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El calentamiento global se agrava y acelera

El pasado 18 de mayo de 2022 se public贸 The State of the Global Climate 2021, el informe de la Organizaci贸n Meteorol贸gica Mundial que indica c贸mo cuatro indicadores de la crisis clim谩tica han alcanzado su nivel m谩s alto. A este respecto, Jorge Riechmann, profesor del Departamento de Filosof铆a de la UAM reflexiona sobre la necesidad de pasar a la acci贸n frente a la tragedia clim谩tica.


La transici贸n a las energ铆as renovables debe ser una prioridad hoy y no una pol铆tica de futuro / Steve Buissinne (Pixabay)

OPINI脫N de Jorge Riechmann

En lo que llevamos de siglo XXI, la crisis clim谩tica –deber铆amos m谩s bien hablar de tragedia clim谩tica– sigue una consistente pauta de “peor de lo esperado”, como viene analizando por ejemplo Ferran Puig Vilar.

El pasado 18 de mayo de 2022 se hizo p煤blico el informe de la OMM (Organizaci贸n Meteorol贸gica Mundial) The State of the Global Climate 2021, recopilando evidencias cient铆ficas de las que deber铆an helarnos la sangre (si estuvi茅semos prestando atenci贸n). La OMM destaca que en 2021 marcaron su nivel m谩s alto cuatro indicadores de la crisis clim谩tica: la concentraci贸n atmosf茅rica de gases de efecto invernadero, la subida del nivel del mar, el calor acumulado en mares y oc茅anos y la acidificaci贸n de estos 煤ltimos.

El fen贸meno de la acidificaci贸n, al que nuestra sociedad presta quiz谩 a煤n menos atenci贸n que a los otros tres, est谩 pre帽ado de consecuencias fatales. Los oc茅anos absorben el 23% de las emisiones antropog茅nicas anuales de CO2 que primero se acumulan en la atm贸sfera. El di贸xido de carbono reacciona con el agua marina y provoca la acidificaci贸n de los oc茅anos, que amenaza a los organismos y la vida en los mares. Se cree que alguna de las megaextinciones en el pasado de la Tierra fue causada por la acidificaci贸n, que indujo el colapso de los ecosistemas marinos.

Seg煤n la nota de prensa de la OMM, el Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, censur贸 el 18 de mayo “la sombr铆a confirmaci贸n del fracaso de la humanidad para afrontar los trastornos clim谩ticos” y se sirvi贸 de la publicaci贸n de este emblem谩tico informe para reclamar la adopci贸n de medidas urgentes encaminadas a encarar una transformaci贸n de los sistemas energ茅ticos que es “f谩cil de lograr” y alejarnos as铆 del “callej贸n sin salida” que representan los combustibles f贸siles.

Hay que convenir con Guterres en que los combustibles f贸siles son un callej贸n sin salida, o quiz谩 mejor una trampa que evidencia un enorme fracaso civilizatorio. Pero que las transiciones energ茅ticas hacia sociedades posfosilistas sean “f谩ciles de lograr” es harina de otro costal. Lo contrario es cierto: una transici贸n r谩pida fuera de los combustibles f贸siles sin una oleada de extractivismo neocolonial y sin destruir buena parte de la biosfera en el intento no es para nada f谩cil, porque implica no s贸lo ecoeficiencia y despliegue de infraestructuras de captaci贸n de energ铆a renovable, sino tambi茅n usar mucha menos energ铆a de lo que ahora nos parece normal.

A esta perspectiva de transici贸n energ茅tica decrecentista ¿c贸mo ponerle n煤meros? A partir de numerosas investigaciones recientes sobre clima, disponibilidad de recursos energ茅ticos y l铆mites minerales, se puede establecer un umbral de consumo de energ铆a final per c谩pita m铆nimo y m谩ximo que garantice una vida digna al conjunto de la poblaci贸n mundial, cumpla con los presupuestos de carbono para los 1’5潞C y reduzca el riesgo de l铆mites minerales al desarrollo de las energ铆as renovables. Este umbral, calcula Mart铆n Lallana (junto con Adri谩n Almaz谩n, Alicia Valero y 脕ngel Lareo), se encontrar铆a entre los 15 GJ y 31 GJ para el a帽o 2050 (comp谩rese con un consumo promedio por persona de energ铆a final de 117 GJ en 2017, en los pa铆ses del Norte global). Bajo una perspectiva de justicia ecol贸gica, esto impone una fuerte redistribuci贸n a escala global, de forma que a Espa帽a le corresponder铆a asumir un descenso energ茅tico del orden del 60-80% entre 2020 y 2050.

