La desigualdad de género impedirá que el mundo cumpla los objetivos mundiales acordados sobre el sida, pero una "hoja de ruta feminista" puede hacer que los países vuelvan a la senda correcta, afirma UNAIDS, la agencia de la ONU que lidera la lucha contra la enfermedad en un informe publicado el martes.
El estudio, publicado en vísperas del Día Mundial del SIDA que se celebra el 1 de diciembre de 2022, muestra cómo la desigualdad de la mujer y las normas de género perjudiciales están bloqueando el fin de la pandemia de sida, con un aumento de las nuevas infecciones y la continuación de las muertes en muchas partes del planeta.
El año pasado, 650 000 personas murieron de sida y 1,5 millones adquirieron el VIH, el virus que causa la enfermedad.
"El mundo no podrá derrotar al sida mientras se refuerce el patriarcado", afirmó Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA, quien pidió que se aborden las distintas desigualdades a las que se enfrentan las mujeres.
"El único camino eficaz para acabar con el sida, alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible y garantizar la salud, los derechos y la prosperidad compartida, es una hoja de ruta feminista", afirmó y añadió que "las organizaciones y los movimientos por los derechos de las mujeres ya están en primera línea realizando esta audaz labor. Los líderes deben apoyarlos y aprender de ellos".
Las "peligrosas desigualdades" que afectan a las mujeres
Según el informe Las desigualdades peligrosas, en las zonas con una alta carga de VIH, las mujeres que sufren violencia de pareja tienen hasta un 50% más de posibilidades de contraer el virus.
Durante el período comprendido entre 2015 y 2021, solo el 41% de las mujeres casadas de entre 15 y 24 años de 33 países podían tomar sus propias decisiones en materia de salud sexual.
Los efectos que la desigualdad de género presentan en los riesgos que corren las mujeres frente al VIH son especialmente pronunciados en el África subsahariana, donde las mujeres representaron el 63% de las nuevas infecciones por VIH en 2021.
Además, las adolescentes y las mujeres jóvenes de entre 15 y 24 años de la región tienen tres veces más probabilidades de contraer el VIH que sus homólogos masculinos.
Una cuestión de poder
El factor determinante es el poder, afirman los responsables de ONUSIDA, citando un estudio que muestran cómo la vulnerabilidad de las niñas a la infección por el VIH se reduce hasta en un 50% si se les permite permanecer en la escuela y completar la educación secundaria.
"Cuando esto se refuerza con un paquete de apoyo al empoderamiento, los riesgos de las niñas se reducen aún más", dijeron los expertos de la agencia.
"Los líderes deben garantizar que todas las niñas estén escolarizadas, que estén protegidas de la violencia, que a menudo se normaliza incluso a través de los matrimonios de menores, y que tengan vías económicas que les garanticen un futuro esperanzador", continua el informe de ONUSIDA.
Mientras tanto, las "masculinidades perjudiciales" desaniman a los hombres a buscar atención. Sólo el 70% de los hombres que viven con el VIH accedían al tratamiento en 2021, en comparación con el 80% de las mujeres.
"Aumentar los programas de transformación de género en muchas partes del mundo es clave para detener la pandemia", señala el informe.
Vidas jóvenes en peligro
La desigualdad en el acceso al tratamiento entre los adultos y los niños también están frenando la respuesta al sida.
Aunque más de las tres cuartas partes de los adultos que viven con el VIH reciben terapia antirretrovírica, poco más de la mitad de los niños reciben este medicamento que salva vidas.
El año pasado, los niños representaron sólo el 4% de las personas que viven con el VIH, pero el 15% de todas las muertes relacionadas con el SIDA.
La discriminación, la estigmatización y la criminalización de las poblaciones clave también están costando vidas, añadió ONUSIDA.
Un nuevo análisis muestra que no se ha producido un descenso significativo de las nuevas infecciones entre los hombres homosexuales y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, tanto en la región de África occidental y central como en la región oriental y meridional del continente.
