OPINI脫N de Samuel Schmidt
Le cont茅 un chiste mis贸gino a mi amigo queer y reclam贸 ofendido por esa parte de 茅l que es mujer.
Junto con mi libro de chiste pol铆tico, la editorial public贸 un libro de chistes 茅tnicos que se agot贸, ahora ambos libros tienen mucho 茅xito entre los lectores online.
Intent茅 colgarme de ese 茅xito como analista del humor y le entregu茅 a la editorial un manuscrito que era el insulto final, t铆tulo igual que una pel铆cula de Leslie Nielsen (Naked Gun 33 1/3: The Final Insult), el t铆tulo era: De mujeres, hombres, y otros. Ah铆 reun铆 chistes sobre hombres, mujeres, y las, los, les, lis, lus. La editora sabiendo el 茅xito que hab铆an tenido los otros libros se arredr贸 y me dijo que ese libro no pod铆a ir as铆, que requer铆a ser prologado. Encontr茅 a una psic贸loga que acept贸 abordar los chistes mis贸ginos, acud铆 al intelectual queer Carlos Monsiv谩is quien acept贸 leer el manuscrito pero nunca respondi贸 a los mensajes posteriores, el gran ironista al parecer no ten铆a sentido del humor, como no lo tienen aquellos que se sienten agredidos por el poder destructor del chiste y aclaro que acepto y abogo por la libertad de escoger. Sobra decir que el libro no vio la luz y ahora en la era del poshumor tal vez no pase ni en amazon. En el dominio del meeToo, adquiere relevancia y mayor fuerza lo pol铆ticamente correcto.
Escribiendo el libro Chistes 茅tnicos, la risa de todos contra todos, encontr茅 que todos encuentran alguien de quien re铆rse, pero una buena cantidad de los chistes se encuentran en la raya entre la mofa, el desprecio y abren la puerta a alimentar la discriminaci贸n y el odio, que tambi茅n est谩n en boga. La derecha ha visto caer el dique que frenaba sus expresiones de odio y se siente con poder para agredir.
He descubierto que hay cierta anuencia al chiste si viene de los tuyos, como si se convirtiera en cuesti贸n casera, un negro puede usar la expresi贸n denigrante nigger a otro negro, pero hay de ti si te atrevas a contar un chiste de negros, me contaba H茅ctor Dom铆nguez que en un encuentro se manej贸 la tesis de que los negros no eran caricaturizables, justo por el nivel de ofensa que se levantar铆a contra el caricaturista; los que lo dudan sobre el peso y reacci贸n ante el “agravio” hay que recordar el ataque contra Charlie Hebdo en Par铆s despu茅s de publicar caricaturas sobre Mahoma. Un jud铆o mesi谩nico me dej贸 de hablar despu茅s de contarle un chiste sobre Jesucristo (Yehoshua). Mar铆a le dice a Jos茅: Ya sup茅ralo, solamente fue una vez.
El chiste seg煤n Freud desnuda y destruye. El chiste encuentra aquellos elementos que molestan –especialmente en la pol铆tica- y se lanza a destruirlos, pero por eso mismo se pone en la raya entre cr铆tica y discriminaci贸n. Aclaremos que los chistes que cuentan mujeres sobre hombres y 茅stos sobre mujeres no implican un odio mutuo, se r铆en para criticar. ¿Mam谩 por qu茅 hombre en ingl茅s es men? Porque son mendigos, mentirosos, mensos, mencabronan, pero mencantan.
En una charla con el biotecn贸logo Enrique Galindo (https://www.youtube.com/watch?v=GWhH5wV6kbA) le pregunt茅 porque no med铆an la toxicidad de sus productos en los diputados y es que ah铆 si todos los cuenta chistes se encuentran a salvo. No encontraremos a alguien que se ofenda si nos burlamos de los pol铆ticos, presidentes y toda la fauna que se cierne vorazmente sobre la humanidad, pero hay de aquel que cuente un chiste sobre jud铆os, gallegos, argentinos en el lugar y momento inadecuados.
El chiste es cat谩rtico, ayuda a mover los humores, estimula los m煤sculos y a su paso deja placer, excepto cuando no lo hace.
Una amiga comentaba una pel铆cula de Sasha Baron Cohen que ha mostrado por medio de comedias lo profundo del racismo y la discriminaci贸n en Estados Unidos, pero dijo que todo estaba bien hasta que us贸 a un mexicano como banquito para sentarse, no la molest贸 al parecer cuando Baron explota los tropos antisemitas. El coro en la mesa fue: claro, todo esta bien hasta que te llega cerca.
El chiste no es una agresi贸n personal a menos que se lo disparen a uno directamente, incide en estereotipos y arquetipos y al identificarse uno con lo agredido se convierte en afrenta personal.
Vivimos en una 茅poca dif铆cil, domina la posverdad y el poshumor, estamos rodeados de odio e intolerancia y nos molesta todo aquello que rebasa la l铆nea aunque sea un poquito, porque a final de cuentas el que tanto es tantito se ha reducido a cero tolerancia.