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8M: 8 mujeres que construyen el cambio


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Efeminista | Madrid - Desde el barrio, el campo, la comunidad, el arte, el deporte, la academia o los servicios de salud, miles de mujeres anónimas como María del Carmen, Flavia, Aura, Erika, María Cristina, Lola, Verónica y Costa trabajan cada día desde distintas partes del mundo para mejorar la vida de miles de personas y visibilizar las desigualdades y discriminaciones que sufren las mujeres y las niñas.

Este año, con motivo del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, Efeminista ha querido visibilizar, a través de estas 8 mujeres, a todas aquellas que, como ellas, abanderan causas a favor de los derechos de mujeres y niñas de todo el mundo. Mujeres que han creado redes para cerrar las brechas de género y acabar con las violencias pero que, sobre todo, han mejorado y salvado vidas.

La lucha de María del Carmen por mejorar la vida de las presas, los jóvenes o las personas migrantes; la de Flavia para que las mujeres tengan el espacio que les corresponde en la política; la de Aura por conseguir la independencia económica de las indígenas; o la de Erika por hacerse un hueco y ser referente para miles de jóvenes en el masculinizado mundo del freestyle, son algunas de las historias que inspiran este especial del 8M.

Junto a ellas, las vidas de María Cristina acompañando a mujeres a abortar en lugares donde no se respetan los derechos de las mujeres; las de Lola y Costa, peleando cada día para visibilizar los problemas a los que se enfrentan las mujeres con discapacidad en espacios como el cine o el arte; o la de Verónica convencida de que la sostenibilidad social y medioambiental será feminista o no será, completan los 8 rostros que este año componen nuestro especial del Día Internacional de las Mujeres.

María del Carmen Alonso, Madres Unidas contra la Droga

Han pasado ya más de 40 años desde que María del Carmen Alonso Martínez entregó su vida a la lucha social vinculada a denunciar el problema de las drogas, las condiciones en las cárceles o la situación de las personas migrantes.

Llegó a Madrid con 17 años, pero no fue hasta que uno de sus cuatro hijos empezó la catequesis, cuando aterrizó en la parroquia San Carlos Borromeo, en Entrevías, y se empezó a interesar por los temas que ahí se hablaban: la situación en las cárceles, la droga, la corrupción y la delincuencia. Se unió a un grupo de madres “muy luchadoras”, con quienes se organizó en la asociación Madres Unidas contra la Droga.

Desde ahí denunciaron la corrupción en las comisarías, visibilizaron el problema de la droga viajando por toda España, consiguieron indultos para que los jóvenes encarcelados que iban a morir por síndrome de inmunodeficiencia adquirida pudieran hacerlo “en su casa dignamente”, y frente a la cultura de la represión y el castigo, ellas defendieron las medidas sociales y el cariño.

Cuatro décadas después sigue muy preocupada por las mismas injusticias, reivindica la lucha social, especialmente la que vela por los derechos de las mujeres.

“Queremos la igualdad y nada más que la igualdad. Y que se solucione el tema de la violencia”.

Flavia Freidenberg, Red de Politólogas

Durante muchos años, la investigadora Flavia Freidenberg no percibió que las mujeres vivieran desigualdades en la academia, pero no porque no existieran, confiesa, sino porque “tenía un gran velo” sobre sus ojos.

Hasta que un día, asentada en México para estudiar la representación política de las mujeres, el comentario de un amigo sobre la ausencia de expertas en un panel le quitó ese velo. “En ese momento agarro mi Twitter y escribo: Hoy vamos a comenzar una acción cívica. Si ves un ‘Manel’, es decir, un panel solo de hombres, si escuchas un programa de radio, si estás ante la televisión y ves un programa donde solo se citan hombres, si vas a una conferencia y solo ves que están hombres, tómale una foto, súbelo a la red y usa el hashtag #NoSinMujeres”.

Así empezó a gestarse la Red de Politólogas, un proyecto “de mujeres en su diversidad”, que vio la luz en 2016 y está compuesto por más de 800 especialistas que viven o trabajan en temas sobre América Latina. La Red se encarga de visibilizar el trabajo que ellas hacen y las desigualdades que viven las expertas en una disciplina históricamente liderada por hombres.

“Creo que hay que desgenerizar la disciplina. Hay que continuar trabajando para que las condiciones de igualdad de nuestras colegas y nuestros colegas sean más equitativas”, reivindica.

