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Día Mundial contra la Trata: un delito cada vez más escondido

En 2013, Naciones Unidas designó el 30 de julio como el Día Mundial contra la Trata de Personas, señalando que este día es necesario para "concienciar sobre la situación de las víctimas de la trata de seres humanos, y para promocionar y proteger sus derechos".



Ya sea explotadas directamente, como hijos e hijas de mujeres víctimas -y a veces propias explotadoras-, conviviendo en ambientes de prostitución y delincuencia, o siendo utilizados como medio de extorsión hacia sus madres, los niños y niñas son tristes protagonistas de esta lacra. 

En 2018 se reportaron 50.000 víctimas de trata en 148 países. A nivel global, los datos nos hablan de que las víctimas menores de edad ya son más de un tercio de todas las víctimas (un 19% niñas y un 15% niños). Sin embargo, a pesar de la altísima presencia de niños y niñas atrapados en las redes de trabajo forzado y explotación, muchas veces ni el enfoque policial ni los recursos de protección de víctimas les tienen en cuenta, por lo que pasan desapercibidos y no son atendidos.

En nuestro país, el Ministerio del Interior contabilizó en 2020 un total de 6 víctimas menores de edad (3 para explotación sexual, una niña para explotación laboral, y dos niñas para matrimonios forzados). Desde UNICEF llevamos tiempo alertando  sobre la situación de estos niños, y la necesidad de ampliar la mirada para poder identificar su situación.

Trata de personas: más y mejores datos

Es un clamor la necesidad de contar con datos más fiables sobre Trata de Seres Humanos, y que sean comparables entre países, para poder así orientar actuaciones y destinar los recursos necesarios.

Los esfuerzos de Naciones Unidas, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y entidades como Walk Free, nos permiten entender mejor cómo se mueve y organiza este lucrativo negocio, que está compuesto tanto por grandes redes organizadas como por pequeños clanes familiares.

Conscientes de que las víctimas identificadas sólo son una parte del total, el Global Slavery Index ha empezado a utilizar un ejercicio de estimación que refleje el número de víctimas que no son detectadas.

Con este mismo propósito, hemos realizado junto al Instituto de Estudios sobre Migraciones de Comillas (IUEM) un ejercicio para estimar el número total de víctimas de trata de la Comunidad de Madrid. Gracias a la colaboración de las administraciones públicas, fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, y entidades especializadas, pudimos calcular que en esta Comunidad se estaban dejando de identificar al 74% de las personas explotadas en esta Comunidad. Y por cada niño o niña detectado, habría casi seis a los que no hemos sabido mirar ni proteger. 

Trata de personas: cada vez más conscientes

Gracias a campañas, anuncios, informes y noticias, todos somos más conscientes de que España no escapa a la explotación de hombres y mujeres, niños y niñas, y de cuál es la realidad de esa explotación.

Los teléfonos de emergencia ante una posible situación de trata reciben cada vez más llamadas -a veces incluso de los propios clientes de prostitución- que comunican la sospecha de encontrarse ante una de las posibles formas de explotación: laboral, sexual, matrimonios forzosos o mendicidad. 

Por otro lado, las corrientes migratorias de los últimos años y las historias de los que consiguieron llegar a un lugar seguro han puesto sobre la mesa la especial vulnerabilidad de los que viajan, en especial de los niños y niñas solos, muchas veces explotados por los propios traficantes a los que han pagado por escapar, vendidos a redes de prostitución o forzados a trabajar.

No nos olvidamos aquí de las llegadas a nuestras costas de personas que huyen de conflictos o catástrofes naturales, ni de los millones de personas que han abandonado Ucrania en los últimos meses. 
 

Trata de personas: delito escondido

A pesar de estos avances en la medición y la concienciación general, la ley de la oferta y la demanda sigue rigiendo este negocio, y las entidades que trabajan con víctimas de explotación sexual nos alertan de un alarmante descenso en la edad de las víctimas.

Para evitar las redadas y las intromisiones policiales, la prostitución forzada se está trasladando a pisos y lugares cerrados, en los que es casi imposible detectar a menores de edad explotadas.

Por otro lado, la propia complejidad del delito de trata (que exige la captación, el traslado y la coacción a las víctimas) se combina ahora con nuevos patrones de actuación. Cada vez son más las chicas (y algunos chicos también) españolas captadas y engañadas, con los mismos métodos utilizados con otras nacionalidades.

Cuando una supuesta historia de amor acaba en malos tratos, abusos y exigencias de dinero a través de la prostitución, o cuando chicas especialmente vulnerables son encontradas en un infierno de drogas y explotación sexual, es difícil ver la trama calculada que subyace debajo.

A las propias víctimas les cuesta mucho verse como tales, y consideran las palizas y los abusos como parte de la mala suerte que parece siempre les toca. 

En UNICEF España sabemos que los tratantes van muy por delante de nosotros en buscar nuevos métodos para seguir lucrándose y burlar la detección de víctimas.

Por ello apostamos por mejorar nuestros sistemas de estimación y detección, y por un trabajo en red en el que todos –cuerpos policiales, administraciones públicas y entidades de atención- pongamos el foco en proteger a las víctimas más escondidas y vulnerables.





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