OPINI脫N de Jorge Majfud
Este breve texto se public贸 en varios diarios a principios del siglo. Lo republico aqu铆 (junto con un viejo audio de Radio Exterior de Espa帽a, todav铆a vivo en la red) porque me parece m谩s actual a煤n que en 2010. La de Rebeli贸n.org es la versi贸n m谩s antigua que he podido localizar en Internet. El texto aludido y usado en mi experimento es Why Socialism? (“¿Por qu茅 el socialismo?”) de Albert Einstein) publicado por Montly Review de Nueva York en 1949.
Einstein, el idiota
Desde hace unos a帽os tengo por costumbre no leer escritos o comentarios an贸nimos. Cierta vez, en el foro digital de un importante diario, pegu茅 de forma an贸nima un texto sobre algunas virtudes del socialismo. No se trataba de un texto especialmente brillante, pero me interes贸 el experimento.
Una lluvia de respuestas y comentarios insultaron al autor del texto. Abundaban calificaciones como “retardado mental”, “analfabeto”, “idiota” y “pobre frustrado”.
El texto era de un se帽or llamado Albert Einstein, aquel humilde doctor en f铆sica que viv铆a ah铆 en frente, en la calle Mercer 112, entre los tupidos bosques de Princeton University.
Las malas lenguas dicen que no era buen esposo, pero nunca nadie confirm贸 alg煤n tipo de retardo mental, de idiotismo o de frustraci贸n personal. Excepto los retardados mentales que a principios del siglo XX demostraron que la teor铆a de la relatividad era falsa porque se le hab铆a ocurrido a un jud铆o.
Este breve texto se public贸 en varios diarios a principios del siglo. Lo republico aqu铆 (junto con un viejo audio de Radio Exterior de Espa帽a, todav铆a vivo en la red) porque me parece m谩s actual a煤n que en 2010. La de Rebeli贸n.org es la versi贸n m谩s antigua que he podido localizar en Internet. El texto aludido y usado en mi experimento es Why Socialism? (“¿Por qu茅 el socialismo?”) de Albert Einstein) publicado por Montly Review de Nueva York en 1949.
Einstein, el idiota
Desde hace unos a帽os tengo por costumbre no leer escritos o comentarios an贸nimos. Cierta vez, en el foro digital de un importante diario, pegu茅 de forma an贸nima un texto sobre algunas virtudes del socialismo. No se trataba de un texto especialmente brillante, pero me interes贸 el experimento.
Una lluvia de respuestas y comentarios insultaron al autor del texto. Abundaban calificaciones como “retardado mental”, “analfabeto”, “idiota” y “pobre frustrado”.
El texto era de un se帽or llamado Albert Einstein, aquel humilde doctor en f铆sica que viv铆a ah铆 en frente, en la calle Mercer 112, entre los tupidos bosques de Princeton University.
Las malas lenguas dicen que no era buen esposo, pero nunca nadie confirm贸 alg煤n tipo de retardo mental, de idiotismo o de frustraci贸n personal. Excepto los retardados mentales que a principios del siglo XX demostraron que la teor铆a de la relatividad era falsa porque se le hab铆a ocurrido a un jud铆o.