En el centro de esta obra se encuentra la inseguridad ciudadana, objetivada a través de un estudio histórico-comparativo entre el Noreste rico y el Suroeste pobre de la ciudad.
Por Fernando Álvarez-Uría*
Madrid, las dos caras de la (in)seguridad, el libro de Santiago Ruiz Chasco, es una síntesis de una investigación más amplia presentada como tesis doctoral de sociología en la Universidad Complutense. Los dos primeros capítulos están centrados respectivamente en el modelo de ciudad neoliberal, y en la peculiar materialización de ese modelo en la ciudad de Madrid. Las metrópolis neoliberales están atravesadas por importantes desigualdades sociales y por cambios acelerados en el tejido urbano que convierten a las grandes ciudades en espacios que ofrecen enormes oportunidades para lucrativos negocios urbanísticos. La ciudad, en tanto que mercancía que se hace, se deshace, y se rehace, tiende a desplazar a la ciudad como espacio de convivencia y de vida. El tercer capítulo traza las grandes líneas de la historia de los dos barrios elegidos para la observación y el análisis: el barrio de Lavapiés y el barrio de Salamanca. En fin, el cuarto, y principal capítulo, está formado por una investigación, que ocupa el grueso del libro, en la que se da cuenta de los más importantes equipamientos urbanos de estos dos barrios, y se recogen y elaboran datos estadísticos, enriquecidos por entrevistas abiertas y por la observación participante.
En el centro de esta obra se encuentra la inseguridad ciudadana, objetivada a través de un estudio histórico-comparativo entre el Noreste rico y el Suroeste pobre de la ciudad. El análisis se lleva a cabo a partir de tres ejes: un primer eje socio-histórico destinado a dar cuenta de la génesis de cada uno de los dos barrios; un segundo eje estructural, o macro-sociológico, destinado a poner de manifiesto la desigual distribución en el tejido urbano del capital económico, el capital cultural y el capital social de los residentes de cada uno de los dos barrios; en fin, un tercer eje micro-sociológico centrado especialmente en los discursos y en las representaciones sobre la seguridad/inseguridad que dominan entre los distintos agentes sociales agrupados en función de su posición social. A partir del análisis de los resultados obtenidos se pretende objetivar las relaciones complejas existentes entre la inseguridad ciudadana y las desigualdades sociales en el interior de la ciudad de Madrid.
Una vez más, lo que pretende este estudio es hacer visibles relaciones sociales que permanecían desplazadas o ignoradas. Para desvelar lo que está oculto en ocasiones, como ocurre en La carta robada de Edgar Allan Poe, es preciso focalizar la mirada en lo que se encuentra precisamente a la vista de todos, encima de la mesa, aunque nadie lo ve, pues nuestra visión está lastrada por hábitos adquiridos que nos impiden percibir precisamente aquello que en ocasiones salta a la vista.
Para percibir lo invisible es preciso recurrir a la imaginación sociológica, esforzarse en objetivar tanto las estructuras como los procesos sociales de desigualdad que constituyen un desmentido fáctico de la institucionalización en el espacio urbano de los valores democráticos. Al objetivar la distancia social que media entre las clases y las fracciones de clase, al poner de relieve las diferencias de recursos, al adentrarse en el imaginario de la inseguridad y del miedo, se crean las condiciones para dar cuenta de los mecanismos de distinción y de relegación social; es decir, el análisis sociológico alienta tanto a los poderes públicos como a los ciudadanos a poner en marcha medidas correctoras de situaciones sociales injustas. El resultado final es un libro brillante, imaginativo, bien documentado, una investigación con una rica información estadística bien elaborada y sintetizada en gráficos, en fin, un estudio innovador de sociología reflexiva. Santiago Ruiz Chasco, un joven sociólogo con una sólida formación y pasión por el conocimiento, se incorpora ahora con fuerza propia a la galaxia sociológica española para pasar a formar parte del colectivo de sociólogos críticos que tratan de responder a demandas sociales de clarificación.
