el autob煤s. Los ricos no. Los ricos saben robar sin que te sientas ni inseguro ni estafado. De hecho, les agradecemos por no estar peor, como los pobres. Es la tradicional moral del esclavo: cualquier m铆nimo privilegio se lo acreditamos a los que mandan; cualquier p茅rdida es culpa de los insaciables y perezosos esclavos que siempre quieren m谩s.

Uno de esos factores de la nueva Ley es la legalizaci贸n impl铆cita del “arresto ciudadano”, lo cual se puede rastrear en los linchamientos y las leyes Jim Crow en Estados Unidos para controlar a los negros convertidos en ciudadanos luego de la Guerra Civil. En Uruguay, el racismo ideol贸gico ha sido m铆nimo (nunca hubo un equivalente al KKK o al partido Nazi), pero nuestro orgullo antirracista deber铆a ser revisado seriamente cuando se trata de racismo cultural y estructural. Esa actitud que nos lleva a sentir “orgullo leg铆timo” por ser rubios y europeos y, en el mejor de los casos, un “orgullo reivindicativo” por ser pocos indios y negros tan buenitos. Otra consecuencia del colonialismo internacional (imperialismo) y del clasismo nacional (patriotismo).

Tambi茅n la tendencia a la proto militarizaci贸n de la polic铆a en la LUC es otra importaci贸n inadvertida. Es la carta de los conservadores en Occidente para reprimir manifestaciones y rebeliones, producto de las pol铆ticas neoliberales y capitalistas bajo la vieja excusa de combatir la delincuencia y el desorden, productos del el mismo sistema. Chile, Colombia y EEUU tienen m谩s experiencia.

El Art铆culo 45, por ejemplo, mencionando la “Oportunidad para el uso de la fuerza” la justifica “cuando el personal [policial?] advierta la inminencia de un da帽o [y] deba disolver reuniones o manifestaciones que perturben gravemente el orden p煤blico, o que no sean pac铆ficas”. El art铆culo 30 de 2008 establec铆a que “En toda circunstancia, el personal policial debe actuar de forma tal que, racionalmente, evite generar un da帽o mayor al que pretende impedir [y] est谩 exento de responsabilidad cuando act煤a en leg铆tima defensa propia o de terceros”. Por lo cual la sutil y secreta reforma de la LUC consiste en establecer (Art铆culo 31 bis) la “Presunci贸n de legitimidad de la actuaci贸n policial: Salvo prueba en contrario, se presume que la actuaci贸n del personal policial en ejercicio de sus funciones, es acorde a las disposiciones constitucionales, legales y reglamentarias vigentes”.

El nuevo art铆culo 43 establece, bajo el mismo esp铆ritu del control y la represi贸n como prerrogativas del derecho ajeno, que “toda persona tiene el deber de identificarse cuando la Polic铆a lo requiera. […] Cuando una persona se niegue a identificarse […] podr谩 ser conducida a la correspondiente dependencia policial”. Otra vez, la discreci贸n del caso recae en cada polic铆a, quien podr谩 detener a cualquier ciudadano sin documentos, no basado en un delito cometido sino en una sospecha.  

Para no hacerlo infinito, un 煤ltimo ejemplo referido a la educaci贸n y al miedo a la democracia directa. El Art铆culo 76 de 2008 establec铆a que “En todo centro educativo p煤blico de Educaci贸n Inicial, Primaria, Media B谩sica y Media Superior y Educaci贸n T茅cnico-Profesional, funcionar谩 un Consejo de Participaci贸n integrado por: estudiantes o participantes, educadores o docentes, madres, padres o responsables y representantes de la comunidad. Los respectivos Consejos de Educaci贸n reglamentar谩n su forma de elecci贸n y funcionamiento”. Para corregir este descontrol de decisiones en las bases de la sociedad, la LUC corrige la 煤ltima l铆nea: “Las respectivas Direcciones Generales propondr谩n al Consejo Directivo Central la reglamentaci贸n de su forma de elecci贸n y funcionamiento”.

Ni la LUC ni las pol铆ticas de los gobiernos de derecha priorizan las causas de la violencia sobre la represi贸n de sus consecuencias. Lo cual no s贸lo ser铆a de justicia social sino tambi茅n de inter茅s general. Un bot贸n de muestra que observo en Estados Unidos y es extensible a sociedades (econ贸micamente) m谩s pobres: El cerebro de un individuo no madura ni se estabiliza por lo menos hasta los 25 a帽os. Quienes son ricos o clase media acomodada pueden y saben c贸mo tratar a sus hijos m谩s problem谩ticos, muchas veces j贸venes violentos o deprimidos, con los mejores psic贸logos y psiquiatras y con la mejor comprensi贸n de un problema que no se resuelve a fuerza de palos. Los hijos de los pobres (negros, en Estados Unidos) terminan en la c谩rcel y all铆 hacen posgrados de delincuencia. 

S贸lo esta observaci贸n deber铆a ilustrar lo que quiere decir “injusticia social”. Pues no. Para nuestros hijos, profesionales. Para los hijos de los de abajo, polic铆a y mano dura, lo que de paso confirma todos los estereotipos de la cadena cultural.

Los pa铆ses y los estados m谩s armados no son los estados m谩s seguros; los mayores 铆ndices de criminalidad coinciden con mayores 铆ndices de desigualdad. Pero no nos enga帽emos: debido a la pandemia, la criminalidad ha descendido en muchos pa铆ses. Lo mismo las protestas sociales, que reventar谩n cuando la pandemia y la autorrepresi贸n pasen.

Al d铆a de hoy, las encuestas informan que el refer茅ndum contra la LUC perder谩 por amplio margen. Al d铆a de hoy, hay esperanzas de que el pueblo uruguayo reaccione. Como siempre, en el 煤ltimo minuto. 

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