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Los Tribunales de Belmarsh exigen justicia para Julian Assange

OPINI脫N de Amy Goodman 

“La primera v铆ctima de la guerra es la verdad”, afirm贸 el senador estadounidense del estado de California Hiram W. Johnson en 1929, durante el debate para la ratificaci贸n del pacto Kellogg-Briand, un intento noble pero finalmente fallido de prohibir la guerra. Al reflexionar sobre la Primera Guerra Mundial, que hab铆a terminado una d茅cada antes, Johnson continu贸: “comienza, como nos hab铆amos acostumbrado hasta hace poco, con esa forma de propaganda en la que […] se exalta el patriotismo y se miente para que la gente tenga hambre de guerra y sienta el deseo de combatir. Lo hemos visto en el pasado; volver谩 a suceder en el futuro”.

Una y otra vez, ha quedado demostrado que Hiram Johnson ten铆a raz贸n. El impulso del Gobierno estadounidense de controlar la informaci贸n y manipular a la ciudadan铆a para que apoye la guerra est谩 profundamente arraigado. Los 煤ltimos veinte a帽os, dominados por la llamada “guerra contra el terrorismo”, no son una excepci贸n. Sofisticadas campa帽as de relaciones p煤blicas, medios de comunicaci贸n complacientes y la omnipresente maquinaria propagand铆stica del Pent谩gono operan en conjunto para “fabricar consenso”. As铆 lo definen el reconocido acad茅mico Noam Chomsky y el difunto profesor Ed Herman en el t铆tulo de su innovador libro “Los guardianes de la libertad”, en el que toman prestada dicha frase de Walter Lippman, considerado el padre de las relaciones p煤blicas.

Un medio que ha desafiado de manera sistem谩tica el relato belicista impulsado por el Gobierno de Estados Unidos tanto bajo presidentes republicanos como dem贸cratas, ha sido el sitio web de denuncias WikiLeaks. WikiLeaks acapar贸 la atenci贸n internacional en 2010 tras publicar una serie de documentos filtrados que conten铆an material clasificado de las fuerzas armadas estadounidenses. Dichos documentos inclu铆an numerosos informes sobre el asesinato de civiles y otros cr铆menes de guerra cometidos en Irak y Afganist谩n, as铆 como tambi茅n un impactante video que muestra la masacre llevada a cabo desde un helic贸ptero de artiller铆a estadounidense contra una docena de civiles en una calle de la ciudad de Bagdad, entre los que se encontraban un camar贸grafo de la agencia de noticias Reuters y su chofer. WikiLeaks titul贸 ese video “Asesinato colateral”.

The New York Times y otros peri贸dicos se asociaron con el sitio web de denuncias para publicar notas basadas en las filtraciones. Esto increment贸 a煤n m谩s la atenci贸n sobre el fundador y jefe de redacci贸n de WikiLeaks, Julian Assange. En diciembre de 2010, dos meses despu茅s de la publicaci贸n del video “Asesinato colateral”, el entonces vicepresidente Joe Biden dijo durante una entrevista con la cadena NBC News que Assange estaba “m谩s cerca del terrorismo de alta tecnolog铆a que los papeles del Pent谩gono”. Biden se refer铆a a la serie de documentos clasificados que Daniel Ellsberg hizo p煤blicos en 1971, que revelaban las mentiras que el Pent谩gono difundi贸 durante muchos a帽os acerca de la participaci贸n de Estados Unidos en la guerra de Vietnam.

Con la conformaci贸n de un gran jurado secreto en el estado de Virginia, Julian Assange, entonces en Londres, comenz贸 a temer ser arrestado y extraditado a Estados Unidos. Ecuador concedi贸 asilo pol铆tico al fundador de WikiLeaks, y este, al no poder viajar a Am茅rica Latina, busc贸 refugio en la Embajada ecuatoriana en Londres. Assange vivi贸 dentro de la peque帽a embajada, del tama帽o de un apartamento, durante casi siete a帽os. En abril de 2019, cuando el nuevo presidente ecuatoriano revoc贸 el asilo de Assange, las autoridades brit谩nicas lo arrestaron y lo encerraron en la tristemente c茅lebre prisi贸n de alta seguridad de Belmarsh, en Londres, a menudo llamada “la Guant谩namo del Reino Unido”. El denunciante ha estado recluido all铆 en duras condiciones y con problemas de salud durante casi cuatro a帽os, mientras el Gobierno de Estados Unidos intenta extraditarlo para procesarlo por espionaje y otros delitos. De ser extraditado a Estados Unidos y declarado culpable, Assange podr铆a enfrentar una condena de hasta 175 a帽os en una prisi贸n de m谩xima seguridad.

Aunque el Gobierno del Reino Unido, liderado por el Partido Conservador, parece dispuesto a extraditar a Assange, ha surgido un movimiento internacional que exige su liberaci贸n. La Internacional Progresista, una coalici贸n mundial a favor de la democracia, ha convocado lo que denomina “Tribunal de Belmarsh” que, desde 2020, ha llevado a cabo cuatro asambleas. Al igual que el Tribunal Russell-Sartre sobre la guerra de Vietnam, convocado en 1966 por los fil贸sofos Bertrand Russell y Jean-Paul Sartre, el Tribunal de Belmarsh congrega a algunos de los activistas, artistas, pol铆ticos, disidentes, abogados de derechos humanos y denunciantes m谩s prominentes y progresistas del mundo, quienes alzan la voz en defensa de Julian Assange y WikiLeaks.

Estas fueron las palabras que Jeremy Corbyn, miembro del Parlamento brit谩nico y exl铆der del Partido Laborista, pronunci贸 ante el Tribunal de Belmarsh: “Estamos siendo testigos de una parodia de la justicia, de una violaci贸n de los derechos humanos, de la negaci贸n de la libertad a alguien que se arriesg贸 de manera valiente para que todos sepamos que murieron personas inocentes en Abu Ghraib, que murieron personas inocentes en Afganist谩n, que personas inocentes est谩n muriendo en el Mediterr谩neo y que mueren personas inocentes en todo el mundo, cuando potencias que act煤an sin ninguna supervisi贸n y que no rinden cuentas por sus actos deciden que es conveniente y oportuno matar a la gente que se interpone en el camino de sus grandes planes. Nosotros decimos “no”. Por eso exigimos justicia para Julian Assange”.

The New York Times, The Guardian, Le Monde, El Pa铆s y Der Spiegel —los importantes peri贸dicos que publicaron art铆culos basados en los documentos filtrados de Assange— se han unido al llamamiento de Corbyn. “Publicar no es un delito”, declararon en una carta abierta.

Nunca antes se hab铆a acusado a un periodista en virtud de la Ley de Espionaje de Estados Unidos. El juicio contra Assange representa una grave amenaza para la libertad de expresi贸n y la libertad de prensa. El presidente Biden —que actualmente est谩 envuelto en su propio esc谩ndalo por el manejo indebido de documentos clasificados— lo sabe bien y debe retirar de inmediato los cargos contra Julian Assange.

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© 2022 Amy Goodman

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