La Costa de oro y los barrios bajos
En 1925 Robert Ezra Park y Ernest Burgess, junto con otros profesores del Departamento de Sociología de la Universidad de Chicago, publicaron un libro colectivo titulado La ciudad en el que uno de los capítulos era el proyecto de investigación de Ernest Burgess para estudiar “el crecimiento urbano”. En ese texto Burgess elaboró un diagrama que podría servir de modelo para el estudio del crecimiento de las ciudades, y en especial para el desarrollo de la ciudad de Chicago. Estableció así cinco zonas o áreas concéntricas. En el área central se encontraría el Central Business District (CBD), el área de los negocios, la sede material y simbólica del poder político y financiero, la gran banca, la bolsa, el banco central, el tesoro. A esta zona le seguiría una segunda zona de transición con viviendas antiguas deterioradas y en donde se concentran tiendas de ultramarinos, mercerías, tahonas, pequeñas industrias, pensiones, hoteles baratos, restaurantes y bares de comida casera a los que acuden viajantes, emigrantes, trabajadores de paso, turistas con limitado poder adquisitivo... La tercera zona, también popular, estaría predominantemente formada por las viviendas de los trabajadores de clase obrera. La cuarta zona correspondería a un área bien urbanizada con pisos grandes y luminosos pertenecientes a los miembros de la burguesía y de la alta burguesía. En fin, la quinta zona correspondería al anillo residencial de la ciudad, a los barrios ricos y lujosos con jardines y zonas verdes, chalets protegidos y bien vigilados 1/. Más allá se abriría la zona de los arrabales y de las chabolas, un territorio confuso entre el campo y la ciudad que Francisco Candel designaba, en un libro publicado en 1957, dedicado a la ciudad de Barcelona, Donde la ciudad cambia su nombre. Candel se refería a la zona que crecía tras sucesivas oleadas de nuevos migrantes que llegaban a trabajar a la capital catalana en plena expansión.
Cuatro años después de la publicación de La ciudad de Park y Burgess, precisamente el mismo año en el que estalló la Gran Depresión,se publicó también en el Departamento de Sociología de Chicago la tesis dirigida por Robert Ezra Park titulada The Gold Coast and the Slum, realizada por Harvey Warren Zorbaugh 2/. En este libro, escrito a partir del espacio categorial abierto por el diagrama de Burgess, se compara una selecta zona residencial de la ciudad, La costa de oro, en la que residen los ciudadanos más ricos y poderosos, con los barrios más pobres de Chicago, poblados por trabajadores migrantes.
Fue sobre todo en los Estados Unidos en el siglo XX cuando sociólogos y antropólogos comenzaron a desarrollar estudios de sociología urbana basándose en la exploración de diferentes territorios de la ciudad. Pandillas de barrio que deambulan por las esquinas, estudios de zonas residenciales, análisis de los mecanismos de corrupción, delitos de cuello blanco… fueron objeto de monografías que sirvieron de base para la producción de novelas, películas, obras de teatro. De hecho, siguiendo la senda marcada por los pioneros estudios etnográficos realizados en los Estados Unidos, se hicieron también en Europa algunas películas neorrealistas, como por ejemplo Las manos sobre la ciudad (1963) de Francesco Rossi, un film centrado en la ciudad de Nápoles, o Surcos (1951), la magnífica película dirigida por José Antonio Nieves Conde sobre la ciudad de Madrid. En estas y en otras muchas producciones artísticas y literarias, centradas en la cuestión urbana, resulta perceptible el influjo de los estudios de sociología cualitativa realizados por los exploradores de las junglas de asfalto.
Santiago Ruiz Chasco, a partir de la tesis de Harvey Warren Zorbaugh, pero sin renunciar a las aportaciones de la mejor sociología urbana europea de los siglos XX y XXI, y en especial en deuda con los análisis de Pierre Bourdieu sobre La distinción, acomete en este estudio la ingente tarea de plantear los retos tanto teóricos como prácticos que suscita la cuestión de la seguridad en la ciudad de Madrid.
