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Acá siguen el ajuste, la inflación y el cogobierno con el FMI

OPINIÓN de Sergio Ortiz

LA SEMANA POLÍTICA

SIGUE LA CARAVANA DEL GOBIERNO HACIA NUEVA YORK


DE CARAVANA

Uso la expresión “de caravana” no en el sentido cordobés, que significa irse de joda, sino en el literal de las caravanas de colonizadores de las películas del Western, de Hollywood.

Antes estuvieron allá los sucesivos ministros de Economía (Martín Guzmán, Silvina Batakis y Sergio Massa) con sus principales espadas de la cartera. Lo hicieron para negociar, claudicar y acordar con el Fondo Monetario Internacional y su principal potencia, Estados Unidos. Massa, que viajó del 6 al 12 de septiembre, ratificó la vigencia del acuerdo, al que consideró loable y de obligatorio cumplimiento en lo que resta del año, el siguiente y lo que venga.

En su caso estuvo con Kristalina Georgieva, titular del Fondo, y también con altos funcionarios de la administración Biden, autoridades del Departamento del Tesoro, el Banco Mundial, el BID, los lobos de Wall Street y las petroleras y gasíferas de Houston. A cambio de esa obediente ratificación del acuerdo con el Fondo, el viajero solicitaba créditos y más inversiones en el rubro energía, alimentos, minería y cualquier otro que pudiera reportar dólares. El grueso de esas divisas serían para los inversionistas; la parte del país serviría para pagar las cuotas del crédito macrista renegociado por el gobierno del Frente de Todos en marzo pasado.

En materia de genuflexiones ante Washington, hubo dos novedades extras. Una, que Hugo Yasky y Roberto Baradel, dirigentes de la llamada CTA-T, acudieron sin chistar al llamado del embajador Marc Stanley. Era sabido que los partidos de la Unión Democrática iban allí en 1945 a trenzar con Spruille Braden contra Perón, que Sergio Massa tuvo reuniones con Vilma Socorro Martínez para despotricar contra Néstor Kirchner en 2010 y que Mauricio Macri era muy amigo de Donald Trump. Que los ex sindicalistas docentes dieran esa cátedra de sumisión fue sorpresiva y enojó mucho a los maestros y trabajadores. Parecieron revivir a los colaboracionistas de varios consejos directivos de Azopardo 802.

La otra actitud servicial la tuvo Alberto Fernández, quien atendió a la búlgara Georgieva en el consulado argentino en Nueva York. En la foto de ocasión apareció también la vocera presidencial, muy feliz de compartir ese acto trascendental para la comitiva. Era la misma Gabriela Cerutti que años antes posaba con un cartel diciendo “No volvamos al Fondo”.

Fernández completaba así el trabajo iniciado días antes por Massa. Y de paso le disputaba el mérito de quién tiene la mejor onda con el Fondo, como si ese fuera un capital político apreciable. Para ambos lo es, pensando en la cotización de sus acciones para 2023. Para la búlgara, en cambio, el caso argentino es un asunto complicado. Según cómo termine puede inestabilizarla en el cargo de directora gerente.

SIGUE EL AJUSTE

Una de las mejores explicaciones sobre la coincidencia entre el FMI y el gobierno argentino, lo dio Georgieva. Su síntesis inigualable fue: “Tres ministros, un programa, un objetivo”. Se lo podría traducir, sin mala leche, así: “Tres ministros del ajuste (Guzmán, Batakis y Massa); un programa, el impuesto por el FMI, y un objetivo, pagar la deuda externa refinanciada”.

La búlgara confesó: “La partida de Guzmán fue algo inesperado, trabajamos muy bien con él. Pero también fue muy bueno poder reunirnos con Batakis y un gusto volver a verla en Washington cuando vino con Sergio Massa”. Sus mayores elogios fueron para el súper ministro: “quiero enfatizar que con el ministro Sergio Massa hubo un aumento muy grande en términos de autoridad”. Y elogió la supuesta estabilidad, que no es tal: “si bien se produjo una cierta alteración con la partida de Guzmán, hemos logrado ver ahora una estabilización e indicadores de una economía más fuerte”.

Tanto optimismo desbordante se podría comprender para la parte del cogobierno que habita en Washington: el staff que atiende la relación con Buenos Aires y el directorio que adopta las decisiones. No así para la parte débil de ese acuerdo, que en su desesperación por juntar dólares habilitó el dólar soja de 200 pesos a los productores durante septiembre. Luego el Banco Central no los habilitó a comprar con esos pesos los dólares financieros MEP y CCL. La airada reacción de la “patria sojera” obligó a Massa y al secretario de Agricultura a presionar para que el Central habilitara a los productores en tanto personas físicas, manteniendo la prohibición sobre empresas y entidades.

Ese incidente demostró que no será fácil mantener lo que Georgieva llamó “estabilización”.

El 15 de septiembre llegó a Diputados el Presupuesto Nacional 2023, que fue girado a comisiones para su tratamiento en los próximos días. En tiempo y forma el proyecto entró, como estilaba Domingo Cavallo, aunque lo que debe importar son las metas para el ejercicio y la manera política de lograrlas. Con Cavallo y sus continuadores de esa línea nos fue muy mal.