Aura Melba López, lideresa indígena

La autonomía económica de las mujeres fue siempre la bandera de lucha de la lideresa indígena Awá Aura Melba López. Tras años de trabajo de campo en su natal Barbacoas, Colombia, la eligieron como gobernadora -autoridad pública que representa a la comunidad- del resguardo Nunalbí Alto Ulbí en el municipio de Barbacoas, Nariño, y a pesar de su autoridad, sufrió discriminación.

“Me decían ‘usted es una niña, usted no va a hacer nada” y me tiraban los papeles al suelo”, rememora.

Pese a ello, López trabajó duro por la unidad y la cultura del pueblo awá y apostó por el fortalecimiento del gobierno propio. Fue reelegida 7 años consecutivos.

En esa labor se fio cuenta de que las mujeres estaban siendo “consumidoras y no productoras”, que no tenían “ingresos económicos propios” y vio la necesidad de apropiarse del proceso productivo. Así que se formó y junto a una socia y un socio pusieron en marcha la Asociación Granja Agrícola y Pecuaria El Maíz.

Cuando empezaron, muchas mujeres no quisieron asociarse ni trabajar ahí porque tenían miedo de lo que dijeran sus maridos. Cinco años después, 18 mujeres y 3 hombres participan en la granja y cuenta con tres hectáreas construidas, cuatro galpones de pollos y cultivos de yuca, caña, plátano y otros alimentos.

“Queremos seguir empoderando a las mujeres a ser productoras, a trabajar y tener sus propios ingresos, que sean líderes, consejeras, que administren, que ejerzan un cargo dentro del resguardo“, reivindica.

Erika Dos Santos, referente de freestyle en España

Ser pionera no ha sido fácil para la rapera madrileña Erika Dos Santos. Durante mucho tiempo se sintió “insegura” e “infravalorada”, pues había asumido que las mujeres no podían participar en los espacios de freestyle, pero cuando vio a la catalana Jess participar en una batalla el mundo le cambió.

Ahora es ella, una de las primeras mujeres, junto con la también rapera Sara Socas, en pasar a una semifinal de la Batalla Red Bull en 2019, quien intenta aplanar el camino y poner “el pie en la puerta” para otras mujeres que quieran ingresar y ascender a este mundo.

Su primera batalla la ganó en el plano de lo simbólico, cuando durante su segunda Red Bull, en 2017, fue la primera mujer en pasar de ronda y llegar hasta la prueba que recibía el nombre de ‘El último hombre’. Nadie se había cuestionado ese título porque hasta entonces solo habían llegado hombres a esa eliminatoria. Con la presencia de Erika, la organización decidió cambiar la denominación a ‘La última oportunidad’.

En la actualidad imparte talleres de rap en colegios, en centros de menores, en su barrio… convencida del poder de la métrica y la rima como herramienta de transformación social.

“Animo a todas y todos y todes a seguir, tanto con la lucha como con nuestros sueños. Y que sigamos abriendo puertas a otras compañeras”, afirma.

María Cristina Campos, acompañante de abortos

Aunque la lucha feminista por la autonomía del cuerpo ha ganado terreno en América Latina y la marea verde se ha extendido a varios países, muchas niñas, adolescentes, mujeres y otras personas gestantes que abortan siguen cargando con el peso del estigma que existe en la sociedad. Por eso el trabajo de la psicóloga chilena María Cristina Campos, quien trabaja en temas de aborto desde hace 10 años, es vital en este proceso.

Campos es parte de la red de acompañamiento de abortos “Con las amigas y en la casa”, la más grande de Chile, pero también forma parte de la Red Compañera – Red feminista latinoamericana y caribeña de acompañantes de abortos, que reúne a 23 movimientos en 17 países de la región. En el movimiento local, ella coordina el área de acompañamiento psicológico post aborto, al que van quienes han interrumpido su embarazo bajo las causales legales o no.

“La gran mayoría de las mujeres que llegan a mí está sintiendo esta carga que incluso es invisible. Algunas ni siquiera logran visualizar del todo de dónde viene porque muchas no fueron criadas en familias conservadoras o en contextos religiosos. El objetivo es que puedan retornar al alivio, porque muchas de ellas sienten mucho alivio después de abortar”, explica.

El acompañamiento que hacen las redes en toda la región es vital, pero particularmente importante en países donde el aborto está totalmente penalizado, como en muchos de Centroamérica. “Lugares donde las acompañantes no pueden decir que son acompañantes porque son perseguidas y encarceladas. Sin embargo, estamos ahí levantando estrategias que les permitan seguir siendo acompañantes y seguir haciendo abortos“.