Manos sucias sobre la ciudad
Las masivas privatizaciones de bienes de propiedad social que se realizaron al amparo de las políticas neoliberales a partir de los años ochenta del siglo XX vinieron acompañadas de profundas remodelaciones impulsadas por maquinarias de especulación y capitalización al servicio de los intereses de poderosos grupos financieros, convertidos en verdaderos jugadores de póker, dispuestos a poner sus sucias manos sobre la ciudad. Una parte de los servicios públicos, que deben velar por el interés general, se desvió entonces hacia la promoción de intereses privados, lo que generó mayores niveles de segregación urbana. A la vez que crecían las ciudades fantasmas y las urbanizaciones rápidas, España, como señaló José Manuel Naredo en diferentes estudios, se convertía en líder europeo en viviendas vacías o infrautilizadas, así como en líder de pueblos abandonados y de patrimonio inmobiliario rural en ruina. Durante estos últimos treinta años en nuestro país, especialmente a partir de la fecha emblemática de 1992, cuando tuvo lugar la Olimpiada de Barcelona y la Expo de Sevilla, todas las regiones autónomas del Estado contaron con su particular Crematorio, es decir, con todo un fraudulento tejido de intervenciones urbanísticas que ha sido novelado entre otros por Rafael Chirbes, que se centró en la costa mediterránea.
David Harvey caracterizó al nuevo empresarialismo urbano de la ciudad neoliberal como un bloque hegemónico que consigue capitalizar fondos públicos para sus intereses privados, así como desarrollar obras de carácter eminentemente especulativo que resultan enormemente rentables a corto plazo, pero tan solo para los que forman parte de la pandilla. Estos especuladores impulsan políticas económicas del lugar en detrimento de las políticas sociales del territorio. Se consolidaba así la ciudad a tres velocidades que según Jacques Donzelot caracteriza en Francia a la nueva cuestión urbana surgida en el marco de las sociedades de capitalismo avanzado: espacios de relegación y polígonos apiñados para las clases trabajadoras; peri-urbanización para las nuevas clases medias; en fin, espacios gentrificados y perfectamente vigilados para las elites económicas y políticas. Los primeros viven en lo que Donzelot denomina un entre sí forzado; los segundos en sus grandes pisos equipados con puertas para el personal de servicio que favorecen un entre sí protector; en fin, los más ricos viven en urbanizaciones cerradas, controladas por cámaras y por turnos de vigilantes que tanto de día como de noche velan por la tranquilidad de los distinguidos residentes. Sus moradas son chalets de ensueño que figuran en las revistas de diseño, aclimatadas por paneles solares, situadas en urbanizaciones que cuentan con espacios verdes y piscinas de aguas color turquesa. Sus propietarios mantienen buenas relaciones de vecindad para enriquecer sin cesar su capital social en un entre sí selectivo (gatedcommunities) 3/.
El análisis del urbanismo neoliberal enlaza sin dificultad con el examen de la polarización social favorecida por la nueva centralidad del mercado. Santiago Ruiz Chasco se refiere en repetidas ocasiones a los estudios realizados por Emmanuel Rodríguez en los que se pone bien de manifiesto la confluencia de grupos políticos, financieros y empresariales reunidos en lo que se denomina el grupo oligárquico madrileño, un grupo con un entre sí selecto que ha dado pruebas de estar siempre dispuesto a servirse de la información confidencial, de las contratas fraudulentas, de las recalificaciones de terrenos, de comisiones leoninas, en suma, de la corrupción. Las extendidas violaciones de las leyes en las ciudades neoliberales han favorecido la proliferación de mafias que han contribuido a impulsar una movilidad social ascendente de los profesionales del carrerismo. “El enriquecimiento de esa elite regional-municipal, escribe el autor, ha sido la contraparte del empeoramiento de las condiciones de vida del resto de los habitantes.” Y añade: “La Comunidad de Madrid es la que presenta una mayor desigualdad social y económica” 4/. No en vano el diario El País titulaba así uno de sus artículos: “La brecha entre ricos y pobres en Madrid, la más grande de Europa” (9/10/2015).
