OPINI脫N de Mauricio Casta帽o H
Un flujo de creencias y deseos envuelven a las personas. El individuo se diluye y deviene masa, dejo de ser yo para devenir en nosotros, somos muchedumbres. Pasa en todos los segmentos de la vida. Por ejemplo, en las justas democr谩ticas celebradas en la mayor铆a de los pa铆ses sucede igual. Votar tiene su lado inocente y se parece m谩s a un torbellino que envuelve y atrapa. ¿Para d贸nde va Vicente? Para donde va la gente. Es una corriente que arrastra convirtiendo en masa todo lo que encuentre a su paso. Es algo as铆 como el lado oscuro de la democracia. Los votantes son segmentos de la mercadotecnia que los clasifica seg煤n flujos de deseos y creencias circulantes en la sociedad. El pol铆tico curtido sabe que la gente no piensa para votar, no importa la inteligencia del candidato, puede ser idiota, buen mozo, ordinario, incompetente, inculto. Nada de eso importa. El votante se dirige a las urnas esperando evacuar sentimientos de miedo y odio embutidos por el marketing pol铆tico, por los determinadores, por los decididores del Poder. Tambi茅n el candidato que promete salvaci贸n es producto de esa fabricaci贸n. Tendr谩 茅xito quien logr茅 conectarse con los flujos de deseos y creencias de sus votantes.
Ilustran bien las 煤ltimas elecciones en Estados Unidos, Francia y por supuesto Colombia, por citar las naciones m谩s conocidas, sus votantes tuvieron esas caracter铆sticas, fueron conducidos a las urnas a evacuar miedos y odios fabricados por el marketing pol铆tico. Se va a las urnas igual como se va al ba帽o, con s贸lo necesidades indigestas. Las masas y las muchedumbres encarnan flujos de deseos y creencias de la sociedad. El concepto de masa es un cuerpo sin 贸rganos como lo propone Gilles Deleuze en el entendido que los individuos dejan de ser cada uno de ellos, pierden su voluntad propia para devenir flujos de deseos y creencias. La masa tiene vida propia, sus movimientos est谩n acorde con ese fluir. La sabidur铆a popular describe bien cuando se pregunta para d贸nde va Vicente y responde para donde va la gente. El cuerpo sin 贸rgano son esas multitudes, todas esas gentes marchantes, las desbandadas son un solo cuerpo colectivo que van al comp谩s de los pasos y de sus cantos, de sus consignas: "yo no soy un hombre, soy un pueblo", dec铆a el caudillo Jorge Eliecer Gait谩n, su sentir estaba conectado con las pasiones de las gentes. Hace poco, en el acontecer de las elecciones presidenciales en Colombia, los amores y desamores fueron formateados por el marketing pol铆tico, menos de la mitad casi alcanzan la victoria con alguien que no ofrec铆a m谩s que un salto al vac铆o.
