OPINI脫N de Jorge Majfud
En 1999 la C谩mara de representantes de Washington aprob贸 el proceso de impeachment del presidente Clinton por su esc谩ndalo sexual con la becaria M贸nica Lewinsky. La decisi贸n y segura remoci贸n del presidente pas贸 al senado, dominado por el partido republicano. Para ello, se necesitaban dos tercios de los votos, n煤mero asegurado seg煤n las intenciones manifiestas de los senadores que quer铆an ver al presidente saliendo por la puerta de atr谩s de la historia.
Perdido por perdido, la defensa del presidente contrat贸 a Larry Flynt, el mogol de la pornograf铆a mundial, due帽o de revistas y productor de pel铆culas del g茅nero. Casi sin tiempo, Flynt pag贸 una p谩gina completa en el Washington Post ofreciendo un mill贸n de d贸lares a aquellos que pudiesen probar historias similares a la del presidente, protagonizadas por miembros del Congreso. Miles de llamados y grabaciones cayeron de inmediato. Flynt ni siquiera se molest贸 en escucharlas.
Temerosos de esc谩ndalos p煤blicos, algunos legisladores comenzaron a confesar infidelidades a sus esposas. La voz m谩s importante a favor del impeachment, el portavoz de la c谩mara baja y representante del ultraconservador estado de Luisiana, Bob Livingston, renunci贸 misteriosamente el mismo d铆a en que se deb铆a votar. Desde entonces y hasta hoy, Bobby se dedica al lobby en Washington (es decir, a visitar a los legisladores en sus oficinas y a invitarlos a fiestas para hablar de negocios). De repente, la mayor铆a condenatoria en la c谩mara alta se convirti贸 en minor铆a. Diez senadores republicanos votaron a favor de perdonar al presidente dem贸crata. De la obligaci贸n de matar a pedradas a la infiel, legislada en el Antiguo Testamento, se pas贸, en pocos d铆as, al amor del Nuevo Testamento: “Vete, hijo, y no peques m谩s”. El presidente fue perdonado.
Este recurso del enchastre ajeno es viejo conocido entre los agentes de CIA y la NSA. Pero la industria privada del enchastre y la intimidaci贸n tambi茅n es un negocio privado. Los clientes m谩s frecuentes de estas empresas son poderosos pol铆ticos y otras empresas privadas con poder de extorci贸n en su noble lucha por la “libre empresa” y la “libre competencia”. Aunque poco conocido, el negocio de perseguir adversarios pol铆ticos o disidentes independientes es multimillonario. No por casualidad, estas corporaciones privadas comparten con las agencias secretas del gobierno la misma ideolog铆a, aunque las pol铆ticas de austeridad de los gobiernos siempre alcanza a los de abajo; nunca a las corporaciones ni a las agencias secretas, la verdadera “mano invisible del mercado”.
No por casualidad, este recurso siempre se ejerce de arriba hacia abajo, sobre todo sobre aquellos de abajo que pueden representar un obst谩culo o un peligro para sus intereses, como cr铆ticos, investigadores y periodistas independientes.
En junio de 2022, se revel贸 que el joven periodista Nate Monroe del Times Union de Jacksonville, Florida, hab铆a sido vigilado y fotografiado por una empresa consultora de Alabama, cuyo eslogan es “Resolvemos problemas”. Una fotograf铆a que se hizo p煤blica lo muestra conversando con su novia en el patio de su casa. El pecado de Monroe fue hacer un trabajo decente de investigaci贸n sobre el intento de privatizaci贸n de la gigante el茅ctrica de la ciudad de Jacksonville, JEA, la que luego se revel贸 como un plan deliberado y corrupto de sus propios directores, aplicando la vieja estrategia de la receta neoliberal: convertir una empresa p煤blica en ineficiente para que la opini贸n p煤blica apoye su venta a los eficientes privados. Otra vez, la mano invisible del mercado.
Unos meses antes, los ex directivos de la empresa p煤blica, Aaron Zahn y Ryan Wannemacher hab铆an sido acusados de conspiraci贸n, pero liberados luego de pagar una fianza de cien mil d贸lares cada uno. La idea de los exdirectores, seg煤n inform贸 el Dayly Record de Jacksonville, consist铆a en recibir varios millones de d贸lares en caso de que lograsen la privatizaci贸n de la empresa p煤blica, valorada en m谩s de 11 mil millones de d贸lares.
Seg煤n la informaci贸n revelada por el Florida Times Union, reconocida por la propia empresa de Alabama, el archivo sobre el Monroe consta de 72 p谩ginas e incluye “su historial financiero, su afiliaci贸n pol铆tica, los nombres y n煤meros de tel茅fonos de sus parientes y vecinos, su n煤mero de Seguro Social, la marca de su autom贸vil, los n煤meros de su licencia de conducir, la patente de su auto y los lugares donde ha vivido desde su infancia”.
El instructor de periodismo de la Universidad de Florida, editor de la Associated Press y ganador de un Premio Pulitzer, Ted Bridis, declar贸 a la prensa que “es realmente antiestadounidense estar vigilando a los periodistas”. No importa que sepamos que la NSA lee y escucha millones de mensajes por a帽o. Siempre que en este pa铆s se revela un caso de corrupci贸n o de moral dudosa se lo califica as铆, antiestadounidense, no importa si se trata de una tradici贸n con un historial de un par de siglos.
Una vez derrotados los poderosos esclavistas el Sur en la Guerra Civil (poderosos por su poder desproporcionado en el Congreso, por las mayores fortunas del pa铆s debido a la esclavitud, y por un fanatismo racial y religioso que perdura hasta hoy), fueron reemplazados por el creciente poder de las corporaciones. Los empresarios m谩s poderosos continuaron las pr谩cticas de explotaci贸n, deshumanizaci贸n y concentraci贸n de la riqueza de los esclavistas, solo que desde finales del siglo XIX los esclavos fueron reemplazados por trabajadores asalariados y, de la misma forma, fueron demonizados como peligrosos individuos que quer铆an subvertir el orden de Dios, seg煤n el cual la libertad, la civilizaci贸n y el progreso existen gracias a los de arriba.
Diferente a las dictaduras personalistas o de las juntas c铆vico-militares, en las democracias liberales se suele aceptar lo que en Estados Unidos se encuentra resumido en la Primera enmienda. Gracias a este primer art铆culo del Bill of Rights, el derecho a expresar una opini贸n est谩 protegido de la amenaza de terminar en la c谩rcel. No es poco. Naturalmente, las limitaciones a este derecho y los recursos del poder para limitar este derecho b谩sico de los de abajo son m煤ltiples.
Los periodistas, por buenos que sean, se encuentran limitados por las l铆neas editoriales de los medios en los que trabajan, los cuales, a su vez, est谩n condicionados por sus clientes, es decir, ya no los lectores de los cuales depend铆an casi exclusivamente, sino de los grandes anunciantes, quienes, naturalmente, subscriben una determinada ideolog铆a de clase.
Los rebeldes, disidentes o simplemente investigadores inc贸modos son el objetivo natural de la maquinaria del poder. Sus instrumentos m谩s comunes (antes de la persecuci贸n y la c谩rcel, como es el caso de Julian Assange y Edward Snowden) son el acoso y la descalificaci贸n. Pero la democracia, la libertad de expresi贸n y el menos reconocido “derecho a la verdad” no existen por los grandes poderes concentrados sino a pesar de ellos; no existen a pesar de los rebeldes y disidentes sino gracias a ellos.
JM, julio 2022