Durante los últimos veinte años algunos titulares de la prensa han levantado acta de las operaciones de corrupción que se han desarrollado en ciudades españolas y que han sido objeto de la persecución judicial. Sirvan tan sólo algunos ejemplos relacionados con Madrid: “La Gürtel cobró 13 millones de comisión por un pelotazo” (Público, 11/01/2011).El titular se refiere a la operación especulativa en la que estuvo implicada la empresa MARTINSA en Arganda del Rey que permitió a Francisco Correa, el jefe de la trama, el ingreso en una cuenta bancaria en Suiza en 2006 de 12.870.000 euros. MARTINSA protagonizó en 2008 el mayor concurso de acreedores de la historia de España con un pasivo de 7.000 millones de euros.Otro titular dice así: “El juez Ruz acorrala a la trama urbanística de Gürtel en Madrid” (ABC, 8/05/2013). En esta ocasión el punto de mira está centrado en Boadilla del Monte y en Valdemoro, en donde se baraja la cantidad de 22 millones de euros. Muchas cuentas de los implicados se encontraban en Ibercaja, Caja de Castilla-La Mancha, Nova Caixa Galicia, Banco y Caja de Ahorros Inmaculada de Aragón…La corrupción asestó un golpe mortal a las Cajas de Ahorros, en donde se acumulaba el ahorro popular, y también a su obra social. Una de las técnicas habituales de obtención de plusvalías millonarias ha consistido en la urbanización de terrenos en zonas rústicas recalificadas y en la demolición y reurbanización de inmuebles protegidos. El desembarco en la Comunidad de Madrid y en los ayuntamientos de especuladores que actúan en connivencia con agencias inmobiliarias sin escrúpulos hizo crecer en progresión geométrica las más variadas actividades fraudulentas. A los casos citados se podría añadir la llamada Operación Guateque, vinculada a licencias municipales en función de mordidas, en la que 30 de los acusados fueron absueltos por defectos de forma; así como la Operación Púnica, que culminó con la detención y condena de Francisco Granados, Consejero de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid, y también con la condena de los alcaldes de Parla, Valdemoro, Torrejón de Velasco, Casarrubuelos, Collado Villalba, Serranillos del Valle. El 31 de octubre de 2014 el exalcalde de Serranillos del Valle, Antonio Sánchez Fernández, fue descubierto por la guardia civil llevándose cajas de documentos de la alcaldía. Se podrían citar otros muchos casos de corrupción en Madrid, como el caso Lezo relacionado con el desvío de fondos públicos del Canal de Isabel II que llevó a la cárcel a Ignacio González, expresidente de la Comunidad de Madrid y uno de los artífices de la Ley de Extranjería del año 2003. Madrid, como pone de manifiesto esta parte visible del iceberg de los delitos de cuello blanco, ha sido durante los treinta últimos años un importante espacio de concentración por metro cuadrado de chorizos de alto standing reunidos y protegidos entre sí por una estrecha asociación diferencial queha propiciado no sólo estímulos para las actividades delictivas, sino también, en demasiados casos, la impunidad.
Barrio rico/Barrio pobre
Mientras que Lavapiés nació a la sombra del motín popular contra el marqués de Esquilache, que desencadenó la Reforma policial de 1768, y que promovió la creación del Cuartel del Madrid bajo, el barrio de Salamanca surgió a partir del Ensanche de 1863, con la modernización urbanística, para mantener a la burguesía a una mayor distancia, tanto física como simbólica, de las llamadas clases peligrosas. La proximidad física entre las clases resultaba en el siglo XIX mucho más problemática que en el Antiguo Régimen si se tienen en cuenta los avances de la higiene médica, así como el hecho de que la mortalidad por epidemias de cólera había golpeado sobre todo a los barrios más populares de la capital durante los años 1834, 1854-6, 1865, en fin, 1885.
A la hora de realizar la delimitación geográfica de un barrio no suele coincidir la división administrativa con la percepción subjetiva de los residentes. Dos características permiten definir al barrio de Salamanca: estabilidad residencial y homogeneidad social. En el barrio de Salamanca se produce un bajo número de cambios de domicilio, concretamente cuatro veces menos que en Lavapiés. Ese barrio es percibido sobre todo como un barrio rico, conservador, comercial, y seguro, y fue el primer barrio de Madrid en tener agua caliente, cuarto de baño, cocina de carbón, un sistema de desagües más rápido, ascensores y teléfono. Vivir en el barrio de Salamanca, que se encuentra en la almendra madrileña, favorece la formación de un habitus urbano propio de “la gente bien: El barrio de Salamanca se ha convertido en un icono de todo un estilo de vida concreto, una forma de vestir, de comunicarse, de ser, de consumir, y por supuesto de comportarse” 5/. La gente bien integrada en el barrio de Salamanca comparte algo que un antiguo vecino definía como “la tontería esta que te digo…”.
