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Antonio Machado: poeta republicano

¡Aquellas horas, Dios m铆o, tejidas todas ellas con el m谩s puro lino de la esperanza, cuando unos pocos viejos republicanos izamos la bandera tricolor en el Ayuntamiento de Segovia! (...) Con las primeras hojas de los chopos y las 煤ltimas flores de los almendros, la primavera tra铆a a nuestra rep煤blica de la mano.
Antonio Machado (14 de abril de 1931, fecha de la proclamaci贸n de la Segunda Rep煤blica Espa帽ola. El poeta, que vive la noticia en Segovia, fue requerido para ser uno de los encargados de izar la bandera tricolor en el balc贸n del Ayuntamiento)


El pueblo
En Espa帽a lo mejor es el pueblo. Por eso la heroica y abnegada defensa de Madrid, que ha asombrado al mundo, a m铆 me conmueve, pero no me sorprende. Siempre ha sido lo mismo. En los trances duros, los se帽oritos –nuestros barinas– invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva. En Espa帽a, no hay modo de ser persona bien nacida sin amar al pueblo. La demofilia es entre nosotros un deber elemental铆simo de gratitud.
Antonio Machado (Carta a Vigodsky, febrero de 1937)

As铆 recuerdo yo el 14 de Abril de 1931

Fue un d铆a profundamente alegre -muchos que 茅ramos viejos no record谩bamos otro m谩s alegre-, un d铆a maravilloso en que la naturaleza y la historia parec铆an fundirse para vibrar juntas en el alma de los poetas y en los labios de los ni帽os.
Mi amigo Antonio Ballesteros y yo izamos en el Ayuntamiento la bandera tricolor. Se cant贸 la Marsellesa; sonaron los compases del Himno de Riego. La Internacional no hab铆a sonado todav铆a. Era muy leg铆timo nuestro regocijo. La Rep煤blica hab铆a venido por sus cabales, de un modo perfecto, como resultado de unas elecciones. Todo un r茅gimen ca铆a sin sangre, para asombro del mundo. Ni siquiera el crimen prof茅tico de un loco, que hubiera eliminado a un traidor, turb贸 la faz de aquellas horas. La Rep煤blica sal铆a de las urnas acabada y perfecta, como Minerva de la cabeza de J煤piter.
Antonio Machado. Abril de 1937

Los militares, traidores de Espa帽a

Y surgi贸 la rebeli贸n de los militares, la traici贸n madura y definitiva que se hab铆a gestado durante a帽os enteros. Fue uno de los hechos m谩s cobardes que registra nuestra historia. 

¿Por qu茅 esos militares rebeldes volvieron contra el pueblo las mismas armas que el pueblo hab铆a puesto en sus manos para la defensa de la naci贸n? ¿Por qu茅, no contentos con esto, abrieron las fronteras y los puertos de Espa帽a a los anhelos imperialistas de las potencias extranjeras? Yo os contestar铆a: en primer lugar, por los treinta dineros de Judas, quiero decir por las m铆seras ventajas que obtendr铆an ellos, los pobres traidores de Espa帽a, en el caso de una plena victoria de las armas de Italia y Alemania en nuestro suelo.

Antonio Machado. Abril de 1937


Libertad, igualdad, fraternidad
Para Antonio Machado el ideal republicano de “Libertad, igualdad, fraternidad”, no era s贸lo un conjunto de palabras hermosas. Para el gran poeta y dramaturgo andaluz esas palabras constitu铆an un sistema de vida, y siempre demostr贸 con absoluta coherencia que cre铆a sinceramente en ellas. Machado, como otros muchos hombres y mujeres de la cultura de la 茅poca, pensaba que el republicano era el 煤nico sistema pol铆tico capacitado para  levantar un mundo nuevo que se extendiera por toda Espa帽a, y que trajera precisamente eso, la libertad para todos, la igualdad entre las gentes y la fraternidad entre las personas y los pueblos de Espa帽a. Desgraciadamente, el fascismo, ese monstruo de siete cabezas, como lo denomin贸 otro insigne antifascista, Eduardo Haro Tecglen, acab贸 con todos esos sue帽os, no solo los de Antonio Machado, sino los de toda una naci贸n que anhelaba un horizonte de esperanza, donde el pan, la cultura y el bienestar no fueran algo exclusivo de los ricos, sino bienes universales. 

