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Y el gobierno peregrina a Washington, implorando créditos y ayuda

OPINIÓN de Sergio Ortiz

LA SEMANA POLÍTICA


Sigue la crisis política y económico-social, con más pobreza.


UNA LIMOSNA, POR FAVOR…

Primero fue el terceto de Mauricio Macri, Donald Trump y Christine Lagarde, con David Lipton en el FMI, quienes nos empernaron con el fraudulento crédito por 45.000 millones de dólares en 2018.

Después Alberto Fernández y Martín Guzmán, junto con Joe Biden y Kristalina Georgieva en el Fondo, convalidaron esa estafa macrista y la refinanciaron por igual monto, con diferimientos que implicarán más intereses y sobrecargos. Aunque firmado el 25 de marzo de este año en lo formal, ese acuerdo maldito ya venía provocando ajuste y más pobreza en amplios sectores populares desde 2021. Si alguien tenía alguna duda de ello la habrá disipado con la fenomenal derrota del Frente de Todos en las legislativas de ese año. Ese knock out todavía lo tiene grogui, cuando se acercan las presidenciales de octubre del 2023.

Hubo ajuste y agravamiento de penurias conectados con la deuda, como la fuga de dólares dados a bajo precio a los amigos de Macri y ahora con el “festival de importaciones” de AF. La divisa subió de manera exorbitante, arriba de 300 pesos, y su traslado a precios disparó más la inflación.

Nunca se fue, porque con Macri terminó arriba del 53 por ciento y algo más en el segundo año de Fernández-Fernández-Massa. Eso lo eyectó a Guzmán de Economía, pero no hubo un replanteo en serio del gobierno sino un mero cambio. Entró Silvina Batakis con algunos anuncios parciales y superficiales, algunos de los cuales son antipopulares, como el congelamiento de vacantes en la administración pública.

Ni siquiera se atrevieron a reponer por decreto, que es legal, un aumento de las retenciones a las exportaciones agropecuarias, que aumentarían el ingreso del Estado y ayudarían a desacoplar los precios internos de los internacionales.

El presidente ha implorado al grupo concentrado de productores y exportadores de soja que por favor liquiden esa cosecha, pues aún retienen entre silobolsas y acopiadores entre 15.000 y 20.000 millones de dólares. Como buen socialdemócrata que siempre fue y es, el presidente Fernández les habla con el corazón y aquellos intereses oligárquicos le responden con el bolsillo, como patentizó el ministro radical, Juan Carlos Pugliese, en los finales del gobierno de Raúl Alfonsín. Esa negativa de los “capitanes de la industria” como se llamaba entonces a los monopolios, fue clave para la crisis que se llevó puesto a ese presidente.

Ajenos a la realidad y la historia, el gobierno actual sigue creyendo en los Reyes Magos. O “está en un cumpleaños”, como bien criticó Juan Grabois. O ha capitulado ante los monopolios y el FMI, como sostenemos nosotros.

Siguiendo los pasos de su predecesor, Batakis está en Washington, con una agenda lamentable. Ya se entrevistó con Lipton, ex 2 del FMI con Lagarde y actual funcionario del Tesoro, con Georgieva y autoridades del Banco Mundial. Su agenda siguió con inversionistas de Wall Street y CEOs de Google, Chevron, Amazon y General Motors, etc. Nada nuevo. Vuelve el gobierno, no sólo Batakis, a tropezar por enésima vez con la misma piedra que nos rompió el espinazo 22 veces, con cada acuerdo firmado con el Fondo desde 1956 a la fecha. No aprenden más.

Si buscaba oxígeno extra, 500 millones de dólares del BID, se volverá sin eso porque el norteamericano-anticubano Claver Carone, ya le bajó el pulgar, por “país insolvente”.

A GRANDES MALES, GRANDES REMEDIOS

Lo que Batakis habría planteado a sus examinadores -el Fondo cogobierna Argentina desde el acuerdo de marzo pasado – es que el gobierno ratifica en un todo ese compromiso, pero solicita se flexibilicen ciertas metas. Que se afloje el corset. Los números con los que Guzmán aprobó el examen anterior estarían bastante dibujados y la realidad es más dura de lo que pintan las planillas de Excel.

Quizás esa argumentación tenga algo de real. De todos modos hay otro problema de fondo que la ministra oculta, y miente, ante ese poder cogobernante. En el segundo semestre del año, con el ajuste doloroso que piensan profundizar, puede sobrevenir una respuesta social y popular de rebeldía e insurgencia. No es un problema de números sino profundamente político: Georgieva ya pidió “medidas dolorosas” y el gobierno duda en aplicarlas porque sabe que se le puede venir la noche. Grabois advirtió durante la última protesta del MTE que puede haber saqueos. El hambre no espera. La situación es inaguantable y la inflación de julio puede superar el 7 por ciento, ¿qué puede pasar cuando los economistas pronostican un 80 por ciento a fin de año?

Nadie tiene la bola de cristal, pero nuestra experiencia más reciente fue en el 2001 con el presidente neoliberal huyendo en helicóptero. Y a nivel mundial está el espejo de Sri Lanka: la multitud invadiendo el Palacio Presidencial y el mandatario rajando y renunciando. El almanaque y el reloj corren.