El barrio de Salamanca cuenta con importantes equipamientos urbanos. Por ejemplo, dispone de una importante flota de taxis, autobuses y líneas de metro que facilitan la movilidad por la ciudad 6/. Otra de sus características es el incremento de la renta media en esta zona, así como la feminización del barrio en la que incide la fuerte presencia de mujeres del servicio doméstico. El porcentaje de extranjeros es ligeramente superior a la media madrileña (23%). Hay una fuerte presencia de venezolanos (14%), de mexicanos (8%), y estadounidenses (6%). El barrio de Salamanca es también uno de los barrios en los que el sector empresarial tiene mayor peso. Los autónomos están fuertemente representados, sobre todo en el sector servicios vinculado a las finanzas y a los seguros. En este barrio se dan la mano oficinas, bancos, sedes de grandes empresas multinacionales, y centros comerciales que agrupan a las grandes marcas y que sirven de reclamo al turismo de compras. En el último decenio han irrumpido en este mercado de tiendas de lujo y de diseño, como consumidores, los millonarios chinos. La oferta ostentosa en las joyerías, las peleterías…, han atraído también a bandas de ladrones profesionales que provocaron con automóviles robados los llamados alunizajes, un sistema de robo que ha obligado a los servicios de seguridad a reordenar el mobiliario urbano para proteger con bolardos determinadas tiendas. Frente al descenso de los golpes por sorpresa de los atracadores se ha mantenido la más silenciosa y vieja técnica del butrón para el robo de cajas fuertes. Y aunque los delitos de los ladrones profesionales han descendido, los delincuentes han generado un cierto pánico moral.
Una vivienda en Salamanca tiene el valor monetario de cinco viviendas en los barrios del sur de la capital. Algunos residentes venidos a menos o que viven solos han optado por parcelar sus pisos y venderlos. Más del 60% de la población que vive en Recoletos/Castellana ha realizado estudios universitarios.
La presencia de la Iglesia católica en el barrio de Salamanca resulta perfectamente perceptible para quien se pierda en paseos por sus calles. Entre los colegios religiosos destaca el enorme Colegio del Pilar (1921), de la orden de los marianistas, en donde desde hace décadas son educados los herederos. Casi enfrente de la enorme embajada norteamericana, en la calle de Serrano, se encuentra la Iglesia de los jesuitas.
En el barrio de Salamanca tiene gran importancia la infraestructura sanitaria. En el libro se citan varios centros de salud y hospitales, pero entre ellos no se hace referencia al Complejo Médico-Hospitalario Ruber de la calle Juan Bravo, frecuentado por millonarios y políticos para hacerse chequeos, que cuenta con más de 40 especialidades médicas y quirúrgicas, así como con 250 camas de hospitalización.
Entre los hospitales públicos destaca sobre todo el Hospital de la Princesa (antiguo Hospital de la Beneficencia del Estado), en el que trabajan muy buenos profesionales reconocidos por los residentes del barrio que se opusieron con manifestaciones a la privatización del Hospital. Esta defensa de la sanidad pública contrasta con el hecho de que el barrio sea considerado casi un feudo del Partido Popular y de la extrema derecha de Vox.
Santiago Ruiz Chasco distingue en torno a la cuestión de la seguridad dos tipos de discursos de los residentes del barrio de Salamanca: a) “El discurso legitimador”, mantenido por los policías y por muchos residentes que consideran al barrio de Salamanca como uno de los más seguros de la ciudad porque tiene las menores tasas de criminalidad y porque en él reina un ambiente de tranquilidad basada en la homogeneidad social; b) “El discurso amenazado”, que destaca la presencia de personas ajenas al barrio, la presencia de extranjeros, pero también los alunizajes en joyerías y comercios de lujo, así como los robos que tienen lugar en pisos llevados a cabo por ladrones profesionales capaces de abrir cajas fuertes como quien abre un melón. Posiblemente en este registro discursivo se reconocen sobre todo individuos que forman parte de familias tradicionales con movilidad social descendente.
