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Contraste de Ciudad y Campo

OPINIÓN de Mauricio Castaño H*



La ciudad deslumbra con sus monumentales edificios y sus excesos de servicios. La vida allí es más cómoda, más fácil. En el campo por el contrario, se sufre de escasez al punto de amenazar la subsistencia, la vida misma es frágil. La ciudad es una red de servicios y de interconexiones, allí todo está conectado, es fácil pasar de un lado a otro, todo está a dos pasos, todo está a la mano, todo está cerca. Lo contrario sucede en el campo, allí todo está aislado y por lo mismo todo se asemeja a lo inmóvil, hay mucha quietud paralizante. En el campo las distancias se hacen tortuosas, lentas y larguísimas, jornadas de medio día o el día completo para llegar a un destino. En carro, por ejemplo, y para dar una idea en viaje por carretera destapada donde la hay, se va a una velocidad de 14 km/h. En suma, este contraste puede resumirse con la palabra Progreso, qué tanto o qué tan poco se tiene de equipamientos y servicios en un territorio determinado. También puede decirse que el aislamiento y la inmovilidad matan, y lo contrario vivifica. Esto no es otra cosa que las maneras en cómo se confecciona la configuración espiritual y material del territorio. También a todo esto puede denominarse razón administrativa de Estado, cómo despliega sus servicios para el Bienestar General de la población.


Esto explica porqué la preferencia del 70% de los habitantes del mundo viven en las ciudades, allí se concentran los mejores servicios y se ofrece la mejor calidad de vida. Es un logro de la razón administrativa de encuadrar y formalizar la vida en el territorio, estar por fuera es estar alejado del bienestar general y del progreso, es estar condenado a la miseria. Con la mano del Estado un bosque que ahoga la siembra y dificulta la vida, puede revertirse para lo mejor de la existencia.


Ilustra bien este contraste, las valoraciones mercantiles en uno u otro territorio. En la ciudad, la unidad de medida pactada por metro cuadrado oscilante entre los tres y seis millones de pesos, dependiendo que tan cerca o lejos se esté de los servicios y equipamientos del inmueble ofertado. Esta misma lógica valorativa aplica para el campo, dependiendo que tan fértil sea la tierra, que tan cerca se esté a una fuente de agua, con qué vías cuenta, que tan equipado esté, será el valor a pedir, ya no por metro cuadrado, sino por hectárea. Para dar una idea, y según mi experiencia, sé decir que en el municipio de Cáceres, Antioquia, el pedido por una hectárea es de dos millones de pesos, la razón de tan bajo costo se debe al contexto de violencia paramilitar y los terrenos áridos y revolcados por la minería y ganadería los hacen improductivos y de poca valía.


Siguiendo con el contraste pero ya para evidenciar ganancias generalizadas del mundo moderno, diremos que hoy día es difícil ver a un campesino o ciudadano sin zapatos, sin dentadura natural, sin celular. Pero otros aspectos como la energía, el acceso terrestre, los servicios de salud, entre otros es precario o inexistente. El progreso generalizado puede verse en ese uso de zapatos de la población, la higiene bucal en cada hogar, es difícil ver campesinos sin su dentadura natural, el uso de inodoros o letrinas, todo esto fue masificado desde inicios del año 1900. Otros servicios no masificados son los de agua potable y los equipamientos relacionados con salud, educación, esparcimiento… allí la configuración espiritual y material del territorio es mínima, muy básica, muy elemental, al punto de rayar con el tedio y la vida miserable. Allí todo es escaso o inexistente en servicios y equipamientos, la carencia es lo más común al punto de ser una amenaza constante de vida, enfermarse puede significar entrar en el túnel de la muerte, mientras se vadean trochas, mientras sucede un milagro de poder conseguir una moto o carro para medio transportarse en carreteras destapadas en mal estado y si se logra llegar con vida a una cabecera municipal esperando encontrar un básico hospital y que una mano galena haga maravillas con la escasez de dos o tres pastillas mientras espera una ambulancia para llevarlo a la clínica de la ciudad más cercana que le brinde atención especializada de última generación. La ciudad resume bien la razón administrativa en la palabra progreso.



Entre líneas se devela la complejidad de la Formalización en el campo, en la ruralidad. La dinámica territorial allí no obliga ni exige tanto como en la ciudad, por el contrario, se justifica en la ausencia de equipamientos y servicios para no entrar en la legalización de predios, y puede que haya mucho de barreras culturales para no tributar, pero la razón reina está en cálculos elementales que no cuadran o se compadecen con los esfuerzos monetarios y los beneficios poco o nada que se recibirán. Insistimos en que en el contraste entre ciudad y campo está la diferencia de la mucha, poca o nada formalización de la propiedad. En el mundo citadino los equipamientos y la gran oferta de servicios para la calidad y comodidad de la vida humana, explican que la tributación sea una obligación de costumbre más dentro de la canasta familiar, tener casa no es riqueza, pero no tenerla si es mucha pobreza, así reza la sabiduría popular que dice bien de la vida costosa en la ciudad pero se compensa con los variados servicios y equipamientos que ofrece, todo está según sea en el poder de adquisición que se tenga.



Bien se sabe que las sociedades contra Estado como los pueblos nómadas analizados por Pierre Clastrer y retomados por Gilles Deleuze, fueron una respuesta de sus malestares por la concentración de poder que impide la distribución de los bienes acumulados y generadores de pobreza. Son bellos y novedosos análisis del malestar social que impidieron la Formación Estado. Este recurso nos ayuda a pensar en la disidencia de ciertas comunidades autónomas contra todas las instituciones gubernamentales, no las legitiman porque las presienten demagógicas y dañinas para su comunidad. El espejo que refleja está realidad es la pobreza de los pueblos abandonados. Está informalidad tiene su anverso o vecindad que favorece la ilegalidad.


Ante un Estado que no resuelve problemas reales a los ciudadanos, están las alternativas. Las comunidades que se autodenominan Autónomas, encontraron que la solidaridad entre sus miembros les ha permitido vadear la subsistencia, es lo que los ha permitido mantenerse de pie. Compartir una cucharada de sal, un puñado de azúcar, dar uno o dos días de jornal al compadre para llevar algo de pan a la mesa, es un gesto real en dónde se palpa la cohesión social. Estas cosas simples que no resuelve el burócrata o el político demagogo es lo que desprestigia a la Forma Estado y refuerza estás expresiones de autonomía gestionaria en las poblaciones vulnerables. Llegados a este punto, una disyuntiva oscila entre razón Administrativa de Estado y Comunidades Autónomas que se sostienen frente a la adversidad con su capacidad autogestionaria. Todas estas líneas no son otra forma que decir contrastes entre ciudad y campo.




Adenda. Dos columnas sobre el mismo tema.

1.El campesino y su tiempo

http://colombiakritica.blogspot.com/2021/10/por-mauricio-castano-h-historiador.html?m=1


2.Comunidades Autónomas

http://colombiakritica.blogspot.com/2022/04/comunidades-autonomas.html?m=1

*Historiador
Colombiakritca




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