Pero estos flujos micros y macros est谩n a la vez conectados con el gran sistema de Estado, bien sea de tipo capitalista (Esalisnista) o fascista. El telegrama de Hitler muestra la diferencia entre el Estado Fascista y el Estalinista, en el primero son masas, de grupos, de fracciones, de bandas; en el otro es todo un sistema muy propio del capitalismo, la burgues铆a tom贸 partido por ese gran formato macro. En el Fascista bien sea de derecha o de izquierda es micro, de bandas que terminan volvi茅ndose contra s铆 mismas, como el alacr谩n que dirige su aguij贸n contra s铆, se suicida y como est谩 sucediendo hoy en el Salvador, hombres salidos de la filas de la izquierda revolucionaria, devinieron grupos delincuenciales atacantes de su propio movimiento. Dice Deleuze: "Hay fascismo cuando una m谩quina de guerra se instala en cada agujero, en cada nicho. Incluso cuando el Estado nacionalsocialista se instale, tendr谩 necesidad de la persistencia de esos microfascismos que le proporcionan un medio de acci贸n incomparable sobre las masas. Daniel Gu茅rin tiene raz贸n cuando dice que si Hitler conquist贸 el poder, m谩s bien el Estado mayor alem谩n, fue porque dispon铆a previamente de microorganizaciones que le proporcionaban un medio incomparable, irreemplazable, para penetrar en todas las c茅lulas de la sociedad, segmentaridad flexible y molecular, flujos capaces de impregnar cada tipo de c茅lulas. Y a la inversa, si el capitalismo ha acabado por considerar la experiencia fascista como catastr贸fica, si ha preferido aliarse con el totalitarismo estalinista, mucho m谩s sabio y tratable a su gusto, es porque 茅ste ten铆a una segmentaridad y una centralizaci贸n m谩s cl谩sicas y menos fluentes. Si el fascismo es peligroso se debe a su potencia micropol铆tica o molecular, puesto que es un movimiento de masa: un cuerpo canceroso, m谩s bien que un organismo totalitario. El cine americano ha mostrado a menudo esos n煤cleos moleculares, fascismo de banda, de gangster, de secta, de familia, de pueblo, de barrio, de autom贸vil, y del que no se libra nadie. Nada mejor que el microfascismo para dar una respuesta a la pregunta global: ¿por qu茅 el deseo desea su propia represi贸n, c贸mo puede desear su represi贸n?" El “telegrama 71 de Hitler, si la guerra est谩 perdida, que la naci贸n perezca, hitler asocia sus esfuerzos a los de sus enemigos para exterminar a su propio pueblo.” (Deleuze p. 234)
Es 煤til la diferencia entre el Estado Totalitario o Stalinista y el Estado Fascista al estilo de Hitler. En el primero los flujos de deseos y creencias o si se quiere todas las micropol铆ticas que puedan surgir y ebullir est谩n bajo el control del aparato estatal. En el Estado Fascista no es as铆, por el contrario las minor铆as hacen valer sus micropol铆ticas, es una heterogeneidad de micropoderes, s贸lo confluyen con el gran l铆der que lee el momento y sus sentires de los grupos y se conecta con esos flujos, es el verdadero demagogo, que puede llevarlos a una gran org铆a de muerte y devastaci贸n en grandes convicciones que est谩n haciendo lo mejor de lo mejor para sus vidas. Asisten a su propia muerte porque no ven salidas, como el alacr谩n, que vuelve su aguij贸n ponzo帽oso contra s铆 cuando ya est谩 perdido. 脡xtasis de muerte. ¡Viva la muerte!
En cualquiera de los dos Estados, el Fascista o Estalinista (burgu茅s), se tienen cuatro peligros advertidos por Castaneda y retomados por Deleuze (Mil Mesetas p. 233), son cuatro peligros que rondan al poderoso y a los individuos, todos tienen en particular que son destructivos, para el fascista por ejemplo puede ser una org铆a de muerte y sangre en la que quieren ba帽ar a toda la poblaci贸n, como todo est谩 perdido, se dicen ante la derrota, convocan a la muerte. Estos son los cuatro peligros: El primero es el Miedo: constantemente tememos perder, nuestra seguridad es fr谩gil, no tenemos alas pero no nos da miedo volar, amamos el vac铆o, nuestra condici贸n humana exterioriza lo m谩s hondo de nuestro ser, las herramientas, las tecnolog铆as somos nosotros mismos exteriorizados. Por eso la zona de comodidad produce una felicidad inestable o poco duradera, todo es tan pasajero, el camino no existe, se hace camino al andar. El segundo es la Claridad: la micro percepci贸n sonora y visual que revela espacios y vac铆os,franjas imprecisas, el hoyo negro del que escapar. Es la claridad del microscopio, la mirada detallada que revela lo que la vista com煤n pasa por alto. Cu谩ntas veces decimos: no hay nada qu茅 hacer, es una causa perdida. El abogado que aconseja que es mejor el mal acuerdo a un buen pleito. El tercero El Hast铆o: deseo de matar o morir. Pasi贸n por la abolici贸n, por la destrucci贸n. Mejor perecer que estar de rodillas o caer muerto por el enemigo. Es la f贸rmula del Fascista que arrastra a todas sus bases, a sus hordas a morir todos juntos en la org铆a de la derrota. Y por 煤ltimo el propio Poder: el demagogo de cafet铆n que es el Fascista, lo micro, pero tambi茅n est谩 el alto funcionario de Estado, con su racismo populachero. Demagogia de cafet铆n con bellas palabras quiere convencer, arrastrar a los otros a que sigan sus causas.