No es peque帽a cosa. Como indica Mart铆n Lallana, “estos niveles de reducci贸n no se lograr谩n a partir de cambios incrementales y mejoras tecnol贸gicas de eficiencia energ茅tica. Son necesarias transiciones sociot茅cnicas a gran escala, con un fuerte enfoque de suficiencia energ茅tica, que desarrollen las infraestructuras y pr谩cticas sociales que permitan garantizar una vida digna con unos requerimientos energ茅ticos mucho menores” (comunicaci贸n personal, 27 de octubre de 2021).

La cuesti贸n no es decrecimiento s铆 o no; hay que optar, pero entre decrecimiento igualitario o decrecimiento genocida. Y no cabe ignorar que impl铆citamente estamos eligiendo lo primero. “Todos somos conscientes de las alertas cient铆ficas”, dice la economista costarricense Christiana Figueres (m谩xima responsable de Naciones Unidas en materia de cambio clim谩tico en 2015, cuando se celebr贸 la Cumbre de Par铆s), “pero los cambios de h谩bitos y los estructurales no se dan de la noche del domingo a la ma帽ana del lunes”. Traducci贸n: capitalismo y democracia liberal no permiten reformas dr谩sticas en plazos breves.

Hace unos meses, un manifiesto titulado “Advertencia ciudadana acerca de la extralimitaci贸n y del colapso” advert铆a: “El cambio clim谩tico –un problema masivo de gesti贸n de residuos– es tan s贸lo uno de los muchos s铆ntomas del problema subyacente de la extralimitaci贸n [overshoot]. Coexiste con muchos otros s铆ntomas, como la p茅rdida de biodiversidad, la escasez de agua, la deforestaci贸n, la acidificaci贸n de los oc茅anos, la erosi贸n del suelo, etc. Esto quiere decir que no podemos ocuparnos del cambio clim谩tico aisladamente: tenemos que tratar el c谩ncer que est谩 caus谩ndolo junto con todos los dem谩s co-s铆ntomas”.

El n煤cleo de nuestros problemas es 茅tico-pol铆tico, de forma irreductible: autolimitarnos para que pueda existir el otro (en lo que hace a las transiciones ecosociales: aceptar el empobrecimiento energ茅tico en el seno de una sociedad igualitaria). Ese n煤cleo no va a desaparecer por m谩s esfuerzos que hagamos por cambiar el marco comunicativo.

No se trata de “controlar el clima”, sino de controlarnos a nosotros mismos. O铆mos, ya casi como un mantra repetido de forma cansina, “hace falta m谩s ambici贸n clim谩tica” y “hay que pasar a la acci贸n”. Pero pasar a la acci贸n significa aceptar un empobrecimiento voluntario (menos producci贸n, menos consumo, menos desplazamientos, menos velocidad…) al tiempo que se revoluciona el orden socioecon贸mico. Nuestra sociedad, por desgracia, est谩 lej铆simos de plantearse algo as铆: reflexi贸nese un momento sobre la pol茅mica generada por las sensatas recomendaciones del Ministro de Consumo, Alberto Garz贸n, acerca de reducir la ingesta de carne y pescado –una de las medidas elementales para limitar las peores aristas de la tragedia clim谩tica

Podemos hacer mucho por frenar la deriva hacia los escenarios peores. Pero eso no es “f谩cil de lograr”, por m谩s que el Secretario General de Naciones Unidas alimente esa ilusi贸n. Es un reto gigantesco que, de momento, viene excediendo las capacidades 茅ticas y pol铆ticas de la humanidad.

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Jorge Riechmann es poeta, traductor literario, ensayista y profesor titular de Filosof铆a moral en la Universidad Aut贸noma de Madrid (UAM). Antes ense帽贸 como profesor titular en la Universidad de Barcelona; como profesor invitado en la Universidad Carlos III de Madrid, en la UNAM (Ciudad de M茅xico), en la Universidad Michoacana de Morelia, en la Universidad Distrital Francisco Jos茅 de Caldas de Bogot谩, en el Instituto de Altos Estudios Nacionales de Quito, en el Centro Internacional Miranda de Caracas y en otras instituciones acad茅micas; y como profesor visitante en la Universidad Complutense de Madrid. Dirigi贸 el OSE (Observatorio de la Sostenibilidad en Espa帽a) en su fase de arranque. Su actividad acad茅mica m谩s o menos especializada versa sobre transiciones poscapitalistas; colapso civilizatorio; ecosocialismo; ecolog铆a pol铆tica; filosof铆a pol铆tica “verde”; filosof铆a de la sustentabilidad; 茅tica ecol贸gica; agro茅tica; 茅tica aplicada a las nuevas tecnolog铆as (biotecnolog铆as, nanotecnolog铆as…); filosof铆a de la tecnociencia; sociolog铆a de los movimientos sociales (especialmente el movimiento ecologista)…

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Referencia:

World Meteorological Organization (WMO). 2022. The State of the Global Climate 2021.

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