En el barrio de Lavapiés, comparado con el de Salamanca, hay una mayor densidad de población y una enorme volatilidad residencial. En Lavapiés hay una gran diversidad de nacionalidades, es decir, es un barrio multiétnico y multicultural con una fuerte presencia de migrantes. Lavapiés es el barrio con mayor tasa de paro y empleo temporal del centro. El porcentaje de la gente que trabaja en la hostelería es del 12% frente al 7% del resto de Madrid. Y también el porcentaje de la población implicada en actividades artísticas y recreativas es del 4,5% frente al 2% del resto de Madrid. En la calle Doctor Fourquet, a la sombra del Museo Reina Sofía, se encuentran cerca de 20 galerías de arte. La infraestructura sanitaria es muy precaria. Frente a los pisos enormes del barrio de Salamanca, una de cada cuatro viviendas en Lavapiés tiene entre 30 y 45 metros cuadrados. La guía de comercios de Lavapiés define al barrio como “un gran bazar internacional”. En Lavapiés hay cerca de 230 bares, restaurantes o cafeterías, unas 200 tiendas de alimentación, panaderías o peluquerías, y unas 180 tiendas de moda y complementos. Destaca como calle de bares la calle Argumosa, conocida como la playa de Lavapiés.
Lavapiés es el barrio con mayor número de asociaciones vecinales y culturales, y también el barrio con más activistas por metro cuadrado del Estado español. En 1985 se realizó la primera ocupación en el número 83 de la Calle Amparo que iniciaba el movimiento Okupa en Madrid. La antigua fábrica de tabaco fue reconvertida en un centro social en donde se pueden ver exposiciones de arte de artistas comprometidos. En Lavapiés se hermanan las paralizaciones de desahucios con el teatro de vanguardia.
En relación con la inseguridad el principal problema es el menudeo de tráfico de drogas por el que algunos identifican a Lavapiés con el Bronx madrileño. La policía designa a los jóvenes procedentes de Marruecos como los causantes del 70% de los delitos cometidos. Con el fin de disuadir su venta en el año 2010 se instalaron 48 cámaras de vigilancia en el barrio que convierten a Lavapiés en el barrio más video-vigilado, a pesar de que, como se señala en el libro, es “un barrio con las tasas de criminalidad más bajas de todo el centro de la ciudad”. Se da la paradoja de que mientras que el número de delitos ha ido progresivamente a la baja, el número de detenciones ha ido en aumento. Las asociaciones defensoras de los derechos humanos y los militantes de izquierdas hablan de redadas racistas de la policía, pero a la vez, desde los años noventa se ha comenzado a hablar de la gentrificación del barrio, como consecuencia de la incorporación de las llamadas nuevas clases medias a las casas de nueva construcción y a las rehabilitadas. En el barrio de Embajadores el 43% de la población tiene estudios superiores, lo que supone una de las mayores concentraciones de población con capital cultural en un barrio pobre de Madrid. Una parte de esta población joven está integrada en la generación del 15 M, por lo que introduce en el barrio nuevos valores y estilos de vida que han impulsado la creación de librerías-café, tiendas de productos ecológicos, restaurantes vegetarianos y demandas de bibliotecas y centros culturales, y todo ello aderezado con una romantización de lo popular perfectamente compatible con un cierto cosmopolitismo.
