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Ya es hora de que la sociedad estadounidense declare su independencia de las armas de asalto

OPINI脫N de Amy Goodman

Los tiroteos masivos, de una manera oscura y dist贸pica, son tan estadounidenses como el pastel de manzana. Esto qued贸 dolorosamente claro el pasado 4 de julio en Highland Park, un suburbio de Chicago en el estado de Illinois, cuando un hombre armado abri贸 fuego contra cientos de personas que asist铆an al desfile anual en celebraci贸n del D铆a de la Independencia de Estados Unidos. Cuando el tiroteo ces贸, seis personas yac铆an muertas junto a otras 30 que hab铆an resultado heridas, una de las cuales muri贸 m谩s tarde en el hospital.

El 4 de julio, los estadounidenses conmemoran el d铆a en el que las trece colonias se declararon independientes del Reino Unido en 1776. En el pre谩mbulo de esa declaraci贸n de independencia se proclama: “Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales y que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos est谩n la vida, la libertad y la b煤squeda de la felicidad”. Las v铆ctimas de la masacre de Highland Park no tuvieron derecho a la vida ni a la libertad y su b煤squeda de la felicidad se vio truncada cuando el atacante dispar贸 al menos 70 balas contra la multitud. Lo hizo con un rifle semiautom谩tico AR-15 comprado de manera legal que cumpli贸 el cometido que los dise帽adores originales del arma ten铆an en mente: matar seres humanos. Los derechos del atacante amparados en la Segunda Enmienda de la Constituci贸n de Estados Unidos se impusieron de manera irrevocable sobre los derechos de sus v铆ctimas. La Corte Suprema, a instancias de su feroz mayor铆a de jueces de extrema derecha, recientemente ampli贸 el alcance del derecho a portar armas amparado en la Segunda Enmienda.

Seis meses antes de la Declaraci贸n de Independencia de 1776, un panfleto se propag贸 como la p贸lvora a lo largo y ancho de las colonias americanas. El panfleto, titulado “El sentido com煤n” y escrito por un inmigrante ingl茅s de clase trabajadora llamado Thomas Paine, defend铆a el derrocamiento del dominio brit谩nico en las 13 colonias de Am茅rica del Norte. Varios cientos de miles de copias del folleto circularon entre los 2,5 millones de personas que habitaban las colonias y eso gener贸 una gran fuente de apoyo para la causa de la revoluci贸n. Paine sosten铆a que las batallas de Lexington y Concord del 19 de abril de 1775 marcaron el fin de una posible reconciliaci贸n con el Reino Unido. Ese d铆a, los m铆ticos “minutemen”, esos granjeros estadounidenses que abandonaron sus arados para tomar las armas, se enfrentaron militarmente a los soldados brit谩nicos por primera vez y detonaron lo que Ralph Waldo Emerson describi贸 como “el disparo que se escuch贸 en todo el mundo”.

Hacia diciembre de 1776, el ej茅rcito revolucionario comandado por George Washington, denominado Ej茅rcito Continental, estaba siendo asediado por ataques brit谩nicos generalizados y se encontraba debilitado y en retirada. Thomas Paine, al ver que la moral de los revolucionarios deca铆a, escribi贸 otro folleto, titulado “La crisis americana,” que comenzaba con las siguientes frases: “Estos son los tiempos que ponen a prueba las almas de los hombres. En tiempos de crisis, el soldado de verano, sin convicci贸n, y el patriota sin causa rehuir谩n servir a su pa铆s; pero aquel que se mantenga firme merece el amor y el agradecimiento de todos los hombres y mujeres”. Se considera que Paine proporcion贸 una inspiraci贸n de vital importancia a la causa revolucionaria cuando esta se encontraba en su punto m谩s bajo.

Una docena de a帽os despu茅s, 55 hombres blancos, casi la mitad de los cuales eran propietarios de esclavos, redactaron la Constituci贸n de Estados Unidos. Esos hombres incluyeron disposiciones que proteg铆an la esclavitud —aunque no la mencionaban de manera expl铆cita—, as铆 como la Segunda Enmienda, una declaraci贸n gramaticalmente ambigua que vinculaba la necesidad de tener una “milicia bien regulada” para garantizar la seguridad del pa铆s con el derecho de la gente a portar armas de fuego. En los 煤ltimos a帽os, incluido el pasado mes de junio, la Corte Suprema de Estados Unidos ha ampliado el significado de los derechos consagrados en la Segunda Enmienda y ha fortalecido el derecho de los individuos a poseer y portar armas de fuego, cada vez con menos regulaci贸n. Esto ayuda a explicar la lamentable situaci贸n actual de Estados Unidos, en donde existen 400 millones de armas de fuego en circulaci贸n y se producen nada menos que 100 muertes diarias a causa de la violencia con armas de fuego.

Los jueces que conforman la mayor铆a de la Corte Suprema se jactan de ser fieles al “originalismo”, una filosof铆a jur铆dica conservadora seg煤n la cual la Constituci贸n de Estados Unidos debe ser interpretada tal y como la pensaban los “padres fundadores” del pa铆s en el siglo XVIII, lo que les permite imponer su propia interpretaci贸n de esa intenci贸n primigenia. Pero las “armas” en el siglo XVIII eran mosquetes y cada bala hecha a mano tardaba aproximadamente un minuto en cargarse, muy lejos del omnipresente fusil AR-15 de la actualidad.

El derecho a portar armas, como tantas otras cosas en la historia sangrienta de Estados Unidos, se remonta a la violenta instituci贸n de la esclavitud, a la represi贸n de los levantamientos de esclavos y al genocidio contra los pueblos ind铆genas.

La profesora Carol Anderson, autora del libro “The Second: Race and Guns in a Fatally Unequal America” (La Segunda Enmienda: raza y armas en un Estados Unidos fatalmente desigual), expres贸 en una entrevista con Democracy Now!: “En la Carta de Derechos se establece que la religi贸n no ser谩 patrocinada por el Estado, as铆 como tambi茅n se garantizan los derechos a la libertad de prensa, a la libertad de reuni贸n, a no ser objeto de registros o incautaciones ilegales, a tener un juicio r谩pido y justo, a no sufrir un castigo cruel e inusual. […]. ¿C贸mo se llega entonces [al concepto] de una 'milicia bien regulada' y al derecho a 'portar armas por la seguridad del Estado'? Esa enmienda no guarda armon铆a con el resto de los puntos comprendidos en esta Carta de Derechos; fue un pago a cambio de que el Sur [de Estados Unidos] tuviera una fuerza bajo control estatal que pudiera refrenar las aspiraciones de las personas negras y su b煤squeda de libertad, y contener de esa manera a una poblaci贸n negra considerada peligrosa”.

El libro de Carol Anderson deber铆a ser una lectura obligatoria para cualquier persona que se autodenomina “patriota” en la actualidad y reclama tener derechos ilimitados respecto a la tenencia y el uso de las armas de fuego.

Hacemos nuestras las palabras de Thomas Paine en “La crisis americana”:

“Que se cuente al mundo futuro, que en el m谩s profundo invierno, cuando no pod铆a sobrevivir nada m谩s que la esperanza y la virtud, la ciudad y el campo, alarmados ante el peligro com煤n, se apresuraron a hacerle frente”.

La crisis de tiroteos masivos y hechos de violencia con armas de fuego que atraviesa actualmente la sociedad estadounidense debe afrontarse con la acci贸n sostenida de los movimientos de base y, de manera urgente, con una prohibici贸n de las armas de asalto.

© 2022 Amy Goodman

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