A grandes líneas el proyecto confirma que el Frente de Todos está dispuesto a cumplir a rajatabla con los deberes impuestos. Por ejemplo, el PBI, con el que tanto se cacareó que había aumentado este año 4 por ciento, para 2023 fue fijado en la mitad, el 2. O sea habrá enfriamiento económico y recesiones en varios rubros, con la consiguiente pérdida de empleos y salariales en comparación con la inflación. Siguiendo el dictado fondomonetarista, el déficit fiscal que en 2022 se fijó en 2,5 por ciento, bajará al 1,9, achicando más la emisión y el gasto público.

¿Cuál gasto público será menor? El de las universidades nacionales, cuyas partidas aumentarán por debajo de una inflación prevista del 60 por ciento. Van a perder entre un 10 y un 20 por ciento, en caso que la inflación resulte del 80 por ciento el año próximo.

Las transferencias reales a las provincias también serán inferiores, pues aumentarían 51,5 por ciento, cuando se estima la inflación en el 60 y en la práctica sería del 80.

ACUERDOS MAYORES CON WASHINGTON

En cambio aumentarán transferencias a organismos financieros internacionales; pasarán de 12.000 millones de pesos este año a 18.000 millones el próximo, 6.000 millones más.

Una de las formas del ajuste es por la vía de salarios y jubilaciones yendo detrás de la inflación. En los últimos 12 meses hubo un aumento de precios del 78,5 por ciento: ni salarios formales ni jubilaciones subieron eso, ni hablar los ingresos devaluados de los no registrados.

Eso explica el optimismo de Georgieva y funcionarios estadounidenses. ¡Argentina está haciendo el ajuste!

Los defensores del gobierno tratan de negar esa evidencia, reivindicando el discurso de Fernández en la 77 Asamblea General de la ONU, el lunes 20.

Por supuesto que se deben ver los dos aspectos (lo bueno y lo malo), en ese mensaje, y contrastar esa oratoria con los datos objetivos, para que las palabras no los llenen de humo.

Fue positiva la denuncia que hizo AF del intento de magnicidio contra la vicepresidenta, acusando a “la violencia fascista que se disfraza de republicanismo”.

También fue correcto poner la lupa sobre las desigualdades del mundo: “¿Es justo que la fortuna de solo 10 hombres representen más que los ingresos del 40 % de la población mundial?”.

Comparto la reivindicación de Malvinas: “quiero reafirmar los legítimos e imprescriptibles derechos de soberanía de la República Argentina sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes. Forman parte del territorio nacional argentino y se encuentran ocupados ilegalmente por el Reino Unido desde hace ya casi 190 años”.

Ahora menciono lo negativo del discurso leído.

Lo peor fue ratificar el plan de ajuste y dependencia acordado con el Fondo y la Casa Blanca: “quiero dar gracias a todos los Estados que nos apoyaron y nos apoyan en el complejo proceso de renegociación de nuestra deuda externa. Es un endeudamiento que mi gobierno no generó pero que afronta con toda seriedad”.

En esa línea neocolonial, Fernández ofreció abrirse más a los inversionistas extranjeros, antes que priorizar un desarrollo independiente: “Argentina cumplirá su rol como productor y exportador confiable de alimentos nutritivos y de calidad. También como proveedor de tecnologías aplicadas a la producción de alimentos para mejorar su rendimiento”.

Reiteró su llamado a las multinacionales por Vaca Muerta: “contamos con la segunda reserva mundial de gas no convencional y la cuarta de petróleo no convencional. Contamos con una gran reserva de litio y con el potencial para desarrollar la energía solar y eólica, así como el hidrógeno de bajas y nulas emisiones”.

Se dirá que Fernández criticó el bloqueo a Cuba y Venezuela. Es verdad, con tres límites: 1) omitió a Nicaragua, también bloqueada; 2) sólo mencionó “pueblos de Cuba Venezuela” y no agregó a “gobiernos de Cuba y Venezuela”; y 3) cuestionó el bloqueo pero no se atrevió a denunciar a su autor, Estados Unidos.

También entró en la columna deficitaria del orador, sus menciones a Irán como sospechoso de haber organizado el atentado a la AMIA. Dijo Fernández: “una vez más, instamos a la República Islámica de Irán a que coopere con las autoridades judiciales argentinas para avanzar en la investigación del atentado contra la AMIA. También instamos a la comunidad internacional, a que nos acompañen en nuestra lucha evitando recibir o cobijar a cualquiera de los imputados (iraníes, NDA) aun cuando gocen de inmunidad diplomática. Sobre ellos pesan solicitudes de captura internacional y alertas rojas de Interpol”.

Es la vieja y falsa acusación contra Irán por un atentado que no cometió ni mandó a cometer. En este punto el Fernández de 2022 se parece el Fernández que en febrero de 2015 marchaba en honor del suicida Alberto Nisman, señal de largada de la victoria de Mauricio Macri. Hasta julio de 2019, (en reportaje con Nelson Castro, TN) Fernández aseguraba que el Memorándum de Entendimiento con Irán firmado en 2013 “era un delito cometido por Cristina Fernández para el encubrimiento de las 85 muertes de la AMIA”.

Para EE UU, Israel, el Mossad, los fondos buitres, DAIA, AMIA, el macrismo, la corpo judicial y Clarín, Nisman había sido la víctima 86. Para Alverso también, pese a que el fiscal corrupto y mentiroso se había suicidado en su baño de Puerto Madero.




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