En relación con la cuestión central de la seguridad Santiago Ruiz Chasco establece en Lavapiés “tres tipos ideales discursivos”: El primero es el denominado “discurso patológico”, que lamenta la degradación del barrio frente a los buenos viejos tiempos en los que todo el mundo se conocía y reinaba la confianza. Este discurso está asociado a los vecinos más antiguos, algunos de ellos integrados en asociaciones de vecinos y en la asociación de comerciantes, bien valorados por la policía. Este discurso hace de Lavapiés un espacio de vida ruidoso, sucio, inseguro. Perpetúan a lo largo del tiempo la vieja imagen de marca de Lavapiés que se creó en torno a la llamada banda del pegamento. Así fue como “los chicos magrebíes” se convirtieron en los catalizadores de temores difusos, en los chivos expiatorios de un imaginario xenófobo. “El discurso patológico”, escribe Santiago Ruiz Chasco, “subraya la necesidad de una intervención decidida en el barrio que se dirija a la erradicación de los que se definen como ‘problemas’”.
El segundo tipo ideal es el “discurso normalizador”, un discurso mayoritario y especialmente representativo de las nuevas clases medias. Se expresan así vecinos que eligieron el barrio más por estar bien comunicado y en el centro que por ser un barrio con una identidad histórica. Los portavoces de este discurso rechazan todos los viejos estigmas.
En fin, el tercer tipo de discurso es el “discurso desafiante”. Los portavoces de este registro formulado a contracorriente son especialmente los militantes, entre ellos los del 15M, y también los migrantes pobres. Acusan a la policía, identificada con los cuerpos represivos, de hacer redadas indiscriminadas y de criminalizar a los sin papeles. El discurso contestatario es un discurso de protesta y oposición, de denuncia del orden instituido como desorden. Frente a la criminalización de los más pobres y desasistidos exigen que prevalezca el respeto para todos de los derechos humanos.
De la cuestión urbana a la cuestión social
En diciembre del año 2012 se hizo público el Plan integral de mejora de la seguridad y la convivencia del barrio de Lavapiés de Madrid (en el que intervinieron la Delegación del gobierno de Madrid, la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento y las Asociaciones Vecinales y de Comerciantes), un plan que, según se afirma en las primeras páginas, pivota sobre cuatro ejes: la mejora de la seguridad ciudadana, potenciar la participación ciudadana, impulsar la revitalización del barrio, en fin, efectuar modificaciones normativas que permitan hacer frente a actividades generadoras de altos niveles de inseguridad ciudadana (prostitución, mendicidad, ocupación de inmuebles, distribución ilegal de bebidas alcohólicas, cortes de tráfico…). El objetivo proclamado de estas políticas, concentradas en Lavapiés, es resolver la cuestión urbana, la mejora de los barrios de las grandes metrópolis, el desarrollo de la ciudad y, a la vez, impulsar la libre concurrencia en los negocios y la lucha policial contra los pequeños delitos siguiendo la receta neoyorkina de tolerancia cero. Libre mercado sin obstáculos ni barreras y acción policial aparecen como las dos caras de la misma moneda acuñada por el fundamentalismo neoliberal. Se da la paradoja de que lo que en buena medida genera el problema es presentado como la clave para la solución.
El 15 de marzo de 2018 se produjo en el barrio de Lavapiés la muerte de Mame Mbayé, migrante africano de origen senegalés de 35 años cuando, según algunos testigos, era perseguido por la policía que trataba de controlar el top manta. La muerte de Mbayé provocó toda una serie de disturbios protagonizados por migrantes africanos que cesaron cuando la autopsia determinó como causa de la muerte un infarto de miocardio sin que mediase persecución policial. La muerte de Mame Mbayé recordaba la acontecida con anterioridad en Francia, el 27 de octubre de 2005, de dos jóvenes musulmanes también de origen africano, Ziad Benna, de 17 años, y BounaTraoré, de 15, que residían en un suburbio de París y que murieron electrocutados cuando, acusados de robo, huían de una persecución policial. Su muerte desencadenó durante 19 noches graves protestas y enfrentamientos urbanos con la policía que se extendieron a otras ciudades como Lille, Ruan, Dijon y Marsella. En íntima relación con estas protestas de jóvenes, a quienes Nicolas Sarkozy había definido como “la racaille” (“la escoria de la sociedad”), el sociólogo Robert Castel dedicó un librito al análisis de las formas de discriminación negativa que sufren en Francia los jóvenes hijos de emigrantes de origen africano que viven en el extra-radio urbano, y en él propone impulsar políticas propias de unEstado social más abierto a las formas de discriminación de los jóvenes de los suburbios, y más sensible a la diversidad cultural, para reconocer a estas poblaciones una ciudadanía de pleno derecho 7/.