Frente a un virus infeccioso, el hecho de no avanzar en las poblaciones clave socava toda la respuesta y ayuda a explicar la ralentización en la lucha contra la enfermedad.
Se puede atajar la desigualdad
El informe también revela que la lucha contra la desigualdad es posible.
Por ejemplo, a pesar de que las encuestas suelen poner de manifiesto una menor cobertura de servicios entre las poblaciones clave, tres condados de Kenia han logrado una mayor cobertura de tratamiento del VIH entre las trabajadoras del sexo que entre las mujeres en general.
Los países saben qué hacer para acabar con las desigualdades, dijo Byanyima, que enumeró una serie de acciones para ello, como:
- garantizar que todas las niñas vayan a la escuela
- abordar la violencia de género y apoyar a las organizaciones de mujeres
- promover las masculinidades sanas para sustituir los comportamientos nocivos que agravan los riesgos para todos
- garantizar que los servicios para los niños que viven con el VIH lleguen a ellos y satisfagan sus necesidades, cerrando la brecha del tratamiento para acabar con el sida en los niño
- despenalizar a las personas que mantienen relaciones homosexuales, a los profesionales del sexo y a los consumidores de drogas e invertir en servicios dirigidos por la comunidad que permitan su inclusión
“Esto ayudará a romper las barreras que impiden el acceso a los servicios y la atención a millones de personas," concluyó.
Igualar beneficia a todos
El informe muestra además que la financiación de los donantes está contribuyendo a impulsar una mayor financiación por parte de los gobiernos.
Sin embargo, se necesitan urgentemente nuevas inversiones para hacer frente a las desigualdades, especialmente en un momento en que muchos países más ricos están recortando la ayuda a la salud mundial.
Aumentar el apoyo es fundamental para volver a poner en marcha la respuesta al sida.
"Lo que tienen que hacer los líderes mundiales está muy claro", dijo Byanyima. "En una palabra: igualar. Igualar el acceso a los derechos, igualar el acceso a los servicios, igualar el acceso a la mejor ciencia y medicina. Igualar no sólo ayudará a los marginados. Ayudará a todos".
Un largo camino por recorrer para proteger a los vulnerables
También en vísperas del Día Mundial del SIDA, la activista del VIH y miembro de la junta directiva de ONUSIDA, Maureen Murenga, compartió un poderoso testimonio personal para alentar una mayor urgencia en la lucha contra la enfermedad.
Refiriéndose al informe de ONUSIDA sobre cómo la desigualdad de género frena el avance de la lucha contra la dolencia, Murenga dijo que es realmente triste.
“Cuando me diagnosticaron el VIH hace 20 años yo era una adolescente y una mujer joven y pensé que 20 años después estaríamos contando una historia diferente y no la misma triste historia”, dijo a los periodistas en Ginebra.
Desafíos del tratamiento
Murenga, ciudadana de Kenia que representa a las comunidades que viven con el VIH, enfrentó hostilidad y estigma cuando le diagnosticaron el virus a principios de la década de 2000. A través de su organización, la Fundación Lean on me, las adolescentes y mujeres jóvenes que viven con el VIH reciben atención y apoyo, pero señaló que la desigualdad persiste en el enfoque mundial del tratamiento y la prevención.
“Todavía estamos viendo muchas infecciones nuevas”, dijo. “Significa que el tratamiento no está llegando a todos y que donde existe, la gente no lo sigue”.
No obstante, se han logrado avances, particularmente en la identificación de infecciones, dijo Murenga, recordando el tormento de su espera por un diagnóstico y el hecho de que necesitaba hacerse la prueba cinco veces antes de poder aceptar que tenía el VIH.
De acuerdo con ONUSIDA, las adolescentes y las mujeres jóvenes de 15 a 24 años tienen tres veces más probabilidades de contraer el VIH que los adolescentes y los hombres jóvenes en el África subsahariana.