Los flujos son de deseos y creencias. Un flujo tiene vida propia y su determinaci贸n es, puede decirse, por una m谩quina abstracta. El capitalista puede controlar su plusval铆a y sus ganancias, pero no los flujos de valores que se definen por fuera de su gobernabilidad. As铆 son los flujos de deseos y creencias en las personas, las masas ponen el ritmo, ¿Para d贸nde va Vicente? Para donde va la gente. De seguro los mass media modulan, pululan condicionan, son m谩quinas de producci贸n de deseos y de creencias. La mu帽eca barbi preferida cada a帽o es la que las grandes compa帽铆as dise帽an con alguna mejora en su dise帽o que capte el gusto de las ni帽as. Como en los supermercados que ponen la m煤sica que estimula el consumo gracias a las investigaciones de la manipulaci贸n sicol贸gica. Las t贸mbolas y los puestos colocados a lado y lado en las filas de las cajas de los mercados est谩n para antojar a los compradores, mientras esperan para pagar, les hacemos comprar chucher铆as. "Hoy fui a la plaza de mercado y v铆 tantas cosas que no necesito." Dec铆a S贸crates.
No somos uno solo, no somos individuos, somos muchos, somos sociedad, constantemente somos la sociedad, es decir, somos flujos de deseos y creencias.
P.D
- Son tres modelos: el Estado-Naci贸n liberal, el Estado stalinista o de corte autoritario y el facista. En el texto se confunden el liberal con el estalinista - En el texto se debe aclarar la relaci贸n de oposici贸n y complementariedad entre lo molecular y lo molar. “- viva la muerte” amerita signo de exclamaci贸n
Un flujo de creencias y deseos envuelven a las personas. El individuo se diluye y deviene masa, dejo de ser yo para devenir en nosotros, somos muchedumbres. Pasa en todos los segmentos de la vida. Por ejemplo, en las justas democr谩ticas celebradas en la mayor铆a de los pa铆ses sucede igual. Votar tiene su lado inocente y se parece m谩s a un torbellino que envuelve y atrapa. ¿Para d贸nde va Vicente? Para donde va la gente. Es una corriente que arrastra convirtiendo en masa todo lo que encuentre a su paso. Es algo as铆 como el lado oscuro de la democracia. Los votantes son segmentos de la mercadotecnia que los clasifica seg煤n flujos de deseos y creencias circulantes en la sociedad. El pol铆tico curtido sabe que la gente no piensa para votar, no importa la inteligencia del candidato, puede ser idiota, buen mozo, ordinario, incompetente, inculto. Nada de eso importa. El votante se dirige a las urnas esperando evacuar sentimientos de miedo y odio embutidos por el marketing pol铆tico, por los determinadores, por los decididores del Poder. Tambi茅n el candidato que promete salvaci贸n es producto de esa fabricaci贸n. Tendr谩 茅xito quien logr茅 conectarse con los flujos de deseos y creencias de sus votantes.