Desde el mirador de la guerra

Veamos el caso de una naci贸n como la nuestra, pobre y honrada. En ellas unos cuantos hombres de buena fe, nada revolucionarios, tuvieronla ins贸lita ocurrencia, en las esferas del gobierno, de gobernar con un sentido de porvenir, aceptando, sinceramente, un m铆nimun de las m谩s justas aspiraciones populares, entre otras, la usuaria pretensi贸n de que el pan y la cultura estuvieran un poco al alcance del pueblo.

Se pretend铆a gobernar, no s贸lo en el sentido de la justicia, sino en provecho de la mayor铆a de nuestros ind铆genas. Inmediatamente vinos que la paz era el feudo de los injustos y de los menos. Y sucedi贸 lo que todos sabemos, primero la calumnia insidiosa y el odio implacable, a aquellos honrados pol铆ticos, despu茅s la rebeli贸n hip贸crita de los militares, luego la rebeli贸n descarnada, la traici贸n y la venta de la patria a todos para salvar los intereses de unos cuantos.

El por qu茅 de esta monstruosidad se ve muy claro desde el mirador de la guerra. La paz circundante es un equilibrio entre fieras y un gentlemen agreement. La corriente belicista es la m谩s profunda en todo el occidente porque su cultura es preponderantemente pol茅mica. Todas las grandes naciones est谩n convencidas de la fatalidad de la guerra. La guerra se cotiza como amenaza y como medio de chantaje, antes de ser un hecho irremediable. Espa帽a es una pieza en el tablero para la b茅lica partida. Y ocurri贸 lo inevitable.

Dos grandes potencias se propusieron eliminarla. Los espa帽oles pensamos ingenuamente que la Espa帽a propiamente dicha, no la que se vend铆a, tendr铆a de su parte a dos grandes imperios. No fue as铆. Ambos concertaron la f贸rmula de no intervenci贸n con la participaci贸n de sus adversarios. Ya es voz un谩niume de la conciencia universal que el pacto de no intervenci贸n en Espa帽a constituye una de las m谩s grandes iniquidades de la historia. 

Antonio Machado.



El poeta y el pueblo

Cuando alguien me pregunt贸, hace ya muchos a帽os, ¿piensa usted que el poeta debe escribir para el pueblo, o permanecer encerrado en su torre de marfil –era el t贸pico al uso de aquellos d铆as– consagrado a una actividad aristocr谩tica en esferas de la cultura s贸lo accesibles a una minor铆a selecta?, yo contest茅 con estas palabras, que a muchos parecieron un tanto ingenuas: «Escribir para el pueblo –dec铆a un maestro– ¡qu茅 m谩s quisiera yo! Deseoso de escribir para el pueblo, aprend铆 de 茅l cuanto pude, mucho menos –claro est谩– de lo que 茅l sabe. Escribir para el pueblo es, por de pronto, escribir para el hombre de nuestra raza, de nuestra tierra, de nuestra habla, tres cosas de inagotable contenido que no acabamos nunca de conocer. Y es mucho m谩s, porque escribir para el pueblo nos obliga a rebasar las fronteras de nuestra patria, escribir para los hombres de otras razas, de otras tierras y de otras lenguas. Escribir para el pueblo es llamarse Cervantes, en Espa帽a; Shakespeare, en Inglaterra; Tolstoi, en Rusia. Es el milagro de los genios de la palabra. Tal vez alguno de ellos lo realiz贸 sin saberlo, sin haberlo deseado siquiera. D铆a llegar谩 en que sea la suprema aspiraci贸n del poeta. En cuanto a m铆, mero aprendiz de gay-saber, no creo haber pasado de folklorista, aprendiz, a mi modo, de saber popular.

Mi respuesta era la de un espa帽ol consciente de su hispanidad, que sabe, que necesita saber c贸mo en Espa帽a casi todo lo grande es obra del pueblo o para el pueblo, c贸mo en Espa帽a lo esencialmente aristocr谩tico, en cierto modo, es lo popular. En los primeros meses de la guerra que hoy ensangrienta a Espa帽a, cuando la contienda no hab铆a a煤n perdido su aspecto de mera guerra civil, yo escrib铆 estas palabras que pretenden justificar mi fe democr谩tica, mi creencia en la superioridad del pueblo sobre las clases privilegiadas.


Antonio Machado
La Vanguardia, viernes 16 de julio de 1937

El poeta y el pueblo - Fondation Antonio Machado Collioure




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