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La última y nos vamos

OPINIÓN de Teodoro Rentería Arróyave


 

En las pulquerías, tan profundamente mexicanas puesto que aquí nacieron y se asentaron y se niegan a morir a pesar del ataque despiadado contra el neutle, “El Néctar de los Dioses”, para favorecer el mercado de la cerveza, y en las cantinas también muy nuestras, es común la frase que lo dice todo: “La última y nos vamos”.



Imagen de archivo de la desaparecida pulquería El Templo del Amor, en Ciudad de México

 

Esa clásica frase, la escogió después de diseccionarla en toda su amplitud y connotaciones, el estupendo escritor satírico del presente, Gonzalo Martré, cuya obra literaria ha reunido dos siglos, el XIX y el XX.

 

El antecedente histórico en nuestro México de ese género de la cultura escrita, como todos lo sabemos, fue Joaquín Fernández de Lizardi con “El Periquillo Sarniento”, por cierto considerada esta obra, la primera novela hispanoamericana.

 

Es el caso que Gonzalo Martré pretende despedirse de la producción literaria con su libro narrativo o novelado: “Los Monstruos Legendarios Reaparecen”.

 

En la contraportada de ésta su más reciente obra bibliográfica, me niego a decir que es la última y voy a explicarlo más adelante, afirma “sin ambages ante cualquier juez penal ya sea corrupto (caso común) o probo (rarísimo), que al cumplir 93 años decido escribir mi último libro”

 

En efecto, Gonzalo Martré nos reunió como pocos lo logran, a una verdadera multitud que abarrotó la cantina “Nueva Don León”, fundada en 1928, de Pino Suárez 18, Centro Histórico de la Ciudad de México, exacto a unos metros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación por si algunos juzgadores se sienten aludidos.


Imagen de la Cantina Nueva Don León, en Ciudad de México.  Foto de Ivon Álvarez

 

Las mesas y las sillas fueron insuficientes en ese acto de presentación, entre comillas, “último libro” de Gonzalo, a cargo de la doctora Patricia Cabrera y los maestros Carlos Gómez Caro y Mario Raúl Guzmán. En un video, Martré trata de explicar su determinación de retiro, sería un absurdo que este irreverente escritor esté pensando en “un retiro espiritual”.

 

Por donde indagó no acierto a corresponder a su idea del retiro literario; me baso por ahora, aparte de todo lo que puedan aportar los eruditos, que el hecho mismo de escenificar su retiro “a la torera”, es decir, delante de toda la abigarrada concurrencia “cortarse la coleta”, lo ubica sin equívocos en todos los grandes de la tauromaquia que después de haberse mutilado “el añadido”, volvieron triunfantes o no a los ruedos.

 

No puedo dejar ningún pendiente en este Comentario, por ello insisto en que mi maestro de Química en mi segundo bachillerato, Mario Trejo nos demostró, como lo ha hecho toda en toda su vida, que es un hombre bueno.

 

En aquel tiempo, muy jóvenes, creamos la Escuela Preparatoria Nocturna “Maestro José Vasconcelos” de Seminario 8 a un costado de la Catedral Metropolitana del entonces Distrito Federal, sólo necesitábamos un profesional titulado y con la Cédula corresponde para que nos otorgara la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, la incorporación. Él fue nuestro director primigenio y nunca cobró un solo centavo.

 

Compartimos mesa con su familia; María Luisa Ureña, ex de Saúl Uribe Ahuja,  mecenas de periodistas y escritores, quien ya mora en el éter eterno; el maestro Arnulfo Domínguez Cordero, y muchos más.

 

Termino con mis agradecimientos por la bondadosa amabilidad de Gonzalo Martré, al mencionarme en algunos de sus libros y por las superiores e inmerecidas dedicatorias.

 

En la trilogía: “El Chanfalla era un gandalla”, escribió: “Para Teodoro Rentería A. pionero del periodismo profesional y académico a quien conozco en 1957 como colega en una escuela preparatoria ya extinta”. Con el cariño y los recuerdos de aquella época lejana. Abril 17 de 2018”.

 

En este supuesto último libro de despedida, Gonzalo Martré pergeño: “Para mi alumno quien superó a el maestro, Teodoro Rentería A. con mi gran abrazo que no se romperá Jamás”

 

Querido y respetado maestro-amigo, Gonzalo Martré o Mario Trejo: Jamás es jamás. Jamás se romperá nuestra fraternidad porque es para la eternidad. Y nada de “la última y nos vamos”. Seguiremos en la brega.






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