Ilustran bien las 煤ltimas elecciones en Estados Unidos, Francia y por supuesto Colombia, por citar las naciones m谩s conocidas, sus votantes tuvieron esas caracter铆sticas, fueron conducidos a las urnas a evacuar miedos y odios fabricados por el marketing pol铆tico. Se va a las urnas igual como se va al ba帽o, con s贸lo necesidades indigestas. Las masas y las muchedumbres encarnan flujos de deseos y creencias de la sociedad. El concepto de masa es un cuerpo sin 贸rganos como lo propone Gilles Deleuze en el entendido que los individuos dejan de ser cada uno de ellos, pierden su voluntad propia para devenir flujos de deseos y creencias. La masa tiene vida propia, sus movimientos est谩n acorde con ese fluir. La sabidur铆a popular describe bien cuando se pregunta para d贸nde va Vicente y responde para donde va la gente. El cuerpo sin 贸rgano son esas multitudes, todas esas gentes marchantes, las desbandadas son un solo cuerpo colectivo que van al comp谩s de los pasos y de sus cantos, de sus consignas: "yo no soy un hombre, soy un pueblo", dec铆a el caudillo Jorge Eliecer Gait谩n, su sentir estaba conectado con las pasiones de las gentes. Hace poco, en el acontecer de las elecciones presidenciales en Colombia, los amores y desamores fueron formateados por el marketing pol铆tico, menos de la mitad casi alcanzan la victoria con alguien que no ofrec铆a m谩s que un salto al vac铆o.
Pero estos flujos micros y macros est谩n a la vez conectados con el gran sistema de Estado, bien sea de tipo capitalista (Esalisnista) o fascista. El telegrama de Hitler muestra la diferencia entre el Estado Fascista y el Estalinista, en el primero son masas, de grupos, de fracciones, de bandas; en el otro es todo un sistema muy propio del capitalismo, la burgues铆a tom贸 partido por ese gran formato macro. En el Fascista bien sea de derecha o de izquierda es micro, de bandas que terminan volvi茅ndose contra s铆 mismas, como el alacr谩n que dirige su aguij贸n contra s铆, se suicida y como est谩 sucediendo hoy en el Salvador, hombres salidos de la filas de la izquierda revolucionaria, devinieron grupos delincuenciales atacantes de su propio movimiento. Dice Deleuze: "Hay fascismo cuando una m谩quina de guerra se instala en cada agujero, en cada nicho. Incluso cuando el Estado nacionalsocialista se instale, tendr谩 necesidad de la persistencia de esos microfascismos que le proporcionan un medio de acci贸n incomparable sobre las masas. Daniel Gu茅rin tiene raz贸n cuando dice que si Hitler conquist贸 el poder, m谩s bien el Estado mayor alem谩n, fue porque dispon铆a previamente de microorganizaciones que le proporcionaban un medio incomparable, irreemplazable, para penetrar en todas las c茅lulas de la sociedad, segmentaridad flexible y molecular, flujos capaces de impregnar cada tipo de c茅lulas. Y a la inversa, si el capitalismo ha acabado por considerar la experiencia fascista como catastr贸fica, si ha preferido aliarse con el totalitarismo estalinista, mucho m谩s sabio y tratable a su gusto, es porque 茅ste ten铆a una segmentaridad y una centralizaci贸n m谩s cl谩sicas y menos fluentes. Si el fascismo es peligroso se debe a su potencia micropol铆tica o molecular, puesto que es un movimiento de masa: un cuerpo canceroso, m谩s bien que un organismo totalitario. El cine americano ha mostrado a menudo esos n煤cleos moleculares, fascismo de banda, de gangster, de secta, de familia, de pueblo, de barrio, de autom贸vil, y del que no se libra nadie. Nada mejor que el microfascismo para dar una respuesta a la pregunta global: ¿por qu茅 el deseo desea su propia represi贸n, c贸mo puede desear su represi贸n?" El “telegrama 71 de Hitler, si la guerra est谩 perdida, que la naci贸n perezca, hitler asocia sus esfuerzos a los de sus enemigos para exterminar a su propio pueblo.” (Deleuze p. 234)
Es 煤til la diferencia entre el Estado Totalitario o Stalinista y el Estado Fascista al estilo de Hitler. En el primero los flujos de deseos y creencias o si se quiere todas las micropol铆ticas que puedan surgir y ebullir est谩n bajo el control del aparato estatal. En el Estado Fascista no es as铆, por el contrario las minor铆as hacen valer sus micropol铆ticas, es una heterogeneidad de micropoderes, s贸lo confluyen con el gran l铆der que lee el momento y sus sentires de los grupos y se conecta con esos flujos, es el verdadero demagogo, que puede llevarlos a una gran org铆a de muerte y devastaci贸n en grandes convicciones que est谩n haciendo lo mejor de lo mejor para sus vidas. Asisten a su propia muerte porque no ven salidas, como el alacr谩n, que vuelve su aguij贸n ponzo帽oso contra s铆 cuando ya est谩 perdido. 脡xtasis de muerte. ¡Viva la muerte!
