Nadie sabe en realidad c贸mo va a evolucionar el SARS-CoV-2, o COVID-19, si va a durar mucho m谩s o si relativamente pronto perder谩 fuerza. La “gripe espa帽ola” de 1918-1920 se llev贸 por delante 50 millones de vidas, seg煤n los c谩lculos m谩s habituales, es decir un 2,7% de la poblaci贸n mundial de entonces, y luego se disip贸, aunque otras gripes siguieron apareciendo. El COVID-19 ha sido menos mort铆fero, a pesar de estar en una nueva era de globalizaci贸n humana. Pero, aunque muchos cient铆ficos previeron la aparici贸n de la variante 脫micron del COVID-19 (un 25% m谩s infecciosa, que evade la inmunidad en un 25% m谩s, pero que causa un 25% menos da帽o que la anterior Delta), esta nos pill贸 por sorpresa como sociedades, como la pandemia tambi茅n lo hizo en sus inicios en el mundo global, incluido el Occidental. Ahora tenemos vacunas, y est谩n surgiendo terapias contra la enfermedad. Pero miles de millones de personas se pueden ver infectadas en 2022, y la evoluci贸n del virus producir “algo que se disemine a煤n m谩s r谩pidamente”, como se pronostica desde el Financial Times, dependiendo de las vacunas, las terapias y el distanciamiento social.
Muchos cient铆ficos son optimistas de que la pandemia se va a transformar en end茅mica, que habr谩 que gestionar como se gestiona la gripe. De hecho, la endemicidad es un punto de llegada, como se帽ala un reciente informe de McKinsey. Pero otros no excluyen, sobre todo ante la falta de vacunaci贸n del mundo menos desarrollado, que la pandemia pueda durar, con otras variantes m谩s o menos da帽inas, varios a帽os m谩s, sobre todo dada la inevitable socializaci贸n (ahora globalizada) del ser humano. Hay que prepararse para ello y sus consecuencias. Los confinamientos estrictos y largos, dados sus costes de todo tipo, no son una soluci贸n, o paliativo, prolongable. Zero Covid no es una opci贸n real, ni siquiera en China.
Quiz谩 el mayor reto que tiene el mundo, y muy especialmente el mundo desarrollado, es una vacunaci贸n de la poblaci贸n global como no se cansa de repetir la Organizaci贸n Mundial de la Salud (OMS). No se trata ya de generosidad, sino de inteligencia colectiva. La producci贸n de variantes peligrosas no se frenar谩 mientras no combata el virus a nivel global. Y vamos muy retrasados a este respecto. Estamos demostrando que no sabemos hacerlo como humanidad. Un 59% de la poblaci贸n mundial ha recibido al menos una dosis, mientras que s贸lo un 10% en los pa铆ses de menores ingresos, seg煤n la OMS. Al ritmo actual, estos pa铆ses tardar谩n nueve a帽os en alcanzar el 70% de vacunaci贸n, que es lo que la OMS calcula como umbral m铆nimo para poder acabar con la pandemia, rediciendo la capacidad del virus de mutar a peor. Pero en pa铆ses pobres y calurosos, las vacunas pueden no ser la 煤nica o mejor soluci贸n, que puede llegar de la mano de las citadas terapias antivirales orales que se est谩n desarrollando, m谩s f谩ciles de transportar y de administrar. Aunque tambi茅n habr谩 que pagarlas.
El citado informe de McKinsey concluye que “en cualquier escenario para el futuro de la pandemia del COVID-19, mucho depende de los modos en que respondan las sociedades”. Y cita, como especialmente importantes, tres elementos: el grado en que los pa铆ses pueden escalar y poner a disposici贸n las nuevas terapias orales que reducir谩n el progreso de la gravedad de la enfermedad; las vacunas de refuerzo, que parecen esenciales: y, en tercer lugar, ante la fatiga de las sociedades, la combinaci贸n adecuada de medidas de sanidad p煤blica. Somos, hay que insistir, seres sociales, y el contacto digital no reemplazar谩 los contactos en persona, para mal y para bien. Estamos ya aprendiendo, con resignaci贸n y un grado de paciencia variable, a convivir con el virus.
En cuanto a las consecuencias, una ya importante es la reducci贸n en la natalidad, especialmente en sociedades avanzadas, incluida China, que ha provocado la situaci贸n en muchos, no todos, pa铆ses del mundo (un 8,4% en Espa帽a), lo que tendr谩 consecuencias en el envejecimiento de la poblaci贸n y en una menor fuerza laboral (con efectos generales para una a煤n mayor automatizaci贸n de tareas).
Tambi茅n seguir谩 un aumento del gasto p煤blico en sanidad. ¿En detrimento de otras pol铆ticas p煤blicas? De ah铆 la importancia de programas como el fondo Nueva Generaci贸n de la UE, cuando las econom铆as se recuperan, pero crecen sus deudas y una inflaci贸n no prevista (otro fallo de la prospectiva econ贸mica y de sus modelos). En EEUU, la Reserva Federal est谩 subiendo los tipos de inter茅s ante el reto de la inflaci贸n. Algo que el Banco Central Europeo (BCE) no se propone hacer, aunque tambi茅n va a empezar a reducir, con cautela en estos momentos, sus medidas de Quantitative Easing (QE). De nuevo, vientos de cambio en las pol铆ticas econ贸micas.
Si la pandemia se alarga mucho m谩s –y ya llevamos m谩s de dos a帽os– puede seguir cambiando la vida social, incluyendo en ella no s贸lo el entretenimiento sino las formas de trabajo y de vida en las ciudades. Ya desde el BCE se ven铆an anticipando desde 2020 algunas tendencias que se han acelerado en 2021, pese a algunos intentos de invertirlas, y que seguir谩n un curso ascendente en 2022 y m谩s all谩: la digitalizaci贸n, el trabajo (cuando se puede, en remoto), un acortamiento de las cadena de suministro –los fallos en estas cadenas pueden continuar–, o algunas concentraciones empresariales. Tambi茅n ya se han notado cambios en las prioridades del consumo privado, incluido el destinado al turismo fuera de las fronteras nacionales, en provecho del interno. Y en las enfermedades mentales, tema central.
Todas estas tendencias, entre otras cosas, se pueden acentuar ante un alargamiento de la pandemia. Algunas son positivas, otras negativas. En cualquier caso, est谩n ya transformando nuestras formas de vida. Y aunque lo deseable ser铆a que la pandemia se acortara o se volviera end茅mica con menos fuerza, hay que planificar ante la posibilidad de que se alargue. Parafraseando al comentarista econ贸mico Martin Sandbu, planificar para una pandemia larga o permanente, es lo que realmente significa aprender a convivir con el virus. Que no consiste en ignorarlo. Todo lo contrario. Esa ser谩 una nueva normalidad que no sabemos c贸mo acabar谩 conform谩ndose y cu谩nto tiempo puede durar.
* Andr茅s OrtegaInvestigador senior asociado del Real Instituto Elcano. Consultor independiente y director del Observatorio de las Ideas.
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