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Aguas que no vemos, pero aguas que bebemos

Por Blanca Mar铆a Mart铆nez 

El pasado 22 de marzo se celebr贸 el D铆a Mundial del Agua, una efem茅ride que pretende concienciar sobre la importancia y necesidad de hacer un uso racional y sostenible del l铆quido elemento si queremos que la vida siga desarroll谩ndose en la Tierra. Y es que, aunque se la conozca como “el planeta azul” por la abundante presencia de agua en la misma, en realidad se trata de un bien muy escaso, ya que el agua dulce, esa que podemos aprovechar de manera directa los seres humanos, representa menos del 3% del total del agua de nuestro planeta. Adem谩s tampoco es tan f谩cil acceder a las reservas de agua dulce, ya que aproximadamente el 66% est谩 congelada en glaciares y casquetes polares, un 30% son aguas subterr谩neas y solo un 4% la encontramos en r铆os y lagos. Y este a帽o las protagonistas del D铆a Mundial del Agua han sido las aguas subterr谩neas, buscando “hacer visible lo invisible”.

Aguas subterr谩neasFoto: Michael Behrens / Unsplash

Las aguas subterr谩neas siempre han sido las m谩s desconocidas y han generado mitos y leyendas tenebrosas que han quedado grabadas en el imaginario colectivo, llegando incluso a darnos pavor su menci贸n al asociarlas, en muchas ocasiones, con la muerte. Solo hay que recordar ese r铆o de los muertos que deb铆an cruzar los egipcios o el tr谩nsito de las almas de los griegos por la Laguna Estigia. Pero dejemos de lado la mitolog铆a y veamos lo que nos dice la Geolog铆a sobre ellas.

Aguas subterr谩neas en poros, no en r铆os

Las aguas subterr谩neas son las que se infiltran en el terreno y se acumulan y circulan bajo tierra. Pero, a diferencia de lo que cuentan las leyendas, no se suelen encontrar en enormes t煤neles subterr谩neos por los que se mueven como grandes r铆os. Estos grandes conductos solo est谩n presentes en algunos tipos de rocas como, por ejemplo, las calizas, formadas principalmente por carbonato c谩lcico (CaCO3). Cuando el agua de lluvia, que es ligeramente 谩cida porque tiene disuelto algo de CO2 atmosf茅rico, entra en contacto con estas rocas carbonatadas, reacciona qu铆micamente y las disuelve hasta formar cuevas y cavidades en las que se forman lagos y r铆os subterr谩neos.

Realmente, la mayor parte del agua subterr谩nea se almacena y se desplaza a trav茅s de unos orificios microsc贸picos que tienen algunas rocas y sedimentos y que conocemos como poros. Esta porosidad convierte a estos materiales en permeables, es decir, permite que el agua circule a trav茅s de ellos. En Geolog铆a denominamos a estos materiales como acu铆feros. Estas aguas subterr谩neas vuelven a salir al exterior alimentando a los r铆os o a trav茅s de surgencias o manantiales. De esta forma, tanto el agua superficial como la subterr谩nea acaban desembocando en los oc茅anos, cerrando as铆 el ciclo hidrol贸gico.

Pero hay ocasiones en que el agua subterr谩nea circula a mucha profundidad a trav茅s de fallas o fracturas en el terreno o bien discurre cerca de zonas volc谩nicas. Esto hace que su temperatura, al alcanzar la superficie, sea elevada. As铆 es como se forman las aguas hidrotermales. Esta agua caliente tiene la capacidad de captar elementos qu铆micos de las rocas que atraviesa y transportarlos en disoluci贸n. Cuando esa agua asciende hacia la superficie a trav茅s de fracturas del terreno, se va enfriando y pierde la capacidad de transportar esos elementos, por lo que los va liberando por el camino y acaban reaccionando qu铆micamente con las rocas que atraviesa, dando lugar a diferentes tipos de mineralizaciones que pueden tener un inter茅s comercial.

Aguas subterr谩neasSurgencia de agua dulce subterr谩nea en la playa de Castro Urdiales (Cantabria). Foto: Blanca Mar铆a Hern谩ndez

Los antiguos s铆 que sab铆an

Nuestros antepasados ya se dieron cuenta del potencial del uso del agua subterr谩nea para su propia subsistencia. Los romanos y los musulmanes prefer铆an utilizar el agua subterr谩nea, antes que la de los r铆os, para garantizar el abastecimiento de grandes ciudades como Roma, Sevilla o M茅rida. Siempre nos ha sorprendido que captasen agua de manantiales alejados de las urbes y la transportasen empleando enormes acueductos a pesar de estar ubicadas junto a grandes r铆os. Pero estas civilizaciones conoc铆an los rigores del clima mediterr谩neo, con grandes reducciones de caudal de los r铆os durante las 茅pocas de sequ铆a y con momentos de arrastre y acumulaci贸n de sedimentos y residuos durante las 茅pocas de lluvias intensas, disminuyendo la calidad del agua. Por ello, prefer铆an utilizar el agua subterr谩nea que no se ve铆a influenciada por estos factores. Y tambi茅n les dieron un buen uso a las aguas hidrotermales, emple谩ndolas en las termas y ba帽os p煤blicos precursores de los balnearios modernos. Incluso, en los 煤ltimos siglos hemos llegado a embotellar y comercializar esta agua mineral procedente de surgencias hidrotermales.

En la 茅poca actual, en la que el agua dulce apta para el consumo humano se ha convertido en un recurso de primera necesidad que es cada vez m谩s escaso debido a los efectos de la emergencia clim谩tica, la contaminaci贸n y alteraci贸n de los ambientes acu谩ticos y la sobreexplotaci贸n del agua de r铆os, arroyos, lagos y embalses, los estudios geol贸gicos centrados en las aguas subterr谩neas son b谩sicos para nuestro desarrollo. Conocer d贸nde est谩n los acu铆feros, por d贸nde se va a mover o va a salir al exterior el agua y cu谩l puede ser su composici贸n qu铆mica, nos permite planificar c贸mo explotarla de manera sostenible y mantenida en el tiempo para asegurarnos un suministro futuro de agua. Pensad en esta 煤ltima reflexi贸n la pr贸xima vez que abr谩is el grifo y os beb谩is un vaso de ese l铆quido vital formado por mol茅culas compuestas por dos 谩tomos de hidr贸geno unidos a uno de ox铆geno.

Blanca Mar铆a Mart铆nez es doctora en geolog铆a, investigadora de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y colaboradora externa del departamento de Geolog铆a de la Facultad de Ciencia y Tecnolog铆a de la UPV/EHU

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