En cualquiera de los dos Estados, el Fascista o Estalinista (burgu茅s), se tienen cuatro peligros advertidos por Castaneda y retomados por Deleuze (Mil Mesetas p. 233), son cuatro peligros que rondan al poderoso y a los individuos, todos tienen en particular que son destructivos, para el fascista por ejemplo puede ser una org铆a de muerte y sangre en la que quieren ba帽ar a toda la poblaci贸n, como todo est谩 perdido, se dicen ante la derrota, convocan a la muerte. Estos son los cuatro peligros: El primero es el Miedo: constantemente tememos perder, nuestra seguridad es fr谩gil, no tenemos alas pero no nos da miedo volar, amamos el vac铆o, nuestra condici贸n humana exterioriza lo m谩s hondo de nuestro ser, las herramientas, las tecnolog铆as somos nosotros mismos exteriorizados. Por eso la zona de comodidad produce una felicidad inestable o poco duradera, todo es tan pasajero, el camino no existe, se hace camino al andar. El segundo es la Claridad: la micro percepci贸n sonora y visual que revela espacios y vac铆os,franjas imprecisas, el hoyo negro del que escapar. Es la claridad del microscopio, la mirada detallada que revela lo que la vista com煤n pasa por alto. Cu谩ntas veces decimos: no hay nada qu茅 hacer, es una causa perdida. El abogado que aconseja que es mejor el mal acuerdo a un buen pleito. El tercero El Hast铆o: deseo de matar o morir. Pasi贸n por la abolici贸n, por la destrucci贸n. Mejor perecer que estar de rodillas o caer muerto por el enemigo. Es la f贸rmula del Fascista que arrastra a todas sus bases, a sus hordas a morir todos juntos en la org铆a de la derrota. Y por 煤ltimo el propio Poder: el demagogo de cafet铆n que es el Fascista, lo micro, pero tambi茅n est谩 el alto funcionario de Estado, con su racismo populachero. Demagogia de cafet铆n con bellas palabras quiere convencer, arrastrar a los otros a que sigan sus causas.
Los flujos son de deseos y creencias. Un flujo tiene vida propia y su determinaci贸n es, puede decirse, por una m谩quina abstracta. El capitalista puede controlar su plusval铆a y sus ganancias, pero no los flujos de valores que se definen por fuera de su gobernabilidad. As铆 son los flujos de deseos y creencias en las personas, las masas ponen el ritmo, ¿Para d贸nde va Vicente? Para donde va la gente. De seguro los mass media modulan, pululan condicionan, son m谩quinas de producci贸n de deseos y de creencias. La mu帽eca barbi preferida cada a帽o es la que las grandes compa帽铆as dise帽an con alguna mejora en su dise帽o que capte el gusto de las ni帽as. Como en los supermercados que ponen la m煤sica que estimula el consumo gracias a las investigaciones de la manipulaci贸n sicol贸gica. Las t贸mbolas y los puestos colocados a lado y lado en las filas de las cajas de los mercados est谩n para antojar a los compradores, mientras esperan para pagar, les hacemos comprar chucher铆as. "Hoy fui a la plaza de mercado y v铆 tantas cosas que no necesito." Dec铆a S贸crates.
No somos uno solo, no somos individuos, somos muchos, somos sociedad, constantemente somos la sociedad, es decir, somos flujos de deseos y creencias.
P.D
- Son tres modelos: el Estado-Naci贸n liberal, el Estado stalinista o de corte autoritario y el facista. En el texto se confunden el liberal con el estalinista - En el texto se debe aclarar la relaci贸n de oposici贸n y complementariedad entre lo molecular y lo molar. “- viva la muerte” amerita signo de exclamaci贸n
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