Lola Robles, actriz invidente

Visibilidad y mayor representación en el ámbito audiovisual son dos de las reivindicaciones que hace la actriz Lola Robles, con discapacidad visual, tras su experiencia y recorrido en el mundo de las artes.

Robles descubrió hace trece años la existencia de un grupo de teatro y le gustó tanto que decidió estudiar arte dramático en una academia. “Iba con mi perro guía y con mi ilusión llamando a las puertas de diferentes escuelas de teatro y me echaron de tres”, declara.

Pero ese rechazo no impidió que siguiera en la búsqueda de su sueño. Finalmente la aceptaron en la escuela El Almadén, de Jordi David Cataluña, y allí estuvo aprendiendo durante tres años. “Yo sé que tengo una dificultad, pero también los demás la pueden tener si no saben cómo adaptar las clases para que todos tengamos un huequecito. Clara Campoamor citaba a Marco Aurelio y decía que ‘verdaderamente ciego es el que tiene cerrado los ojos de la inteligencia’ y eso creo”.

La actriz quisiera que se derrumbaran los estereotipos que hay alrededor de las personas con discapacidad y que se hablara más de, por ejemplo, la violencia machista que sufren las mujeres. Además que se creen más referentes, para que los niños y niñas con discapacidad se den cuenta que también pueden alcanzar los sueños que desean.

“Me gustaría que tanto la producción como dirección y dramaturgos nos permitieran a las personas con discapacidades severas o discapacidades visibles entrar en el mundo del teatro y audiovisual. Me gustaría que no nos tuvieran tanto miedo. Y que escribieran más sobre nuestras vidas, porque en la vida estamos todos y qué es el teatro sino la vida”.

Verónica Sánchez, emprendedora rural

“La sostenibilidad social y medioambiental y el mundo rural será feminista o no será”, así lo asegura la educadora social y antropóloga de formación Verónica Sánchez, quien fundó, junto a un grupo de amistades, la cooperativa de alimentación sostenible Kikiricoop con el objetivo de transformar la forma de producir hacia “mayor sostenibilidad y justicia social”.

Dentro de la cooperativa han apostado por poner la vida y los cuidados en el centro, aunque eso suponga tener menos ingresos. Y han introducido “la perspectiva feminista a la hora de integrar los trabajos reproductivos en el trabajo de la cooperativa”, explica.

Uno de los proyectos que destaca es “turno de niños”, que permite que cada día una persona de la cooperativa cuide a los menores a cargo y que esas horas se coticen y cobren como laborales, igual que otras tareas como cocinar o hacer facturas.

Sánchez reivindica la validez de los servicios públicos, pues son fundamentales en la vida de la gente, especialmente de las mujeres que viven en la ruralidad.

“Aquí no tenemos transporte público para nada y claro hay transporte privado pero… ¿Quién no tiene transporte privado? ¿Quién no tiene carnet de conducir? Las mujeres mayores. Entonces dependen de otras personas para hacer cosas que son básicas y eso afecta directamente a su calidad de vida”.

Costa Badía, artista con discapacidad funcional

Las mujeres con discapacidad se enfrentan a la doble discriminación de una sociedad que las juzga, rechaza e invisibiliza. La artista y mediadora cultural Costa Badía lo sabe bien, por eso reivindica su discapacidad funcional y lucha para que a las mujeres con discapacidad se les dé el lugar que merecen.

Badía, graduada en Bellas Artes, asegura que a las mujeres con discapacidad no se las ve como mujeres. “A menudo se habla de personas con discapacidad, pero sin diferenciar género y eso es algo que también me parece complejo. Que yo sepa no hay estudios por género. ¿Qué estudios tienen los hombres con discapacidad o las mujeres? Hay estudios de personas con discapacidad en general, y, obviamente, a las mujeres con discapacidad nos atraviesa el hecho de ser mujer, pero la sociedad parece que nos invisibiliza”.

Por ello también cree que desde el movimiento feminista deben abrirse más espacios de lucha en los que se incluyan sus exigencias específicas.

“Nuestra siguiente conquista es esa: conquistar nuestro lugar como mujeres con discapacidad”, afirma.

El camino que lleva a esa conquista ya lo está recorriendo gracias al arte, con su exposición “Tacón, pie, bastón”. Una propuesta con la que desafía las miradas que se tienen hacia la discapacidad y hacia los cuerpos llamados perfectos.

“Utilizo el arte para el activismo tullido, con el que reivindico los cuerpos diferentes. Si me llaman tullida a mí no me duele, lo tengo asumido porque así es, es como si me dices que soy castaña oscura. Queda mucho por hacer, pero lo importante es que cambie la mirada de la sociedad“, señala.





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