En Lavapiés, desde el motín de Esquilache hasta la actualidad, se ha ido renovando una memoria popular que defiende la identidad de un barrio resistente y con historia, un barrio con una personalidad propia. Frente a esta identidad popular, y desde una perspectiva unilateral de orden, se ha superpuesto una especie de imaginario del miedo que convierte a Lavapiés en un exponente privilegiado de la cuestión urbana, en una imagen de marca de la inseguridad.
Santiago Ruiz Chasco, siguiendo la senda de Robert Castel, mantiene latente a lo largo de las páginas del libro una tesis que explicita con mayor claridad en las páginas finales: tras la cuestión urbana, tras las inseguridades imperantes en la ciudad, más allá de los diagramas de Burgess, más allá de los equipamientos urbanos, de la riqueza y la pobreza, en íntima relación con las desigualdades sociales, subyace en realidad el retorno de la cuestión social, es decir, un problema central del capitalismo neoliberal: la precarización del trabajo, la vulnerabilidad laboral, el desempleo masivo, la fragilización de las protecciones sociales, la renuncia por parte de los Estados a desarrollar políticas activas de igualdad. En este sentido, señala, es preciso no sólo evitar sustituir la cuestión social por la cuestión urbana, sino, sobre todo, retornar a la centralidad de la cuestión social y al reconocimiento de las minorías discriminadas para poder entender los retos que subyacen a la inseguridad ciudadana en las grandes metrópolis. En nombre de la objetividad científica no se llega a hablar de las alternativas puntuales, pero, para un lector atento, la República social, multicultural y multiétnica, aparece como una estrella danzarina en el horizonte.
Fernando Álvarez-Uría es profesor de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid y coautor, con Julia Varela, de Sociología, capitalismo y democracia y Sociología de las instituciones.
Texto de presentación de libro de Santiago RUIZ CHASCO, Madrid: las dos caras de la (in)seguridad, Dado Ediciones, Madrid, 2021, que tuvo lugar en la librería madrileña Sin Tarima el 26 de marzo de 2022.
NOTAS
1/ Cf. Yves Grafmeyer e Isaac Joseph (Eds.), L’École de Chicago. Textes,Aubier, Paris, 1979, pp. 127-143.
2/ Cf. Harvey Warren Zorbaugh, The Gold Coast and the Slum. A Sociological Study of Chicago’s Near North Side, Midway Reprint, Chicago, 1929.
3/ Cf. Jacques Donzelot, Quand la ville se defait. Quelle politique face à la crise des banlieux?, Seuil, Paris, 2006. Véase también Jacques Donzelot, “La ciudad a tres velocidades” en VVAA, La fragilización de las relaciones sociales, Círculo de Bellas Artes, Madrid, 2007, pp. 22-68.
4/ Cf. Santiago Ruiz Chasco, Madrid. Las dos caras de la (in)seguridad, Dado Ed. Madrid, 2021, pp. 82 y 87.
5/ Cf. Santiago Ruiz Chasco, op. cit., pp. 166 y 180.
6/ Cf. una original observación de la incardinación de las líneas de autobuses en el tejido urbano madrileño ha sido publicada recientemente por Carlos Alberdi, Ciento un autobuses de Madrid, Abada Editores, Madrid, 2021.
7/ Cf. Robert Castel, La discriminación negativa. ¿Ciudadanos o indígenas?, Hacer Ed., Barcelona, 2010. Véase también Julia Varela y Fernando Alvarez-Uría (Eds.), Conversaciones con Robert Castel, Morata Ed., Madrid, 2019, pp. 151-166.
*Fernando Álvarez-Uría es profesor de sociología en la Universidad Complutense de Madrid. Es autor de Miserables y locos (1983) y –en colaboración con Julia Varela– Las redes de la psicología (1986), Sujetos frágiles (1989), Arqueología de la escuela (1991), La galaxia sociológica (2000) y Sociología, capitalismo y democracia (2004).
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