Las críticas vienen de varios lados. Un periodista muy cristinista como Horacio Verbitsky, ilustró las demoras de “la griega” en su nota de El Cohete a la Luna: “el 11 de julio, en su primera conferencia de prensa, Batakis dijo que se modificaría la ley de Administración Financiera para establecer un sistema de «cuenta única» que le permitiría al Estado nacional un ahorro anual de 600.000 millones de pesos. Diez días después, El Cohete consultó a la Secretaría Legal y Técnica de la Presidencia si ya estaba listo el proyecto. La respuesta fue que el expediente nunca había llegado al despacho de Vilma Ibarra y que la consulta debía formularse a Economía. Un pedido de contacto aún aguarda contestación de Batakis”.

O sea que frente a un cáncer anuncian un geniol y ni siquiera lo compran. Algunos albertistas extremos, que actúan con la furia de los conversos, como Luis D’Elía, denuncian un golpe de Estado y meten entre los golpistas a quienes realmente lo son, como los especuladores del dólar y los fascistas como Aldo Rico. Pero pifian muy feo, cuando incluyen en la misma conspiración a quienes protestan con todo derecho en las calles, como los integrantes de Unidad Piquetera, el Polo Obrero y el MTE.

Es falso lo que afirma D’Elía: los sectores populares, de oposición de izquierda o críticos del gobierno del que aún forman parte, y el de quienes no somos integrantes del mismo pero lo votamos críticamente en 2019, no son golpistas. Están defendiendo los intereses populares, el salario y jubilaciones, las cuatro comidas diarias, el empleo, la democracia y la soberanía nacional. Esto último no sólo aconseja anular el infame convenio con el Fondo sino también nacionalizar el río Paraná, los puertos, el control del comercio exterior, etc.

LO DICEN MUCHOS Y NO SON GOLPISTAS

Rico es el ex carapintada y golpista de 1987 y 1988, ex Tte Coronel y fundador del MODIN (grupo fascista felizmente desaparecido aunque su lugar es ocupado por los fascistas de otro palo, neoliberal, como Javier Milei). Reapareció con un video de tipo golpista llamando a los oficiales y suboficiales a organizarse porque “estamos en manos de un grupo de personas que nos quieren arrastrar a Venezuela, Irán o Cuba”. “Hoy la Patria es una anarquía...” de la que culpa al gobierno y no a la oposición derechista de Juntos por el Cambio y menos aún a los intereses monopólicos.

Hizo bien el gobierno en denunciarlo penalmente, por medio de la Secretaría de DDHH de Horacio Pietragalla, por amenazar con atentar contra el orden constitucional y la vida democrática.

La del carapintada es apenas una cara más, y no de las más importantes, de ese operativo golpista. Los más activos e influyentes de esa embestida oligárquica son los agroexportadores, el lobby sojero y demás multinacionales del Consejo Argentino Agrario Industrial y la Mesa de Enlace Rural, con la Suciedad Rural a la cabeza. Estos agrogarcas, que especulan con la cosecha no liquidada e influyen a la alza en los precios internos de alimentos, en cambio, no sufren ninguna denuncia penal ni alguna medida que los afecte, como un aumento de las retenciones a las exportaciones.

Esos sectores vienen de protagonizar un lock out patronal el 13 de julio y siguen a la ofensiva, convirtiendo a la Exposición de Palermo en otra “tribuna de doctrina” oligárquica y golpista, propia de la entidad fundada y presidida por un Martínez de Hoz y luego por otro de la misma familia, José Alfredo, durante la dictadura.

Esta película ya la vimos los argentinos varias veces. Gobiernos progresistas que van torciendo su rumbo a la derecha y claudicando frente a monopolios, banqueros y entidades financieras internacionales. En vez de tomar medidas concretas en su contra, aplican planes de ajuste dictados desde Washington. Y eso los lleva a perder el voto popular y en consecuencia la historia suele tener dos finales tristes: o esos gobiernos “progres” (ya con comillas) pierden las elecciones o bien terminan en un caos y crisis que favorecen un golpe de Estado. A veces, excepcionalmente como en 2001, esa crisis política da lugar a otro gobierno con rasgos nak&pop, pero no implican ninguna revolución social. Y la rueda de la historia del capitalismo dependiente vuelve a empezar.

Una de las mayores limitaciones actuales para luchar por una solución popular, democrática y antiimperialista es la dispersión y confusión que prima de nuestro lado, dicho en un sentido amplio.

Lo bueno es que, con contradicciones y lentitudes, hay signos de recomposición. Ver confluir en las calles a movimientos piqueteros de oposición con otros similares que aún defienden al gobierno; a Grabois y Belliboni levantando el puño en una protesta común. Oír a Godoy de una CTA y Yasky de la otra plantear una movilización por aumentos de salarios y jubilaciones. Leer que cada vez hay más debates sobre la necesidad de un Ingreso Básico Universal. El gobernador de Buenos Aires pasó a criticar el decreto privatizador 949/20 del río Paraná. El kirchnerista Mempo Giardinelli dirigió una Carta Abierta al presidente Fernández donde le recrimina, respecto a los grupos concentrados: “dicho sea con toda franqueza, muchas veces usted parece creerles y esperanzarse con sus mentiras y falsas promesas”.

Mempo, bien, hace hincapié en la soberanía y el río Paraná. Hablando de río, Alberto Fernández es mucho peor que la rana de la fábula, que confió en el escorpión al que subió a cococho para cruzar y lo picó en medio de la corriente. “Está en mi naturaleza”, adujo el bicho.

Son escorpiones. Enemigos. A AF lo pueden picar, pero él volverá a la cátedra de Derecho Penal. A millones de argentinos de a pie nos van a matar de hambre, con la pobreza, el ajuste, la deuda y la desigualdad.




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